V E I N T I U N O | M E N T I R A S 🎡
«Yo no era tan cruel como Zoe conmigo el otro día. Pero no iba a quedar ahí»
Rhett.
Al día siguiente de lo sucedido entre Rhett y Zoe, se encontraban todos juntos, disfrutando de una tarde en Los Ángeles, compartiendo sus experiencias en esa ciudad.
Pero cada uno parecía estar metido en sus propios problemas, en sus propios asuntos y apenas disfrutaban, pensando en otras cosas. Entre ellas, se encontraban Blue y Faith que, a pesar de ya hablar juntas, había algo en el aire que les impedía ser las amigas de antes. Bueno, más bien Faith, ya que a Blue siempre le había costado ser solo amiga de Faith.
La joven de cabello rizado llevaba días pensando que es lo que le estaba pasando con Blue. Quizás creía que era que solo echaba de menos a su amiga y quería pensar que era solo eso y no algo más. Quizás tenía miedo de lo que realmente podría ser, pero era tan nuevo ese sentimiento en la joven, que era incapaz de saber exactamente que pasaba.
Por el otro lado, Izan no dejaba de mirar el móvil, esperando que el chico de la conversación le respondiera los mensajes, ya que estaba bastante preocupado por él. Pero Zack no le respondía, ni siquiera se conectaba para ver los mensajes de Izan y eso lo preocupaba aún mucho más al joven pelirrojo, que esperaba tras la pantalla a que él le dijese algo.
Mientras, Rhett observaba como Zoe no dejaba de escribir en el móvil con rapidez, empezando a dudar que fuese la misma persona a la que siempre le respondiese. Dudaba incluso que fuese su jefe hablándole por mensajes y aquello, el tan solo pensar que la, o las personas que hubiesen tras ese teléfono, eran los causantes de hacer que Zoe se fuera siempre corriendo, era lo que lo tenía preocupado. No entendía nada y las pocas veces que la había visto salir a altas horas de la noche, se imaginaba que no era solo por su trabajo. Pero lo que se imaginaba le hacía preocuparse por aquella joven muchacha, la cual sus sentimientos por ella volvían a florecer.
Pero era algo que nadie, ni su mejor amigo, debían saber... Todavía.
Arrugando su frente, mirando a Zoe como sus cejas se juntaban a medida que escribía, le hacía rabiar por ver que ella misma se autodestruía y no confiaba en ellos para pedir ayuda, si la necesitaba. Y Rhett la conocía desde que eran niños y sabía muy bien cuando ella necesitaba ayuda y nunca la pedía.
A veces, nosotros necesitábamos un empujón para ello, para poder seguir adelante en la vida y pedir ayuda cuando fuera necesaria. Era el primer paso para seguir caminando, pero Zoe no la pedía, le costaba confiar, incluso a sus mejores amigos. Pero Zoe había vivido cosas tan desagradables, que la vida le enseñó a no confiar.
Izan levantó su mirada del móvil, guardándolo en el bolsillo y preguntando;
—¿Quedamos el viernes para ir a la noria? Hace tiempo que no vamos y es uno de mis lugares favoritos.
Rhett no dejaba de mirar como Zoe continuaba escribiendo y aquello lo hizo enfadar más por no saber en que líos se estaba metiendo. Y su preocupación iba en aumento a medida que los minutos pasaban.
—Me apunto —respondió la hermana de Izan con una sonrisa hermosa.
—Cuenten conmigo —concluyó Faith, sin dejar de mirar aquella sonrisa de Blue.
—Y yo —dijo Rhett.
Y todos miraron a Zoe, la cual dejó de mirar el móvil, observando a cada uno de sus amigos y, muy a su pesar, pensando en lo que tenía que hacer al día siguiente al mediodía, apenada dijo;
—Yo no podré, vayan ustedes y disfruten.
Aquello hizo enfadar a Rhett, que no se calló y fue aquel gran error que cometió. Así no ayudaba a que ella confiase en él. Pero él no podía ver mal a Zoe, no aguantaba verla así cuando se imaginaba que era alguien quien la estaba haciendo sentir así. Y quería ser su apoyo, ayudarla.
—Últimamente no puedes, Zoe. Deja el móvil y disfruta de la tarde.
Zoe se levantó de su asiento, avergonzada cada vez que tenía que dar una escusa y negó con la cabeza.
—Es algo importante. —Miró a Rhett, el cual arrugaba su frente al mirarla—. Lo siento, yo...
Rhett no dejó que acabase.
—Yo, yo, yo... —Se acercó a ella mientras todos sus amigos observaban a Rhett por lo que estaban a punto de presenciar—. ¿Qué pasa, Zoe? ¿Por qué siempre te escaqueas y cuentas mentiras? —Soltó aquella pregunta que ninguno se atrevía a hacerle a Zoe, porque no querían agobiarla y querían estar con ella y que Zoe se lo contase poco a poco.
Pero Rhett sabía que, si iban por ese camino, no la ayudarían a tiempo, si es que realmente estaba metida en verdaderos problemas y no quería que Zoe se destruyera. Quería darle la mano para ayudarla a salir de aquel agujero en el que estaba.
Todos sabían que zoe escondía algo, pero no se atrevía a decir por algún motivo.
—Yo no estoy diciendo mentiras, Rhett —mintió, avergonzada por tener que hacerle eso a sus amigos, a su familia.
Trató de aguantar las lágrimas, pero no dejaba de pensar en marcharse de allí.
—Si, lo haces ahora mismo.
Zoe, apretando la mandíbula, dijo;
—Déjame en paz, Rhett.
—No hasta que nos cuentes que ocurre contigo que tan preocupados nos tienes desde hace mucho tiempo —continuó Rhett.
Ese no era el camino a seguir y Rhett, en el fondo, lo sabía. Pero estaba tan enfadado, tan preocupado por aquella joven, por las cosas en las que ella pudiera estar metida, que no se percataba que estaba haciendo las cosas mal en ese momento.
Y sus amigos trataron de advertirle, sobre todo Faith.
Sabían que Zoe les mentía, pero no estaban enfadados con ella. Tampoco podían agobiarla para que se lo dijeran, por ese motivo Faith tuvo aquella conversación con ella hacía varios días en la playa.
Si alguien no se dejaba ayudar, poco podía hacerse. Pero tampoco se ayudaba metiéndote en medio del camino de esa persona y obligarla a que te lo dijera y más delante de todos tus amigos.
Todos lo sabían, incluso Rhett, pero estaba tan ciego en ese momento, tan temeroso de que estuviese en algo grave, que no supo medir sus palabras.
—Rhett no sigas por ahí —advirtió Faith.
Izan trató de hablar con Rhett, pero él estaba nervioso, angustiado por ella, que negó con la cabeza.
—Ojalá pudiera quedar con ustedes, pero no puedo dejar el trabajo es lo... —Se calló ante la atenta mirada de todos.
Zoe miró Rhett, el cual el enfado se esfumó, supo que cometió un grave error y se acercó a ella, con cuidado para preguntarle;
—¿Qué pasa, Zoe? —cuestionó Rhett, asustado.
Pero ella dejó de hablar de ese tema.
—Gente, tengo que irme. Lo siento.
Faith trató de hablar con Zoe, pero ya Zoe se estaba marchando con rapidez y, por mucho que tratasen de hablar con ella, necesitaba irse a su casa para estar sola consigo misma.
Aprovechando que su edificio, el cual lo compartía con Rhett, estaba cerca y solo debía de caminar unos minutos para llegar.
Todos prefirieron darle tiempo a Zoe y tanto Faith como Blue, hablarían con ella al día siguiente cuando las cosas se calmasen. Pero el único que no la dejó fue Rhett, que la siguió, dispuesto a pedirle perdón.
Ya, solos en la calle, ella se giró al escuchar pasos detrás suya y, al ver a Rhett a sus espaldas, a varios metros de ella, gritó;
—¡Deja de seguirme Rhett!
Él corrió tras ella y se puso delante de la joven, ya en la puerta de entrada al edificio de ambos.
Rhett la miró a los ojos y dijo;
—Lo siento... Siento el numerito que acabo de hacer... Solo... —susurró con la voz temblando—. Por favor, de tan solo pensar en la de cosas que puedes estar metida, en la de problemas que podrías tener y vértelo en la mirada... El miedo que me dan cada una de ella es terrorífica.
Zoe arrugó su frente, al ver los ojos tan dulces de Rhett, el cual no dejaba de mirarla. Y Zoe sabía que estaba preocupado por ella, pero Zoe no podía decirle lo que pasaba... Si lo hacía, ninguno de ellos querría estar a su lado, sobre todo Rhett. Se avergonzaba de ello, de tan solo pensar si algún día se lo dijese.
—Por favor, Rhett... No te preocupes por mí —susurró, abriendo la puerta del edificio y subiendo las escaleras con rapidez.
Rhett, en ese momento, sintió algo en su pecho que reconoció al instante y empezaba a sentir nerviosismo en su estómago. Apretó la mandíbula, esta vez dispuesto a demostrarle que estaba ahí para ella y dejando de lado la estupidez de ser enemigos, porque no lo eran y ambos lo sabían ya.
—Zoe, por favor —suplicó mientras subía con ella.
Al llegar al piso de ambos, la discusión seguía entre ellos. Tanto que la vecina de en frente se asomó a la mirilla de la puerta para ver el nuevo episodio de los vecinos/amantes. Parecía un culebrón, el cual a muchos les gustaría quedarse mirando para que ver es lo que pasaría a continuación, a pesar de que no fuese la mejor serie del mundo. Pero el ser humano era chismoso de nacimiento y era lógico que la vecina estuviese tras la puerta, observando aquellos 2 amantes que sabían que estaban enamorados, aunque lo negasen.
—No te metas en mi vida, Rhett —contestó Zoe, angustiada por eso y rápidamente, después de decirle aquello, se sintió mal, mirándolo y diciéndole. —Lo siento... No quería decírtelo así. Pero, Rhett... De verdad, déjalo estar.
Zoe, peleándose porque no encontraba las llaves en su bolso y Rhett, el cual la observaba de una manera diferente y la vecina del otro lado del pasillo podía ver los hermosos ojos que Rhett le estaba dedicando a esa chica y el cual se veía enamorado de ella.
Rhett continuó al ver que ella no encontraba sus llaves.
—Ayer estuviste conmigo cuando más lo necesitaba. Eso es lo que quiero que entiendas. Que puedo estar para ti cuando me necesites.
Zoe, cansada, se giró y lo miró a los ojos.
—¡No Rhett! ¡No es eso! —gritó.
Sus ojos se clavaron en los marrones de ese joven y algo hubo entre ellos que desearon más de lo que se estaban entregando. Mucho más y sin duda, si alguna vez fueron enemigos, fue por lo que ocurrió en el pasado, pero ahora la relación de ambos había subido varios niveles y eran, sin lugar a dudas, algo más.
Rhett no se lo tomó en cuenta, no le importó que ella le gritase porque sabía que no estaba pasando un buen momento y, encima, él la estaba agobiando. Rhett lo sabía y quería parar, pero solo quería demostrarle que estaba ahí para ella.
Pero, dejó de hablar de ese tema, solo dejó todo eso para centrarse en la chica que estaba frente a él y respiró profundamente mientras seguía observándola.
Se entristeció al ver que ella no podía contarle lo que ocurría y sabía que en parte era por su culpa, por no hablar con ella sobre lo que pasó entre ellos. Por no atreverse a volverle a decir que estuvo enamorado de ella y que lo seguía estando de esa chica, incluso hasta más fuerte que antes. Pero el miedo a ser rechazado, otra vez, podía con él.
—Ojalá algún día pudieras contar conmigo... Ojalá algún día pudieras contarme que es lo que ocurre... —susurró. —Porque sea lo que sea, no voy a juzgarte, Zoe.
Zoe silenció, mirando hacia el suelo y Rhett, preocupado, dejó de hablar.
Se giró, tras echarle una última mirada a Zoe y caminó hacia su piso, abriendo la puerta mientras que Zoe lo observaba por cada gesto que él hacía.
Y entonces, notando como la soledad empezaba a comerla por dentro, miró a ese chico, sintiendo algo en su estómago cada vez que estaba a su lado y caminó hacia él, sin dejar ni un solo centímetro de espacio cuando su cuerpo se pegó al de ese joven.
La cama los llamaba y la vecina disfrutaba como nunca de esas vistas tras la intimidad de su piso.
La joven Zoe estampó sus labios sobre los de Rhett, mientras que él la tomaba de la cintura, dejando que las piernas de ella rodearan la cintura estrecha de él y, cerrando la puerta de su piso para quedarse a solas en aquel diminuto sitio. Rhett la llevó a la cama, colocándola sobre la misma y sin dejar de besarla, disfrutando cada momento de ella, cada segundo de su lado, de una forma u otra y quería más, mucho más de ella por cada momento que compartían.
El joven se separó de ella, mirándola a los ojos tan azules de la muchacha y susurrando;
—Cada vez que vamos a hablar de ti, terminamos sin ropa... Y realmente quiero hablar contigo, Zoe. No lo camufles con sexo, por favor.
Zoe se entristeció por ello y tenía razón. Pero él debía entender que no quería hablar de ello y si él no quería sexo, no lo obligaba. Ambos lo hacían porque les apetecía, libremente y Rhett era consciente de que ella, desde el principio, le dijo que solo sería sexo, no una relación amorosa. Él aceptó las consecuencias de jugar cerca del fuego y Zoe era puro fuego.
—Hoy no, Rhett... Solo déjame disfrutar de esta noche contigo... Y si no quieres, solo tienes que decírmelo —murmuró, tragando saliva y mirando a ese joven, el cual se acomodaba entre las piernas de ella.
Rhett quería eso y más. Sabía que si seguía ahí se acabaría quemándose, pero no le importaba. Quizás porque no era consciente de que podría salir malherido, pero en el fondo tenía la esperanza de que, esa vez, sería diferente y que Zoe podría sentir algo por él.
—Pero confía en mí algún día... Solo te pido eso, Zoe —susurró, acariciando con su nariz la nariz de la joven, consiguiendo que ella cerrase los ojos al sentir aquel cariño de él.
La joven asintió, costándole bastante y Rhett analizó la mirada de la joven, para luego comer la boca de ella con gusto, disfrutando mutuamente. Deseando más y más.
El suelo del piso de Rhett terminó llena de ropa, con 2 amantes desnudos sobre aquella cama, besándose, queriendo ir a más sin importar lo demás. Como las pieles de ellos se rozaban y el sonido de los gemidos de ella, como los gruñidos de él por cada gesto que hacía Zoe moviendo su pelvis para pedirle que entrase en ella, era lo único que se escuchaba.
Y a Zoe le fascinaba escuchar como ese hombre que estaba sobre ella gruñera y la culpable fuese ella misma.
—Te gusta hacerme sufrir, rubia... —susurró Rhett, notando como ella seguía moviéndose, frotando su intimidad en el miembro erecto de él y necesito mucho autocontrol para no entrar en ella con rapidez.
—A ti también, vecino... Pero no me quejo.
Rhett la miró, con una sonrisa traviesa y susurró;
—Eso ya lo veremos, nena.
Se alejó unos segundos de ella, mientras abría el cajón de su mesita de noche y sacaba un pequeño objeto de Zoe, un lazo que ella solía utilizar para hacerse una coleta y que, la otra noche, se había dejado en la casa de su vecino.
Él se lo mostró, colocando el extreño del lazo sin hacer sobre la piel desnuda de Zoe, consiguiendo que los pezones de ella se erizaran. Comenzó a bajar lentamente por su cuello, sin apenas rozarla demasiado, pero suficiente para hacerla suspirar y retorcerse. Bajó, llegando a sus pechos redondos y que pedían a gritos atención y colocó su boca en uno de sus pezones, succionándolo con ganas, no ayudando a Zoe y demostrando que él quería que ella se quejase.
—Ayer te dejaste esto —susurró cuando se alejó de los pechos de ella y le mostró aquel lazo.
Aquella joven lo miró y arrugó las cejas, sin comprender porque le estaba diciendo eso ahora, cuando estaban a punto de empezar con sus juegos.
—Déjamelo después —respondió.
Pero Rhett negó con la cabeza, y todavía tenía en mente la venganza de lo que ocurrió en la lavandería.
—No... Quiero utilizarlo para mi placer. —Se acercó al oído de ella y susurró. —Aún queda pendiente lo de la lavandería.
Zoe entreabrió los labios y él, sin dejar que ella lo asimilase, levantó sus manos y las colocó sobre la cabecera de la cama de él. Amarró sus muñecas y no la dejó moverse, dejándola inmovilizada desde ese momento y sonriendo Rhett por la de cosas que tenía en mente para conseguir que ella le devolviese lo de la otra vez. Pero jamás pensó Zoe que es lo que él tenía en mente y eso era lo que la excitaba aún más.
Rhett empezó a besarla por todos lados. Empezando desde las mejillas, bajando por su cuello y dejando un buen chupetón que vería al día siguiente, notando aquella piel tan delicada y bajando por sus pechos y su ombligo. Zoe no paraba de susurrar cosas sin sentido por cada beso prohibido de Rhett.
Hasta que la joven dijo;
—¿Vas a dejarme a mí a medias entonces?
Rhett levantó la cabeza, al cual estaba entre los muslos de ella y, mirando la perfecta imagen que tenía de ella, con sus manos sobre su cabeza, amarrada y con las piernas abierta, sonrió y dijo;
—No soy tan cruel, rubia. —Colocó sus manos en las caderas de ella y continuó. —Voy a hacerte sufrir, sudar y hacerte gritar. Que te oigan todos los vecinos hasta que llegues al final y me des mi regalo.
Rhett se relamió los labios, mirando el rostro de excitada que tenía Zoe y, aprovechando que ella lo miraba, esperando que los labios de él se colocasen sobre su sexo, él hizo algo que no se esperaba.
La giró, colocándola a cuatro y, teniendo unas vistas perfectas del trasero redondo de ella, dijo;
—Espero ser el primero en esto, nena.
Y Zoe abrió los ojos por completo al notar la boca de Rhett justo en esa zona.
El joven comenzó a besarla en esa zona íntima mientras que ella apenas podía moverse y los gemidos de ella se hicieron notar en aquel cuarto, en voz alta mientras que Rhett disfrutaba de la apertura de ella.
Rhett empezó a mover con la punta de su lengua, hacia arriba y hacia abajo, justo encima de su apertura y empezó a lamerla como el mejor helado del sabor de Zoe que hubiese existido. Y mientras él seguía haciéndole maravillas a la joven, Zoe estaba disfrutando de ese momento a la vez que notaba como Rhett la torturaba de una forma placentera.
La joven dio un respingo del placer al notar la lengua de él dándole pequeños toquecitos. Y eso no la ayudaba para nada a que Zoe tratase de aguantar algo más de tiempo, pero Rhett tenía más planes para ambos, muchos más de los que ella creía, aprovechando esa posición al máximo.
Rhett levantó su rostro, tomando un condón de su mesita y, tras colocárselo con algo de desespero, se apoderó de las caderas de ella y, preparado, susurró;
—¿Preparada, rubia?
Zoe movió su cabeza, a pesar de que no podía verlo desde esa posición, con sus manos atadas al cabezal de la cama y su trasero en pompa mientras estaba más que lista para recibirlo.
—No me hagas esperar más, Rhett.
En una embestida rápida, entró dentro de ella y comenzaron a hacerlo en ese mismo momento, en esa misma posición que, para ambos, les fascinó.
Por cada embestida de él, por cada movimiento de caderas tan magistral y habilidoso que Rhett hacía, Zoe le pedía más y Rhett se lo daba con gusto. Las gotas de sudor comenzaban a resbalar por sus pieles y las manos de Zoe se apretaban con mucha fuerza, despeinándose por completo a la vez por los movimientos rápidos de Rhett.
El joven agarraba las caderas de ella, tratando de sujetarla al ver como ella empezaba a caer por lo que le había hecho antes con su boca y Rhett colocó sus rodillas en el interior de las piernas de ella, para que tuviese un mejor acceso a su entrada.
—Rhett... —susurraba ella, consiguiendo que Rhett fuese más rápido por escuchar aquella voz tan sensual de ella al susurrar su nombre.
Y varias embestidas más, ambos llegaron al final, consiguiendo que Zoe se derrumbase en la cama de él, todavía con las muñecas amarradas y Rhett se colocó tras ella, besando la espalda desnuda de la joven, desatándola con cuidado.
Tomó las muñecas de ella y, con delicadeza, comenzó a masajearlas y acariciarlas con cariño después de aquella sección de sexo tan salvaje y placentera que habían tenido ambos.
Pocos minutos después, cuando Zoe se acostó de lado, mirando hacia la ventana y el hermoso cielo de Los Ángeles, notó como la cama se movía, sintiendo un cuerpo duro que se pegaba a su espalda, abrazándola por detrás.
Rhett comenzó a acariciar con una de sus manos la mejilla de ella, mientras que con su rostro besaba la cabeza de la rubia.
Aquello, aquel cariño que Rhett le estaba dando a ella, la hizo despistarse y sentirse de una forma diferente después del sexo. Algo que no había experimentado nunca y que, en ese momento, le fascinó experimentar.
La joven Zoe, mirando la ventana, susurró;
—¿Cómo puedes ser tan ardiente y minutos después ser tan dulce conmigo?
Rhett siguió acariciando la piel de ella, mientras la abrazaba y cubría con su cuerpo la espalda de ella.
Se sentía completo a su lado, se sentía feliz con ella en su cama, dejando que él la abrazara y preguntó;
—¿No te gusta que sea así?
Rhett dejó que ella se expresara y, cuando Zoe se tomó todo su tiempo, contestó;
—No estoy acostumbrada a que los hombres me traten tan bien como lo haces tu.
Aquella frase, el saber eso, hizo pensar que Zoe jamás había sentido el amor romántico, que no sabía ni siquiera como era y Rhett deseó poder demostrárselo.
Él la acarició con amor, besándola y protegiéndola con sus brazos.
—Pues tú mereces amor... Mucho amor, Zoe —susurró. —Si te ofrecen menos, olvídate de esa persona.
Y no supieron por cuanto tiempo se quedaron así, abrazados de aquella manera mientras la noche caía y ambos amantes se sentían muy unidos después de todo lo que había pasado esa tarde.
Zoe deseó estar con él para el resto de su vida, sintió que realmente podría amar a alguien, amarlo a él... Pero estaba triste porque sabía que le rompería el corazón a Rhett por su pasado, por su presente y quizás por su futuro. Y eso era lo último que quería. Deseaba que Rhett jamás se enamorase de ella para no hacerle sufrir, pero cuando sentía esas muestras de cariño que él le entregaba en cuerpo y alma, sabía que eso podía pasar y se sentía mal, sin saber que hacer, sin saber como compaginar todo lo que estaba sintiendo por ese hombre que la besaba mientras ella pensaba en sus miedos.
Y las cosas podían cambiar de un momento a otro.
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