Había momentos en los que sentía el final demasiado cerca, por eso me apresuraba a gritarte que te amaba como si cada centímetro de mi alma se me fuera en ello. Pensaba que podría ser la última vez, y solo deseaba que en algún futuro recordaras que te amé con todo lo que tuve dentro de mí. En esos momentos quería que sintieras que mi amor era real, tangible y eterno... quería que supieras que eras importante para mí y que no quería dejarte ir sin luchar por ti...

Tú no lo entendías, no lo apreciabas. No sé si a ti te daba lo mismo o no te dabas cuenta que estábamos acabando. Quizá tú estabas esperando ese final después de todo. Quizá la desesperación que a mí me surgía porque inminentemente todo acababa, era la misma que sentías tú a causa de la impaciencia que te provocaba el que aún no acabara...

Un día simplemente llegó, el último "te amo" se quedó allí por mucho tiempo, como un eco de todo lo que fuimos y soñamos ser. Se quedó esperando el "yo también" que quedó atorado en el silencio eterno de lo que pudo ser y no fue. Tardó mucho en apagarse de mi mente, y más aún de mi corazón... pero todo lo que inicia tiene un final y, nosotros, también lo tuvimos.

No hubo adiós, solo un "te amo" como símbolo del pasado, como señal de que fuimos, de que en algún momento existimos. Como promesa tácita de que te guardaré en mis recuerdos como lo que siempre fuiste, mi más bello sueño hecho realidad. Y el silencio que había nacido meses atrás, creció como un tsunami y se apoderó de nuestras palabras, se zambulleron nuestros sueños y se ahogó nuestro cariño.

Nadé, intenté salvarte, intenté salvarnos a costa de ahogarme. De verdad lo intenté, pero perdí mis fuerzas cuando tú nos dejaste morir sin esfuerzo. Entonces mi "te amo" fue un grito de últimas fuerzas con sabor a pedido de auxilio y a la vez despedida, como cuando sabes que la muerte llega y aunque no quieras irte, la aceptas y te resignas, porque no hay de otra...

Todos dicen que hay que luchar, pero una guerra no se gana en soledad.

Te amo...