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7.Pudiste haber muerto

El despertar en una habitación de hospital fue más fastidioso de lo que esperaba, encontrándose con la enfurecida mirada de Rosie sobre él, mientras una dormida Charlie descansaba a los pies de la cama, aun con su mano sujeta a la suya no mejoraba las cosas. Sabía que había muchas cosas que explicar, muchas cosas que poner al tanto y tanto que remediar, que, aun despertando de una operación, El demonio de la radio estaba seguro que no podría salir tan bien airado pese a que todo resultase como lo esperaba.

Alastor se incorporó en su sitio con cuidado de no despertar a su bella durmiendo, resintiendo el movimiento por la herida de su costado, trato de no soltar un quejido puesto que ya era suficientemente molesta toda esa situación.

—No deberías moverte, tienes muy poco tiempo desde que saliste de la operación —comentó Rosie, Al mismo tiempo, encendía la punta de su pipeta haciendo que el espía hiciera una mueca.

—No deberías fumar en un hospital —dijo.

—Como si eso te importara realmente —espeto, aspirando el humo para luego soltarlo unos minutos después.

Una álgida tensión ocupaba la habitación. Incluso si intentaba hablar, no había excusa válida para su situación. Había roto todos los protocolos existentes, saltando a una búsqueda implacable que fácilmente lo había dejado en evidencia en su fachada de Alastor Gallow, había amenazado con retirarse de la WISE para conseguir toda la información que necesitaba, así como los medios de escape necesarios para proteger la integridad de su hija mientras se ubicaba en lugar desconocido, y por si no fuera poco, la esposa que había escogido fachada había resultado ser una asesina profesional adscrita a una organización encubierta de Ostania, siendo esta nada más ni nada menos que The princess of Hell, una de las sicarias más mortales de dicha organización. Nada de eso era sencillo de explicar, sin contar que aún no tenían precisado los motivos por los cuales habían secuestrado al principal actor de triunfo para la operación strix, si estuviera en la posición de Rosie, tendría muchas explicaciones que solicitarle.

Y desviando la mirada como un niño que se preparaba para una dura reprimenda, Alastor siguió en silencio esperando las palabras mordaces de su jefa.

—No pienso decirte nada en este momento si eso es lo que esperas —empezó a decir, sorprendiendo a su pupilo—. Aunque no fue tu intensión todo lo que ha pasado, has cometido graves acciones que merecen penalizaciones por parte de la agencia, no solo por verse arriesgada la integridad de un actor importante de la operación Strix, sino que también que casi has dejado en evidencia la participación de la WISE dentro de Ostania por un asunto meramente personal ¿Entiendes bien a lo que me refiero, Radiodemon?

Alastor lo sabía, no llevaba dos días en la agencia. Todo lo que había causado tenía grandes represalias, y no eran suaves, sin embargo, todas esas eran insignificantes ante lo que más le preocupaba: la seguridad de Charlie. Siendo un elemento enemigo, no sabía que pudiera pasar de ahora en adelante y estaba comenzando a mentalizarse las vías de escape más rápidas para sacarla tanto a ella como a Molly de Ostania en el menor tiempo posible, contar con Husk no era tampoco una opción viable en ese momento.

Entonces ¿tendría que traicionar la mano que siempre le apoyo durante tanto tiempo? ¿Su único nexo tangible con su pasado? ¿con su madre?

Sin embargo, contrario a lo que esperaba, Rosie se acercó hasta él, dejándole un papel en su mano y susurrándole algo.

—Lo único que espero es que no vuelvas a cometer locuras así en el futuro. Estas advertido —expreso.

Algo en su rostro le indicaba que quería decir algo más, Alastor la conocía el suficiente tiempo como para percatarse de eso. Pero dada las circunstancias, agradecía la prudencia de la mujer en no preguntar nada. Porque él ni siquiera tenía una respuesta para darse a sí mismo en caso de que sucediese lo que más temía.

Rosie se retiró de la habitación para dejarlo descansar, indicando que estaba obligado a tomar "unas vacaciones" con el fin de recuperarse por completo. Inconforme, pero resignado, Alastor acepto su destino. Bajo su vista hacia Charlie quien seguía dormida profundamente, ni siquiera se percató de la presencia de su benefactora, intuyendo que había estado despierta todo el tiempo hasta que el cansancio pudo con ella.

Finalmente, aunque aún podían aproximarse circunstancias más engorrosas, se encontraban a salvo. Molly estaba resguardada con Husk en alguna parte de las instalaciones y Charlie estaba allí, con él.

Charlie... su dulce esposa, a quien tenía sentimientos profundos difíciles de renegar.

The princess of Hell, una asesina profesional de alto calibre con casi los mismos años de experiencia que él, oculta tras la dulce apariencia de una dulce oficinista.

En ese momento se encontraba tan tranquila, tan plácidamente dormida que tomar su vida con solo su mano sería tan fácil, terminar finalmente con ese obstáculo que se había presentado, abusando de su increíble confianza y devoción hacia ella.

Alastor no sabía que pensar.

Habiendo tenido la oportunidad de deshacerse de ella, en venganza por la traición que había cometido hacía él, Alastor simplemente no pudo quitarle los ojos de encima, completamente aterrado de que algo pudiera sucederle. Abandonando su lado racional, se lanzó al peligro para protegerla a ella del ataque sin pensar las consecuencias, algo tan impropio de él. En circunstancias diferentes, pese a lo engorroso que hubiera podido resultar, dispararía a sangre fría sin importar los daños psicológicos que eso pudiese representar en él.

Pero el mero hecho de abandonarla y dejarla morir a mano de otro, le causo un sentimiento incomodo que no le permitió reaccionar con rapidez. Una sensación que había comenzado a instalarse desde que se sintió reflejado en las similitudes que tenía ella y que escalo aún más cuando el deseo de estar a su lado de diferentes maneras se hizo insistente.

De inmediato, el locutor observo como Charlie comenzaba a removerse, abriendo los ojos poco a poco. Al parecer le estaba costando recordar donde se hallaba al ver su rostro confundido, cuando finalmente le preciso con la mirada, saltando de golpe hacia él.

—¡Alastor! ¡Estas despierto! ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? —las preguntas salieron como una ametralladora, Charlie se veía genuinamente preocupada, buscando algún rastro de malestar o dolor en su mirada.

Entonces, de repente unas copiosas lagrimas empezaron a salir de los ojos de esta, alarmando al espía quien alzó las manos, sorprendido. Estuvo a punto de preguntarle lo que le pasaba, cuando Charlie le grito.

—¡Eres tan inconsciente! ¿Cómo fue que se te ocurrió hacer eso? —exclamo, dejando al locutor estupefacto por su explosiva reacción —. Tú no tenías que tomar esos riesgos ¿Qué hubiera pasado si te disparaban en un órgano vital? ¡Podrías haber muerto! —lloró.

En su lugar, Alastor escucho cada palabra salir de la boca de Charlie, se veía claramente colérica, apenas conteniendo la fuerza de su voz por el lugar que se encontraban. Parecía que la situación la había superado, llegando a desahogar toda su furia ante él. El locutor entendía sus molestias, incluso el mismo estaba un poco molesto consigo mismo por como acabo todo, el problema se suscitó cuando, con voz tenue y nasal, ella hablo a continuación.

—Tenía miedo... cuando vi la sangre y como ibas perdiendo el conocimiento, creí que en verdad morirías.

Ella temblaba, encorvándose en sí misma, sosteniendo sus dos manos con fuerza.

—Si de verdad te hubiese pasado algo peor, no sé qué pudiera haber hecho.

Luego de terminar esas palabras, gimoteó un poco más, tratando de limpiar sus lágrimas inútilmente.

Ella siguió llorando, presa de un sentimiento amargo y un terror terrible expresado en el temblor de su cuerpo. Con una sensación desagradable en el pecho, el hecho de ver a Charlie llorar fue mucho más incomodó de lo que espero. Creyó que mostrándose como era realmente, el malestar en su corazón se aplacaría y destruiría todo atisbo de sentimiento hacía la joven mujer. No obstante, acostumbrado a su creciente animó y jovial forma de ser, verla llorar era algo que no sucedía demasiado, de modo que, pese a todo lo ocurrido, no podía evitarse sentirse sorprendido.

Por supuesto, no podía negar que de vez en cuando ocurría, en la que Charlie lloriqueaba por una razón ridícula y risible como pisar un pequeño juguete regado en la sala, producto de su inocente torpeza. Pero estas en particular dejaron un terrible malestar en el espía, quien la veía gimotear sin saber cómo calmarla. Nunca había sido bueno animando a las personas, y la angustia genuina de la rubia la hacía sollozar de un modo que no parecía querer parar en buen tiempo.

Mirándola, preso de su cerebro aun aturdido, su cuerpo actuó de nuevo sin pensar acercándola a su pecho, recargando su mentón en su coronilla. Suspirando pesadamente, Alastor no imagino cuanto necesitaba eso, y sintiendo como Charlie dejaba de llorar, la tranquilidad que tuvo más que sorpresiva, fue necesaria.

—Lo siento cariño, te he preocupado —susurró, limpiando las lágrimas que caían por sus mejillas.

Luego de tantas experiencias abrumadoras en solo una noche, su mente agobiada pensaba que estaba bien quedarse así y que en cuanto la anestesia dejara de funcionar en su cuerpo, quizás afrontaría las consecuencias de todo eso.

Aun así, jamás imagino que la dulce y tierna mujer pudiera explotar de esa forma y regañarlo por arriesgar su vida de ese modo, ese terror reflejado en sus pupilas por la simple posibilidad de perderlo, hizo estuviera a punto de cometer una estupidez, controlándose apenas unos segundos antes de tomar su rostro y besar sus labios como lo había hecho ya tantas veces.

Poco a poco, Charlie dejo de llorar. La cercanía y calidez de su tacto hicieron que se calmara, quedándose de ese modo por unos minutos más. Al cabo de un tiempo, Alastor la sitió removerse y separarse a una distancia prudente para verle a la cara, ella tenía fuerte determinación en su expresión.

—Por favor, tienes que prometerme que no volverá a cometer una locura así —insistió, con su rostro cubierto por una infantil determinación.

Casi sin poder evitarlo, soltó una sonora carcajada que hizo avergonzar a la oficinista, aunque esta no duro mucho tiempo, dado que el simple hecho de reírse hizo que el dolor en el costado de Alastor regresara. Aun así, estaba sinceramente complacido y no dudo en aceptar su propuesta.

—Por supuesto, querida —le aseguró, tomando su mano como promesa.

Tenían tantas cosas que arreglar y discutir a partir de ahora, pero si era completamente sincero, en lo más profundo de su corazón estaba seguro de que si ella o la pequeña Molly estuvieran corriendo el mismo peligro, se interpondría las veces que fueran necesarias solo para protegerlas de cualquier amenaza existente. 

¡Hola! Hoy si tuve el día un poco más libre por lo que he podido publicar antes. En este séptimo día damos por concluido la fase inicial de estos capítulos consecutivos. Claro, no lo dejare así como así, pero iremos avanzando el hilo de publicación alterna de acuerdo a cada promt que salga para cada día, no olvidare colocar un asterisco en cada capítulo que no forme parte de este hilo conductual, pero estoy segura que los capítulos que vienen les encantaran, dado que abordare aspectos de la relación de Alastor y Charlie expresados en sucesos previos, espero puedan disfrutarlos desde mañana.

No se olviden de las noticias que tengo para el día domingo, esten atentos a mis redes sociales y a este libro de historias, un saludo muy grande desde Venezuela y nos leemos en un rato con la actualización de "Cuando una súcubo me cayó del cielo". 

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