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9. Adiós, cariño. Adiós, mi amor.

Bueno... hoy tenía ganas de escribir un cuento así que pedí en mi cuenta de facebook que me dieran algunas músicas a ver si una de ellas me inspiraba y salía algo bueno. 

No sé si es algo bueno, pero algo salió... 

Este cuento está inspirado en la música Goodbye My Lover, de James Blunt.  Y el cuento va dedicado a la persona que me pasó esa música en el facebook. 

Lastima mirarte a los ojos, ver el dolor en ellos. Estamos aquí de nuevo, pero esta vez es definitivo y no puedo evitarlo. Todo es mi culpa, y eso me duele... me rompe el alma en pedazos que probablemente nunca se vuelvan a unir.

Pensé que nunca te cansarías, pensé que siempre estarías... no le di importancia a tus súplicas... no le di importancia a tus sollozos... Duele la decepción en tus ojos, porque no supe amarte como te merecías...

Estás allí parada, tus maletas en el suelo. Lágrimas caen de tus ojos y yo... yo soy el culpable de todo. Como si el mundo se hubiera detenido, los recuerdos de nuestra historia pasan como película en mi mente. La primera vez que te vi, cuando te invité a salir... nuestro primer beso y la primera vez que nos amamos en esta misma cama, en este departamento que ahora te ve partir.

Yo tenía tantas ganas de amarte, quería estar contigo para siempre, hacerte feliz, que te sientas completa a mi lado... Y fracasé... fracasé en todo lo que me propuse... fracasé en nosotros, fracasé en ti.

Miro tus ojos llorosos, reconozco el cansancio en ellos... te has rendido en nuestro amor, te has rendido en mí. Y no te juzgo, yo no sé siquiera si hubiera aguantado lo que aguantaste tú. Y no sabes cómo me duele recordar tus palabras pidiéndome que salváramos esto, tus ojos llorando por el eminente final y yo... no lo vi venir.

Adiós, cariño. Adiós, mi amor.

Yo sé que tú te mereces mucho más de lo que yo te di. Y en parte espero que encuentres quien te ame como es debido, quien te ponga primero en su vida, como no lo hice yo. Pero entonces desespero, porque no hay nadie para ti en este mundo, que pueda amarte mejor que yo. Y no quiero imaginarte en brazos de otro amor. Soy egoísta me temo... ese fue mi peor error.

Y sé que no tiene sentido, que dices que son palabras vacías. Pero tú no entiendes que lo eres todo para mí, que eres la única y que siempre lo serás.

Hay errores en la vida que nos cuestan la vida misma, que se llevan nuestra sonrisa y nuestros sueños. Hay errores en la vida en los que no reparamos a tiempo o los dejamos crecer tanto que un día caen por su peso y nos aplastan.

Adiós, cariño. Adiós, mi amor.

¿Llevas todo en tu maleta? Te llevas también mis sueños, te llevas allí contigo lo que queda de mi corazón herido. Puede que no haya sabido amarte como es debido, pero lo hice y lo sigo haciendo, te amo con mi alma rota, con lo poco que soy... con lo poco que tengo.

Y eso no es suficiente, lo sé... y no lo vi a tiempo.

Una lágrima cae por tu mejilla, estoy derrotado sé que te he perdido para siempre. Yo aquí sentado en la cama, la misma que hasta ayer compartimos... Ahora me parece tan grande, tan fría, tan vacía. El espacio que dejas es inmenso... y yo no me había percatado de lo mucho que importabas en mi vida.

Bajas la maleta y das unos pasos hacia mí, me pasas la mano con tristeza. Buscas el último abrazo y yo tengo miedo de dártelo. Tomo tu mano y me levanto, quedamos frente a frente mirándonos.

Te reconozco atrás de esas lágrimas, sé que aun sigues conmigo. Tus ojos lloran de impotencia, los míos lloran de arrepentimiento. ¿Pero de qué sirve el arrepentimiento cuando ya es demasiado tarde?

Nuestro tiempo se fue, nuestro tiempo caducó, amor... se me escapó de entre los dedos como granos de arena y ahora tenemos que decirnos adiós, y volvernos un par de desconocidos.

Yo era quien sabía todo de ti, compartías tus sueños y miedos conmigo. Te veía dormir, te veía reír o llorar. Bailar mientras cocinabas o cantar cuando manejabas. ¿Quién te conocerá ahora tanto como yo? Quién te despertará con un beso en las mañanas, o te arropará en las noches cuando haga frío.

Mis manos se acercan a tu rostro, buscan secar esas lágrimas que tanto me duelen, tú cierras los ojos y recuestas tu mejilla en mi palma, para sentir mi tacto por más tiempo. Tu piel me llama, tu aroma se cuela por mis fosas nasales. Suspiro con fuerza para absorberlo y atesorar esto cuando a las sábanas se les haya ido el recuerdo.

Me abrazas con fuerza, tus brazos en mi cuello, yo rodeo tu cintura y lloramos juntos. Lloramos por todo lo que fue, por todo lo que pudo ser... lloramos por los sueños que teníamos y que hoy debemos enterrar. Queríamos una casa en el campo, soñábamos con conocer Madrid, yo quería un niño de rizos rojos como los tuyos y tú soñabas con una niña con mis ojos. Lloramos por esos niños que no nacieron y que nunca nacerán... lloramos por las veces que nos imaginamos como dos ancianos tomados de la mano sentados en un parque observando el atardecer mientras veíamos a nuestros nietos jugar.

Adiós, cariño. Adiós, mi amor.

Entre sollozos e ilusiones muertas, entre sueños que se desvanecen en esta tarde lluviosa. La desesperación nos abruma y nos agobia, sofoca nuestras almas y calla nuestras mentes. Tus manos desprenden con ansias los botones de mi camisa y las mías se hacen camino en tu piel, nos recostamos en nuestra cama, esa que pronto abandonarás. Tu piel caliente me quema y tus manos hacen caminos en mi piel. Nuestras lágrimas siguen cayendo y la sal se mezcla en nuestros labios, la sal se mezcla en nuestra piel. Y duele... duele el amor... el amor que fue y el que no pudo ser.

Conozco tanto tu cuerpo, conozco tanto tu ser... y tú con solo un roce de tus manos me haces estremecer. Estamos aquí amándonos mientras el alma nos duele, mientras en esta última unión intento impregnarte todo mi ser. Quiero traspasarte todo lo que soy y lo mucho que te amé... Tus manos arañan mi espalda y me abrazas tan fuerte con todo tu cuerpo. No quieres irte, y yo no quiero que te vayas... pero cuando terminemos esto, lo vas a hacer.

Quiero que dure el mayor tiempo posible, quiero que sea eterno, que mis brazos sean tu casa por siempre, que mi cuerpo se quede unido al tuyo para siempre. Las lágrimas caen en nuestra cama, como la lluvia afuera llora la muerte de este amor.

Entonces tocamos el cielo en este nuestro último viaje juntos. Es tan pleno el éxtasis mezclado a la alegría, pero cuán intenso es cuando se mezcla con el dolor. Caes rendida a mi lado, tu cuerpo temblando aun; por el placer, por el dolor, por lo que está a punto de suceder. Te abrazo con fuerza y aspiro tu aroma, quiero que se quede en el ambiente por siempre, para que siempre pueda respirarte, para que pueda sentir que sigues aquí.

Suspiras... silencio... El vacío ya se empieza a sentir. No puedo aflojar mis brazos, no puedo dejarte ir.

—Es hora... —susurras apenas, y yo niego con vehemencia mientras zambullo en tu cabello alborotado.

—No te vayas... no me dejes... no puedo vivir sin ti.

—Lo vienes haciendo hace tanto tiempo... tú me dejaste primero... No puedo seguir viviendo así me estoy perdiendo a mí misma y no es justo para mí.

—Pero... voy a cambiar... lo haré por ti...

—Ya es tarde... se ha roto el amor que tenía y no puedo volver a confiar en ti.

—Pero... yo te amo...

—Entonces déjame ir... —El silencio se hace entre nosotros y puedo sentir el frío colándose en la habitación. Aflojo lentamente mis brazos para darte la libertad que tanto anhelas.

—Adiós, cariño. Adiós, mi amor. —Con el dolor lacerando mi alma no puedo negarte lo que me pides, si estar conmigo ya no te hace feliz...

Te levantas lentamente y te comienzas a vestir. No me miras, no me hablas, solo tus lágrimas me hablan del dolor que te causa partir. Caminas hasta tus maletas y las tomas en tus manos, ahora vas hasta la puerta y la abres con cuidado.

Estoy aquí en nuestra cama, desnudo de cuerpo y alma. Así me quedo, tan vacío... tú te vas y yo me voy contigo. Volteas a mirarme una última vez, secas tus lágrimas con el dorso de tu mano, una media sonrisa triste y un «Adiós, mi amor» terminan de destruirme por completo.

Veo tu figura perderse tras la puerta y luego... ya no estás. El frío ha inundado toda la habitación y yo comienzo a temblar. Abro las compuertas de mi alma rota y las lágrimas empiezan a fluir, mi cuerpo se sacude por el dolor, por el frío y el temor. Me cubro con la sábana que aún tiene tu olor, la estrujo entre mis manos y la llevo a mi rostro para absorber todo lo que queda de ti aquí.

Me duele, me duele tanto... y es peor sabiendo que fue mi culpa, que yo nos llevé a esto que no nos defendí... incluso de mí.

Ya no estoy aquí conmigo, estoy allí donde fuiste tú...

Estoy completamente vacío...

Adiós cariño, adiós mi amor.

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