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Cap 20

Por fin es viernes, el idiota de Artemis me a estado ignorando en mi "castigo provisional" y a mandado al pobre Alex a ordenarme hacer tareas ridículas. Podía ver cuánto lo lamentaba cada vez que me daba sus órdenes, además cada frase la terminaba con un: —... de verdad no sabes cuánto lo siento, no se porque está comportándose así.

Y yo suspirando diciéndole que no era su culpa, en realidad no sabía ni de quién lo era. Tampoco e echo el intenso de hablar con él, pero si me eh encargado de torturarlo como es debido.

Cómo en este instante, me pidió ordenar su archivero y quitar el polvo, accidentalamente mi falda se alza por arriba de mis muslos casualmente y puedo sentir como mira cuando sucede.

Alex entro a la oficina y me sonrió —. Aún no te vas, que extraño. —solto irónico.

Le sonreí y me aparte un mechon rebelde de la cara —. Verdad.

—Te espero... —ni siquiera termino la frase.

—No hace falta, yo me hago cargo de ella. —Artemis lo interrumpió.

—No necesito que se tome la molestia de "encargarse" de mí. —brame, se levantó de la silla y camino en nuestra dirección, conforme se acercaba debía alzar más el rostro para verlo a los ojos —. Sobreviví toda mi vida sin usted, no se de aires pretenciosos, no lo necesito.

—Es peligroso.

—No lo sería si me dejara salir temprano, pero adivine, aquí estoy. No se haga el preocupado.

Me dedico una mirada fría —. Puede irse señorita Montes.

Le sonreí falsamente para después dedicarle una mirada cálida a Alex —. Ten linda noche.

Le dedique una última mirada a Artemis y salí de su oficina.

***

Me abracé a mi misma cuando una corriente de aire me golpeó y mire a todos lados un poco asustada.

Ví por el rabillo del ojo las luces de un auto el cual por un segundo creí que era el de Artemis, pero no, se trataba de una camioneta y comencé a acelerar el paso.

Maldito Adham que me pidió mi auto y tuve que venir a pie.

Mi corazón comenzó a latir frenético en mi pecho, el auto me rebaso y brevemente me tranquilice, aquella sensación desapareció casi al instante cuando ví el auto echarse de reversa.

La adrenalina se disparó en mi cuerpo e hice lo único lógico en estás situaciones, correr.

De alguna forma logré quitarme los tacones mientras corría, aceleré el paso, a lo lejos ví una silueta que se había detenido a acariciar un cachorro.

Apolo.

Comencé a abrir y cerrar la boca como un pescado fuera del agua, el exceso de adrenalina y pánico jugando en mi contra para gritar.

Se levantó con el cachorro en brazos y cuando creí que se alejaría giro sobre sus talones en mi dirección y al verme se quedó congelado brevemente.

¿Pero qué podía hacer? Y si me acerco a él y también lo agarran. No quiero que le hagan daño porque intenté ayudarme.

Saco su teléfono y me hizo una seña para que corriera más rápido.

Lo alcance, ni siquiera me habló me tomo de la mano y comenzó a correr básicamente trayendome de cometa porque ya me había cansado.

—¡Solo una calle más! —su voz se escuchaba desesperada y solo me hizo entrar más en pánico. ¿Porque estás calles son locales? A esta hora es casi imposible que alguien ronde por aquí.

De la calle de enfrente salió un auto, Ares.

Se detuvo en frente nuestro y nos detuvimos, del carro bajaron Marco, Gregory, Luis y Ares, están mojados y usan shorts, seguramente estaban en la piscina.

Apolo me empujó al auto —. Está teniendo un ataque de pánico. —Ares tomo mis manos. Todos subieron al auto, Marco conducía y los demás iban atrás conmigo —. A penas y está respirando... Escúchame, tienes que respirar.

Negué con la cabeza y el la tomo entre sus manos y me hizo mirarlo fijamente —. Estás bien, respira conmigo. —cerre los ojos con fuerza e intenté inhalar —. Eso es, de nuevo. —exhale y volví a repetirlo.

Después de unos minutos, Ares por fin logro que respirara medianamente normal.

—Le avisé a Raquel, nos espera en su casa. —Apolo apagó su teléfono.

Ares asintió, se sentó a mi lado y recargue mi cabeza sobre el respaldo del asiento delantero.

No había tenido tanto miedo en toda mi vida.

Apolo sujetó mi mano y se lo agradecí en silencio.

Raquel me abrazo y me detallo buscándome alguna herida —. ¿Estás bien?

Me quedé callada y asentí con la cabeza, pensando.

Juraría que algo de esto me parecía familiar.

Todos entramos y un repentino dolor de cabeza me golpeó, me guiaron a la sala y me senté —. Hey, hey, hey. —Ares se inco enfrente mío.

Gruñi levemente y tuve un destello de luz que me hizo marearme.

La luz reflecta contra los espejos retrovisores y me siega brevemente, mi corazón late con fuerza, mire por el espejo delantero y ví una camioneta negra persiguiendonos, me giré a ver a mi padre preocupada.

—Habia visto esa camioneta antes. —dije de pronto y ellos me miraron confundidos —. El día del accidente, no lograba recordarlo, pero sí, esa camioneta hizo que mi padre perdiera el control.

—Debe ser una coincidencia. —Marco intervino.

—Uno de los hombres que la conducía fue quien me saco del agua. —mi mirada se perdió en la pared —. Ni siquiera recordaba eso.

Me levanté de golpe pero Ares me hizo volver a sentarme —. Si estás recuperando memorias creo que deberías mantenerte quieta, el exceso de esfuerzo puede hacer que te desmayes.

—Entonces llama a mi madre, llevamos años buscando al causante.

Todos compartieron una mirada —. Bien.

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