
T R E I N T A Y S E I S | D E S A H O G A R S E 🎡
«Le ofrecí mi hombro, y siempre se lo ofrecería cuando más me necesitase. Para lo bueno como para lo malo»
Rhett.
Rhett no paraba de besar cada rincón del cuerpo desnudo de Zoe, empezando por su rostro, hasta ir bajando poco a poco por su cuello, llegar a los pechos voluminosos de aquella joven rubia y chuparlos como más deseaba. Consiguió que Zoe gimiera mientras esperaba desesperadamente que él entrase dentro de ella de una vez.
Pero Rhett tenía otros planes antes de llegar a esa parte.
Lamió y le dio toda la atención posible a aquellos pechos de la joven, los cuales sus pezones estaban erectos deseosos de sentir los labios de Rhett. Y cuando los sentía, la voz de Zoe no silenciaba ante la atención que le estaba dando aquel joven.
Su miembro erecto comenzó a restregarse sobre la desnudez del sexo de ella mientras sus labios succionaban los pezones de ella y eso hacía que Zoe sintiera un enorme placer, pero a la vez se sentía más desesperada por sentirlo dentro de ella.
Tanto fue así, que suplicó;
—Vamos, Rhett... No me hagas sufrir —gimió en voz alta, arqueándose por los movimientos de ese joven, que no dejaba de mover sus caderas para restregarse entre las piernas de esa muchacha.
Entonces, paró, para el enfado de Zoe que lo necesitaba con urgencia dentro de ella y él murmuró;
—Quiero tomarme mi tiempo en darte placer. —Se acercó a su rostro nuevamente, besando con delicadeza los labios de ella y acercó sus labios sobre el oído de Zoe, para vocear. —Esta noche es para ti, Zoe.
Zoe, al escuchar como la había llamado, notó como su corazón latía con más fuerza de lo habitual. Hasta que Rhett pegó sus labios sobre el cuello de ella, dejándole un chupetón que se vería al día siguiente y siguió bajando hasta llegar al estómago plano de ella y, desde su posición, notando lo caliente que estaba Zoe entre sus piernas, Rhett se tomó su tiempo para demostrarle que era una persona hermosa y que podría amar y que él le demostraría que la amaba en cada instante de esa tarde.
Mientras el sol caía en aquella tarde en Los Ángeles, Rhett besó las estrías del estómago de Zoe que se le habían quedado marcadas cuando bajó peso en su adolescencia, y que era motivo para no gustarle mucho que la gente la viese. Pero para Rhett solo era algo que todos teníamos o tendríamos en algún lado de nuestro cuerpo, como él mismo los tenía en la parte media de su espalda y amaba cada parte del cuerpo de esa chica. Sobre todo, lo que más amaba era la personalidad de Zoe, su forma de ser, los gestos que hacía.
Todo de ella.
Y cuando Zoe sintió los labios de ese joven sobre su estómago, por la zona de sus estrías, ella sonrió, feliz por tenerlo a su lado y acarició el cabello de él con amor.
Entonces, Rhett miró a Zoe, sonriendo maliciosamente y bajó poco a poco hasta llegar su cabeza entre las piernas de la muchacha y, sin dejar de mirarla desde esa posición, conectando visualmente ambos, colocó sus labios sobre el sexo de Zoe y comenzó a darle placer como tanto le gustaba a Zoe.
Ella suspiró en voz alta al sentir los labios de Rhett en su desnudez y, mordiéndose el labio, colocó su mano sobre la cabeza de él, para animarlo a que siguiera.
Zoe, al bajar la mirada, veía los movimientos que Rhett hacía de vez en cuando con su cabeza por mover la lengua como tan bien sabía hacer y eso la hacía calentarla más de lo que ya estaba. Y fue peor cuando las manos de Rhett ascendieron por el cuerpo desnudo de ella, llegando sus enormes manos, —que solían sujetar con una sola mano aquel balón de baloncesto—, hasta los pechos redondos de la joven, encajando a la perfección, pareciendo que estaban hechos el uno para el otro de lo perfecto que encajaban juntos.
Pero Zoe necesitaba sentirlo de una vez, necesitaba que fuesen uno en ese mismo momento. En otras ocasiones no le importaría hacer todo eso con él, pero esa tarde necesitaba tenerlo dentro de ella y tomarlo entre sus brazos para no soltarlo jamás.
—Rhett... —gimió ante las maravillas que hacía la lengua de ese hombre entre las piernas de Zoe—. Por favor, te necesito dentro de mí.
Y era cierto, porque Rhett también deseaba enterrarse en ella y decirle lo que la amaba sin hablar, solo con gestos.
Y ambos amantes necesitaban unirse con urgencia.
Por lo que Rhett, nada más escuchar la voz de súplica de aquella joven, que lo encendió más todavía, se alejó de ella, para luego tomarla, levantarla de la cama de él y llegar hacia la primera pared que encontraron, con la ventana cerca de ellos.
Los besos no tardaron en llegar, escuchándose por todo el piso los sonidos que solo ellos hacían.
Hasta que Rhett maldijo en voz alta al recordar algo.
—Joder, necesitamos un maldito condón y no tengo... —murmuró Rhett a escasos centímetros de entrar en ella.
El último lo había gastado con ella la última vez que lo habían hecho y después de eso solo habían discutido o distanciado, o descubierto verdades.
Rhett no quería separarse de ella, pero cuando lo fue a hacer, Zoe se agarró con fuerza, entrelazando sus piernas alrededor de las caderas de él. Lo tomó del cuello y susurró desesperada;
—Tomo la pastilla anticonceptiva desde hace tiempo... Pero si no quieres hacerlo así conmigo lo comprendo —susurró, refiriéndose a su trabajo.
Zoe siempre era perfeccionista en ello y jamás aceptaba un trabajo sin protección. Era importante y sobre todo para evitar cualquier enfermedad sexual. Estaba perfectamente en ese sentido, pero tampoco quería obligar a Rhett a hacerlo sin protección si él no quería, a pesar de que se protegiera también con las pastillas anticonceptivas.
Entonces, Rhett comprendió a que se refería y, arrugando su frente sin separarse de ella, susurró;
—Zoe, quiero hacerlo contigo de todas las formas posibles que existan.
Zoe tragó saliva y continuó;
—Rhett, yo solo quiero decirte que siempre me protejo con condón... Esta vez sería la primera vez...
Pero Rhett la frenó besándola, enlazando su lengua con la de ella y no dejando que acabase aquella frase. Solo quería estar a su lado y le daba igual lo que Zoe hubiese hecho con su cuerpo en el pasado. Para eso era su cuerpo y Rhett jamás la juzgaría por ello.
Cuando se separó de los labios dulces de la joven, contestó;
—No me tienes que decir nada de eso, Zoe. Eso ya no importa, a mi no me importa lo que hayas echo anteriormente... Yo solo te quiero a ti —susurró.
Zoe lo miró, feliz y sonrió, acercándose a los labios de él y besándolos nuevamente.
Y supo que, por la mirada de ella, le estaba dando permiso a comenzar lo que estaban a punto de continuar. Y, preparándose para lo que vendría, Rhett comenzó a entrar dentro de ella sin esa protección, sintiéndola por completo y notando como las paredes de ella se acomodaban a su tamaño, llenándola por completo.
Zoe gimió en voz alta, cerrando los ojos y elevando su cabeza, dejándole un hueco perfecto para Rhett, quien no dudó en poner sus labios sobre esa piel sedosa, succionando mientras entraba al completo dentro de ella.
Poco a poco Rhett empezó a moverse en el interior de ella, sujetando las piernas de ella y teniendo todo el acceso a su sexo, notándola completamente mojada y lubricada para él.
Rhett gruñía de una forma primitiva mientras entraba y salía de ella, sobre todo, cuando la escuchaba gemir de aquella manera que tanto le gustaba.
Sus cuerpos empezaban a ser resbaladizos por el sudor de sus pieles, pero Rhett la sujetaba y jamás la soltaría. El sol comenzaba a desaparecer y ambos seguían follando en aquel piso a solas, escuchándose los pequeños golpes que hacía la espalda de Zoe al chocar contra la pared mientras Rhett continuaba con su tortuoso movimiento.
—Más rápido, Rhett —suplicó en voz algo más alta de lo habitual con un tono de voz desesperado mientras continuaba gimiendo.
Se sentía llena por él y sus pechos chocaban por cada embestida de Rhett y el joven escuchó las suplicas de ella, yendo mucho más rápido y abriendo los ojos para poder mirarla a los ojos como se corría frente a él, siendo él el causante de ese orgasmo que empezaba a tocar las puertas de Zoe.
Y ese ansiado orgasmo no tardó en llegar, consiguiendo que Zoe explotara como nunca, en un largo orgasmo que podría escucharse desde fuera del piso y Rhett la siguió, corriéndose dentro de ella mientras decía el nombre de esa joven en voz alta.
Pararon, con Zoe desplomándose en el hombro de Rhett y él la llevó en brazos hasta su cama, acostándola allí mismo y besándola con dulzura en las heridas que todavía eran visibles de lo que aquel hombre le había hecho a ella.
Ambos se acostaron frente a frente, con Rhett tapando el cuerpo desnudo de Zoe y se miraron por largo rato, tratando de poder respirar con normalidad después de la magia que acababan de hacer juntos.
Los minutos fueron pasando y la noche empezó a caer en Los Ángeles y Rhett encendió la luz de su lámpara que tenía al lado de su cama para poder ver mejor el rostro hermoso y esos ojos ahora brillantes de Zoe.
Se veían enamorados, mucho más de lo que los dos habían admitido en su vida.
Entonces Zoe, cómoda a su lado, quiso decirle algo a Rhett, el cual la miraba completamente enamorado.
—Rhett... Quiero decirte algo.
Él se acercó a ella, colocando su brazo sobre la cadera de ella y, sin dejar de sonreír, murmuró;
—Dime, rubia.
Zoe sentía que se ahogaba en agua y necesitaba expresárselo, más ahora que parecían estar mucho más unidos que nunca.
Sabía que no era el momento perfecto, no después de lo que acababan de hacer, pero su pecho dolía y mucho, ya estaba doliendo más de lo habitual y confiaba en Rhett, mucho. Y se arrepentía de no haberlo hecho desde antes. De no haber confiado en sus padres antes como cuando era una niña, de no haber confiado en sus amigos... Comenzaba a ver las cosas de diferente manera ahora, pero no era tarde, jamás era tarde para entenderlo.
—Es sobre el día que dijiste que te rechacé... —Él la miró mientras ella se mordía el labio, nerviosa—. Yo... Bueno, perdóname, Rhett... No quiero estropear el momento.
—No estropeas nada, Zoe. Si necesitas contármelo, aquí me tienes —susurró él, colocando su mano sobre el cabello rubio y despeinado de la joven y comenzó a peinárselo como él sabía, aunque no lo hacía demasiado bien.
Pero para Zoe era perfecto, sobre todo, por el cariño que ese hombre le estaba dando.
—No tienes que contármelo si no estás preparada, Zoe —añadió él.
Y ella negó.
—Quiero decírtelo, pero va a costar.
Rhett asintió y, sin dejar de mirarla, murmuró;
—Tómate tu tiempo.
Juntos, en aquella cama y en esa noche, solo se miraban, con Rhett preparado para lo que iba a escuchar y Zoe lista para soltarlo.
Cada vez se sentía más ligera después de contarle a Rhett lo que había estado trabajando, pero no del todo porque sabía que todavía había que contárselo a sus padres y eso si que iba a ser difícil. Temía tan solo pensar la reacción de su padre, porque si, era un padre muy abierto de mente y que siempre te apoyaba, aunque eligieras decisiones malas... Pero eso... Lo que ella había estado trabajando... Ningún padre quería que su hija trabajase de ello.
Entonces, Zoe miró a Rhett y dijo;
—Ese día no hice los deberes y el profesor me dijo de quedarme en clase después de esa hora. Eso lo recuerdas... Pero... —Ella, nada más recordarlo, empezó a llorar, tapándose el rostro, dudosa de si escucharlo en voz alta—. Solo he deseado, después de eso, haberme copiado de ti para que no pasara lo que ocurrió allí.
Rhett, al imaginarse lo grave que debió ocurrir en esa clase, se pegó a ella y la abrazó, dejando que ella se acomodase en su pecho, enterrando su cabeza.
—Zoe...
—Lo siento.
—No sientas jamás por llorar. Jamás —contestó él sin separarse de ella.
Entonces, Zoe respiró fuertemente y susurró;
—Me quedé en clase después de esa hora y tu esperaste fuera. Sabía que me esperabas y deseaba irme contigo. Pero, ese hombre comenzó a decirme cosas obscenas en ese momento —inició, dejando fatal a Rhett por haber estado fuera de esa clase y no haber sabido nada de lo que había ocurrido—. Era tan inocente que ni me imaginaba la de cosas que me estaba diciendo, cuando comenzó a tocarme y me besó sin yo pedírselo. Sin que yo quisiera —dijo ella y sus lágrimas empezaron a descender hasta llegar a la piel de Rhett, cosa que a él no le importó y la siguió acariciando con amor, sin dejarla de lado nunca—. Lo empujé y me marché.
Rhett, asustado por saber todo eso, la abrazó más mientras peinaba el cabello dorado de ella con delicadeza.
Ella levantó la cabeza de su escondite y lo miró a los ojos, viendo la angustia de Rhett por saberlo ahora.
—Entonces, te vi, buscándome, sonriente y a la vez nervioso... Pero estaba tan ciega, agobiada por lo que acababa de pasarme... No paraba de sentir sus manos en cada parte de mi piel y solo quería irme. Encerrarme en mi cuarto y llorar sola el resto del día... —susurró. —Pero al chocar contigo, aguanté las lágrimas y estaba tan inmersa en esa escena repitiéndose en mi mente, en sus manos sintiéndolas todavía sobre mí y sus labios sobre los míos, que no te escuché... Simplemente, no pude escucharte.
Se veía completamente culpable y se Rhett se enfadó por conocer lo que era aquel profesor que, aunque jamás le había gustado, ahroa sabiendo lo que le había hecho a Zoe, lo odiaba más que nunca. Y. al verla así, tan indefensa y por la mala experiencia que había vivido siendo una adolescente, susurró;
—Ese cabrón... Joder, Zoe...
Colocó sus manos sobre las mejillas de ella, para limpiárselas de sus lágrimas, pero más lágrimas caían.
—Siento haberte hecho daño, responderte mal... Yo... —susurró, pero Rhett la frenó.
—Olvídate de eso. El idiota fui yo, solo yo, por comportarme como un crío... —contestó siendo sincero—. Te vi mal y voy y te pregunto si quieres salir conmigo, en vez de preguntarte si pasaba algo... La culpa es mía... Soy un idiota y lo he sido todos estos años contigo... —La abrazó con fuerza, sin soltarla, y dijo. —Perdóname, Zoe.
Ella lloró en su hombro por recordar lo que había pasado, hasta que Rhett susurró;
—Ese hombre no te va a volver a hacer nada... Te lo prometo. No sufras sola, Zoe... Déjame llevar tus maletas por ti.
Y esa noche, iba a ser un punto primordial para el futuro de su relación. Más ahora que Rhett conocía los secretos de Zoe e iba a ser su máximo confidente, siendo su gran apoyo, el que ella necesitaba para poder confiar en las personas que siempre estarían a su lado, en volver a ser la joven que era. En ser la Zoe que todos conocían, sin que nadie la cambiara, solo siendo feliz viviendo como deseara vivir.
Abrazados, se quedaron dormidos en esa cama, y preparándose para el futuro, fuese para lo bueno, como para lo malo, pero juntos.
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