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T R E I N T A Y T R É S | A V E R G O N Z A D A 🎡

«No quería que jamás se avergonzara de nada, por muy malo que fuera»

Rhett.

Los rayos solares y el olor a Rhett que desprendía de la almohada, hizo que una joven y hermosa rubia, despertara.

Parecía que, después de la tormenta, el sol había salido y se había puesto expresamente para aquella muchacha que estaba sola en aquella cama, lo suficientemente cómoda para moverse, pero en cuanto intentó hacer un movimiento, notó dolor en su cuerpo y recordó lo que había ocurrido la noche anterior.

Se avergonzó todavía más tras saber que Rhett conocía la verdad, que se lo había contado y no lo culparía si él la dejase de lado. Lo comprendería incluso. Pero cuando se movió y empezó a oler aquel olor tan agradable del desayuno, supo de quien se trataba.

Rhett se encontraba en la cocina, a escasos metros de su cama, donde había dejado dormir plácidamente a aquella hermosa joven de la que estaba enamorado y solo quería dejarla descansar tras lo que había vivido la noche anterior.

Zoe observó, desde su lejanía, como Rhett estaba concentrado en hacer el desayuno, como su entrecejo se arrugaba y deseaba poder pasar la yema de sus dedos para poder quitar aquella arruga que él mismo ponía. Le fascinaba mirarlo, aunque meses atrás trataba de mentir y decir que no era así. Se estaba engañando a sí misma y ahora empezaba a ser fiel a lo que sentía por ese chico, aunque siempre lo había sentido.

La joven observó como aquel muchacho llevaba uno de esos suéteres holgados sin mangas, el cual se le veía gran parte de su torso duro. Estaba haciendo el desayuno cuando la miró y ella, avergonzada, sintiendo la vergüenza por haberle contado la verdad, le esquivó la mirada.

Sus mejillas se tiñeron de rojo y deseó poder irse de ese piso para no tener que mirar los ojos de Rhett y ver como podría juzgarla, a pesar de que la noche anterior no lo hizo. Pero al día siguiente, después de la noche, podría tener las ideas más frescas y mirarla de otra manera. De nuevo, la baja autoestima de Zoe, jugaba una mala pasada.

Porque Rhett no la miraba de esa forma, juzgándola. La miraba enamorado y preocupado por esa joven.

Él se dio de cuenta, por lo que, cuando terminó el desayuno, se llevó la bandeja a la cama y, cuando la colocó entre los 2, indagó;

—Eh... ¿Por qué me evitas la mirada? —Rhett analizó la mirada de Zoe, la cual trató de mirarlo—. ¿Es por contarme la verdad?

Ella se mordió el labio, pero el pulgar de él hizo que no se hiciera daño a sí misma y, con suavidad, colocó su pulgar sobre el labio inferior de ella.

—Me avergüenza lo que he estado haciendo —confesó.

Un mechón dorado de Zoe se puso entre los ojos de la joven, por lo cual, Rhett, tomó ese mechón de pelo con delicadeza y se lo colocó tras la oreja con amor. Haciendo sentir especial a la joven.

—Zoe, algo que me enseñaron mis padres es que no me avergüence de las cosas que haya hecho. Tuviste tus motivos y si, me preocupa que trabajes de eso... —Silenció unos segundos para luego continuar. —Nunca sabes con quien te puedes encontrar tras la puerta... Pero no voy a dejarte, no voy a dejarte sola, mucho menos cuanto más me necesitas. Haría cualquier cosa por ti.

Él señaló el desayuno y Zoe no se lo negó.

Ambos desayunaron juntos, pero Zoe tenía una espinita que le molestaba desde hacía tiempo y ahora que Rhett sabía la verdad, quería decírselo, expresarse... Abrirse a él.

Se tomó su tiempo y él se lo entregó con gusto, cuando comenzó;

—Sé que tienes muchas preguntas que hacerme...

Rhett negó con la cabeza.

—No si tu no quieres hablar. Y hoy vas a quedarte aquí a descansar y denunciaremos a ese desgraciado —contestó.

Y entonces ella vio los puños de él completamente dañados por la paliza que le había dado a aquel hombre que fue su cliente.

Zoe se sintió mal y tomó las manos de él para mirar sus puños con tristeza. Los comenzó a acariciar con mucha delicadeza, hasta que acercó sus labios sobre aquellos puños y los beso con sumo cuidado. Aquello hizo ver a Rhett que estaba tan preocupada por él, como él lo estaba por ella al ver los golpes que aquel desgraciado le había propinado.

—Estoy bien, Zoe. Y lo volvería a repetir si te vieses en peligro.

Ella no dijo nada, pero cuando lo miró, deseó contarle todo. Se lo merecía después de estar con ella siempre, de demostrarle que estaba ahí a pesar de todo y que no la juzgaba. Y ella necesitaba sacarse todo lo que escondía o, al menos, una pequeña parte.

—¿Recuerdas la beca que obtuvimos?

Rhett arrugó la frente mientras asentía.

—Si. A ti por sacar muy buenas notas y a mi por una beca deportiva... ¿Por qué?

Ella retiró la mirada y junto sus manos, tímida ante ese hombre. Rhett no quería verla de esa manera, pero quería escucharla, darle tiempo, todo el que necesitara mientras la mañana comenzaba.

Y mientras él la miraba, ella buscó las palabras para contárselo todo.

—Por un fallo administrativo me retiraron la beca una vez en Los Ángeles. Y, todo por no decírselo a mis padres, por no hablar con ellos porque sé que ellos no tienen el suficiente dinero para pagar mis estudios en esta universidad... —susurró mientras comenzaba a mover sus dedos con mucho nerviosismo—. Hablé con una amiga que trabaja de esto hace 2 años. Me contó que le gustaba su trabajo, que ganaba bastante dinero y que solo debía ser una compañía, y a veces había sexo, si querías, pero siempre con protección y me dio el número de un hombre... —susurró aquello último con la boca pequeña.

Rhett suspiró, temiendo por aquello último.

—Zoe...

Rhett silenció, esperando la siguiente respuesta de ella, la cual tardó en llegar.

—Ese hombre me inició en esto, pero porque yo misma quise, para poder pagar mis estudios. Creía que no iba a estar tan mal y podría dejarlo cuando quisiera... Pero no era para mí y nunca lo ha sido... —susurró avergonzada—. El problema está en que no sé que hacer... No sé como dejarlo.

Habían mujeres que les fascinaba ese trabajo y ganaban lo suficiente para vivir de ello, pero a Zoe no le gustaba y se sentía mal por ello. Se sentía mal cada vez que debía que hacer un trabajo de esos, cada vez que les mentía a sus amigos para que no la juzgasen... Cada vez que se mentía a sí misma para poder pagarse una universidad bastante costosa y no hablarlo desde el principio.

Todo por no hablarlo antes.

—Buscaremos juntos una solución —susurró Rhett, tomando el mentón de ella para que lo mirase.

Y cuando lo hizo, pudo ver el dolor en ella.

—¿Y si no la hay? —cuestionó.

—¿Y si la hay? —respondió él—. No seas negativa contigo misma, Zoe. Pedir ayuda es de valientes.

Ambos se quedaron en silencio, mirándose y Rhett juró que, a pesar de todo, los ojos de Zoe comenzaban a brillar poco a poco, quizás por contar lo que la atormentaba cada día y noche.

Y solo quería estar con ella para conocerla a fondo, estar a su lado y dejar el pasado atrás para ir juntos hacia el futuro.

Y una preocupación comenzó a rondarle por su mente.

—Zoe.... ¿Te han agredido alguna vez sin contar lo de anoche?

Recordó la noche que la vio con marcas de mano en uno de sus antebrazos. Y ella, tragando en seco, contestó;

Ella traga y explicó;

—Una vez tuve una mala experiencia con uno de ellos, pero no me hizo nada. Me agarró el brazo y gracias a que pude hablar con él para que me dejase. Pero después de eso, me acompaña un amigo taxista a todos esos sitios. —Ella lo miró y susurró. —Mi trabajo es acompañar a hombres, me pagan para ir a reuniones, fiestas, para que no estén solos o no respondan preguntas. —Tragó saliva nerviosa y continuó. —Con todos no tengo sexo, si es lo que piensas. Muchas de esas veces no son así, incluso... Hay algunos que simplemente quieren hablar, porque no tienen a nadie o su pareja no los escucha y se sienten solos.

Y Rhett, conociéndola bien, susurró;

—Pero...

Ella lo miró, sabiendo lo bien que él la conocía a ella y continuó ella misma con esa respuesta.

—Pero no es el trabajo soñado para nadie. Los hombres no te tratan como una reina y lo peor es que no sé que hacer si lo dejo. Donde conseguiré el dinero para pagar mis 2 años que me quedan en la universidad...

Rhett negó con la cabeza y se acercó a ella, al ver que se estaba metiendo en una nube negra, difícil de salir. Pero cuando alguien te escuchaba, era luz.

—No vas a estar sola y vas a recibir toda la ayuda que necesites —musitó. —¿Por qué no lo hablas con tus padres?

—No, Rhett... Por muy abiertos de mente que sean, ¿te crees que mi padre no se va a enfadar por haber hecho esto por dinero? —preguntó mirándolo a los ojos.

Rhett soltó un fuerte suspiró, comprendiendo el miedo de ella, pero a la vez no quería verla hundida. Quería verla rebosante de energía, siendo ella misma, viéndola tener toda la autoestima que existiese y estando a su lado, tomándola de la mano cuando más ella lo necesitase. AL igual que ella estaba para él cuando la necesitaba.

—Tienes que hablar con ellos —contestó.

Ella negó, siguiendo en sus trece y habló;

—Tú tienes tu beca y tu madre es escritora, podría pagarte todas las carreras que quieras hacer en la universidad. Mis padres tienen buenos trabajos, pero no les pagan lo suficiente para poder pagar la universidad si no tengo beca.

—Hay que hablar, buscar una solución para tu beca —contestó Rhett—. Zoe, hablando con nosotros podríamos haberlo solucionado.

Ella comenzó a llorar, sin dejar aguantarlo, porque ya no lo podía aguantar más y asintió, dándole la razón a él.

—Pero soy así de cerrada, Rhett... No puedo cambiarme de la noche a la mañana.

Rhett negó con la cabeza, abrazándola y acunándola entre sus brazos, besando cada parte de su frente y susurró;

—Y no quiero que cambies, pero si que confíes un poco más en las personas que te rodean y que estarían dispuestas a ayudarte en lo que necesitases.

Zoe asintió, sabiendo que debía haberlo hecho antes. Pero lo que pasó, pasado era.

—Ojalá lo hubiese hablado antes, Rhett...

—Nunca es tarde. Ya lo estamos hablando, Zoe.

Ella lo abrazó con fuerza, aferrándose a él y se quedaron por largo rato así, sin decirse nada más, solo estando juntos, dejando que la mañana continuara mientras aquellos jóvenes amantes se quedaban juntos, viviendo aquel momento entre ellos.

🎡

El sonido de una cámara sacando fotos sonaba por aquel pequeño piso de hermanos, la cual solo se encontraba Blue frente a su ventana inmortalizando aquel atardecer de Los Ángeles.

Izan había salido para quedar con Zack, y ella solo se sentía en una nube oscura después de besar a Faith, quien tampoco le había dicho absolutamente nada de ese beso que habían compartido ambas. Porque a pesar de que solo una lo inició, la otra lo siguió.

Suspiró mientras miraba aquellas fotos que tanto le fascinaba sacar a Blue, frente aquella ventana en la soledad de su piso.

Pero el timbre sonó y Blue, al mirar la hora, se extrañó porque no podía ser su hermano, a no ser que se le hubiese olvidado las llaves.

Dejó la cámara sobre la mesa y llegó a la puerta para mirar por la mirilla, pero a quien vio la dejó completamente estática y no supo como reaccionar.

Se alejó medio metro de la puerta, observó todo su piso y luego cerró los ojos, para poder abrirle la puerta a aquella joven. Cuando lo hizo, su corazón comenzó a latir con fuerza, de la misma manera de cuando estabas enamorada de alguien y así se sentía Blue cada vez que Faith le devolvía la mirada, como en ese mismo momento.

Suspiró fuertemente y contestó;

—Izan no está.

Faith negó con la cabeza.

—No vengo por Izan, sino por ti.

Blue se quedó sin aire unos segundos. Sus manos empezaron a sudar como nunca, pero sabía que no debía ponerse así. Fácil pensarlo, pero no actuarlo.

—No vamos a hablar de lo del otro día —contestó seca—. Fue un error, no debí haberte besado y decirte lo que te dije. No de esa manera... —murmuró Blue, doliéndole bastante lo que le estaba diciendo.

Aunque para Blue fue una de las mejores experiencias de su vida. Pero al levantar la mirada para mirar a Faith, vio como los ojos de esa joven se entristecían por lo que la joven pelirroja estaba diciendo.

Entonces, Faith preguntó, afectada;

—¿Por qué dices eso?

Blue se relamió los labios, negando con la cabeza a la vez.

—¿Por qué crees? Llevo años así contigo, Faith. Y a ti te gustan solo los hombres, siempre lo has dicho y no sabes lo que me dolía oír la de cosas que hacías con todos esos hombres. Pero prefería ocultártelo antes que perderte como amiga, como ya lo he hecho... Y no quería perderte como amiga —murmuró triste.

Pero Faith negó mientras daba 2 pasos hacia Blue, la cual retrocedió, nerviosa.

—Y no quiero que seamos amigas, Blue.

Aquellas palabras le hicieron mucho más daño a Blue de lo que ella misma se imaginaba. Por lo que arrugó su frente y con el corazón completamente roto, susurró apenas con un hilo de voz;

—¿Y vienes aquí para decírmelo?

Faith asintió.

—Por teléfono esto no hubiese funcionado.

Faith cerró la puerta del piso y se acercó a Blue, tomándola del rostro y estampando sus labios sobre los de ella, ahora siendo ella quien iniciara aquel beso.

Blue jadeó, asombrada por lo que Faith había iniciado, y la joven pelirroja continuó con aquel tórrido beso que deslumbró aquel piso.

El estómago de ambas parecía que iba a estallar por todas las emociones que estaban sintiendo entre ellas, cuando se dirigieron hacia el sofá y Blue cayó sobre él, con Faith colocándose sobre ella, sin dejar de besarla como tanto deseaba desde hacía semanas.

Las manos de Blue se colocaron sobre la nuca de la bella joven que estaba sobre ella, mientras que Faith se colocaba cómodamente entre las piernas de Blue, sintiendo su calor corporal y deseando quedarse así con ella por el resto de su vida.

Blue, al llevar un simple pantalón de pijama hacía que los pantalones vaqueros de Faith, la cual empezaba a restregarse suavemente para escucharla gemir, sintiese completamente ese roce. Solo para verla, estimularla, para escucharla.

Y cuando notó que se empezaba a excitar por ver a esa joven que estaba debajo de ella de esa manera, preguntó, separando los labios de esa joven;

—¿Ahora entiendes porqué no hubiese funcionado? Quiero algo más contigo, Blue... —murmuró. —Y me porté como una idiota en la fiesta contigo, pero me fascinó ese beso y quiero repetirlo siempre que pueda contigo.

Faith paró de moverse, esperando una respuesta de Blue, quien comenzó a sentir sus mejillas arder por ese momento y, ahora de una manera más tierna, más dulce, Blue tomó el rostro de Faith, acunándolo con sus manos.

Faith quería que ella le dijera que sí y que comenzaran una relación en ese momento. Y, por unos segundos, temió que esa respuesta fuese negativa por parte de ella.

Pero Blue asintió con una sonrisa dulce y hermosa en su rostro, cosa que hizo enamorar más a Faith, quien volvió a estampar sus labios sobre los de ella con dulzura, besándose con amor.

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