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T R E I N T A Y O C H O | S E M I F I N A L 🎡

«Cuando la miré a los ojos, supe que estaba haciendo todo lo posible por cambiar su vida para mejor. Dispuesta a mejorarse para ser feliz. Y yo le daría mi mano para apoyarla en cada cambio de su vida lo eligiera ella o no»

Rhett.

La música de la cancha sonaba por completo en el lugar repleto de espectadores.

En algún lugar de Los Ángeles, se celebraba la semifinal de baloncesto de 2 de los mejores equipos universitarios del momento. Y uno de ellos era el equipo de la universidad de Rhett Denson, el cual era la estrella de ese equipo.

Todos sus amigos, sin excepción, se encontraban apoyando a ese joven, el cual calentaba en la mitad de la cancha con sus compañeros de equipo.

Zoe, la cual se encontraba al lado de Faith, sonrió al recordar las fotos que se habían sacado el día de su cumpleaños, sobre todo, siendo una de ellas su favorita, donde Rhett y ella aparecían juntos, los 2, con la noria de fondo.

Era la primera foto que se sacaban ambos solos después de tantos años de distancias y enemistad. Ahora todo había cambiado para bien, las cosas habían mejorado mucho entre ambos hasta tal punto de comenzar una relación, aunque Rhett esperaría al ritmo de Zoe.

Ambos habían hablado y confesado ciertas cosas de su pasado y gracias al poder de la palabra, su relación había dado un giro de 180 grados.

—Límpiate esa baba, nena —dijo Faith al ver a su amiga viendo la foto de Rhett y ella juntos.

Zoe negó con la cabeza, guardando la foto y miró a su mejor amiga.

—¿Cómo vas con Blue?

Habían pasado unos días después del cumpleaños de Zoe, y era primeros de junio. Ya faltaban días para acabar las clases y Zoe ya estaba buscando vuelo para quedarse ese verano en la casa de sus padres.

—La verdad es que muy bien. Solo llevamos pocos días juntas, pero muy bien. Me gusta estos días —contestó Faith sonriente.

Entonces, ambas chicas miraron a Izan, el cual besaba frente a todos a Zack, quien se encontraba en el banquillo para la semifinal.

Ambos habían comenzado una relación e Izan le había dado todo el tiempo necesario a Zack para poder sentirse cómodo y lo habían conseguido más rápido de lo esperado, tanto que ahora Zack no se sentía mal porque su padre lo supiera, sino todo lo contrario. Ahora que podía vivir su vida libremente, aunque con la ansiedad de poder ver a su madre, con la cual hablaba todos los días.

—Al que le va muy bien es a Izan y Zack —contestó Zoe, feliz por ambos chicos.

Faith abrazó a su mejor amiga con cariño, unidas como siempre lo habían estado, incluso hasta en los peores momentos de ambas. Estaban ahí para lo que fuera, sin distanciarse, sin que una pusiera muros, aunque le costasen hablar de las cosas.

Esa era la verdadera amistad. La que no te sustituía por otra por el motivo que fuera, sino la que se quedaba a tu lado en los buenos, pero, sobre todo, en los malos momentos.

Y ambas tenían la suerte de haber encontrado a esa mejor amiga.

El móvil de Zoe sonó y, al mirar la pantalla, su rostro se puso completamente serio al ver de quien se trataba.

Tragó costosamente saliva mientras se levantaba del asiento y se disculpaba con Faith.

—Debo contestar.

—Dale.

Rhett, quien observaba lo que ocurría desde la cancha, miró a Zoe como se iba y de pronto, temió porque ella se fuera, porque siguiera con ese trabajo que era completamente peligroso. Carraspeó mientras volvía a su entrenamiento, con su mente en otro sitio.

Ella, al salir al pasillo, más vacío de espectadores, dijo;

—Gregory... ¿Pasó algo?

Su antiguo jefe, el cual la ayudó a meterse como dama de compañía gracias a una amiga que trabajaba allí, sonaba tras el teléfono.

Zoe sabía que ya no era su jefe, por lo que podía dejar ese trabajo, aunque no tan rápido. Pero la llamada iba a ser mucho más difícil para Zoe de lo que ella misma creía.

—Me han dicho algunos clientes tuyos que lo dejas. ¿Es eso cierto? —Su voz fría y agrietada, retumbaba en los oídos de la joven rubia que se encontraba en aquel estadio.

Zoe, que miraba todo el lugar, en busca de ayuda, carraspeó y contestó;

—No tengo que darle explicaciones a nadie de lo que haga o deje de hacer. Yo dejé de trabajar para ti, ¿lo recuerdas?

Gregory sonrió y Zoe, conociéndolo bastante, sabía que estaba sonriendo por el tono de voz que ponía.

—No te olvides quien te ayudó cuando más lo necesitabas.

—Gregory, ya no eres mi jefe.

—Pero igualmente, de una forma u otra, los clientes son soberanos —respondió, haciendo que Zoe no lo comprendiese—. Sigues trabajando para mí, aunque no sea directamente. Aunque no quieras.

Zoe, sin poder encontrar ni una sola escapatoria, contestó;

—Lo voy a dejar te guste o no.

Silencio.

Aquel silencio lo odió por completo.

Nunca le había gustado ese hombre, sobre todo por la forma en la que trataba a las personas. Jamás se había acercado a él para nada, solo era una voz por teléfono y una ayuda cuando más lo necesitaba. Pero ese era el objetivo de él, cuanto más lo necesitases, mejor para su beneficio.

Por eso ella había decidido ir por su cuenta, a pesar de que no podía hacerlo del todo. Y eso era lo más complicado, por eso sabía que no era fácil dejar ese trabajo el día que quisiera hacerlo.

Y ahora lo estaba viendo por sus propios ojos.

—Lauper, eres libre de hacer lo que deseas... Ya no soy tu jefe, ¿no? —ironizó. —Pero luego no vengas llorando por las consecuencias.

Zoe se quedó completamente seria, mirando hacia algún punto del pasillo y escuchando aquella voz.

—¿Qué consecuencias, Gregory?

Dejó unos minutos de suspense, antes de contestarle a aquella joven.

—Las mujeres de compañía no quieren que los demás sepan que trabajan de eso... Y una universitaria como tú no va a ser menos.

Colgó, dejándola peor que nunca y arrepintiéndose de la decisión que había tomado por su bien.

Vio el teléfono y luego miró hacia las personas que caminaban por el pasillo, mirándola y continuando con sus vidas. Pero lo que para ella era el anonimato, de pronto de convirtió en una pesadilla, pensando que todas esas personas podrían juzgarla por haber trabajado de dama de compañía, tratándola mal y burlándose de ella por ello.

Asustada, se quedó unos segundos allí, hasta que escuchó como el partido estaba a punto de comenzar. Miró hacia todos lados y volvió a entrar al estadio, llegando hacia sus amigos que hablaban juntos y esperaban que su amiga se sentase con ellos.

Rhett, desde su posición, pudo ver como Zoe volvía, consiguiendo relajarse por eso mismo, por ver como volvía. Pero al ver el rostro de aquella joven, la mirada perdida de ella, hizo que se preocupara todavía más.

Pero cuando Zoe lo miró, le dedicó su mejor sonrisa, para que él no se preocupase por ella, sino por el partido que tenía lugar en pocos minutos.

Y Zoe sabía poner buenos rostros cuando no se encontraba bien, como esa noche en aquel estadio lleno de espectadores.

El partido comenzó y Rhett, sin duda, fue uno de los mejores jugadores de aquel partido. En las 2 primeras partes del mismo, el equipo de Rhett ganaba con creces, pero todo comenzó a torcerse cuando el otro equipo empezó a demostrar que estaban ahí para llegar a la final y poco a poco, fueron consiguiendo ir por delante del equipo local, perdiendo el partido el equipo de Rhett.

Al final del partido, un Rhett cansado, sudoroso y destrozado, caminaba por la cancha, pensativo y mirando hacia el suelo, habiendo deseado llegar a aquella final tan deseada y por la que tanto había luchado para llegar con su equipo. Pero ese no fue su año.

Pero Zoe no iba a dejarlo solo y bajó las gradas hasta llegar hacia él.

Rhett sonrió ante aquella joven y ella lo abrazó mientras sus amigos también se dirigían hacia ellos para animar a su amigo en aquel momento. Felicitándole por el partido tan bueno que había hecho, a pesar de que había perdido.

Ese apoyo lo agradeció por completo ese joven y se alegró de tener unos amigos tan increíbles como ellos.

Y le dio las gracias a Zoe por quedarse, a pesar de que no lo hubiese ganado. Se lo agradeció y la besó, consiguiendo que sus amigos empezaran a silbar y a pedirles que se fueran a un hotel, alegrándoles la noche.

🎡

Aquella noche, después del partido de baloncesto, Rhett y Zoe se encontraban en el mismo coche, el cual conducía Rhett y este, a pesar de estar algo desanimado por el partido, observaba a aquella joven que tenía a su lado y la cual estaba pensativa mirando la ventana.

Rhett amaba a esa joven, por no hablar de lo preocupado que se ponía cuando la veía así y ese era el rostro de cuando ella no estaba teniendo un buen día. Recordó entonces la llamada que había recibido y una parte de él creyó que debió de ser ese el desencadenante para que la joven rubia que estaba a su lado, se encontrase de esa forma.

Agarrando el volante con fuerza y sin dejar de mirar hacia la carretera, en aquella noche de Los Ángeles llena de luces, preguntó;

—¿Qué ocurre, Zoe?

Ella despertó de su mente, pudiendo salir de aquel bucle en el que estaba metida tras la llamada y, al mirarlo, supo que no era momento para decírselo, y menos después de que él perdiese el partido y tuviese otras preocupaciones en su mente.

No quería preocuparlo más, por lo que respondió, cerrándose en banda;

—Nada.

Él vio que se estaba cerrando y no quería verla de esa manera. Quería que confiara en él, que le contase las cosas que le preocupaban y las que la dejaban mal. Era Rhett, no alguien de la calle que la juzgaría sin más. Quería estar para ella cuando más lo necesitase y esa noche no era distinta a otras.

Al ver que se estaba metiendo en su cascarón, Rhett cambió de marcha y colocó su mano sobre la de ella, la cual no sabía donde mirar y sintió algo en su pecho al sentir el toque de Rhett sobre ella.

—No me ocultes nada, por favor... No nos ocultemos cosas nada más empezar.

Zoe asintió, pero lo cierto es que no quería traerle siempre malas noticias, más preocupaciones.

—Hoy no quiero destrozarte la noche. —Zoe hizo referencia al partido.

—Eso queda en segundo plano, Zoe.

Al mirarlo a los ojos, sabía que podía confiar en él, que iba a ser su máximo confidente y que no muchas personas podían contar con uno como ella contaba con Rhett.

Por lo que, dejando de lado su escondite, respiró profundamente y preguntó;

—¿Recuerdas que te hablé de un jefe que tuve antes de ir por mi cuenta en mi trabajo?

—Si.

Rhett tuvo que dejar de tocarla para volver a cambiar de marcha y luego volvió a colocar su mano sobre la de ella. Era una sensación perfecta, en aquella soledad de aquel coche y con esa sensación de ese amor.

—Recibí una llamada de él. Ya sabe por algunos clientes míos, que lo dejo... Y me ha dado una amenaza de que si lo dejo me expondrá.

Rhett apretó el volante como si le fuera la vida en ello. La volvió a mirar, preocupado por ello y luego decidió hacer algo completamente diferente a lo que Zoe creía que iba a decirle.

—Que lo haga. Lo hará igualmente, aunque decidas continuar con ese trabajo, Zoe. Ese hombre lo que quiere es hacerte la vida imposible.

Zoe, enfadada, lo miró y le contestó;

—¿Me lo dices en serio, Rhett? Si la universidad lo supiera... Es una universidad importante, costosa y con mucha reputación. Si supiera que uno de sus alumnos tiene un trabajo así, lo más probable es que me expulsarán.

Rhett la miró a los ojos y respondió;

—Entonces es una universidad que juzga a sus alumnos por lo que hacen fuera, Zoe. Pero eso no va a pasar.

Zoe negó con la cabeza, incrédula por lo que estaba escuchando de Rhett.

—Pero eso me da igual. Yo quiero estudiar aquí, quiero estar con ustedes y vivir estos años en Los Ángeles antes de empezar la vida adulta. Solo quedan 2 años...

Rhett tragó saliva y paró el coche en un aparcamiento para poder atenderla por completo. Y, cuando lo hizo, su mirada era completamente dulce

—Zoe, no siempre vamos a hacer lo que creemos. No te tienes que preocupar por esta universidad... Tu tienes una mente privilegiada y estoy seguro que cualquier universidad te aceptará, pero eso no va a pasar. Voy a estar a tu lado si o si —susurró, besando el dorso de las manos de Zoe.

—¿Y si lleva a adelante esa amenaza? —cuestionó.

Rhett la miró y preguntó;

—¿Quieres seguir con ese trabajo?

—No.

—Pues ya está. ¿Quién te dice a ti que no te siga chantajeando si continúas en ese trabajo? ¿Qué te hará la vida imposible si aceptas seguir ahí? Así las personas nunca dan ese paso y comprendo que te asuste, que tengas miedo... Sobre todo, que se haga cierto y te exponga. Pero tampoco es vida que continúes así, sufriendo. Te prometo que tu familia, tus amigos, seguirán a tu lado —murmuró clavando sus ojos marrones sobre los de ella—. Vamos a apoyarte y nunca vas a estar sola.

—¿Cómo me mirarán nuestros amigos? —preguntó temerosa.

—Como la amiga que siempre has sido. Nadie te tiene que juzgar por eso y nuestros amigos no lo van a hacer.

—Pero los demás me llamarán puta y me harán la vida imposible en la universidad.

Y Rhett lo comprendió.

Tenía miedo a volver a sufrir acoso nuevamente y Rhett, sabiendo lo que ella había vivido en su infancia, apretó los dientes mientras trataba de tranquilizarla, de ser su apoyo. Pero sabía que las consecuencias eran peores si continuaba ahí y ella dijo claramente que no quería seguir trabajando de ello.

No quería verla sufrir, pero, fuera como fuese, él iba a estar a su lado y la ayudaría en todo lo que pudiera.

Colocó su mano bajo la barbilla de ella y susurró en la intimidad de ese coche;

—Mírame. —Ella lo hizo—. Buscaremos una solución. Pero no pienses en algo que no ha pasado. Juntos vamos a buscar una solución. La vida es muy difícil, no por ello significa que sea imposible.

Zoe, respirando con más tranquilidad, preguntó;

—¿Cómo puedes aguantarme?

—¿No me aguantas ya tu a mi? —reconoció Rhett, haciéndola reír.

Y sabían que, aunque no iba a ser fácil ese camino, estando juntos, el apoyo incondicional iba a estar asegurado.

Y ambos necesitaban apoyarse. Y Zoe no iba a estar sola, jamás, aunque en el pasado lo hubiese pensado, pero el presente le demostraba que, hasta de los malos momentos, también se podía salir.

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