
V E I N T I C I N C O | D U C H A 🎡
«Ver que ella estaba a mi lado... Sentía que esta vez las cosas podrían cambiar para bien para ambos»
Rhett.
El sonido del agua cayendo en la piel de Izan era el único sonido que había en aquella ducha de la universidad.
El joven pelirrojo se encontraba solo, a las 2 de la tarde tras practicar deporte con su mejor amigo Rhett, el cual prefirió seguir practicando canastas solo para no tener que pensar en cierta rubia.
Izan sabía que había algo entre aquellos 2, no hacía falta ser cupido para enterarse de las cosas del amor. Y esos 2 habían cambiado la forma de tratarse, ya no parecían odiarse como antes, si es que alguna vez se "odiaron". Porque Izan sabía que Rhett fingía odiarla para parecer mucho más duro, pero las cosas realmente no eran así.
Estaba feliz por sus amigos y esperaba que todo cambiase para bien entre ambos y que se sentasen a hablar para solucionar sus problemas.
Dejó que el agua limpiase cualquier resto de sudor mientras se centraba en otra persona que lo tenía preocupado desde hacía varios días. Tocándose todo el cuerpo con el jabón. Mientras, un Zack bastante avergonzado cada vez que tenía que venir a ducharse en las duchas de la universidad, entraba con solo una toalla recorriendo su cintura, esperando y deseando que no hubiese otra persona ahí.
Siempre solía ir a esa hora para aprovechar, ya que no solía haber mucha gente a esa hora.
Pero ese día había una gran sorpresa y, cuando se metió dentro de las duchas y vio a aquel chico con el que había estado una noche y se había besado con él varias veces, hizo que su nerviosismo se incrementase.
Se quedó tiempo quieto, de pie a varios metros de Izan, viéndolo completamente desnudo y no pudo evitar recordar la escena que tuvieron ambos en la casa de Izan, más precisamente en la cama de él y tragó saliva, comenzando a notar cierto amigo moviéndose bajo la toalla.
Trató de girarse, sabiendo que lo había estado ignorando por muchas razones, la principal su padre.
No quería meterle en problemas, y menos que se preocupase por él después de todo lo que vivía en su casa. Ni siquiera podía imaginarse que descubriese lo que él sufría e Izan ya se preocupaba por él, más lo haría si supiera lo que vivía bajo el techo de su padre.
No podía, simplemente no quería meterlo a él también bajo ese techo terrorífico que Zack vivía. Prefería ser infeliz antes de que Izan sufriese lo mismo o descubriese que es lo que ocurría.
Trató de girarse, cuando Izan se giró al escuchar un ruido y, al verlo, su corazón se paralizó.
Se giró completamente y dijo alto y claro;
—Zack... No te vayas.
Zack apretó su toalla alrededor de su cintura, contó varios segundos, nervioso y se giró para volver a mirarlo, ahora cara a cara.
Trató de no bajar la mirada para verle completamente desnudo, pero a Izan parecía no importarle si era él.
Zack susurró;
—Hola, Izan.
Se veía completamente avergonzado, quizás por el lugar, estar completamente desnudos y haberle estado ignorando durante todos esos días.
Izan lo notó, podía escuchar en su voz lo nervioso que estaba, pero prefirió no decirle nada de su nerviosismo, porque se imaginaba que es lo que ocurría. En poco tiempo lo conocía tan bien...
—¿Por qué no respondes mis mensajes? —cuestionó angustiado—. Llevo días preocupado por ti.
Zack tragó saliva y negó con la cabeza. Con evasivas, trató de pasar ese tema.
—Lo nuestro no es posible.
Izan elevó la ceja mientras se acercaba a Zack.
—Si es posible si ambos queremos. Si es por una tercera persona que solo te mete ideas equivocadas en la cabeza, entonces es que temes las consecuencias que podría pasar si se enterase esa tercera persona —contestó Izan sin dejar de mirar los hermosos ojos de Zack.
Zack respiró profundamente y cambió la mirada para observar el suelo mojado de la ducha.
Negó varias veces y suspiró.
—Pueden ser muy negativas —susurró con la voz temblorosa.
Izan dio varios pasos más, completamente mojado y con esa piel brillante junto con el contraste de la luz del sol entrando en las duchas. Aquello hizo poner nervioso a Zack al tenerlo tan cerca, como él mismo deseaba, pero más cuando su estómago revoloteaba cada vez que pensaba en Izan. Y no ayudaba a tenerlo completamente desnudo.
Apretó más su toalla y se pegó a la pared, sin tener ninguna escapatoria.
Tragó costosamente.
Izan susurró;
—Sabes que puedes confiar en mí.
Zack negó con la cabeza, esperando que Izan jamás lo descubriese, por su bien, para que no se preocupase por él.
—No he parado de pensar en nosotros... —murmuró. —Y la de veces que he querido responderte los mensajes... —continuó con claridad—. Pero tengo miedo, Izan —confesó.
Izan asintió, silenciando unos segundos.
Dio esos últimos pasos que faltaban para acercarse a Zack y apoyó sus manos en la pared, en cada lado de los hombros de Zack, sin tocarlo, pero acercándose bastante a él.
Y, cuando sus rostros estuvieron a escasos centímetros de rozarse, Izan preguntó;
—¿Tienes miedo a que vuelva a verte desnudo?
Zack miró los labios entreabiertos de Izan y se relamió los labios, sin poder dejar de mirar esos labios que deseaba volver a sentir en su cuerpo.
Apretó más su mano sobre su toalla y murmuró;
—Sé como acabaremos si me quito la toalla, Izan.
El pelirrojo, que era un poco más alto que Zack, se acercó más todavía y, esta vez, pegando su nariz en la mejilla de Zack, consiguiendo que cerrase los ojos y soltase un poco el amarre de su toalla, que era lo único que se interponía entre ellos en ese momento, preguntó;
—¿Y hay algo de malo en ello, Zack? —Su voz grave hizo perder a Zack el control que tenía frente a ese chico.
Zack no respondió a la pregunta de Izan, y solo pudo observar los ojos de Izan, tan azules que parecían penetrar dentro de su alma.
Pasaron muchos minutos compartiendo esa mirada tan íntima, significando más, dando permiso para ir a más y con ambos hombres sintiéndose preparados para el siguiente nivel.
Izan pegó su cuerpo, dejando que Zack notase la desnudez de él y lo duro que se había puesto por él, consiguiendo que la toalla empezara a caerse por un lado del cuerpo de Zack.
Entonces, Izan se acercó, tomó la toalla de él de entre sus manos y, lentamente, viendo que Zack le daba permiso, comenzó a quitársela suavemente, sin ponerle el joven rubio ningún impedimento para que se lo retirase. Y aquella dichosa toalla acabó en el suelo mojado.
Izan apretó algo de la ducha para que empezara a salir el agua y que nadie escuchase los sonidos de ellos. Izan quería guardarse esos sonidos de Zack como aquella noche solo para él. Podría parecer egoísta, pero quería ser el único que lo escuchase mientras lo hacían.
Zack, sin poder esperar ni un segundo más, tomó el cuello de Izan y lo atrajo a él para besarlo, comiéndose la boca como solo ellos 2 sabían hacerlo juntos.
El agua empezó a mojarlo a ambos y cuando sintieron la desnudez del otro, completamente duro por esa persona, intensificaron aquel beso, sin poder dejar de lado ese frenesí.
Izan agarró las piernas de Zack y lo levantó, subiéndolo, pegando la espalda de ese joven a la pared y dejando que las piernas de Zack recorrieran sus caderas, rodeándolo para él solo. Y aquello hizo que la intensidad de ese beso fuese cada vez a más, sintiendo sus lenguas danzando, como sus cuerpos estaban completamente desnudos, resbaladizos por el agua, pero no les importaba.
Las manos de Izan se apretaban en el trasero de Zack, clavando sus dedos y deseando sentirlo más y más, mientras que Zack clavaba sus uñas en la espalda de Izan, dejándolo completamente marcado, poniendo más duro a Izan que les gustaba.
Los sonidos que hacían ambos no ayudaban a frenar lo que acababan de empezar y ninguno quería dejar de sentirse así, de poder hacerlo por segunda vez, aunque esta vez era para demostrar el amor que se tenían.
Pero Zack lo frenó, si quiera antes de que Izan empezara a enterrarse en él.
—Izan... Esto está mal —susurró, dejando de besarlo para mirar hacia otro lugar.
—¿Por qué? Tengo un condón en la mochila... No te preocupes por eso...
Zack negó con la cabeza e Izan lo comprendió.
—¿Por qué somos 2 hombres que queremos estar juntos? ¿Por eso? —cuestionó arrugando su frente, amando como amaba a ese chico que tenía entre sus brazos.
Zack tragó saliva costosamente y murmuró;
—Mi padre lo verá mal.
Izan negó con la cabeza, deseando confesarle lo que sentía a ese chico que lo abrazaba.
—Si no quieres que lo sepa, no se lo tienes que contar. Pero no vivas en una mentira. No salgas con alguien que no amas solo para contentar a tu padre. Solo te harás daño a ti y a esa persona.
Zack no respondió, y el silencio se hizo en esa ducha, solo con el sonido del agua cayendo entre ellos.
E Izan volvió a preguntar;
—¿Qué quieres, Zack?
Y Zack respondió;
—Quiero que me beses.
Izan volvió a estmpar sus labios sobre los de aquel joven, pero con la diferencia de que, cuando levantó su mano para colocarla sobre la espalda de Zack, este se quejó, consiguiendo que Izan parase rápidamente.
Zack se puso nervioso por eso y solo esperó que no viese lo que tenía en su espalda.
Izan lo miró unos segundos y luego lo bajó para dejar que Zack pusiera sus pies sobre el suelo, con cuidado de que no se resbalase. Se giró para poder mirarle la espalda y lo que vio hizo que su corazón dejase de latir por unos segundos, consiguiendo que su piel estuviese todavía más blanca de lo que ya era e Izan susurró;
—Zack... Estás... Lleno de moretones.
Zack se agachó frente a él, tomando su toalla y tapándose, a pesar de que dicha toalla estaba mojada.
Negó, avergonzado y contestó;
—No es nada.
Se fue a marchar, cuando Izan lo tomó de la mano.
—Esto lo es todo.
Zack clavó sus ojos sobre los de Izan y respondió;
—No me hagas preguntas que no quieras saber la respuesta —suplicó, esperando no tener que contárselo jamás.
Zack estaba dispuesto a irse, pero Izan no quería que se marchase, quería que se quedase a su lado, que siguieran con esa charla en su casa, donde él estaría a salvo. No quería dejarlo solo y menos que se fuese a esa casa donde habitaba una persona peligrosa.
—Zack, por favor... —rogó.
Zack negó, con el rostro asustado y lo dejó solo en aquella ducha, sintiéndose impotente por no poder hacer algo por ese chico que amaba... En un secreto a voces.
🎡
La joven Zoe acababa de llegar a su edificio después de una salida con su mejor amiga, la cual ella juraría que se encontraba extraña y que no parecía la Faith de siempre.
Zoe, sabiendo lo doloroso que era tener secretos y problemas, prefería no agobiarla, aunque le preguntó solo una vez y esa primera vez Faith dijo que estaba bien. Era mejor que fuese ella misma la que hablase cuando se sintiera cómoda. Sabía muy bien ese sentimiento y Zoe siempre estaría al lado de ella cuando lo necesitase.
Al subir las escaleras y buscar las llaves, las cuales no sabía como se perdían en su pequeño bolso, empezó a maldecir y voz baja en aquel pasillo. Cuando las encontró, escuchó algo que la preocupó. Mirando la hora de su reloj, que marcaban casi las 12 de la noche, se acercó a la puerta de Rhett y escuchó, con más claridad, unos sollozos que provenían de dentro.
Aquello la dejó completamente preocupada y, tomando las llaves que Rhett le había entregado de su piso en caso de emergencia, como ella le había entregado a él, abrió la puerta con rapidez y entró al piso de su vecino, el cual se encontraba en su cama, teniendo una terrible pesadilla.
Zoe cerró la puerta, encendió la luz de la mesita de noche y se sentó en la cama, tratando de despertarlo de aquella terrible pesadilla que estaba teniendo.
Rhett, que estaba completamente empapado en sudor y las lágrimas que caían por sus mejillas hasta la almohada, no paraba de moverse, diciendo cosas incoherentes que Zoe no comprendía.
La joven lo llamó por su nombre varias veces, hasta que consiguió llevarlo a la realidad, despertándolo y viendo como las pupilas de Rhett estaban completamente dilatadas y sus ojos llenos de miedo y tristeza.
Él la miró por largos segundos, mientras que ella lo acariciaba en la mejilla con dulzura, esperando a alguna reacción de él.
Parecía ido, como si todavía estuviese en aquella pesadilla y mirase alrededor de su piso en busca de algo o de alguien. Cuando volvió a mirar a Zoe, la gratitud en su mirada se hizo notar.
—Ya pasó, Rhett... —susurró la joven, esperando a que él se relajase después de la terrible pesadilla.
Sin que Rhett se lo pidiera, ella se acercó a él y lo abrazó con amor, acariciando el cabello revuelto de él, pasando su mano por la espalda ancha del joven y susurrándole que era una pesadilla.
Cuando Rhett, el cual la compañía de Zoe lo ayudó mucho, consiguió despejarse un poco, a pesar de que todavía estuviese asustado, preguntó;
—¿Llevas mucho aquí?
Zoe se alejó unos centímetros de él y susurró;
—Hace unos minutos. Estaba entrando en mi piso cuando te escuché gritando. Entré con la llave que me entregaste de emergencia —contestó.
Y Rhett agradeció haberles hecho caso a sus padres para entregarle la llave a Zoe, a pesar de que, al principio, cuando se habían mudado ahí, estaba en contra de ello por el rencor que le había tenido a Zoe tras su rechazo.
Rhett no sabía como darle las gracias, ni siquiera sabía como agradecerle todo lo que estaba haciendo por él desde hacía semanas, por no hablar de todos esos años.
Y susurró;
—Gracias...
Zoe sonrió con dulzura, cuando preguntó;
—¿Necesitas algo? ¿Quieres que te prepare algo?
Rhett negó, cuando toda su vergüenza hacia solo esa chica dejó de existir para pedirle solo una cosa.
—Quédate conmigo... Por favor —suplicó.
Ella lo besó en la frente, echando hacia atrás el cabello negro de Rhett y, sin decirle nada, se quedó a su lado, abrazándolo y dejando que Rhett colocase su cabeza sobre el pecho de ella.
El joven, al principio tenía miedo de cerrar los ojos, pero las caricias que hacían las pequeñas manos de Zoe sobre su espalda, lo ayudaron a tranquilizarse, haciendo que se sintiese a salvo entre los brazos de aquella joven rubia. Y quiso estar entre esos brazos para siempre.
Y cuando cerró los ojos no volvió a tener pesadillas esa noche.
Zoe se quedó con él toda la noche, abrazados en la cama de Rhett y sumergidos en su propia burbuja.
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