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#Ocho.

Cerré la puerta tras de mí, sin colocar el seguro.

Dejé la mochila en el mueble y me dirigí a la cocina. Se estaba haciendo tarde y aún no había comido. Me decidí por preparar algo sencillo, pero sabroso.

Saque de manera rápida todas las cosas de la alacena. Todo lo que pudiera ser útil; los spaguettis y los condimentos, de la canasta de las verduras tomé los tomates y del refrigerador, el queso amarillo.

Del horno de la estufa saqué una cacerola -nunca se usaba el horno como era debido mas que en navidad- Y empecé a hervir los spaguettis.

Justo colocaba los tomates en la licuadora, cuando una ráfaga de viento entro en la casa, abriendo la puerta de manera brusca, y yo tenía a una mujer en la espalda, ella me aprisionaba con sus brazos con fuerza. Exclamé asustada por el repentino intruso. No podía moverme. Los tomates estaban regados en el suelo y de la sorpresa había hecho caer la licuqdora, que se rompió en pedazos apenas tocó el suelo.

Sentía mi corazón latir de manera tan rapida, que pensé que saldría de mi pecho.

- Tranquila, no te haré nada... sólo si te quedas quieta - casi podía jurar que estaba sonriendo con malicia. Pero eso no me tranquilizaba en absoluto.

¿Quién era ella? ¿Que hacía en mi casa? ¡¿Y por que interrumpió la preparación de mi cena?!

- Mira, ya está aquí.

¿Aquí? ¿Quién?

La respuesta llegó dos segundos después Charles estaba en la entrada de mi casa, su rostro estaba marcado por la sorpresa y también de miedo.

- Elizabeth... aléjate de ella - dijo, pero ése no era el tono de voz que solía escuchar.

- Éramos pareja, incluso cuando morí ¿Por que me haces esto?

- ¿A eso has venido? - le preguntó Charles, dando un paso hacia adelante - ¿A molestarme con tus estúpidos celos?

- Cuando desperté... te busqué, por que quería estar contigo ¿No he sido muy obvia?

Un segundo ¿Despertar? ¿Cuando murió? ... ¿Esta chica era un vampiro? Sentí como la sangre se iba de mi rostro. Sudé frío.

Miré a Charles, sin comprender que tenía que ver yo en todo esto.

- ¿Que quieres, Elizabeth? - dijo él, claramente molesto, observé como formaba puños sus manos. Sus nudillos se volvieron más blancos por la presión.

- Quiero volvamos a estar juntos... como lo prometiste.

- Y te recuerdo, que soy un buen mentiroso.

Lo siguiente ocurre menos de un parpadeo Charles había acercado a nosotras, sin ninguna delicadeza me tomó del brazo izquierdo y me empujó hacia el suelo, aplicó tal fuerza que me dejó sus dedos marcados. Dolía.

Continuó con Elizabeth quién al parecer no la había visto en ese estado ya que su rostro estaba marcado con la sorpresa vi terror en sus ojos. Charles hizo una mueca extraña con su boca mostrando sus dientes que ahora eran afilados y puntiagudos, yo retrocedí aún sentada en el suelo.

Él, sin previo aviso, le dio una patada en el estómago, que la hizo volar hasta la pared de la cocina. Por suerte, no había una barra ahí, si no ya la hubiera destrozado con el golpe... y ni como explicarle a mi padre ese desastre.

- Aléjate de aquí - siseó - No te lo repetiré dos veces.

La chica, aún en el suelo, emitió un sonido que pareció un sollozo, su pecho subía y bajaba de manera abrupta.

- ¿Por qué? - levantó el rostro, sin rastro alguno de lágrimas - Yo... yo solo...

- Elizabeth, lo hice una vez, puedo hacerlo otra sin ningún problema.

- ¿Que cosa? ¿Matarme? - se río con burla.

Yo retrocedí más. De pronto ya no quiero estar presente en casa, la cena puede esperar.

Él se dirigió hacia los estantes en la cocina, abrió y cerró las puertas, con extraña calma. Hasta que encontró lo que quería. De una pequeña caja sacó un objeto plateado, largo y afilado en punta. Un cuchillo.

Ahogué un grito.

- Tuviste tu oportunidad - dijo él - Me has llenado el buche de piedritas.

No lo pensó dos veces. En un parpadeo la había levantado del suelo con la mano libre en el cuello de ella y le clavó el cuchillo en el estómago.

Vi el rostro de ella, como la sorpresa se hacía presente. Bajó la vista hasta su estómago y sacudió la cabeza a ambos lados.

- Es probable que no mueras ahorita - dijo él - Pero si sentirás el dolor que te estoy causando.

Ella abrió su boca, intentando decir algo. Su mano se fue a la de Charles, la que sostenía el cuchillo e intentó quitarlo. Pero él aplicó fuerza.

Pequeñas gotas carmesí cayeron al suelo, haciendose polvo al contacto.

- D-duele... Duele ¡Duele! - gritó con desesperación - ¡Quítalo, quítalo!

Charles soltó el cuchillo, pero no lo retiró. Vi cómo ella misma con sus manos temblorosas lo sacaba de su estómago, la sangre manchando su blusa azul cielo.

- ¡Agh! - exclamó, el sonido metálico el cuchillo al caer al suelo.

Charles dio un paso hacia la la chica, claramente amenazante. Antes de que pudiera siquiera hacer otro movimiento, la puerta de la casa se abrió ¿En que momento se cerró? Miré hacia la entrada, mi papá estaba ahí.
Sentí el terror inundar mi cuerpo, no, no, no.
Una corriente de aire atravesó la cocina.

- ¿Ashly? - preguntó con preocupación - ¿Que...? ¿Que pasó?

Yo miré hacia Charles, pero él ya no estaba ahí, ni tampoco la chica. Se habían ido.

- ¿Que hace en el suelo? - él dio pasos hacia mí - Y por que... ¡La estufa!

¿La estufa? Lo vi correr hacia ella para quitarle la tapa a la cacerola y apagar el fuego de la parrilla. Al parecer el agua hirvió y se apagó.

- Ah, mira esto, los spaguettis se quemaron... y se pegaron en las paredes - hasta ese momento me percaté del olor a quemado.

Dejó la comida ahí y observó el desastre alrededor. Yo estaba en mi lugar, sin decir nada. Todavía estaba aturdida por lo que había sucedido.

- Ven, levántate - mi papá me dio una mano y me ayudó a ponerme de pie - Ashly ¿Que pasó aquí?

- Yo... - negué levemente con la cabeza - Yo...

- ¡Oh, Ashly! ¿Estás bien? - Charles entró corriendo por la puerta trasera, se veía preocupado, pero había algo que me dio mas miedo aún; Él ya no estaba enojado como hace cdos minutos.

- ¿Charles? ¿Que haces aquí? - mi padre estaba aún mas confundido - ¿Que pasó aquí?

- Oh, señor Hugo - Charles lo miró, aparentemente sorprendido por su presencia - Lamento mucho todo esto... Estábamos llegando a casa cuando escuchamos ruidos extraños, entré yo primero por su puesto, y vi a un hombre, un ladrón en la casa.

- ¿Un ladrón? Pero ¿Cómo?

- No se preocupe por eso, él corrió apenas nos vio, no sin antes aventarnos la licuadora, lo perseguí y a una cuadra estaba un par de policías. Se lo llevaron enseguida. No volverá por aquí - le explicó la mentira.

- Pero... ¿Y la pared? ¿Que suce-?... - Miró a Charles a los ojos y de pronto su rostro se volvió comprensivo - Oh, me alegro que el ladrón esté donde debe.

Espera ¿Cómo? ¿Que pasó con la pregunta sobre la pared?

- Así es, y lamento mucho los destrozos que causó, pero por suerte su hija está bien y a salvo.

- Oh, no te preocupues, una vida vale más que lo material.

- ¿Charles? - le pregunté, hablando por primera vez, saliendo de el sock -... vete.

Su expresión era de completo asombro.

- ¿Qué?

- Vete, por favor yo... necesito estar sola - no lo miré, permanecí con la vista en el suelo - Necesito... asimilar lo que vi.

Él soltó un suspiro, con clara molestia.

- Bien - se acercó, colocó su mano en mi hombro y me susurró al oído - Pero tú sabes lo que soy... y de lo que soy capaz de hacer.

Me tensé ante sus palabras. ¿Lo sabía? ¡Claro que lo sabía! La cosa esta en que jamás pensé verlo con mis propios ojos.

- Bueno, hasta luego señor Hugo - se despidió Charles y salió de la casa.

Mi padre lo observó cruzar la puerta, dedicándole una sonrisa, luego regresó su vista a mí.

- ¿Te preparo un té? ¿Quieres u café? - negó con la cabeza - Mejor algo dulce, para el susto - me llevó hasta el comedor y me hizo tomar asiento - ¿Que prefieres? ¿Chocolate con leche? ¿O...?

- Papá - le interrumpí - Será que me vaya a dormir.

El pensar en las bebidas me hizo recordar la sangre de Elizabeth cayendo el gotas al suelo, convirtiéndose en polvo en cuestión de segundos.

- ¿Estás segura? ¿No preferirías...?

- Papá de verdad... solo quiero irme a acostar - me giré a verlo y le di una sonrisa tranquilizadora.

- De acuerdo, adelante ve... yo me quedaré a limpiar - lo vi quitarse su bata antes de ir por la escoba y el recogedor.

Me fui hasta mi habitación y cerré la puerta con seguro. Miré alrededor buscando mi libreta. Como no estaba a simple vista decidí hacerlo por mi cuenta.

Removí las colchas de mi cama, importándome poco si caían al suelo o no, rebusqué bajo la almohada y en la mochila. Hasta que di con ella.

Saqué un lápiz, no de los que utilizaba para dibujar, y comencé a escribir en ella todo lo que había visto.

Charles me prohibió decirle a alguien sobre él, pero jamás mencionó algo acerca de escribirlo en papel.

Necesitaba desahogarme, contar lo que sucedía. Era un peso muy grande para mí, un secreto como ese que no podía decirle a nadie.
Quizás esto no sea de mucha ayuda, ya que no estoy recibiendo respuesta alguna, pero por lo menos plasmar lo que he visto era algo.

De todos modos nadie encontraría esta libreta, pues la guardaría debajo de la cama. Mi padre no suele revisar mi habitación, así que sería sencillo mantenerla oculta.

Esa noche no pude dormir.

La imagen de la chica en la pared, con el cuchillo clavado en su estómago presente en mi mente cada que cerraba los ojos. Incluso creía ver su rostro entre la penumbra de mi habitación. Lo poco que conseguía dormir no duraba, pues me despertaba sustada, con el corazón acelerado y sintiendo que alguien me miraba, lo que me obligaba a encender la luz de noche.

La pesadilla en mi sueño, la que se repetía una y otra vez, era donde estaba Elizabeth y su sangre saliendo de su estómago, sus gritos de dolor ante la herida, pero pronto la perspectiva cambiaba y era yo quién estaba en su lugar.

Charles mirándome deseando eliminar mi existencia. Con el odio plasmado en sus ojos.

-karimodelarosa.


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