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T R E I N T A Y C U A T R O | S O L O 🎡

«Me asusté al verlo así. Pero cuando vi sus sentimientos, algo en mí se sintió orgulloso por él»

Izan.

Un joven rubio observaba una foto de Izan a escondidas de su cuarto.

Llevaba tiempo deseando poder decirle que lo amaba, que quería comenzar una relación con él. Pero las circunstancias no le dejaban.

El joven suspiró, pensando en todos los problemas que tenía en esa casa. Con un padre muy estricto y que le pegaba en muchas de esas ocasiones y en una madre que no lo ayudaba a salir de ahí por miedo a su marido.

Solo quería sentiré libre, alejarse de ese ambiente tóxico y empezar a vivir su vida como siempre quiso vivirla. Y si Izan estaba a su lado, mejor.

Pero era increíble ver como el miedo te dominaba tu propia vida e, incluso, como otra persona ocasionaba ese miedo para que tú no pudieras hacer lo que desearas.

Guardando la foto en su mochila, comenzó a escuchar insultos provenientes de la cocina, por parte de su padre y sabía lo que significaba. Pero ese día fue mucho peor que otros.

Bajó con rapidez por las escaleras, hasta que se encontró una escena que no le gustó para nada.

Su madre se encontraba llorando, con su mano sobre su mejilla mientras que su padre había perdido los papeles y no paraba de profanar insultos a esa mujer que se encontraba a escasos metros.

Zack, al ver a su madre dañada, fue a su rescate, poniéndose delante de ella para que no le volviese a hacer daño aquel hombre. Pero su padre solo se divirtió al verlo frente a él, con los puños cerrados por haberle pegado a su madre.

—¡Aléjate de mamá! —gritó, cansado de todo eso, y siendo ese día la punta del iceberg por lo que ese hombre le estaba haciendo a su madre.

El padre, el cual lo miró divertido, negó con la cabeza, mirándolo como su no fuese nadie para decirle lo que tenía que hacer.

—¿Tu? ¿Tu, el poco hombre, me va a decir que me alejé de mi mujer?

La madre de Zack trató de alejarlo para que su padre no volviese a hacerle nada, suplicándole a Zack que se fuera de esa casa y que no mirase atrás, pero Zack no iba a dejar a su madre sola con aquel desgraciado que solo sabía hacerle la vida imposible a los demás.

—Cariño, vete.

Zack negó con la cabeza, mirando a su madre y susurrándole;

—No, mamá... Ya estoy cansado de esto. Has podido dejarlo desde hace tiempo. Tú eres independiente económicamente y ese hombre solo te pone los cuernos con otras mujeres.

—Y me lo dice el que no sabe ni tocar a una mujer —contestó su padre.

Zack volvió a girarse para mirar a aquel hombre y, dispuesto a dejar el miedo atrás, contestó;

—Eso no te incumbe.

Su padre preguntó;

—¿Acaso te gustan los hombres?

Y Zack no lo negó para el odio de su padre, quien lo miraba con asco por eso mismo. Y su madre, la cual lo sabía desde hacía tiempo, trató de proteger a su hijo del desgraciado de su marido. Pero no fue fácil.

—Si. Y estoy enamorado de uno de ellos —contestó, siendo sincero consigo mismo.

Y la sonrisa de su padre se borró al escucharlo. Caminó rápido hacia su hijo y le pegó un fuerte puñetazo en el ojo izquierdo y su madre, salió corriendo hacia su marido y lo terminó empujando hacia uno de los taburetes, que cayó sobre él y tanto el objeto como ese hombre, terminaron en el suelo por perder el equilibrio.

Y lo peor estaba por suceder.

—Zorra... ¿Cómo te atreves?

—¿Cómo te atreves tu a hacerle eso a mi hijo? —preguntó la mujer.

El hombre, que trató de levantarse, le costó bastante, hasta que pudo apoyarse en la isla de la cocina frente a su mujer y a su hijo.

—También es mi hijo. Y con mi hijo hago yo lo que quiera. Para eso lo dejo en casa, para eso le pago los estudios, para eso soy su padre.

Zack, harto de aquella situación, respondió;

—Tú no puedes obligarme a hacer lo que tu quieras que yo sea.

El hombre que lo tenía maltratado desde hacía mucho tiempo, se pegó a él, empezando a intimidarlo con la mirada, pero Zack estaba tan cansado de aquella situación, que ni parpadeó. Fue valiente en ese momento, aunque sabía que no tenía a donde ir, pero seguro que, donde fuera, iba a ser mil veces mejor que ese sitio.

—¿Quieres irte? —preguntó. —Yo no quiero a un... Gay en mi casa, así que ya puedes irte de este maldito lugar.

—Él no se va a ir de aquí —dijo la madre de Zack.

Pero el padre de este le dedicó una mirada llena de odio a aquella mujer, la cual se sintió intimidada por su marido. Quería hablar con ella, pero su padre era un gran obstáculo para ello.

Por lo que, subió a su cuarto, tomando algunas cosas que eran importantes para él y luego volvió a bajar las escaleras.

Cuando ya estaba en la puerta, solo vio a su madre, quien se acercaba a él para tomar su mano y darle algo que Zack no supo exactamente que era.

—Cuídate. Pronto nos vamos a ver, mi vida —susurró su madre, acariciando el rostro de su hijo.

—Tú también puedes irte conmigo.

Su madre negó con la cabeza, mirando hacia el piso y susurrando;

—No es así de fácil, mi vida.

—Deja que se vaya —respondió la voz autoritaria de aquel verdugo de aquella casa.

Zack respiró fuertemente y abrazó a su madre con mucho amor.

—No pienso dejarte sola con ese hombre.

Su madre lo abrazó más fuerte y susurró;

—Confía en mí, Zack... Pronto nos volveremos a ver.

Zack miró aquella horrible casa por última vez y supo que lo único que echaría de menos sería a su madre. Porque por lo demás no iba a querer volver a pensar en ello.

Y se marchó, prometiéndose madre e hijo que volverían a verse más pronto que tarde.

🎡

Un joven Izan se encontraba colocándose los pantalones vaqueros tras salir de la ducha.

Salió del cuarto tranquilamente para buscar un suéter para taparse el torso, cuando alguien tocó en su puerta.

Miró la hora y elevó la ceja, preguntándose quien podría ser.

Se acercó a la puerta, solo con unos pantalones vaqueros puestos y la abrió por completo, descubriendo a aquel joven rubio del que estaba enamorado desde hacía tiempo, con una mochila pesada tras sus espaldas, el rostro triste y unos ojos completamente rojos e hinchados de tanto llorar.

Pero lo peor fue cuando vio como uno de sus ojos estaba completamente hinchado, como si alguien le hubiese dado un golpe, y supo exactamente de quien se trataba.

Su preocupación se hizo bastante evidente en sus ojos y expresó;

—Zack, ¿qué te paso?

Zack, quizás por todo lo que estaba escondiendo desde hacía tiempo, de todas las cosas que había vivido con aquel hombre bajo su techo, que nada más ver a Izan y escuchar su voz preocupado por él, se derrumbó.

Sus lágrimas empezaron a salir mientras odiaba que Izan lo tuviese que ver de esa manera, pero ese chico que estaba frente a él tomó su mano para meterlo en su piso y cerrar la puerta.

Izan alargó sus brazos y lo abrazó con fuerza, consiguiendo que Zack llorase más fuerte con él que con nadie más, devolviéndole el abrazo y pegando su rostro en el hombro desnudo de Izan, dejando que las lágrimas fluyeran para poder encontrar la liberación que necesitaba desde hacía mucho tiempo.

Entonces, confesó;

—Mi padre estaba pegando a mi madre —susurró hipando—. Una cosa llevo a la otra y le dije que estoy enamorado de un hombre. Me pegó y me echó de casa... Y ahora no sé a donde ir.

Izan se sintió horrorizado de ver como un padre era capaz de hacer algo como eso. Y se preguntó si su madre no se fue con él, para no dejar solo a su hijo después de lo que le había hecho su padre. Pero al pensar que debía ser una mujer maltratada, sintió un fuerte pinchazo en su pecho.

—¿Y tu madre? —preguntó preocupado también por esa mujer.

Zack negó repetidas veces.

—Él no la va a dejar que se marche. Lo sé muy bien... Y no sé como sacarla de allí.

Izan miró a Zack, le limpió las lágrimas y luego le quitó la mochila para poder colocarla sobre su sofá y liberarlo de cualquier carga que sufriera.

Acunando el rostro de Zack con sus manos, susurró;

—Tienes un sitio aquí, siempre. Puedes quedarte conmigo esta noche. Mi hermana y Faith salieron juntas y seguramente se irán al piso de Faith que tiene sola —anunció, mientras miraba los ojos llorosos de Zack—. Mañana podríamos hablar con ella, para ver si puedes ser su compañero de piso.

Zack se sintió como en casa y de pronto, una oleada de tranquilidad, empezó a notarse en su pecho, sacando todo el aire que tenía guardada en sus pulmones.

—Gracias...

—Ven.

Izan tomó la mano de Zack y tras sentarse este último en el sofá, Izan se acercó a él tras tomar un paño con hielo y colocárselo en la zona afectada, el cual Izan lo sujetó por él.

Entonces, algo ocurrió mientras Izan se centraba en su labor, tratando de darle cariño, cuando Zack, sin dejar de mirarlo, murmuró;

—Te amo, Izan.

Izan, el cual se había quedado asombrado por las palabras de Zack, pasó por varios niveles. Asombro fue el primero, nerviosismo después y, por último, la felicidad.

Tragó saliva, enamorado de ese chico y, sonriente, contestó;

—Te amo, Zack.

Zack sonrió, aunque no estaba tranquilo del todo por dejar a su madre en aquella casa, pero sabía que buscaría una solución para ella. Colocó sus manos sobre las mejillas de Izan y lo besó con amor, demostrando lo que sentía por él, perdiendo el miedo a tomar la iniciativa.

E Izan no se quedó atrás, abrazándose a él y devolviéndole ese beso en la intimidad de aquel piso.

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