OO5; Lujuria.
❝LUJURIA❞
Su respiración pesada chocaba contra sus labios y podía notar que parecía molesto con ella, por lo que no pudo evitar estremecerse, mientras temblaba por el temor.
—Tienes algo que me pertenece, pequeña perra.
—N-No... Yo... No sé de qué me hablas —balbuceó nerviosa.
Este soltó una risa amarga bajando por un momento la cabeza, y en cuanto sus miradas volvieron a conectarse, Jimin endureció sus facciones a la vez que la tomaba bruscamente su muñeca, provocando que gimiera de dolor por la fuerza ejercida, pero aún así mantenía la mano empuñada.
—De lo que tienes en tu mano.
La puerta se abrió, por lo que ambos voltearon a ver a las dos jóvenes entrar, las cuales chillaron al ver al pelinegro. Este al escucharlas arrugó el rostro, detestando sus voces agudas que lo hacían enfurecer aún más.
—¡¿Qué rayos haces en el baño de mujeres?! —preguntó una de las féminas que era pelinegra.
Este quitó la mano de la pared y ladeó la cabeza intentando mantener la calma, pero ambas jóvenes empezaron a exigir que saliese, lo que hizo que este tomara de manera brusca la muñeca de una, provocando que chillara de dolor mientras la otra lo empujaba. Así fue hasta que logró hacer que ambas salieran del baño, por lo que dio un portazo, para luego colocar el pestillo, escuchando cómo golpeaban la puerta y gritaban indignadas.
Sonrió satisfecho y volteó a ver a Hyesoo, la cual tragó con dificultad, escondiendo ambas manos tras su espalda. Se le dificultaba respirar y se detestaba por no haber aprovechado la situación, pero aquel pelinegro le aterrorizaba con sus maneras de reaccionar.
—N-No deberías estar aquí.
—¿No? —preguntó cínico alzando una ceja, mientras se acercaba lentamente de manera peligrosa, provocando que ella asustada se alejara hasta chocar nuevamente con la pared—. ¿Por qué no debería estar aquí, cuando tú tienes algo que me pertenece?
Al escuchar cómo los golpes en la puerta se detuvieron, al igual que los gritos, ambos miraron por un momento hacia esa dirección, pero Jimin sonrió acercándose más a la fémina.
—Ellas deben estar por llamar a seguridad. Lo mejor que puedes hacer es marcharte.
—Oh, mira, sabes hablar sin tartamudear —dijo en casi un murmuro de forma cínica, mirando cada centímetro de su rostro mientras ella sentía cómo cada segundo se le dificultaba más respirar.
—Si no te vas...
—Me importa una mierda. Si no me das lo que es mío, vas a arrepentirte, y créeme que no quieres eso —advirtió llevando la mano a su barbilla.
—Hoseok me lo dio a mí.
—Por una maldita vagina hace lo que sea —espetó molesto y ella se sobresaltó.
—¿Y...? ¿Y tú no?
—¿Qué rayos acabas de decir? —inquirió entre dientes, endureciendo sus facciones.
—Podríamos... Podríamos compartir.
—¿Compartir? —ella asintió repetidamente y este desvió un momento la mirada como si estuviese pensando—. Compartir.
—Eso dije.
—Cállate. Estoy pensando.
—Deberías pensar rápido, antes de que vengan los de seguridad a sacarte de aquí.
—¡No me digas qué hacer!
—Hay suficiente para los dos. Puedes decir que sí y compartimos o esperar a que vengan los de seguridad a sacarte de aquí. Si pasa eso, lamentablemente, vas a quedarte sin nada.
—Maldita perra...—murmuró entre dientes, apretando su mandíbula, provocando que gimiera de dolor—, ¿crees que puedes decirme qué hacer?
—¡Decide rápido si no quieres quedarte sin nada!
—¡Está bien! Vamos a compartir esa mierda.
Hyesoo suspiró aliviada abriendo su mano, por lo que Jimin rápidamente le arrebató el paquete acercándose al lavabo mientras que ella miraba atenta cada uno de sus movimiento.
Este hacía todo apresurado, atento a lo que sucedía fuera de la puerta porque estaba seguro de que no tardarían mucho en aparecer los de seguridad.
Con una de sus tarjetas dividió dos líneas, para luego inclinarse tapándose una de sus fosas nasales sintiendo la intensa mirada de Hyesoo. Esta se enterraba los dedos en los brazos, sintiendo como sus latidos se aceleraban al verlo esnifar como si aquello le provocara un gran placer.
No podía preguntarse qué rayos estaba haciendo, por lo que volteó a ver la puerta con inseguridad al querer marcharse, pero escuchó a Jimin gruñir, por lo que volvió a observarlo.
Su cabello estaba despeinado, hasta con algunos mechones cayendo por su frente y limpiaba su nariz.
—Te toca. Hazlo rápido.
—Y-Yo...
—¡Vamos!
Ella rápidamente obedeció acercándose al lavabo, observando aquella línea de polvo blanco, por lo que tragó con dificultad, sintiéndose temblar al inclinarse hacia adelante con torpeza.
—Vamos. No me hagas creer que es tu primera vez.
—Cállate.
Jimin soltó una risilla observando sus delgadas piernas blancas como la porcelana, el vestido negro que parecía costoso, pero también pasado de moda. Pues, recordaba que dos años atrás vio a demasiadas chicas usándolo y con cuerpos irresistibles. Aquel vestido de Hyesoo, parecía quedarle algo grande, por lo que su mirada fue a sus brazos delgados y largos, y a su cabello castaño oscuro sin brillo alguno. Alzaba una ceja mientras la observaba detenidamente, pensando que no era para nada su tipo. Ni siquiera su cuerpo tan delgado, con senos pequeños que pudo notar cuando la tenía en frente, llamaban su atención.
Al verla como inclinaba su cabeza hacia atrás jadeando, sonrió, hasta que unos golpes llamaron su atención.
—¡Abran la puerta ahora mismo!
—Mierda.
Este volvió a verla cómo tenía polvo bajo su nariz y también en la punta, sus grandes ojos cafés, sus labios pintados de rojos, algo gruesos, entreabiertos. No iba a negarlo, su rostro si se le hacía atractivo, por lo que mordió su labio inferior por un momento.
—¿Qué vamos a hacer? —preguntó asustada.
—Primero límpiate, adicta —soltó una ligera risa a la vez que señalaba su nariz, por lo que esta se sonrojó mirándose en el espejo para limpiarse.
—¡Abran la puerta!
—¡¿Pueden dejarnos al menos acabar?! —alzó la voz, por lo que Hyesoo lo miró aún más asustada—. Oh, ¡sigue moviéndote así!
—¡¿Qué rayos haces?! —lo tomó del brazo.
—¡Mierda, tienes un trasero tan grande que me vuelve loco!
—¡Abran si no quieren...!
—¡Oh, deja que te coma el coño!
En ese momento un estruendo los hizo sobresaltar. La puerta fue abierta, permitiendo ver a un hombre de gran tamaño, por lo que Hyesoo no pudo evitar soltar un chillido, cubriéndose la boca con ambas manos mientras que Jimin soltó una carcajada.
Otro hombre se acercó buscándolos con la mirada, y al encontrarlos endureció sus facciones al notar cómo este se burlaba de ambos, lo que provocó más la molestia de ellos.
Uno de ellos se acercó rápidamente a la fémina para tomarla bruscamente del brazo, por lo que intentó zafarse del agarre, pero claramente no tenía fuerza al lado del calvo.
—Oh, entonces, tendré que comerle el coño en otro momento, ¿o quieren ser espectadores?
Una sonrisa socarrona estaba dibujada en sus labios, por lo que el hombre que había abierto la puerta, se acercó dejando notar que era el doble de su tamaño, pero eso es vez de causarle temor, se le hacía más divertido.
Eso parecía haber hecho enfurecer al hombre, pues no dudó ni un segundo y lo golpeó en el rostro.
El pelinegro cayó al suelo rápidamente, sintiendo un gran ardor en el puente de su nariz, que al tocarla observó sus dedos manchados de sangre, por lo que una carcajada escapó de sus labios.
—Ésto no va a agradarle a Kwang.
—Cierra la puta boca. Te largas de aquí —espetó molesto, tomándolo del brazo bruscamente.
Las personas al verlos ser sacados por los de seguridad, hicieron espacio para que pasaran mientras los observaban sorprendidos, más que nada a Jimin que parecía realmente divertirle la situación. Mientras que Hyesoo, intentaba luchar para zafarse del agarre, sin importarle para nada las miradas porque sus brazos ardían por la fuerza ejercida.
—¡Soy una maldita dama, así que suéltame de una vez! —gritó enfurecida mientras este abría la puerta, para luego empujarla provocando que cayera al pavimento.
—Ya eres libre —dijo cínico, antes de voltear y volver a entrar.
Hyesoo lo miraba indignada sin poder creerse que haya actuado de aquella manera con ella, por lo que observó sus brazos y por la poca luz pudo notar que estaban enrojecidos. Al escuchar unas voces, levantó nuevamente la mirada, observando como Jimin era empujado al ser soltado.
—¡Envíale mis saludos a tu mujer! —gritó divertido, pero este dio un portazo—. Viejo idiota.
Al voltear y ver a Hyesoo en el suelo, frunció el ceño hasta que una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.
—¿Qué haces allí? ¿No puedes levantarte?
—Estoy tomando una siesta, imbécil.
—Te ayudaría, pero debo buscar mi coche —mencionó haciendo una mueca, pasando por su lado.
—¡Eres un idiota igual que el calvo ese!
Se levantó con algo de dificultad, gimiendo de dolor por sus rodillas que rápidamente pudo notar que estaban raspadas y con algo de sangre, por lo que siguió maldiciendo al de seguridad, tanto como a Jimin. Este seguía caminando tranquilamente hasta que Hyesoo notó que no tenía su bolso, por lo que se acercó nuevamente a la puerta.
—¡Dejé mi bolso allí! ¡Por favor, déjenme pasar! —gritó desesperada, golpeando la puerta—. ¡Necesito mi dinero y mi celular! ¡Abran, por favor!
—Deja de perder tu tiempo. No abrirán.
—¿Puedes callarte? —volteó a verlo molesta—. Lo necesito.
—A ellos les importa una mierda eso.
—¡Por favor...!
—¿Acaso también tienes las llaves de tu coche allí?
Hyesoo tragó con dificultad a la vez que volteaba a verlo, pues aunque no lo quisiera, se sentía avergonzada al pensar que mientras ella se había tomado un bus, este tenía su coche lujoso.
—Me trajo un amigo.
—Oh, entonces, no tienes dinero para pagarte un taxi, ¿cierto?
—Está en mi bolso el dinero.
—Entonces, podría llevarte en mi coche.
—¿En serio? N-No es necesario...
—No voy a rogarte, así que está bien. Puedes caminar, pero yo que tú no lo haría porque puede pasarte algo —se encogió de hombros, volteando para volver a retomar el camino.
—Ya, está bien. Dejaré que me lleves.
Rápidamente con algo de dificultad por el dolor de sus rodillas, empezó a seguir al pelinegro, observando los lujosos coches, pensando cuál podría ser el suyo.
—¿Cuál es el tuyo? —tragó con dificultad al verlos, pensando en que ella jamás en su vida iba a poder pagar para tener uno de los tantos coches que había.
—Este —señaló acercándose a un Mercedes-Benz negro, por lo que ella abrió los ojos a la par por la sorpresa, soltando un Wow—. Bien, en realidad, este no es mío —abrió la puerta del coche para subirse y al ver que ella no lo hizo, suspiró—. ¿Cómo voy a llevarte a dónde vives si no te subes?
Hyesoo sacudió la cabeza al haberse quedado fascinada mirando el coche, y se subió en el asiento del copiloto, volviendo a quedar fascinada.
—¿Dijiste que no es tuyo?
—Exacto.
—¿Y de quién es? —preguntó curiosa, observando a sus alrededores quedando aún más maravillada.
—De mi hermano mayor.
—¿Y tú qué coche tienes?
—Un Ferrari.
—Mierda —murmuró sorprendida—. ¿Y por qué no lo usas?
—¿Eres detective o qué? —giró su cabeza para verla, alzando una ceja.
—Ya, que amargado —suspiró cruzándose de brazos, aún sin dejar de ver el coche.
Jimin encendió el motor para comenzar a conducir y colocó música, ya que el silencio se le hacía realmente incómodo. Hyesoo jugaba con sus manos, por momentos pellizcándose para tratar de mantener la calma mientras movía una de sus piernas de arriba abajo. Sentía sus latidos acelerados, no podía mantenerse quieta y quería salir de aquel coche, por lo que bajó la ventanilla para así intentar que la brisa fresca que despeinaba su cabello, ayudara a que se relajara un poco.
Los minutos pasaban de manera realmente lenta para ella, que sentía hasta su garganta seca. Jimin golpeaba el volante con sus dedos, tratando de mantenerse concentrado en el camino, pero sentía como cada segundo le costaba más.
No había nadie en la carretera, lo cual era un alivio para ambos, principalmente para Jimin, que aceleró provocando que un chillido escapara de la garganta de Hyesoo, que se aferró al asiento para no terminar estrellándose contra la ventanilla.
Sentía como su corazón golpeaba con más fuerza contra su pecho de una manera que parecía que iba a salirse en cualquier momento. Hasta el oxígeno había abandonado sus pulmones, y Jimin giró su cabeza para verla con una sonrisa maliciosa al notar el miedo en su mirada.
Esta al ver la herida en el puente de su nariz y otra en su labio, como también la manera en la que resaltaban los piercings de su ceja y labio inferior, aquella sonrisa reluciente que dejaba notar cómo sus dientes delanteros y uno torcido, y la lujuria que desprendían sus orbes oscuros, sintió como un cosquilleo bajaba por su vientre.
Su respiración se volvió pesada, mientras apretaba sus piernas al sentir como un intenso deseo se volvía parte de ella. No sabía qué le sucedía, como de repente la tensión se había vuelto sexual y se sentía incapaz de controlarse.
El pelinegro bajó la mirada a sus piernas, notando que estaba apretándolas y como sus manos se aferraban al borde del asiento. Subió lentamente la mirada, esta vez de manera deseosa, olvidando por completo que antes su cuerpo no se le hacía nada llamativo, y mordió su labio inferior.
Al conectar sus miradas, Hyesoo hizo un sonido involuntario con la garganta, rogando que sintiera lo mismo que ella, pero este volvió la vista hacia el frente. La fémina sin poder evitarlo más, se acercó tomando el volante, lo que hizo se desviaran del camino, por lo que Jimin frenó rápidamente para no estrellar contra alguno de los arboles, lo que provocó que las llantas rechinaran.
—¿Qué rayos...? —preguntó con la respiración pesada, pero ella lo tomó del rostro estrellando sus labios con los de él.
Jimin no lo dudó ni por un segundo, le correspondió gruñendo al sentir una punzada en la herida de su labio, pero de todas maneras llevó las manos a su cintura. La lengua de él se deslizaba sobre la suya mientras ella llevaba la mano a su nuca para así profundizar el beso.
El pelinegro apretó su cintura y la hizo colocar a horcajadas sobre él, por lo que la fémina soltó un quejido al chocar contra el volante, se le hacía incómodo, pero aún así no pensaba bajarse porque le gustaba estar sobre él y más al presionarse sintiendo lo duro que ya se encontraba.
Sus manos presionaron su cadera, soltando un gruñido, por lo que la castaña comenzó a hacer movimientos circulares sobre su erección. Al escucharlo volver a gruñir, enredó sus dedos en el cabello corto de él mientras el beso se volvía más descuidado y salvaje.
Jimin no sabía cuánto más iba a poder controlarse, por lo que pasó las manos por sus muslos subiendo el vestido, hasta llegar a sus bragas, sintiendo lo húmeda que se encontraba, por lo que sonrió.
—P-Por favor... fóllame —pidió con dificultad sobre sus labios con la respiración pesada.
—Si lo hago no vas a poder olvidarme jamás —aseguró tomándola de la barbilla.
—Hazlo —pidió jadeante, volviendo a presionarse contra él.
—Saca un condón del tablero —ordenó señalándolo.
La fémina rápidamente se inclinó para abrirlo y buscarlos, mientras Jimin aprovechaba para bajarse el pantalón junto al bóxer, elevando las caderas con algo de dificultad al tener a Hyesoo encima. Una vez que los encontró, sacó un paquete para volver a acomodarse.
En eso no pudo evitar observar su miembro, su punta rosada, como algunas venas sobresalían, mientras este llevaba su mano para comenzar a bombearlo, lo que hizo que ella jadeara al verlo de esa manera.
—Colócamelo.
Tragó con dificultad, pero aún así asintió, mientras con sus dedos torpes trataba de abrir el paquete.
Tenía la necesidad de sentirlo de una vez, por lo que no podía apartar la mirada de su miembro, observando como el pasaba la mano por el glande para así esparcir el líquido pre-seminal, a la vez que aumentaba el movimiento.
Hyesoo abrió el paquete sacando el preservativo, escuchándolo gruñir y llevó la mano a su suya, haciendo que dejara los movimientos.
Se sentía temblar, se le dificultaba respirar, como también concentrarse para colocárselo, más que nada al sentir su intensa mirada.
Pellizcó la punta del condón colocándolo sobre su miembro, para luego desenrollarlo hasta llegar a la base.
Jimin la tomó rápidamente de la cadera, colocándola mejor sobre él y bajó la mano hasta sus bragas húmedas, haciéndolas a un lado. Ambos se observaban fijamente con la respiración pesada, y Hyesoo sin soportarlo más, guió el miembro a su entrada, dejándose caer.
Un gemido ahogado de dolor y placer escapó de su boca, mientras él gruñía al sentir cómo sus paredes apretaban su miembro.
—Oh, Dios...—gimoteó aferrándose a sus anchos hombros, acostumbrándose a su tamaño.
—Dime, ¿te gusta sentir mi pene dentro de ti, pequeña perra? —preguntó con voz profunda en su oído, provocando que ella apretara más su miembro, haciéndolo gemir.
—S-Se siente tan bien —respondió con voz suave que salió más cómo un quejido.
Este sin poder soportarlo más empezó a embestirla, tomándola de los muslos con fuerza, asegurándose de llegar tan profundo como pudiera. Hyesoo gemía sin importarle que fueran más gritos, porque nadie los escuchaba en aquella carretera vacía, por lo que aumentó los movimientos.
Jimin la embestía con rapidez y dureza, disfrutando de como se escuchaban los ruidos obscenos de sus cuerpos al chocar.
—Estabas jodidamente ansiosa por sentir mi pene, ¿no es así? —preguntó entrecortado empuñando su cabello con la mano, provocando que chillara mientras inclinara su cabeza hacia atrás—. Responde.
—Lo estaba desde que te vi en el escenario —respondió con dificultad, gimiendo al sentir como golpeaba su interior con fuerza.
Hyesoo llevó una de las manos a la ventanilla mientras la otra se aferraba al asiento y luego a su hombro nuevamente. No sabía de dónde sostenerse, era realmente incómodo, pero a la vez más excitante porque sentía sus sentidos dispersos y cómo sus piernas temblaban.
—J-Jimin, voy a...—balbuceó, pero este tiró más de su cabello a la vez que aumentaba aún más los movimientos, golpeándola con fuerza en su punto dulce.
Hyesoo soltó un grito ahogado, sintiendo cómo perdía lo poco que le quedaba de cordura, mientras que Jimin al sentir como sus paredes se contraían, gimió enrollando su cintura con el brazo, apegándola más a él, deteniendo por un momento sus movimientos.
Una vez que sus pechos chocaron, volvió a embestirla con fuerza llevando la mano que tenía en su cabello a su muslo, apretando con fuerza. Cerraba los ojos con fuerza mientras respiraba con dificultad, hasta que sintió como estaba a nada de llegar al orgasmo.
Clavó los dedos en el muslo de ella, escuchándola jadear y sus cejas se contrajeron por el placer, soltando un gemido ahogado al sentir como liberaba su esencia en aquel condón.
—¿Crees que papá siga tan molesto como para no ayudarlo? —preguntó tenso, Jinho.
Jihyu y Jinho estaban en el living, sintiéndose nerviosos, mientras esperaban que Jimin bajara de una vez a enfrentar la situación. Pues, Jaewook estaba en el despacho esperándolo con la familia de la joven, y le había ordenado al mayor que fuese a despertarlo para que enfrentara lo que estaba sucediendo.
—La verdad es que ya no sé qué esperar de él. A veces creo que realmente odia a Jimin.
—No creo que sea así. No tiene razones para odiarlo...
—¿Hablas en serio? —volteó a verlo, alzando una ceja—. ¿Acaso olvidas que de pequeños Jimin era el favorito?
—Claro que no era así. Siempre nos han querido a los tres por igual.
—¿Por qué te cuesta tanto admitirlo? —cuestionó desconcertado, pero decidió restarle importancia—. De todas maneras, desde que Jimin entró a la adolescencia, cambió, así que dejó de serlo al volverse "problemático".
—Creí que sólo iba a ser una etapa.
—Yo también lo creí, pero cada día que pasa pierdo las esperanzas de que vuelva a ser él.
—Jihyu, ¿tú sabes por qué él...?
El de gafas no fue capaz de terminar de hablar al escuchar unos pasos, por lo que voltearon encontrándose con Jimin. Este vestía una chaqueta de jean, camiseta blanca, jeans y botas.
Su cabello estaba echado hacia atrás, permitiendo ver mejor su rostro más pálido de lo normal, las grandes ojeras que tenía bajo sus orbes oscuros, y que las heridas en el puente de su nariz y labio inferior resaltaran más. Eso preocupó a Jihyu, el cual sabía de la herida de su labio inferior, pero no la de la nariz, por lo que se acercó rápidamente, igual que Jinho que lo hizo con algo de desconfianza por cómo pudiera reaccionar.
—¿Qué carajos te pasó? —preguntó observando detenidamente su rostro, tomándolo de la barbilla, por lo que este apartó su mano rápidamente.
—No me pasó nada.
—¿Te metiste en una pelea anoche?
—No me pasó nada. Déjenme en paz que debo ir a ver qué rayos va a pasar —suspiró acomodando su chaqueta, tratando de calmar sus nervios.
—Suerte, Jimin. Espero que papá decida ayudarte —mencionó en casi un murmuro, Jinho.
—Espero lo mismo.
—Y yo, hablé un poco con papá antes de que llegaran. Espero que eso haya servido un poco —comentó Jihyu, apoyando la mano en su hombro.
—Gracias, hermano —lo observó con una media sonrisa.
Jimin comenzó a caminar algo nervioso, repitiéndose que todo iba a salir bien y su papá ya había tomado la decisión de ayudarlo.
Al estar frente a la puerta del despacho, volteó un momento encontrándose con sus hermanos, que lo observaban de una manera que le hacía tener el valor de enfrentar la situación, por lo que tomó una bocanada de aire y volteó nuevamente, dando unos toques en la puerta.
En cuanto escuchó el "pasa" con la voz de su padre, sin pensarlo dos veces, entró, encontrándose con un hombre calvo de tez canela, baja estatura y el doble de su tamaño, por lo que tragó con dificultad. Volteó nuevamente hacia el frente, sacudiendo la cabeza, encontrándose con su padre que tenía las facciones endurecidas y una mirada amenazante, que le permitía saber que estaba viendo la nueva herida en su nariz.
Pero en ese momento todo lo que podía pensar era que todas esas horas que habían pasado, estuvo tan equivocado pensando en aquella maldita última fiesta, cuando la chica fue otra que repitió y la había pasado realmente bien. Se trataba de la joven del video.
Una chica que se había atrevido a mentirle en el rostro y ahora entendía tan bien el porqué.
—Oh, por lo visto a su hijo le gusta salir más de lo que creímos, y también, meterse en peleas, ¿no es así? —mencionó el hombre, observándolo de pies a cabeza con una ceja alzada, dejando notar cuánto le desagradaba su apariencia.
El de piercings al notar su mirada, soltó una risa amarga y pasó la lengua por el interior de su mejilla. Pensar en que le desagradaba su apariencia, le hacía tener la esperanza de que ya no quisieran que se hiciera cargo del embarazo, lo cual sería algo muy bueno para él.
—Bien, no estamos aquí para hablar de lo que le gusta hacer o no a mi hijo, sino para ver qué haremos con ese problema —aclaró Jaewook, apuntando el vientre de la joven que bajó la mirada, cubriéndolo con sus brazos.
—Un problema causado por ese irresponsable —apuntó hacia el pelinegro.
—Creo que es mejor culpar a los dos por su irresponsabilidad.
—A él no le gusta cuidarse —habló la joven en casi un murmuro inaudible con su voz temblorosa, sin ser capaz de verlos
—¡¿Lo ve?! —alzó la voz histérico—. ¡Todo es su culpa!
Jimin al ver la mirada amenazante de su padre que estaba ahora a su lado, soltó un suspiro de frustración.
—¡Oh, vamos! ¡¿Ahora vas a fingir que no te atreviste a mentirme en la cara?! —preguntó cínico—. ¿En verdad ahora me vienes con ésto? Deberías estar agradecida de que te haya cumplido lo que querías y hayamos repetido.
—¡¿Cómo rayos puede decir eso?! —cuestionó indignado el hombre, con la intención de acercarse.
—¿De qué hablas? —inquirió su padre en casi un murmuro.
—Permití que nos acostáramos por una segunda vez cuando no tenía condón, y me convenció de que tomaba pastillas. Yo sólo le hice un maldito favor para que dejara de molestarme —escupió molesto—. ¿Ahora quieres atarme por el resto de mi vida?
—¡¿Es eso cierto, Hyesun?! —preguntó entre dientes su padre y ella bajó la cabeza, rompiendo en llanto.
—No puedes dejar que me arruinen la vida, papá —pidió por lo bajo, mirándolo desesperado.
—Cierra la boca —ordenó volviendo la mirada al frente, pero este lo tomó del brazo escuchando como el hombre y la joven discutían entre ellos.
—Haré lo que quieras, lo juro, pero ayúdame. Por favor, papá.
—Escúchame bien —lo tomó del brazo, acercándose más a él con las facciones endurecidas—Ya no quiero que sigas siendo este imbécil. Si quieres que te ayude, promete que vas a asentar cabeza. Tus calificaciones van a ser excelentes, y ya no seguirás en esas estúpidas fiestas, drogándote, ni acostándote con estas perras que sólo quieren el dinero que nos pertenece.
Jimin tragó con dificultad sin apartar la mirada, pensando en que estaba pidiéndole que lo dejara todo.
¿Acaso valía la pena para no hacerse responsable del embarazo? Este se mordió el interior de la mejilla y soltó un suspiro tembloroso.
—Está bien —respondió con suavidad.
—Hablo en serio, Jimin.
Este lo miró seriamente, provocando que se estremeciera porque sentía que podía leer perfectamente que no estaba siendo del todo sincero, pero cerró los ojos por un momento, aliviado de que lo salvara de aquella situación.
—Y yo también. Voy a cambiar, pero no permitas que mi vida se arruine así.
—Debería permitirlo, pero no lo haré por esta vez. Vete —apuntó la puerta y este asintió rápidamente.
Al caminar hacia la puerta y tomar el pomo de la puerta para abrirla un poco, volteó nuevamente, encontrándose con la mirada de sorpresa del hombre y de Hyesun.
—¡¿P-Por qué se marcha?! —preguntó histérico.
—Él ya no tiene nada que ver con esta situación. Hablarán solamente conmigo para llegar a un acuerdo que nos conviene a todos —respondió tranquilamente, volviendo a su silla, y al encontrarse con la mirada de su hijo, este se estremeció—. He dicho que te marches, Jimin.
Asintió nuevamente y volteó a ver a la joven, que lo observaba sollozando con su rostro enrojecido y empapado de lágrimas. Aquello no provocó nada en él, por lo que la miró de pies a cabeza con desagrado y salió rápidamente, cerrando la puerta tras de su espalda.
Al ver a sus hermanos a unos metros, sentados en el sofá, dejando notar la preocupación y ansiedad, soltó una pequeña risa, provocando que levantaran rápidamente la mirada.
—Hey, ¿qué pasó? —preguntó rápidamente el mayor, levantándose igual que el de gafas.
—¿Papá va a ayudarte?
—¿Ustedes que creen? ¿Tengo cara de que me voy a tener que levantar a las dos de la madrugada a cambiar pañales? ¿O de que voy a tener que pasar el resto de mi vida atado a una mujer?
Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de Jimin, sus hermanos lo miraron por un momento más, hasta que emocionados lo abrazaron, escuchando su carcajada.
—A partir de ahora tienes que cuidarte, Jimin—aconsejó separándose, Jinho.
—Sí, si no quieres que la próxima vez en verdad te tengan de las pelotas —apuntó Jihyu.
—Tranquilo, esta mañana a la que me follé en tu coche, me colocó el condón.
—¡¿Follaste en mi coche?! —preguntó histérico.
Jimin palmeó su hombro y empezó a caminar rápidamente hacia la escalera, soltando una carcajada burlona mientras que Jinho tomaba del hombro a Jihyu para que no lo siguiera.
—Él no va a cambiar nunca.
—Es un maldito imbécil —dijo entre dientes, empuñando las manos.
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