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Capítulo 2

Travis

He trabajado toda la noche hasta el cansancio en busca información. Este caso es especialmente difícil porque ese viejo es escurridizo. Hace menos de un año salí de las filas militares, me llevo su tiempo adaptarme un poco a la vida normal y superar el luto, pero hoy por hoy, estoy perdiendo la paciencia. Reviso mi teléfono, son poco más de las seis de la mañana, pronto tendré que pensar una solución para todo esto o tendré a Cole detrás de mis pelotas.

El teléfono comienza a sonar en mi mano, hablando del diablo.

—Owens

—Veo que estás despierto, espero que estés avanzando con la investigación. Tengo al secretario de estado tras mi cabeza en este caso —me informa.

Suspiro resignado, entro al cuarto de baño.

—Estoy en ello, ese viejo zorro tiene las cosas más ocultas que los tesoros Incas.

Escucho como exhala exasperado.

—Travis, sigo pensando que eso de que te hayas metido a la universidad es una completa pérdida de tiempo, podrías avanzar mucho más rápido si no lo hicieras, estás completamente loco.

—Cole necesito algo normal en mi vida y no hay nada más normal que asistir a la universidad.

Suelta una maldición lo que provoca que aparezca una sonrisa en mi rostro. En definitiva fastidiar a la gente era algo que se me daba de miedo.

—Es normal para las personas que son normales, Travis. Tú, tienes un cerebro que le vale al gobierno millones de dólares, fuimos comandantes de las fuerzas especiales de este país, entiéndelo, somos de todo menos normales. —Trata de razonar conmigo, aunque sé que en el fondo sabe que es una perdida de tiempo.

—Entendido fuerte y claro, pero seguiré asistiendo a clases hasta que me aburra de ello.

—Maldito bastardo.

—Te llamare en cuanto tenga noticias.

Cuelgo.

Reviso la hora. Las palabras de Cole flotan a mi alrededor, sé que tiene razón en todo lo que ha dicho, pero ya tengo suficiente de eso. Serví a mi país por diez años y de una u otra forma lo sigo haciendo, pero un año todo se puso de cabeza y no volveré a ser la maquina en la que me había convertido.


***


—Hermano, no puedes perderte la fiesta de Bodrov, de la Escuela de Leyes. —La actitud risueña y despreocupada de Ethan Smith, es contagiosa. Le gusta tomarse la vida con calma y quien a sus veintes no lo haría. Prácticamente me acogió bajo su ala fiestera en cuanto me matricule en la UCLA en medio del semestre anterior. Es un tipo agradable, sus ojos azules brillan como los de un niño haciendo travesuras—. No pudiste conocerlo el semestre pasado, es el casanova de la universidad, estar en su fiesta es un pase directo a todas las mujeres ardientes de este sitio, por nada del mundo puedes quedarte fuera.

Estoy sopesando mis opciones, de hecho, no es que necesite ayuda con las mujeres, nunca me ha faltado la compañía femenina sin embargo, Bodrov es un pase directo a otro objetivo.

Caminamos por la universidad, Ethan no deja que coquetear con todas las chicas que tiene por enfrente. Sonrió al verlo, no tiene remedio.

—Conoces al bombón sexual de Negocios, Natasha de tercer año, todos saben que es su prima y está como quiere la condenada. Ella se muere por ti y dalo por seguro estará en esa fiesta, hermano. —Me toma del hombro—. En esta ciudad debes ser alguien, un famoso o rico, de lo contrario quedarás en el olvido, no es secreto que Bodrov se codea con lo mejor de lo mejor de la ciudad.

Me doy por vencido, tiene un punto.

—Está bien, hablaré con Natasha para que nos meta. —Suspiro. Hubiera preferido no tener que hacerlo, ella era del tipo de niña consentida que se salía con la suya en todo. Desde que llegué hace unos meses ha estado encima de mí como gata en celo. Es una chica muy guapa y sexy, pero es una muñeca hueca. Ahí es donde estamos mal, mi compañero de lucha dentro de mis pantalones ni se inmuta en su presencia.

La sonrisa de Ethan se ensancha. Es un hombretón, según me ha contado, jugaba futbol americano en secundaria, aún tiene un cuerpo de atleta que le sirve para su conquista diaria, tiene la cara de cuento de hadas de Disney lo que hace que automáticamente las chicas regresen a verlo en busca del «fueron felices por siempre», pero nadie lo atrapaba. Ninguna tenía el privilegio de una segunda noche, siempre terminaban con el corazón roto, pero todas saben cuál es el juego.



En el Starbucks de la universidad cerca de la Escuela de leyes, veo al motivo de mis fantasías caminar enfrente a mí. Es toda ella curvilínea, piernas largas, su cabello castaño oscuro le llega hasta la cintura y ondea con su caminar, la hace ver como una diosa. Su hermoso rostro inspiraría a cualquier poeta, lleva unos pantalones cortos estilo marinero y una blusa blanca de un solo hombro, su piel aun es blanca y perfecta, ni si quiera el sol se atreve a dañarla. Mi compañero de lucha salta de alegría al verla, no solo por su hermosura, más allá de eso, es como poco la mujer más inteligente que haya conocido, sé que la perfección no existe, pero ella se le parece mucho.

Todos los hombres en el lugar se vuelven a verla, apenas lleva una semana aquí y está claro que muchos desean llamar su atención, pero en más de una ocasión ha quedado claro que no está interesada en salir con chicos, normalmente está sola. Aunque para nadie es un secreto que es hermana de mi calvario personal, Natasha.

¿Cómo dos hermanas pueden ser tan diferentes?

Me lo pregunto todos los días, desde que la descubrí.



Hablar con Natasha, para la fiesta de su primo, fue el dolor de pelotas que esperaba, pero se mostró encantada que fuera. No dejo de hablar del vestido que se había comprado para eso, tuve que armarme de paciencia para no dejarla ahí con la palabra en la boca. En cuanto mencione a Ethan estuvo encantada con la idea de poder presentarle a su hermana, quien según ella necesitaba algo de diversión.

Eso fue suficiente para inventarme una excusa barata y alejarme. Me sentía mal en usarla de este modo, pero había aprendido hace mucho tiempo que a veces hay que hacer cosas que no nos gustan.


***


El viernes de la fiesta, todo el mundo hablaba de ella, al parecer nadie quería perdérsela. Yo estaría encantado de quedarme en casa trabajando toda la noche, pero debía ser práctico, era la forma más sencilla de hacer lo que deseaba.


Ethan estaba más hiperactivo de lo normal, no me sorprendió que me ofreciera una tacha para que se me quitara la mala cara.

—Paso —le respondo, no soy de esas tonterías—, deberías dejar esas mierdas.

En mi tono de voz nada era amistoso, era la misma que ocupaba para dar órdenes en el ejército, así que estaba acostumbrado a que mi palabra fuera ley.

—Calma, hermano. No soy un adicto, pero una me hace estar en onda.

Definitivamente ya estaba «en onda» como él decía. Lo miro con desaprobación, pero no puedo hacer nada, parte de mi trabajo es encajar en este lugar.



Tengo que hacer acopio de toda la paciencia humana para aguantar a Natasha desde la fraternidad hasta la casa de su primo, nada de lo que decía tenía el mínimo de esencia. Si Lexie había ganado peso y se veía como una vaca o Roxana se había tirado a la mitad de la fraternidad de enfrente, estaba harto de eso. Afortunadamente el camino era lo bastante corto para evitar que haga alguna tontería.

La casa de Bodrov está completamente iluminada, los autos están por todos lados.

—Puedes parquear junto al auto de Dominic en el estacionamiento, le pedí que deje el espacio.

Asiento en silencio, incluso el tono de su voz me molesta, es demasiado aguda y tiende a elevarla a decibeles tóxicos para llamar la atención.

Dentro tenía que admitir había esperado una casa lujosa, pero era bastante normal. Todos los del circulo común de Bodrov estaban aquí, hijos de senadores y de empresarios, artistas jóvenes y las promesas de la universidad, definitivamente el tipo de personas que un abogado de su clase debía tener.

—Vamos te presentare a Dominic, puede ser un poco brusco al inicio, pero que no te asuste.

Pasa su brazo por el hueco de mi codo y me lleva hasta donde él se encuentra conversando con varios de sus amigos.

Este la abraza en cuanto la ve.

—Hey, Nat, estás preciosa. —Me da un buen repaso con la mirada. Sonrió divertido, no creo que piense que yo este precioso o al menos no para decírmelo. Es un hombre imponente, pero estuve el suficiente tiempo en el ejército para que esto me intimide. Le sostengo la mirada, en señal de desafío, una sonrisa se asoma en su rostro—. Mucho gusto, Dominic Bodrov.

Extiende la mano hacia mí, la tomo y siento el apretón firme. No piensa dejar que yo tenga la última palabra, un hombre de lucha, me agrada.

—Ralph Miller.

Ralph Miller, mi cuartada. El hombre que me permite llevar una vida casi normal, no puedo hacer amigos ni nada por el estilo, pero cumple con su función.

—No te he visto jamás por aquí.

Natasha interrumpe antes de que pueda responder.

—Se transfirió desde Colorado el semestre anterior.

—Colorado ¿eh? Estás un poco mayor para estar en la universidad.

Asiento, siento como me analiza, es listo.

—La vida fue difícil, tarde varios años en poder estudiar.

Hace un gesto afirmativo con la cabeza.

—Tienes un buen punto.

—¿Dónde está Danielle? No debería tener su lindo traserito aquí —pregunta su hermana.

No puedo evitar erizarme ante el nombre del verdadero motivo que me trajo aquí y sospecho que tampoco ha pasado desapercibido.

—Está arriba. Ya la conoces, Nat. —Le señala las escaleras con la cabeza—. Sube a verla, estará feliz de verte.

—Vuelvo en un momento —dice antes de marcharse, veo como se abre paso en medio de los invitados.

Puedo sentir su presencia junto a mí, Dominic se ha separado del grupo con el que se encontraba y ahora estamos los dos a una distancia estratégica de todos los demás.

—¿Por qué sospecho que estas aquí con la hermana equivocada?

Una carcajada sale del fondo de mi pecho, este hombre es mucho más listo de lo que pensé.

—Porque la hermana correcta jamás habría aceptado.

Sonríe y me extiende un vaso con whisky. Permanecemos en un silencio cómodo, veo que es parte de él observar a la gente.

—Me agradas. Eres directo y brutalmente sincero, eso no es algo que veo muy seguido. Además que es evidente, eres muy inteligente. Amo a Natasha, pero entre los dos sabemos que no es la mejor compañía para algunos temas. Lo que sí, ni a ti ni a nadie voy a permitir que la lastimen.

Niego con la cabeza, justamente es por eso por lo que jamás prometo nada, es posible que en cualquier momento mi disfraz se caiga y deba desaparecer sin rastro.

—No hay promesas entre Natasha y yo, de hecho, creo que el único motivo por el que le llamo la atención es porque no estoy interesado en ella.

Ahora es su turno para dejar escapar una carcajada, comienzo a creer que uno de los Bodrov aún es salvable de toda esa oscuridad que los persigue.

—Suena como ella. Algún momento llegará alguien que la haga feliz, mientras tanto tiene derecho a jugar como todos nosotros.

—Definitivamente, pero yo no sirvo para jugar. Soy más de cosas serias.

Asiente, poniendo una mano en mi hombro afirma:

—Lo pareces, te deseo suerte con Danielle. Si esperabas verla en la fiesta, lamento decepcionarte, pero estoy seguro que no se parecerá por aquí en toda la noche, no le agradan estas cosas.

Sonrío sinceramente, porque estoy contento, es exactamente la clase de persona que esperaba.

—No me decepciona en lo más mínimo, de hecho, todo lo contrario, me gusta más ahora que lo sé.

—Nunca decepcionas ¿eh? Definitivamente tú y yo nos vamos a llevar muy bien.


***


Aún me pregunto la manera en que Cole va a reclutarla en nuestras filas, siempre cabe la posibilidad de que no le guste, por lo que debería pensar en un plan B.

—Travis De la Tzena. —¿Por qué será que nunca suena bien cuando alguien nos llama por nuestro nombre completo?

Travis De la Tzena, mi nombre real, pero ya es tanto el tiempo desde que deje de usarlo que a veces parece que fuera otra persona y en ocasiones pienso que sí, lo era.

Cuando cumplí dieciocho, mi padre se empeñó en enseñarme el negocio familiar, Tzena Bank, mi familia es dueña de uno de los bancos más importantes de Suiza, pero por supuesto yo sentía que podía hacer mucho más que sentarme todo el día detrás de un escritorio, así que a la primera oportunidad me escape, migre hasta los Estados Unidos de dónde provenía la familia de mi madre, aquí oma (abuela en alemán) Jo, cuido de mi hasta que decidí que el ejército sería mi vida, llegue lo más alto que podía hasta convertirme en una máquina.

Oma Jo entra en mi habitación mientras me visto. La veo tan dulce como de costumbre, es mi abuela materna y desde que decidí venir a los Estados Unidos ella me acogió, pesa un poco en mi conciencia que la he llenado de disgustos y malos ratos, pero aun así sigue siendo la mejor. Lleva su conjunto de yoga, aun a sus setenta años es una mujer muy activa. Me mira con esos ojazos azules tan claros que en ocasiones parecen blancos, herencia familiar.

—Muchachote, voy a salir de compras con las chicas del scrabble. Marnie está dormida en su cuna.

Me da un beso en la cabeza y siento que no puedo ser más afortunado de tenerla.

—Yo me encargo, disfrútalo y revienta esa tarjeta de ser necesario.

Me da un golpecito en la cabeza, donde antes había depositado un tierno beso. Se va murmurando alguna clase de maldiciones, la observo hasta que desaparece de mi vista. Camino hasta la habitación de Marnie, mi pequeña hija de ocho meses, es el tesoro más grande que tengo y la razón por la que me di de baja en el ejército.

No podía seguir poniendo mi vida en peligro cuando ella necesitaba de mí, con vida y junto a ella. La decisión no fue fácil, pero era la correcta.

Podía pasarme horas viendo como dormía, hasta que el remordimiento se apoderaba una vez más, cuando pensaba que se parecía a su madre, Cristine. Sigo preguntándome si en este momento ella seguiría viva, si tan solo hubiera pensado un poco en sus sentimientos.

Siento como el pecho se me comprime cada vez que pienso en ella, porque fui yo quien le desgracio la vida, y ella me dio el regalo más preciado que tenía. En momentos como este es cuando las palabras de Cole regresaban a mí, estaba persiguiendo a una jovencita porque todo de ella me llamaba, pero que pasaba si terminaba como Cristine, no estoy seguro de que mi conciencia pudiera con eso.

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