24. Siempre
Tengo tanto que no te escribo, y ¿para qué? Si la persona a quien le hablo ya no existe...
Hoy vi tu foto, miré tu imagen por varios segundos solo para darme cuenta de que ya no te conozco. Y pensar que sabía tanto de ti y tú tanto de mí, que podía leer tus gestos y tus miradas, saber qué pensabas o si algo te molestaba...
Y pensar que ese era mi más grande temor, desconocernos, alejarnos tanto que nos perdiéramos para siempre...
Siempre... siempre estaré allí, siempre seremos, siempre serás... ¡Mentiras! Tus promesas vacías resuenan aún en mi cabeza. El siempre se ha convertido en el peso que arrastro sobre mis hombros cargando una mochila rebosante de promesas que has olvidado. Pero las sigo cargando por si un día, por si acaso, por si... por si...
Y hoy vi tu imagen, no te reconocí, no encontré ni un gesto que delatara nada que yo pudiera deducir, no encontré ni una sola señal de la persona que un día amé. Nada... te fuiste, te consumiste, te acabaste, te marchitaste. Me pregunté si acaso alguna vez exististe o siempre fuiste solo una mentira que yo quise ver, creer y adornar.
Corrí a verme al espejo, por temor a que me hubiera sucedido lo mismo, que tras de ti yo también me hubiese perdido, que tras de ti también me hubiera apagado, marchitado... No fue así.
Yo sigo aquí, siendo la misma persona que un día dijiste amar, siendo la misma persona a quien prometiste guardar en tu corazón por siempre. Sigo aquí y si me llegaras a mirar aún encontrarías señales de la persona que conociste, aún podrías identificar mis gestos, mis palabras o mis silencios. Quizá, soy tan trasparente, que si miraras en mis ojos, aún encontrarías el vacío que dejaste en mi alma. Aún hallarías dolor y lágrimas secas. Es muy probable que si haces silencio, te resuenen como un eco mis preguntas sin respuestas...
Pero por suerte, tú ya no miras mis fotos, a ti ya no te importa mi vida, digo por suerte, porque es humillante quedarse queriendo solo y, todavía más lo es, tener que asumirlo ante el otro. Menos mal que no sabrás mi secreto jamás, porque para saberlo, tendrías que mirarme, tendrías que admitir que existo.
Y admitir que existo es admitir que existes, que fuiste y que fuimos. Y sé que eso te duele, sé que por eso das media vuelta y maquillas tu nuevo mundo de un pasado inexistente que no te importa y que has superado por completo. Me entierras con toda la basura que anhelas desechar olvidándote que he sido yo quien te ha ayudado a estar donde estás.
Pero te diré una cosa que un día te dolerá entender. El presente ni el futuro se crean sobre mentiras y falsedades, y un día tu teatro se va a derrumbar. Quizá suceda en mucho tiempo, quizá por fuera nadie lo note, pero llegará el día en el que te mirarás al espejo y descubrirás lo que yo he visto hoy... que te has perdido, que te has matado, que te has olvidado, que te has marchitado... Todo por dar gusto a los demás, todo por ser lo que esperan que seas.
Ojalá cuando eso suceda no sea demasiado tarde y todavía puedas tomar el tren de tu vida y manejarlo tú... ojalá cuando eso suceda al menos por un segundo recuerdes mi nombre. No es por vanidad, no es por egoísmo, no es desearte el mal. Es solo un poco de karma, un poco de equilibrio para este mundo en el que me dejaste balanceándome en soledad. Ojalá cuando eso suceda mires mi foto y te preguntes dónde estoy, si aún te recuerdo, si aún te quiero.
Y cómo me gustaría que cuando ese día llegara, yo pudiera decir que ya no me queda nada de ti, que eres solo un recuerdo... o ni eso, pero lo dudo, porque yo sí he dicho la verdad, porque yo sí he sentido de verdad... y quien quiere de verdad, no olvida de un día al otro como lo has hecho tú. Quien quiere de verdad cumple sus promesas, y yo prometí estar aquí siempre... Quizá mi promesa ha sido mi condena.
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