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T R E I N T A Y U N O | Q U É D A T E 🎡


«Ver aquello me hirvió la sangre y deseé llevármela lejos y no verla de esa forma»

Rhett.

Comenzaba a oscurecerse en Los Ángeles y las personas comenzaban a salir del trabajo, otros de las clases y otros, simplemente, disfrutaban de como en la ciudad comenzaba a caer la noche para vivir aquel momento.

Mientras, en una cancha, se encontraban jugando al baloncesto Izan y Rhett, el cual, este último, parecía bastante distraído. Y no era para menos, después de haberse confesado ante la chica de la que llevaba enamorado desde hacía años y después de hablar con ella sobre porqué se había comportado como un idiota todos esos años. Todo en una semana.

Aunque no lo creyésemos, eso era complicado y para Rhett, el cual es sentía diferente a otros días, se le notaba en su rostro.

E Izan, que era su mejor amigo, lo podía notar.

—Te veo distante, Rhett. ¿Qué te pasa en el mundo del amor? —preguntó.

Rhett, recogiendo el balón, el cual había fallado sus últimos intentos de canasta y, cuando se giró para mirarlo, elevó la ceja por lo rápido que podía pillarlo Izan.

Suspiró y se acercó a él para pasarle el balón.

—Que me tiene manía... Eso es lo que pasa.

Izan empezó a botar el balón y luego lo lanzó, encestando desde la zona de triple.

—¿Qué pasó con Zoe?

Rhett, el cual no dejó de mirarlo, respondió;

—Empiezo a pensar que eres brujo.

Izan sonrió, pensando en lo que su hermana le había dicho el día anterior.

—Si, mi hermana también me lo ha dicho...

Izan esperó pacientemente hasta que Rhett decidió contestar;

—Le confesé, por segunda vez, que estoy enamorado de ella.

Izan, sorprendido por aquello, se puso serio para poder hablar con su amigo, el cual sabía que necesitaba su apoyo, más que otras veces.

Por el rostro que Rhett ponía y lo serio que estaba, era más que obvio que Zoe lo había rechazado. Y en el fondo, Izan comprendía a Zoe, ya que es una mujer bastante cerrada, llena de problemas y estaba más que seguro que no estaba pasando por un buen momento. No era el momento, aunque, por el otro lado, también comprendía a Rhett y él mismo le había dicho a aquel chico que estaba enamorado de esa joven rubia, que se lo confesara y no tardase más.

No era fácil e Izan se ponía en el lugar de ellos.

Por lo que contestó;

—Y te rechazó.

Rhett no tardó mucho en sacar su ironía a la luz.

—Deberías crear tu propio negocio de adivino, seguro que tendrías clientes.

Izan, aunque en el fondo le hacía gracia esa broma, no quería quitarle importancia al asunto con Zoe. Ya que sabía que, para su mejor amigo, era un tema muy importante. Por lo que, serio, susurró;

—Rhett, ¿fue así?

El joven de cabello oscuro asintió y trató de encestar desde lejos, pero volvió a salir el balón fuera del aro.

—Si... Y se fue.

—Por eso te enfadaste con ella el otro día. —Entrelazó Izan todas las cosas.

Rhett lo miró, completamente agotado por el ejercicio y se puso delante de su amigo.

—Si, pero cuando creí que volvería a enfadarme con ella... —Tomó unos segundos antes de decir. —Me sorprendió la conversación que tuvimos días después. Se lo dije todo, Izan. Le hablé porque he sido un estúpido.

Izan lo miró, feliz de que por fin lo hablase con ella y preguntó;

—¿Y ella que te dijo?

Rhett se mordió el labio inferior inconscientemente y respondió;

—No te lo puedo contar. Tampoco lo sé, pero no fue nada bueno y a ella le afectó. Y si me lo cuenta un día, sobre todo, lo que está viviendo a día de hoy, le guardaría el secreto.

Izan sonrió.

—Estás más que enamorado de ella.

Rhett sonrió y quiso ir a verla.

—Pero es tan... cerrada.

Izan no pudo evitar en pensar en Zack y en lo cerrado que era, en la de problemas que él mismo se guardaba dentro para no hacer daño a nadie, para no preocupar a nadie ni, mucho menos, ser le centro de atención. Y contarle tus problemas a una persona no debía significar nada de eso, solo que necesitabas desahogarte y que alguien ayudase a sujetar todas esas maletas que uno llevaba encima.

—Cuando es una persona muy cerrada y termina confiando en ti, cuando se abre a ti, sabes que es porque eres una persona importante para ella... Y cuando llega ese día... Es el mejor maldito día —contestó con una sonrisa en la cara, sabiendo que, aunque Zack fuese cerrado, había pequeñas cosas que le había dicho, muy pocas, pero poco a poco, le iba contando como se sentía—. Que alguien confíe en ti y tú confíes en esa persona es la cosa más hermosa que existe.

Rhett asintió, sabiendo que tenía razón e Izan le preguntó;

—¿Qué es lo que quieres, Rhett?

Rhett no tardó en responder;

—La quiero a ella... Solo la amaré a ella...

—Pues ya sabes que tienes que hacer. Estate a su lado y dale tiempo. Ella ya se abrirá a ti, estoy seguro de ello.

Rhett se sintió feliz por ello y deseó irse a su edificio para poder verla, pero también quería darle tiempo. Que viese que estaba para ella cuando lo necesitase. Le daría todo el tiempo que necesitase.

—¿Cuánto por la consulta? —bromeó Rhett.

—Gilipollas —contestó Izan riéndose con su mejor amigo.

Y volvieron a jugar al baloncesto después de desahogarse Rhett con Izan.

🎡

Un joven, algo sudado por el deporte que acababa de hacer, caminaba solo por las calles de Los Ángeles para llegar a su edificio.

Estaba pensativo, con su balón nuevo entre apoyado entre su brazo y su cadera. Estaba ilusionado, aunque no lo admitiese, solo porque había dado un gran paso con Zoe y ella estaba dando pequeños pasitos hasta llegar hacia él. Sabía que le iba a costar, que Zoe no se iba a abrir con él tan fácilmente, pero con el espacio que él le iba a dar siempre y su apoyo, Zoe algún día se abriría.

Así que, sin quererlo, sonrió por ver como esa chica, poco a poco, daba pasos hacia él.

Con esa sonrisa, observó como había un sitio glamuroso lleno de personas bien vestidas entorpeciendo su paso. Muchas de ellas lo miraban mal por como estaba vestido y por lo sudado que estaba de hacer deporte. Rhett trató de ignorarlos a todos, cuando lo que vio en ese sitio lo dejó helado.

Una joven y hermosa rubia, salió de un coche elegante y negro junto a un hombre mucho más mayor de ella, como de unos 45 años. Ella, tan hermosa como siempre, estaba mucho más espectacular que nunca, con un vestido de gala y con un maquillaje bastante suave, pero que le quedaba como anillo al dedo. Pero cuando Rhett vio como ella colocaba su mano bajo el brazo del hombre, su enfado comenzó a incrementarse.

Se quedó observando a aquella muchacha de 23 años, mirándola desde esa distancia, con su ropa de deporte y sudoroso, mientras que ella estaba perfectamente.

Al verla, su miedo por lo que sospechaba, se estaba haciendo real, pero quería las explicaciones de ella.

—¿Zoe?

La joven, al escuchar la voz de Rhett, se alarmó y, al girar su cabeza, vio a esa joven del que estaba enamorada a varios metros, entre aquella multitud que lo miraba mal por su vestimenta. Zoe comenzó a sentirse mal y notó como la sangre se había congelado en su organismo. Se disculpó del hombre que acompañaría aquella noche a esa gala y se acercó a Rhett, comenzando a temblar sus manos por ver como el hombre que amaba la miraba de aquella manera.

Como ella temía todo ese tiempo.

—Rhett, esto... —susurró sin saber como hablarlo. —Debo explicártelo... Por esto no he querido contártelo.

Pero Rhett estaba ciego al ver aquello y, aunque ya la hubiese visto saliendo con otros hombres mayores, aquella noche, después de todos los pasos que habían dado ambos, algo fue diferente y Rhett negó con la cabeza.

—¿Qué haces con ese hombre? ¿Te obliga a hacer algo? —cuestionó, queriendo creer que la estaban obligando.

Pero ella, al mirar a aquel hombre de 45 años que los miraba de lejos, esperando pacientemente por Zoe, ella negó con la cabeza.

—No, claro que no.

Pero Rhett empezó a perder los papeles por ver como, el amor de su vida, estaba con otro hombre mucho más mayor, creyendo que la estaba obligando a estar con él. Pero era mucho más complejo que eso. Mucho más.

—¡¿Es por ese estúpido?! —gritó, señalándolo.

Pero la mano de ella tomó la de él y, poco a poco, fue bajándolo para que no lo señalara.

Y, con una mirada llena de tristeza, le suplicó;

—Aquí no, Rhett...

Rhett comenzó a hiperventilar mientras veía como la gente los miraba, pero a Zoe le daba igual eso en ese momento. Y Rhett comenzó a bajar la voz, pero la sorpresa en él era muy evidente y la forma de expresarlo más todavía.

—Joder, Zoe... No sé que cojones haces, porque sales con hombres mayores, pero ese hombre tiene el doble que tú... —susurró y, al final, comenzó a elevar la voz nuevamente—. ¡Joder, Zoe!

Ella negó con la cabeza, sintiéndose sucia por hacer eso, por estar saliendo con hombres mayores que ella y miró los ojos de Rhett, el cual la empezaba a mirar con dolor, tristeza.

Pero Zoe estaba empezando a enfadarse por como estaba hablando delante de la gente, la cual ninguno de ellos sabía de que trabajaba, solo el hombre que acompañaba esa noche.

Por eso, le advirtió;

—Rhett, por favor... Vete. Hablaremos mañana.

Entonces, Rhett vio lo enfadada que estaba y no quería que volviese a dar pasos hacia atrás por la escena que él mismo estaba montando delante de todos. Por lo que negó con la cabeza y trató de relajarse, como podía, aunque costaba más.

Y susurró;

—No sé en que andas metida, pero quiero que sepas que si me necesitas, solo tienes que hablar conmigo.

Zoe tragó saliva y no respondió a aquello último. Quería explicárselo tranquilamente, cuando las cosas estuviesen más frías. En la soledad de su piso, a su lado y sin que nadie los mirase. Solo con él.

Y no era el momento de hablaro ahí, porque, quizás, fue algo fría al decírselo, cosa que Rhett creyó que había hecho que ella diese varios pasos atrás. Pero no era así y es que ella trataba de decirle que no era el momento.

—Adiós, Rhett.

Ella se giró, pero Rhett la tomó de la mano y la hizo girar y, con sus ojos completamente brillantes por el momento, susurró, suplicando;

—No te vayas con él, por favor. Quédate conmigo... —murmuró con una voz completamente diferente a otras veces, y continuó. —Vamos a casa.

Zoe no lo negó. Quería irse con él, a su lado y pasar la noche abrazada a Rhett, sin hace nada más. Solo abrazados y en silencio y Rhett lo vio en sus ojos que ella también lo deseaba.

Pero Zoe debía hacer un trabajo, por lo que le respondió;

—Quiero, Rhett... Pero ahora no puedo... Déjame explicártelo mañana, por favor.

Soltó su mano de la de él y volvió a marcharse, esta vez, consiguiendo alejarse de él, aunque a Zoe le dolió así tanto como a Rhett. Y él se quedó solo, viendo como entraba en aquel lugar elegante y con gente lleno de dinero y del brazo de un hombre mucho más mayor que ella.

—Zoe... —susurró.

Y se quedó solo ahí, esperando que ella volviese a por él. Pero Zoe no lo hizo, aunque lo deseaba con todas sus fuerzas.

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