20. Te pierdo y me perdí
Yo te creí cuando me dijiste que éramos solo tú y yo contra el mundo. Te creí cuando me pediste que no te soltara de la mano incluso si quisieras irte. Te creí cuando me hiciste sentir especial y cuando dijiste necesitarme para respirar. Yo te creí cuando me dijiste que me amabas y que nunca habías vivido algo así.
Confié en ti cuando nadie lo hizo, confié en ti cuando ni tú lo hacías, confié y te entregué una parte de mi corazón que tú prometiste cuidar. Confié en ti y te mostré mis luces y mis sombras con la certeza de que nunca me dañarías allí donde más me duele, confié en tus verdades, en tus excusas, en tus silencios.
Te apoyé cuando nadie estuvo para ti, atravesé contigo todas tus tinieblas, te escuché hablar de lo mismo una y otra vez, te sequé las lágrimas y te invité a intentarlo de nuevo. Estuve en primera fila, en la casi única fila, haciéndote porras para animarte y demostrarte lo que vales. No te dejé caer, dejé de dormir, dejé de comer para acudir a tu llamado.
Te amé con un amor puro y sincero, de esos que dejan todo y no se reservan nada. Soñé junto a ti miles de mañanas en miles de lugares viviendo miles de momentos. Volví a creer en un "para siempre" porque esto simplemente, se sentía eterno.
Ahora te miro y no te encuentro, te llamo y no respondes, te necesito y te da igual. Ahora las verdades saben a mentiras, las excusas duelen porque parece que olvidas lo mucho que te conozco y que yo me sé tus mañas. Ahora a pesar de conocerte, te desconozco. Ahora tú te alejas, me alejas, nos alejas; y yo espero paciente, a que abras los ojos, a que decidas quedarte y a que despiertes de esta pesadilla.
Y aunque aún no te vas, a veces ya se siente el abandono, y cuando eso sucede todo sabe a despedida. No puedo retenerte, nunca te obligaría, solo queda soltarte, dejarte ser, dejarte ir, porque aunque cueste admitirlo lo que quema el alma es el saber que aunque tu cuerpo quede, tú ya te has ido. Y solo me queda esperar que seas feliz y que en un futuro me recuerdes, porque yo nunca podré olvidarte.
Te veo partir, tu silla aún está caliente y el aire todavía huele a ti, sin embargo, me traga el vacío. Te di todo y no me queda nada, me llevas contigo y ya ni siquiera me tengo a mí.
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