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V E I N T I N U E V E | E N E M I S T A D 🎡

«No podía volver a pasarme... Pero estaba jugando con fuego y algún día debía de explotarme en las manos y ahora estaba solo y con un corazón difícil de reconstruir»

Rhett.

Habían pasado días y Rhett había hecho todo lo imposible para no tener que ver a Zoe. Eran vecinos y, a pesar de ello, había conseguido no toparse con ella en el pasillo. Necesitaba soledad y no tener que verse, ya era muy difícil para ese joven ver a esa chica de la que estaba completamente enamorado.

Y posiblemente iba a ser bastante complicado esta segunda vez.

Pero aquel día, ese mismo día, el cual en Los Ángeles estaba atardeciendo con aquel cielo naranja tan precioso, un joven Rhett salió de su piso despistado, perdido incluso, con su balón de baloncesto en sus manos. Cuando, justo en ese momento, Zoe llegaba de una quedada con Blue.

Ambos estaban en sus mundos, mirando hacia el suelo, cuando, por pocos centímetros, casi se chocan.

Se miraron por largos segundos, pero no se dijeron absolutamente nada. Solo Rhett, quien con la mirada se lo dijo casi todo, con algo de enemistad y negando con la cabeza.

Ella fue la que trató de hablar;

—Rhett, ¿podemos hablar?

Él, que había comenzado a caminar por aquel pasillo, mientras que en la tercera puerta que había en esa planta, la vecina que ambos compartían, observaba todo tratando de hacer le menor ruido posible para escuchar mejor.

—Ya lo hablamos todo la otra vez —susurró.

La vecina pensaba que esos 2 jóvenes eran bastante idiotas por no aceptar que se querían y terminasen juntos. Le daban ganas de salir y decírselo a la cara a ambos. Pero debían de darse de cuenta ellos. Alba, la vecina, que ya sabía el secreto de Zoe y sabía que, lo mejor era que ella se lo dijese a Rhett para que la comprendiese. Lo sabía porque la había escuchado decirlo por teléfono un día que fue a la tienda y se la encontró en la calle, hablando con otra chica. Ya sabía el chisme completo y, sin duda, jamás se imaginaba que ese fuese su secreto, pero a pesar de ello, nadie debía juzgarla, menos Rhett que se le veía de lejos que estaba completamente enamorado de esa muchacha.

Ella, al ver como se marchaba, bajaba sus hombros y negó con la cabeza, mordiéndose el labio inferior, enfadada consigo misma. Pero estaba vez iba a ser diferente a otras veces, y cuando lo vio con aquel balón de baloncesto y la hora que era, sabía exactamente a que cancha iba a ir a desahogarse.

Lo conocía tan bien que sabía que si, a esa hora, iba a practicar tiros, era porque estaba completamente mal y se entristeció la saber que era por su culpa.

🎡

Un joven comenzaba a practicar tiros desde la distancia, sintiéndose estúpido, incluso el hazmerreír de cualquiera, a pesar de que nadie sabía que la misma joven lo había rechazado 2 veces. De todas las posibles escenas, se imaginaba con mas intensidad esa, pero tenía la esperanza de que no ocurriese de tal forma.

No. No la odiaba, jamás lo haría, a pesar de lo enfadado que estaba en ese momento por no ser correspondido y tras estar tantos años enfadado con ella por ese mismo motivo.

Se sintió un idiota y, cuando los tiros no encajaban ni una, miró el cielo de Los Ángeles y dejó que el viento moviese su cabello oscuro, tratando de dejar de pensar en aquella joven rubia.

Pero no lo consiguió.

Sabía lo difícil que sería desenamorarse de ella y lo sabía muy bien. No lo consiguió la primera vez. Esta segunda iba a ser mucho más difícil.

Entonces, cuando fue a buscar su balón, solo en la cancha, se encontró a una joven rubia con su balón de baloncesto entre sus manos. Rhett sintió muchas cosas en su pecho, pero no le dijo nada, ni se movió ni un solo centímetro.

Y cuando ella dio varios pasos hacia ese joven de 24 años, Rhett suspiró, negando y le dijo;

—No deberías estar aquí, rubia.

Zoe apretó la mandíbula y susurró;

—Pensé que eras de los que les rompías el corazón a las mujeres —contestó, seriamente.

A veces, Zoe no sabía como comportarse con Rhett a pesar de conocerlo de años y Rhett la comprendía bastante a pesar de esos años. La comprendía tanto...

Pero Rhett no le gustó aquella frase y negó con la cabeza sin dejar de mirarla.

—Pues has juzgado muy mal. Y he sido yo quien ha terminado con el corazón roto... —susurró, para luego continuar. —Otra vez y por la misma persona.

Zoe levantó la mirada de aquel balón y miró a Rhett sorprendida por aquello último. Arrugó su frente, haciendo ver a Rhett que Zoe no sabía absolutamente nada de lo que había pasado entre ellos y, por esa reacción, comprendió que no mentía, que no era algo que ella quería olvidar. Sino que lo hacía de verdad.

—¿Cómo que otra vez? —cuestionó.

Rhett rio, cansado y contestó;

—¿Cómo uno no puede acordarse de haber rechazado a otra persona? —preguntó, esperando que Zoe dijese mentiras, pero Zoe ocultaba sus problemas, no cosas que habían pasado entre ellos—. Solo dímelo.

—No hay explicación para eso... Pero es la verdad... No sé porque todos estos años has estado enfadado conmigo, ¿cuándo te rechacé por segunda vez? —preguntó ella, esperando una respuesta de él—. Lo recordaría a la perfección.

Él negó con la cabeza, mordiéndose el labio inferior, cuando contestó;

—¿Así? Pues veo que no.

—Pues sí lo recordaría, Rhett —insistió ella.

A lo que él le preguntó;

—¿Por qué estás tan segura?

Ella le pasó el balón desde la distancia, acortó los metros que les separaban y, cuando estuvo lo suficientemente cerca de él, contestó seriamente;

—Porque, de ser así, la primera vez no te hubiese rechazado.

Él se calló y observó la mirada de ella, la cual decía la verdad. Pero él quería confirmarlo, a punto de darle algo nada más escucharla.

—¿Y por qué esta segunda sí?

Zoe dejó de mirarlo a los ojos y, cuando le dio la espalda para que no la mirase, susurró;

—Por mi trabajo, por mis problemas... Por mi falta de autoestima —confesó, tapándose su rostro con sus manos.

Rhett dejó que el balón cayera al suelo, rodando por la cancha y se acercó a ella, colocándose frente a la joven rubia y le retiró las manos de ella de su rostro. La vio completamente mal, a punto de derrumbarse por sus problemas y negó con la cabeza.

—¿Qué tanto misterio con tu trabajo, Zoe? Si tanto lo odias, déjalo.

Zoe negó con la cabeza.

—Podría hacerlo... Pero después no puedo pagar la universidad... Después no sería tan fácil dejarlo... Para eso tendría que cambiar muchas cosas.

—Zoe... Después de lo que sufriste en el pasado con aquellas personas crueles... Tu autoestima cayó y quiero que veas lo hermosa que eres, la increíble mujer que te has convertido... Pero si no te dejas ayudar... —Soltó todo el aire y luego la volvió a mirar para decirle. —Yo he ido a una psicóloga desde que me adoptaron, para aceptar lo que viví en mi infancia, para que las pesadillas no fuesen continuadas y, aunque a veces las tenga, me ayudó mucho... Nos viene bien ayuda médica muchas veces y si no quieres decirme nada, queda con esa mujer, si lo deseas, si quieres sentirse bien contigo misma.

Ella suspiró, sabiendo que Rhett tenía toda la razón del mundo. Pero quería hablarlo con él antes.

—Tienes toda la razón... Necesito ayuda... —susurró sintiéndose completamente llena por sus problemas, muy pesada por esas maletas.

Callaron varios minutos, cuando él le dijo;

—De no ser por tu trabajo, ¿me habrías rechazado también? —cuestionó Rhett.

Se quedó en silencio unos segundos, cuando respondió;

—Es mejor que no sepas la respuesta. Para eso necesitas saber de que trabajo y luego ya decides que quieres hacer... Pero eso conllevaría a perderte, a que me mires con asco y te vayas... Y prefiero ocultártelo.

Zoe terminar por llorar y él la abrazó con cariño, dándole apoyo y negando con la cabeza por ver lo que le habían hecho aquellos niños en su niñez, robándole su autoestima y viendo que ella no la había recuperado a pesar de sus 23 años.

Quería verla bien, quería que se mirase al espejo y se enamorase de sí misma, que se sacase fotos y se viese con cariño. No de esa manera que se veía ella misma. Rhett la conocía tanto... pero sabía que ella saldría adelante, que saldría de esos miedos si los superaba y él estaría a su lado.

Dejó de lado su enfado y empezó a ver que ella no estaba preparada para una relación por sus problemas y la comprendió.

—¿Cómo puedo demostrarte que no voy a dejarte por saber la verdad? ¿Qué puedo hacer para que veas que me quedaría a tu lado? —preguntó aquel joven enamorado de ella.

Zoe sorbió por la nariz y susurró;

—No lo sé...

Ellos silenciaron cuando él le expresó;

—Ahora mismo es cuando me doy de cuenta del enorme error que he cometido...

Ella lo escuchó, temerosa de lo que podría hablar.

—El haberte dejado de hablar, el haberme enemistado contigo... —susurró, hablando de aquel pasado de ambos—. Todos estos años perdidos siendo tu enemigo por mi culpa... Cuando era tan sencillo como sentarse a hablar y decírtelo a la cara —respondió con rabia consigo mismo por no haberlo hecho desde antes, para no perder aquel tiempo de ellos—. Pero todo por miedo. Y el miedo te nubla la vista y te gobierna.

Y entonces, Rhett se lo confesó, por fin.

—Me acuerdo de aquella semana a la perfección, todo lo que pasó... Incluso cuando me rechazaste. —Sin separarse de ella, la miró y susurró. —Estabas a punto de cumplir años, esperé a que tu salieras de la clase... Nos había pedido el profesor muchos deberes y tu tenías tanto que estudiar, que no lo hiciste todo. —Recordó aquel día como el inicio de aquella relación que habían tenido aquellos años—. Te dije que te copiases de mí, que no me importaba, todo para que no te echase la bronca, pero tu decías que te sentías mal si te copiabas y te entendí.

Calló varios segundos y acarició la mejilla de ella, limpiando algunas lágrimas que resbalaban por sus mejillas.

—En efecto, el profesor se enfadó y te llamó después de clase. —Negó con la cabeza, arrugando su frente—. No sé que pasó ahí dentro, pero sé que tardaste mucho y yo ya estaba nervioso para pedirte una cita... Una cita y recuerdo lo nervioso que estaba por ello. Pero al salir, te vi extraña, asustada y solo querías huir. —Entonces, Rhett cayó en la cuenta de lo inexperto que era, de lo idiota que era de adolescente, que cayó en la cuenta de algo que no se había percatado en aquella época—. Ahora lo recuerdo, pero en ese momento solo quería soltarlo, pedirte esa cita y saber si querías salir conmigo. Estaba tan inmerso en contártelo, que no me percaté y cuando te lo pedí, rápidamente me dijiste; "no, Rhett... Debo irme". Y no te volví a ver por días y, cuando te vi, te distanciaste de nosotros.

Entonces, como si se hubiese encendido un interruptor, Zoe lo recordó. Recordó aquel maldito día como uno de los peores días de su vida y no fue por Rhett, en lo absoluto.

—Ese día... —susurró ella.

Él asintió.

—Sí, ese día. Y estaba tan ciego que ahora es cuando me doy cuenta que no debí pedírtelo en ese momento por como te vi... Y te pido disculpas por ello.

Fue él quien le pidió perdón cuando se lo dijo, y por como la trató después.

En cambio, Zoe trataba de no pensar en ello, en aquel día en aquella aula sola con aquel profesor y negó con la cabeza, esperando no tener que pensarlo.

Y Rhett lo vio en su mirada y comenzó a preocuparse de lo que pasó en aquella clase.

—Lo importante es que lo estamos hablando, aclarando... No me pidas disculpas por algo que pasó hace años —susurró ella.

Pero él arrugó su frente, acariciando la espalda de ella, la cual empezaba a temblar nada más recordar aquello y Rhett cuestionó, en voz muy baja;

—¿Qué ocurrió en esa clase, Zoe?

Se sintió tan estúpido por no pensarlo antes, por no hablarlo antes con ella y hacerla sentir así todos esos años, sintiéndose peor por haberla dejado de lado cuando en realidad, más lo necesitaba.

—Algo malo —murmuró, no culpándolo por algo del pasado, por algo que ocurrió cuando era adolescente y cosa que, en esa edad, no pensábamos con claridad.

Ahora eran aquellos adultos que debían ser, hablando las cosas y aclarándolas.

Rhett se quedó estático por la respuesta de Zoe y ella vio el arrepentimiento de él en su mirada y lo estúpido que se sintió por haber sido un idiota.

Por eso, ella dijo, acariciando las mejillas de Rhett;

—Pasado, pasado es.

Rhett asintió y preguntó;

—¿Me hablarás de todo eso... algún día?

Zoe se relamió los labios y asintió, esperanzada.

—No dejes que esas maletas las sujetes tu sola... Déjame ayudarte —murmuró Rhett.

—Perdón por lo de la otra noche... Necesito hablar contigo de varias cosas antes de pasar a otro nivel.

Él la comprendió y le dio todo el tiempo posible. La volvió a abrazar y ella se lo agradeció.

Se quedaron por largo rato en aquella cancha, con el fondo de Los Ángeles y aquel cielo naranja hermoso que bañaba del mismo color sus pieles, ahora juntas.

El tiempo no fue un problema para ellos esa tarde. No lo fue para nada.

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