"Porque vende su cuerpo" Aquello estaba tan alejado de todas las impresiones que Elsa tenía de Jack y había sido tan repentino que Elsa tardo un par de segundos en contestar algo.
- ¿Qué? – escuchó su voz incrédula antes de ser consciente de que había hablado.
- Ya me has oído.
- P-pero no, no intentó nada. No ofreció nada – balbuceó confundida la chica.
- A ti no – dijo la mujer, haciendo girar impacientemente sus ojos hacia arriba – eres una mujer.
Y lanzando una última mirada despectiva la intrusa se levantó y se dirigió a su respectiva mesa, dejando que Elsa siguiera introduciendo dinero en las vidas de los ancianos de forma automatizada. Era una suerte que el trabajo fuera tan relativamente monótono y fácil, pues Elsa no le prestaba realmente atención, su mente no dejaba de pensar si era verdad lo que la mujer con horrible nariz de loro le había insinuado.
¿Jack vendía su cuerpo a los hombres? ¿Lo había entendido bien? Pero, ¿qué otra manera de entenderlo podía haber? La nariz de loro quería decir claramente eso. ¿Acaso era posible?
Pensó en la tarde anterior y en como Jack se había comportado como un perfecto caballero, era una persona demasiado agradable como para asociarlo con la clase de personas que vendían su cuerpo. Simplemente no podía. No quería.
Tecleó los números siguientes con más rabia odiando los reflejos aprendidos durante su infancia. Deseo haberse enojado con aquella mujer por decir semejantes cosas y haberla cacheteado... o algo. Pero claro que no lo hizo, sus sentimientos siempre se quedaban relegados, siempre debía actuar racionalmente. Controladamente.
Terminó una serie de números y códigos más y suspiró molesta y resignada, por más que deseara enojarse, casi siempre sentía su odio en silencio, sus sentimientos le pertenecían a ella y solo los dejaba entrever cuando así lo decidía. Razonó que en parte eso era una cosa buena, de otro modo una pelea en la oficina a solo tres semanas en su primer empleo la habría metido en serios problemas.
Intentó convencerse de que aquella mujer solo dijo eso de Jack por algún absurdo deseo de matar toda su felicidad, después de todo, todos en esa oficina la habían tratado así desde que había llegado, al parecer ni siquiera eran capaces de verla feliz sin hacer algo por arruinar esa felicidad. Y ellos odiaban a Jack tanto como a ella ¿o no? Jack se lo había dicho cuando se conocieron.
Las palabras exactas vinieron a su mente en ese momento: "Se cierran a ti porque eres mejor que ellos y te temen. A mí me evitan porque estoy más allá del desdén".
Sus delgados dedos resbalaron por sobre el teclado y tuvo que borrar y volver a escribir la serie de números que estaba escribiendo.
"Estoy más allá del desdén"
La frase se repetía una y otra vez en su cabeza de manera torturante. Volvió a errar los códigos y empezó de nuevo. "Estoy más allá del desdén" Borró los números una última vez y bufó molesta.
"¡Oh vamos!" se reclamó a sí misma. "No puedes dejar que esto te afecte. Lo que sea que esas palabras signifiquen, no tiene por qué interesarte ahora. Concéntrate en el trabajo que estás haciendo. No avanzarás nada si lo hechas todo a perder en tu primer empleo. Y menos en uno tan odiosamente sencillo como este."
Respiró profundamente tres veces y alejó todo de su mente, sin expresiones, sin pensamientos, solo trabajo. Solo números y códigos. Nada más era relevante o importante. Ni siquiera se tomó su hora del almuerzo. Se convirtió en un perfecto robot por algunas horas y todo estuvo bien.
Al menos hasta que fue su hora de salida y se dirigió a su departamento. Fue en ese momento en que las cosas en las que había evitado pensar regresaron a su mente. La gente solía decirle que no tenía sentimientos, y a veces ella deseaba que eso fuera cierto. Los sentimientos eran demasiado complicados de manejar y entender y por lo general, sumamente problemáticos. Era difícil pensar racionalmente cuando había sentimientos de por medio.
Por suerte el shock inicial de la noticia, ya había pasado y podía analizar aquel acto con la cabeza más fría. Aquella había sido la primera conversación que no tenía nada que ver con estadísticas que había tenido con alguien de su propia oficina y había sido de alguien que le decía que se alejase de la primera persona que había sido amable con ella desde que había llegado. Eso debía de demostrar que la gente de su oficina de verdad la odiaba, aunque viéndolo con lógica era muy estúpido de parte de ellos, simplemente odiarla y hacerle la vida difícil solo por ser mejor.
"Por eso no avanzan, por eso serán mediocres toda su vida" pensó con rabia.
Esa era una explicación perfectamente plausible, sin embargo algo en eso no la deja en paz, y le molestaba mucho, algo la inquietaba, ¿Quizá el hecho de Jack hubiera evitado con tanto esmero el tema del sexo después de aquel primer chiste? ¿El que no hubiera hecho ninguna insinuación de querer llevársela a la cama? ¿Acaso Jack realmente era homosexual?
Y si Jack fuera gay... ¿Tendría eso relevancia? Intento convencerse mentalmente de que eso no importaría, seguiría siendo la misma persona, era un absurdo arcaísmo juzgar a la gente por sus preferencias sexuales.
Y sin embargo la gente aún lo hacía, aun te criticaba si ibas tomada o tomado de la mano de alguien de tu mismo sexo, aun hacían escándalos y se alejaban de ti como si tuvieras lepra. No importa cuánto quisiera uno un mundo ideal y cuanto dijeran las leyes que era aceptado y legal, la sociedad era un conjunto cruel de personas que nunca dejaban de juzgarte. Si eras gorda, por que eras gorda, si eras flaca, porque eras flaca, si te arreglabas seguramente serías una zorra, el punto era que la sociedad parecía hecha para que siempre te encontraras a alguien dispuesto a criticarte.
Eso era un hecho, uno que en lo personal tomaba como el ruido de los autos, sonido de fondo al que evitaba hacerle caso, cosas que no le preocupaba tanto, excepto para prestar atención de que no fueran a impactarse en su contra. Lo que ahora realmente le molestaba era preguntarse si acaso ella también era tan baja y ruin para sentirse tan incómoda ante la idea de que Jack fuera gay. Le enfurecía que esa simple posibilidad arruinara todo el deleite de la tarde que había pasado con Jack y la incomodara sobre volver a salir. ¿Tan despreciable era?
No. No era tanto que Jack fuera gay o no, era que si aquello era posible, la otra parte también. La parte donde el encantador muchacho que había conocido resultaba ser alguna clase de depravado que vendía su cuerpo a otros hombres. Resultaba que aquel chico que podía parecer tan inocente, que era tan divertido y sincero y que tenía ojos profundos que parecían sabios, no era más que apariencias. Resultaba que en realidad era tan despreciable como el resto, como otros antes que él, solo esperando el momento adecuado para traicionar. Quizá era incluso peor. Y la idea de que aquella mujer con nariz de loro tuviera razón, era insoportable. Había deseado que Jack fuera real. Lo había deseado tanto...
Una lagrima rebelde se resbalo por su mejilla, ninguna de las personas en la calle le presto la menor atención a aquel detalle. Un mundo lleno de personas que vivían siempre demasiado ocupados, siempre demasiado incomprensivas, siempre escondiendo aquello que los avergonzaba o les hiciera quedar mal ante otros. Y obligándote a hacer lo mismo. Era un mundo que la tenía constantemente enojada, que era injusto y estaba mal organizado, ridículamente mal organizado, era un mundo que siempre había querido... no, no solo quería, era un mundo que iba a cambiar.
Azotó la puerta al entrar al departamento y se dejó caer sobre su cama a mirar el techo blanco dándole vueltas a todo y a nada una y otra vez, aun cuando sabía que era inútil. Al menos ahora estaba en su departamento podía desperdiciar un par de horas absurdamente.
Cuando él tocó la puerta se sintió tentada a ignorarlo. Pero su voluntad solo duró un minuto, cuando Jack tocó la segunda vez y preguntó por ella con un tonó de voz sinceramente preocupado, no pudo evitar levantarse del sofá y abrir la puerta.
Necesitaba confirmar si todo aquello era cierto o no.
- Hola – dijo Jack sonriendo.
Elsa no le devolvió la sonrisa.
- Una pregunta. Verdadero o falso. ¿Eres un prostituto homosexual?
Una vez dicho le sonó algo brusco, Jack torció la cara y no contestó durante un instante. Después su mirada se entristeció al contestarle.
- ¿Ves? – dijo suavemente – No tienes que formar parte del grupo para echar la mierda sobre alguien más.
Él no había dicho que no.
En el fondo era eso lo que Elsa había estado deseando, una rotunda y ofendida negación que de algún modo la haría sentir culpable pero mejor, y entonces podrían volver a quejarse de como todos en esa oficina de pensiones parecían cuervos de pesadillas sin vidas que valieran la pena. Pero él no había dicho que no. Empezó a cerrar la puerta.
- Espera un segundo – dijo él.
- No has contestado mi pregunta – le dijo ella evitando su mirada.
- Hiciste dos preguntas. – le dijo él acercándose más y evitando que le cerrara la puerta.
La racionalización de aquello la detuvo, volvió a alzar la mirada curiosa y sin saber que esperar, no sabía cuál posible respuesta era la que le daba miedo.
- De acuerdo, ¿Entonces?
- Jamás he cobrado por hacer algo pervertido – dijo él – y lo otro, en caso de que sea cierto solo garantizaría que estás completamente a salvo de mí ¿no?
Elsa frunció el ceño molesta.
- Si vas a tomarte todo a juego ¡vete!. Quiero estar sola.
- No, no quieres. – le contesto él con la mirada algo herida.
- Sé lo que quiero – contestó subiendo el tono de voz.
- No lo sabes.
- Bueno, si yo no lo sé, tú desde luego tampoco. – dijo exasperada.
- Sí, lo sé. – y empujó la puerta con cuidado, se deslizó bajo su brazo y entró.
- ¡¿Puedes marcharte?!
- Puedo –accedió él con una frágil y tímida sonrisa amistosa en su rostro.
Se sentó en el único sofá que ella tenía, ella lo miró unos segundos, encontrándose sin tener ni la mínima idea de que hacer o cómo reaccionar. Una pequeña parte de su mente quería lanzarle un zapato en esa cara burlona y traviesa que poseía.
- Pero no me iré –le dijo él finalmente ampliando su sonrisa descarada y alegre – porque me agradas Elsa, y yo a ti. Y no solo te agrado, te gusto. O al menos creo que te he gustado hasta que me recibiste con tales preguntas en tu apartamento.
- No, no me gustas – contestó ella, y como sabía que estaba mintiendo, continuó – No me has gustado nada. Has sido molesto y pesado y tu atención es completamente detestable. Es más te odio.
- ¡Vamos!, somos estadísticos ¿no? – le refutó Jack con calma – Nada es completo. Digamos que fui detestable en un setenta por ciento y que un sesenta por ciento de ti no me quería cerca. Pero estaré aquí solo el quince por ciento de la noche, así que hay bastante margen, para que pueda agradarte un poco ¿o no?
- ¡Bien! No te odio – aceptó ella con un resoplido – ¿Y ahora qué? ¿Contestarás mis preguntas? ¿Explicarás tu desconcertante actitud?
- Comencemos contigo concentrándote en apreciarme. Me refiero a que pase por alto el hecho de que eres tan dura y aterradora como la estrella de la muerte. Seguramente podrás pasar por alto el hecho de que hago cosas pervertidas, después de todo no haré ese tipo de perversiones contigo.
- Resultas molesto, sabes.
- Créeme que no me gusta ser molesto.
- ¿Entonces porque simplemente no me dejas en paz?
- No quiero. No puedo.
- ¡¿Por qué?! – Elsa finalmente estalló, toda la tensión del día se desbordó en gritos que finalmente parecieron intimidar a Jack - ¡Te recibí groseramente! ¡Te he estado corriendo básicamente desde que llegaste! ¡Desde que me hablaste! ¡No entiendo porque me sigues!, ¡No entiendo porque me hablaste! ¡No te entiendo en lo absoluto! Y En el tiempo que hemos pasado juntos, no he averiguado absolutamente nada de ti. No sé quién eres en absoluto, y la única persona que me ha dicho algo de ti me ha dicho cosas deplorables. ¡Y tú no pareces interesado en desmentirlas ni aclararlas! ¡¿Qué esperas que piense?!
Él la miró largamente, mientras ella recuperaba el aliento. El único sonido entre ellos era la respiración agitada de Elsa. La expresión sorprendida de Jack se rompió en una pequeña sonrisa, solo que era diferente a las que ella había visto antes, era una sonrisa triste, angustiada, rota, su expresión se volvió inocente y vulnerable. Elsa sintió como su voluntad de estar enojada y conseguir explicaciones menguaba un poco. Jack bajó la mirada al suelo antes de contestar.
- Tienes razón, te debo muchas explicaciones, es solo que no quiero dártelas aún.
Una pausa. Él suspiró largamente buscando palabras dentro de si mismo, buscando una manera de continuar y de realizar acertadamente aquella confrontación que no esperaba tener tan pronto. Elsa no le quitaba la mirada de encima, quería una explicación, quería saber si Jack era quien le habían dicho o si era quien a ella le había parecido. Deseaba que fuera lo segundo.
- Elsa, - le dijo Jack mirándola a los ojos con tanta intensidad que se sintió un poco abrumada - tú solo llevas aquí unas semanas, pero ya has visto como es el lugar, parece una pesadilla. ¿Podrías perdonarme por no querer contarle mi oscuro pasado al único ser humano que he visto en mucho tiempo? Al menos no aún. No quería que te alejarás de mí nada más conocerme. Tú elegiste venir aquí. Puedes irte cuando quieras. Yo no.
- Entonces sí tienes un oscuro pasado. ¿Qué parte de lo que me dijeron es verdad?
- Lo hacen parecer peor de lo que es – dijo Jack desviando la mirada a la mesita y mirando las flores que le había llevado el día anterior – Aun así. ¿Estás segura de que quieres saberlo?
Elsa se quedo callada. Solo mirándolo, no podía creer que ese chico frente a ella pudiera ser malo, no quería pensar mal de él, aunque sabía de primera mano lo bien que pueden actuar muchas personas. Pero necesitaba saber quien era, qué clase de persona estaba sentada en su sofá. Abrió la boca para decir que sí, pero al momento volvió a cerrarla. ¿Tenía derecho de exigirle algo que ella no iba a hacer? Después de todo, ella también tenía un pasado y a diferencia de él no quería compartirlo. Nunca. No quería despertar pena por causa de su infancia. Quería respeto por su competencia actual. Y si Jack le contaba su pasado, ¿le pediría lo mismo de vuelta? Prefirió cambiar el tema.
- ¿Por qué dices que soy el único ser humano del lugar?
- Por que lo eres. – dijo alzando la mirada - Te estuve observando, debajo de toda el aura de fría asesina y la obsesión por el trabajo y la perfección, eres un ser humano. Podrás decir que una única salida hablando de cosas vanas no es suficiente para conocer a nadie, y tienes razón, pero fue suficiente para darme cuenta de eso. El que me hayas dado la oportunidad de explicarme lo demuestra un poco ¿o no?
Elsa pensó que ella creía lo mismo que él, que era una buena persona. Pero aun así lo encontraba desconcertante. Cuales eran sus razones para hablarle, incluso antes de creerla un ser humano.
- ¿Por qué me hablaste en primer lugar? ¿Qué quieres de mí?
Jack se puso de pie y se le acercó, era un poco más alto que ella.
- Creí que esa parte la había dejado clara desde el principio. Necesito amistad, ya sabes. Incluso de una mujer recelosa y asustada de muerte como tú. Quiero ser tu amigo Elsa.
Sí, se lo había dicho, pero seguía siendo desconcertante, simplemente no podía entenderlo. Todos buscaban siempre algo, pero ¿amistad?...
- Elsa, entre los muchos errores de mi pasado, está el hecho de que jamás tuve un amigo real, ese fue el peor de todos, y...
- ¿Por qué yo? —lo interrumpió Elsa incrédula.
-¿Por qué no? ¿Te sorprende que te quiera de amiga? ¿Una altiva graduada en San Fransokyo como tú? - Jack sonrió - Porque eres un ser humano. Porque eres la primera persona en mucho tiempo que parecía estar deseando escuchar y ser capaz de comprender. O porque te dignaste a escucharme – dijo con una mirada más triste – la mayoría pasa de mí, como si fuera un mueble. Como si fuera invisible.
- Me parece recordar que también me llamaste "fría de corazón" – Elsa no era buena dando consuelo, así que lo mejor que se le ocurría era desviar los temas.
- Sí. Lo hice. – dijo Jack recuperando su sonrisa traviesa - era inevitable, tienes ese aire de chica fría y misteriosa, ese aire que pensé que era un cliché inventado por las películas y los libros. Pero a pesar de tu frialdad, sigues siendo humana, y me agradas, Elsa, no sé qué clase de dolor has experimentado en tu vida para convertirte en lo que eres, no necesito que me lo cuentes si no quieres, pero me gusta lo que eres, y quiero estar contigo, quiero ser un verdadero amigo y no es sólo por jugar- dijo y entonces se incoó frente a ella y se abrazó a sus piernas - no podrás deshacerte de mí, Elsa. Estaré allá donde te encuentres. Me tendrás que echar a un lado para levantarte de la cama por la mañana y cuando en el trabajo sientas que alguien te tira del pie seré yo, escondido bajo tu mesa – Elsa no pudo evitar soltar una risa sincera ante el comentario. Jack sonrió aun abrazándola – ¿Comprendes? Te estoy ofreciendo mi amistad, está en desuso, está algo rota, nunca he aprendido a usarla, y de seguro es de lo más extraña, pero es sincera y fiel. Sí aceptas planeo quedarme a tu lado ¡como un chicle en el zapato!
- No me gusta la analogía – dijo la chica con un tono de voz burlona.
- No soy un poeta. – dijo él encogiéndose levemente de hombros – pero es verdad. Quiero que seas mi amiga, y sí, tengo un oscuro pasado que viene conmigo, y estoy dispuesto a contártelo aunque no es la mejor carta de presentación para ninguna amistad. ¿Qué dices tú?
Ella sabía lo doloroso que había sido su propio aislamiento. Si el de él había sido la mitad de malo, no era extraño que se aferrara a la primera persona que mostraba signos de apreciarle. ¿Cómo no iba a aceptarlo? ¿Cómo podía negarle esto? Aunque siguiera siendo un completo extraño y siguiera sin saber nada real de él.
- Acepto – se encontró diciéndole al chico abrazado a sus piernas – seamos amigos.
Jack se puso de pie y la abrazó alzándola en el aire y dándole vueltas alegre. Ella grito como niña pequeña sorprendida. Entonces se dio cuenta de algo. Ella tampoco había tenido un amigo nunca antes.
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NdA: El pasado de esos dos, está intenso, se irá viendo en los siguientes capítulos por partes. Perdonad que tardara en actualizar. Nos leemos en el próximo capítulo.
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