8. ¿Por qué sufrimos?
A veces (la mayoría) escribo cuentos aquí, pero a veces se me vienen reflexiones... y las escribo, dejo salir así pensamientos o sentimientos que aprietan mi alma. Voy a compartir algo que escribí ayer, sinceramente no sé si tiene mucha coherencia... lo escribí así, tal cual lo sentí o lo pensé... Y aquí va...
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¿Por qué sufrimos?
Alguna vez te preguntaste: ¿por qué sufrimos?, ¿por qué repetimos patrones que nos llevan una y otra vez al mismo resultado?... Y nos encontramos de nuevo con el corazón lleno de agujeritos, sufriendo, llorando, despotricando contra esa persona a quien culpamos de nuestras lágrimas... o a la vida... o a nosotros mismos. Sintiéndonos idiotas por haber caído de nuevo en el mismo juego, por haber creído de nuevo... por haber querido... por haber jugado y haber perdido.
Saquemos los sufrimientos que no se pueden controlar, enfermedades, muertes, accidentes y demás... Ahora detengámonos a pensar ¿qué es lo que me lleva de nuevo al mismo punto? ¿A sufrir por ese chico, por esa chica, por aquel o aquella amigo/a que no nos supo valorar?
¡La respuesta es tan sencilla! La hemos escuchado miles de veces e incluso nos hemos prometido nunca más volver a caer... Y ahí vamos de nuevo, una y otra vez...
El problema no es el chico...
El problema no es la chica...
(Y acá ya parezco Arjona)
El problema son nuestras expectativas... aquellos que nosotros ponemos en el otro esperando que las cumpla, cosa que casi nunca sucede.
¿Cuántas veces has leído que no debes esperar nada de nadie? ¡Que esperar duele! Y peor, ¿Cuántas veces te has prometido a ti mismo que no volverás a esperar nada más de nadie, que vivirás feliz y agradecido con lo que cada quien te dé? ¡Y ahí estás otra vez sufriendo por lo mismo! Por haber esperado más de alguien que te dio menos.
¿Menos de qué?
Menos de lo que esperabas.
¿Quién lo midió?
Tú, con tu vara.
Y ahí está el problema. Medimos con nuestra vara, esa con la que nos medimos a nosotros mismos. Pensamos:
«Si hubiera sido yo, hubiera hecho esto»
«Yo jamás le hubiera dicho lo que él/ella me dijo a mi»
No estamos pensando en realidad en cómo es la otra persona o qué es lo que haría en cada situación, sino en cómo actuaríamos nosotros... Y desde el mismo momento en que tú, no eres yo... nos vamos a desilusionar. Nos vamos a golpear... Su vara no es la mía, sus medidas no son las mías.
Es cierto que hay situaciones que caen de maduras. Hay personas a quienes NO les interesas, hagas lo que hagas NO les interesarás. Pero mi mamá repetía mucho una frase que me costó mucho entender, y más aún aceptar.
«El interés es la medida de la acción»
Y no la vamos a aplicar al interés por algo físico o tangible, que aunque bien podría, es otro punto. Lo aplicaremos a las personas y sus sentimientos.
Si me interesas, hago algo por ti; si me interesas estoy para ti.
De acuerdo a cuanto tú me intereses, es cuanto yo estaré dispuesto/a a dar por ti.
Es feo, suena muy feo... pero es así.
Pero ojo, no necesariamente tiene que ser negativo, la palabra interés está muy mal vista... No me refiero al lado feo del interés, sino al lado bueno.
Si me importas, doy... Si te quiero, estoy.
Sacando lo obvio de que cuando alguien no está es porque no nos quiere ni le importamos y que más nos valdría dar la media vuelta y buscar a alguien que nos valore.
Dejamos entonces al descubierto las medias tintas. ¿Qué tanto me quieres? ¿Qué tanto te importo?
Y ahí es donde nos golpeamos, porque eso no lo podemos medir por nuestra regla... Lo que a mí me importas tú no necesariamente tiene que ser igual a lo que yo te importo a ti.
Y eso... cuesta aceptarlo.
Cuesta ser quien quiere más, cuesta ser quien da más, cuesta ser quien siempre escucha, cuesta ser quien cede más, aquel que deja todo para simplemente «estar»...
Y un día nos ponemos a esperar, a ver si me quiere igual, a ver si me da lo mismo, a ver si me escucha como yo a él/ella, a ver si me necesita tanto como yo... Y entonces... nos chocamos con la realidad...
Duele buscar y no encontrar lo mismo que uno entregó...
Pero... ¿Quién tiene la culpa al final?
¿Yo que di porque quise dar, porque me nació y supuestamente sin esperar?
¿Él/ella que da lo que quiere dar, lo que puede dar lo que le nace según lo que siente por ti, su realidad o incluso su propia forma de ser?
Repito. ¿Quién tiene la culpa?
¿No serás tú que esperas lo que él/ella no quiere o no puede dar?
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