CAPÍTULO CUATRO
¿Alguna vez has sentido cómo tu mundo se paraliza por un momento? ¿has sentido una adrenalina que no te deja pensar ni ver con claridad, por la desesperación y el miedo?
El miedo no me dejó actuar rápido, las manos temblorosas no me dejaban sujetar bien el teléfono, mientras que la veía ahí, sin poder hablar, con sus ojos sin mirarme, sin poder mover un dedo, desorientada totalmente; y yo como una inútil, presa del miedo y la angustia.
Cuando la vi a punto de cerrar sus ojos, reaccioné, liberándome del shock que me abrigaba, moviéndome con rapidez, sujetándola, mientras llamaba a emergencias.
—¡Necesito una ambulancia, urgente! ¡mi madre tiene cáncer de pulmón, se está asfixiando, ayúdenme! — no puedo hablar con calma, siento que me estoy ahogando.
—Señorita, cálmese, deme su dirección rápido y una ambulancia irá — le doy mi dirección, tratando de controlar mis nervios.
—Por favor, lleguen rápido, no dejen que se me muera — digo, entre sollozos desesperados.
—La ayuda va enseguida — cuelgo.
Le acaricio la cara, se acaba de desmayar, solo espero que esto no sea para dejarla en coma, o peor — tú eres fuerte, mami, yo sé que te vas a mejorar, lo sé — sigo contemplándola, mientras continúo llorando — no me puedes dejar sola, todavía me faltan muchos consejos que oír de ti, me falta hacerte más feliz, hacerte sentir la mujer más especial del mundo; te amo, por favor no me dejes.
Pasan unos minutos, en los que solo me quedé acariciando su cara, hablándole y acunándola, hasta que escucho el timbre de la casa.
Intento ponerla con suavidad en la cama, acomodando su cabeza de la almohada, para poder irme corriendo al piso de abajo.
Abro la puerta, dejando que camilleros y unas cuántas enfermeras corran a su habitación, quedándome yo junto a la puerta, esperando, para no estorbar en el camino a bajarla por las escaleras. Me destroza el alma ver su cuerpo ahí, amarrada en esa camilla, sin saber de nada.
Me voy junto a ella en la ambulancia, rezando porque pueda salir de esta, sin secuelas. Los paramédicos me hacen algunas preguntas; desde cuándo ella sufre el cáncer, si había tenido antes esos problemas respiratorios, qué medicamentos usa, si estaba en la casa con ella antes de suceder; un montón de preguntas que entiendo que son necesarias, pero ahora mismo tengo la cabeza en otro lado, lo que hace que tantas preguntas me mareen y no capte del todo.
Le colocaron un nebulizador, medicamentos a través de un suero, y ella ahí, con sus ojos cerrados, y yo, sin saber qué hacer o si va a salir viva de esto.
No soporto verla de esta forma cuando todo se puede solucionar, si pudiera solicitar que le extirpen el pulmón causante de todo, sin su permiso, todo estaría bien, podría tal vez vivir más; pero sé que es un delito, y de mi parte estaría mal, pero es que no puedo estar sin ella, es algo injusto, me quedaría totalmente sola.
Los minutos para llegar al hospital, se sintieron como si fuesen horas. Desde que la ambulancia se estacionó, inmediatamente todos lo que estaban atendiendo a mamá, salieron despavoridos de ahí, llevándola a emergencias y yo detrás de ellos temblando como una gelatina, por los nervios.
Mientras que un doctor la atendía, decidieron llevarla a una habitación para tener más privacidad y silencio, lo cual me pone aún más los nervios de punta, porque todo lo que llegan a decir o sus acciones, solo me hacen pensar lo peor.
«Siento que voy a tener un colapso».
Al trasladarla a la habitación, me pidieron que me quedara afuera esperando, mientras le hacían análisis y demás.
Veo al doctor salir de la habitación, dirigiéndose a mí — ¿cómo está ella?
—Si hubieses durado más para traerla, ahora mismo estuviera en un coma — siento la sangre bajarme a los pies — por la falta de respiración, el sofoque la dejó inconsciente, por eso estaré en la obligación de medicarle más cosas, y que cada dos veces al día se nebulice, para calmar su respiración, y por lo tanto, sus pulmones, y evitar que esto pase de nuevo.
Me da miedo preguntar, pero tengo que hacerlo — ¿qué pasa si llega a sucederle de nuevo?
Él niega con la cabeza — si eso le llega a pasar de nuevo, no viviera para contarlo; y esto sucede porque al tener este paro repentino, tanto sus pulmones como su corazón, están muy débiles, y más aún sus pulmones, que son los enfermos en este caso.
—En dado caso de que se podría extirparle el pulmón afectado, ¿podría acabar eso con su enfermad?
—Sí, pero solo si es un solo pulmón, en el caso de tu madre, al tener unos años con este cáncer, sin extirpación, lamentablemente el pulmón sano se fue afectando poco a poco, y ahora los dos están enfermos, así que por más que hagamos, morirá de todos modos; solo es cuestión de tiempo y de esperar el final.
Las piernas me tiemblan, me mareo, haciéndome sentar de nuevo en el sillón.
El doctor me pone su mano en el hombro — lo siento mucho, pero hay que intentar ser fuertes, por más que la vida te pegue, demostrar que a ti nada te va a detener; lo único que puede hacerlo, es la muerte, mientras tanto, solo lucha como guerrera.
Las lágrimas empiezan a salir, solo dejándome asentir a las palabras del doctor, procesando todo lo que me dijo.
Entiendo que sus palabras fueron sinceras, son consejos que se te quedan grabados en la mente, pero por más que sea cierto, no logro imaginarme una vida sin ella, es que no puedo hacerlo, ella es todo lo que tengo, es la única que me da su amor totalmente sincero, la única que va a cuidarme sin mentiras. Le tengo miedo a quedarme sin su amor, a quedarme totalmente sola.
Han pasado cuatro horas, son las 9:28 p.m. de la noche. No he podido ir a verla en ningún momento, ni siquiera de lejos, porque quieren tenerla en observación hasta el día de mañana.
El doctor me avisó que hace dos horas acaba de despertar, estaba preguntando mucho por mí, eso me hace sentir triste y a la vez feliz, de que a pesar de su nuevo problema ahora, siga preocupándose.
—Señorita Eider, le recomiendo que se vaya a su casa a descansar, su madre está en buenas manos, y sabe que no la podrá ver hasta mañana.
—Lo sé doctor Cooper, pero no quiero despegarme de ella, aunque no la pueda ver, ¿y si le pasa algo?
—No le va a pasar nada, no sea pesimista, la tenemos en observación y medicada, tenga fe y vaya a descansar, mañana por la mañana puede venir bien temprano si quiere.
Tardo unos segundos en responder, decidiéndome — está bien, le haré caso, me iré a mi casa, pero mañana a las 6:00 a.m. estaré aquí sin falta.
—Como usted quiera, estaremos esperándola.
—Dígale que la amo mucho, por favor.
—Está bien.
Me voy hacia la salida, con pesadez de dejarla sola, pero en parte el doctor tiene razón, tengo que descansar, y quiero evitar de nuevo desmayarme por culpa de la falta de sueño, aunque no sé si logre dormirme.
Este hospital es grandísimo, tiene pasillos por doquier, muchos pisos que no me he atrevido a contar, de tantos que son; veo a familiares llorar, a pacientes en camillas, inconscientes y otros quejándose de dolor.
Al salir del hospital, siento el viento un poco caliente, ya que adentro estaba demasiado frío, por suerte ahora a menudo llevo puesto abrigos, porque me hubiese dado hipotermia.
«Prefiero caminar un rato, antes de irme en un bus».
Mi estómago ruge un poco, pero lo ignoro, no es hora para comer. Me quedo caminando con lentitud, mirando algunos carros pasar por la carretera, árboles gigantes, bailando con el viento fuerte.
«Tranquilidad absoluta».
Paso por un parque, distrayéndome un momento, hasta que siento que me toman de los hombros.
—Hola, preciosa.
—¡No vuelvas a hacerme eso, estúpido! ¿qué haces solo, Isandro?
Él se ríe — estaba paseando por aquí, te vi de lejos, y quise acercarme, claro, de una forma especial.
—No te cansas de hacer bromas — ruedo los ojos — ¿cómo está Cecile?
—Pues está sobrellevando las cosas, como puede — se rasca la nuca — por cierto, ¿tú que haces paseando a esta hora como si no tuvieras dónde ir?
Suspiro con pesadez — a mamá le dio como un paro respiratorio esta tarde, se desmayó, tuve que llamar a emergencias, y ahora está en el hospital en observación hasta mañana.
—¿Qué? ¿está grave? Dime por favor que está bien a pesar de todo eso.
—Por suerte llegué a la casa a tiempo, cuando le estaba empezando todo, porque si hubiese llegado más tarde, ahora mismo estaría en un coma.
—Dios... Mami Eli es fuerte, ella no se va a dejar derrotar tan fácil — me sonríe — entonces, ¿te quedarás sola en la casa?
—Sí, el doctor me insistió con irme a descansar.
—Me alegro que te lo haya dicho, porque sé lo terca que eres — me da un beso en la mejilla — no quiero que te vayas sola a la casa, así que te voy a acompañar y luego me iré a la mía, de todos modos no tengo nada interesante que hacer en mi casa, Cecile no está allá.
—¿Dónde ella está? no me ha querido decir lo que le pasa, estoy siendo paciente con ella, pero me tiene muy preocupada la verdad.
Isandro suspira, viendo al frente — no es fácil para ella, me lo dijo a mí porque insistí mucho, solo deja que esté preparada para decirte a ti también — me sonríe — ella se fue donde nuestra tía Kaeth, no quería quedarse en la casa.
—Me siento mal por no darme cuenta antes de sus problemas, pero es que ella siempre tenía una actitud reluciente, siempre sonriendo sin demostrar nada, pero el vaso ya se derramó.
Duramos rato hablando mientras llegábamos a mi casa, hablar con Isandro me encanta, porque te entretienes con sus ocurrencias, pasas un momento cómodo. Tengo años conociéndolo, es como un hermano para mí, casi siempre estuvo conmigo en los malos y buenos momentos, defendiéndome, como también a Cecile.
Nos lleva tres años a las dos, cuando él estaba en la escuela, siempre estaba pegado a nosotras, no nos dejaba solas en el descanso, pero cuando se fue, nuestro descanso era muy aburrido, lo extrañábamos mucho; él está en la universidad, estudiando derecho, quiere ser un buen abogado, y yo confío en que así será.
Cuando llegamos a mi casa, nos despedimos, Isandro no quería dejarme sola, pero lo convencí de que no me iba a pasar nada. El único ruido que tiene la casa es el silencio total, mas la oscuridad que la acompaña.
«No me imagino yo sola en esta casa, hasta miedo da».
Subo a mi habitación para desvestirme y tomar un baño, que lo necesito más que nunca. Me siento los ojos pesados, tengo una sensación extraña, tal vez sea por el sueño y toda la angustia que pasé en un solo día.
Tomo un baño, durando una hora pegada al agua. Me pongo mi pijama de arcoíris, pero no sé si pueda dormir ahora, me siento los ojos pesados, sí, pero no tengo esa necesidad de dormirme, es extraño.
«Le escribiré a Cecile».
Muñequita♡
¿Cómo estás Cici? me encontré con Isandro mientras yo daba un paseo, y nos quedamos mucho rato hablando, me dijo que estás donde Kaeth, espero que la estés pasando mejor.
23:55 p. m.
Me quedo por un momento mirando al techo, pensando. No tengo el número de Jayden en mi celular, nunca se lo pedí, me gustaría saber algo de él, por lo menos para olvidarme de las cosas que me tienen estresada y sin ganas de nada.
Dejo el celular a un lado, dispuesta a dormirme ya, no puedo esperar más para hacerlo, tengo que estar lo más temprano en el hospital.
Pongo mi despertador a las 5:20 a. m.
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«No puedo creer que las horas pasaron tan rápido».
Me levanto como la luz de un rayo de la cama, me dirijo al baño haciendo todo rápido, me cambio con un jean, tenis y camiseta un poco larga de color negro, mas un abrigo abierto, para el frío del hospital.
Tomo una manzana de la cocina, para poder comer algo, en esta casa nunca faltará una manzana, mi consentida tiene una adicción con las manzanas rojas.
El camino al hospital se me hace largo, estoy nerviosa y lo peor es que no sé porqué. Corro donde está la habitación de mamá, cuando llego, veo la puerta abierta, provocando mi curiosidad para querer asomarme y aunque sea verla de lejos.
—¿Espiando, señorita Eider?
Me sobresalto, viendo al doctor Cooper detrás de mí — disculpe, vi la puerta abierta y quise asomarme a verla.
—Cuando los que están con ella se vayan, entonces podrás entrar.
Se me ilumina el rostro — ¡por fin!
El doctor palmea mi hombro, yéndose por el pasillo largo.
Me quedo sentada esperando en un lado, sin dejar de mover mi pierna derecha, de la ansiedad.
Veo a enfermeras irse de allí, una de ellas me mira sonriendo y me dice que entre.
Abro la puerta despacio, asomándome poco a poco, hasta que entro, viéndola llorar.
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¡Hola! Otro capítulo más, un poco estresante al principio.
Quiero dejar en claro algo, no sé de medicina, así que nadie se ofenda o crea que todo lo que se dijo es de verdad, porque lo cierto es que no sé si pase eso o no, solo es parte de la historia. Disfruten de la lectura ಥ⌣ಥ
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