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S I E T E | C A L O R 🎡

«¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué me estaba pasando esto con ella?»

Rhett.

2 jóvenes, altos y guapos, jugaban al baloncesto sin camisa, en una cancha que había en el campus. Muchas mujeres, y algunos hombres, se paraban para ver a ambos hombres moviendo un balón de baloncesto.

Sobre todo, muchas de ellas estaban por Rhett, quien era el jugador estrella del equipo de la universidad y que poseía el número 30.

El sol pegaba bastante fuerte en Los Ángeles, pero a ninguno pareció molestarle y ambos, mejores amigos desde que eran adolescentes, practicaron aquel juego que siempre les había encantado, pero que solo uno quiso ir más allá, obteniendo una beca deportiva por ello. Pero quien siempre parecían ser un gran equipo juntos.

De fondo, a varios metros alejados de ellos, se encontraba una bella Zoe, con su cabello dorado y su mirada penetrante, pero la cual era la única que ponía atención a sus amigos y que toda su atención la tenía puesta sobre su libro de lectura.

Y jamás de los jamases, debías interrumpir a Zoe leyendo, porque podrías ver su malhumor por completo. Rhett lo aprendió a las malas un día, hace años. Después de eso, jamás la molestó mientras leía.

Rhett, dándole la espalda a Izan para que no le quitase el balón, botaba dicho objeto redondo en el suelo, hasta que consiguió deshacerse de su mejor amigo, hacerle un amago de los que Rhett solía hacer en sus jugadas, y corrió para terminar haciendo un mate que se escuchó por toda esa zona.

Rhett chuleó un poco y su mejor amigo tomó el balón para tirárselo a la cabeza, sin ser demasiado bruto, pero lo suficiente para que dejase de hacer el payaso.

Entonces, Rhett, quien sabía donde estaba Zoe ya que miraba de reojo a veces, la observó como leía su novela mientras tomaba una manzana, viendo como movía sus labios y, un deseo que tuvo primario de él, quiso saber como se movían esos labios si los besaba. Tragó saliva mientras veía lo hermosa que se veía bajo ese árbol, tranquila y leyendo. Se olvidó de sus diferencias con ella y respiró hondo mientras la miraba, ignorando como algunas mujeres lo miraban a él, completamente sudado y con los pantalones cortos cayéndole por las caderas. Siendo Rhett un pecado que muchas desearían cometer.

Izan, divertido de ver como su mejor amigo miraba a su amiga, rio y comenzó a caminar hacia él, con la intención de quitarle el balón y luego decir;

—Aún sigues enamorado de ella.

Le quitó el balón con rapidez y comenzó a correr, dejando atrás a su amigo Rhett y luego encestar, ganando puntos.

Rhett, que lo miró con un rostro lleno de enfado, negó con la cabeza repetidas veces, negándose a escuchar esas palabras.

—¿Yo? Por favor... —Silenció unos segundos para luego decir en voz baja y que solo lo escuchase su mejor amigo—. Fueron errores del pasado.

Izan sonrió, mirando a Rhett.

—Si, claro... —Izan volvió a correr, sin que Rhett reaccionara y volvió a encestar, viendo el rostro de su amigo enfadado—. Solo digo que no has superado su rechazo.

Izan era el único que sabía todo lo que había pasado y el motivo por el que él se había enfadado con Zoe. Rhett siempre iba a pedirle consejo, como el día que fue a pedirle a salir a Zoe y no como amigos, pero ese día no salió nada bien y ahora ambos no se llevaban como antes.

Izan muchas veces quiso hablar con Zoe, pero era le había prometido a Rhett que jamás se lo contaría a nadie y, aunque a veces le gustaría quitarle esa tontería de encima, nunca se rompía una promesa con tu mejor amigo.

Izan negó con la cabeza, hasta que un joven se acercó a Zoe, con unas intenciones no muy mediadoras y se veía de lejos que quería invitarla a salir. Pero fue un muy mal momento para pedírselo, porque no le gustaba que le interrumpiesen la lectura. Y cosa que, aunque no se cabreó, se podía ver que no le hizo demasiado caso, aunque lo mirase a los ojos para escucharlo.

Izan, tras ver esa escena, miró a su amigo Rhett, viendo como apretaba con fuerza el balón con una sola mano, gracias a que su mano era bastante grande, e Izan temió que clavase sus uñas de los celos y se quedasen sin pelota para practicar baloncesto.

El pelirrojo negó con la cabeza, riéndose por verle así de celoso y le quitó el balón, empujándolo con su espalda y corriendo para ir hacia la canasta y encestar con un mate espléndido.

—¡Joder! ¿Vas a seguir? —gritó Rhett, con un tono lleno de ira.

Izan rio sin poder aguantar su risa y colocó su brazo en el hombro de Rhett para decirle;

—No te me pongas rabioso. Sé que estás celoso, pero tampoco es para tanto.

Rhett lo empujó con suavidad para que dejase de burlarse de él, pero no funcionó e Izan continuó mientras botaba el balón.

—Lo digo en serio, Rhett. Como tu mejor amigo y el que más sabe de relaciones sentimentales... Haces mal en tratarla así, todo por un rechazo de ella hace años —expresó mientras Rhett seguía viendo como aquel chico trataba de hablar con ella, algo nervioso, quizás por la mirada tan penetrante de ella y que hacía poner nervioso a cualquier hombre—. No sabes lo que te pierdes estando así de enfadado con ella.

Rhett, enfadado todavía más por ver aquella escena delante de sus narices y, encima, como su mejor amigo le decía que es lo que debía hacer. Llevaba años así con ella y aún sentía ese dolor de aquel rechazo por parte de ella. Fue imperdonable para Rhett, aunque pasasen los años, pero no podía hacer otra cosa... No podía dejar pasar página, simplemente no podía.

Corrió hacia Izan, quitándole el balón con tanta rapidez que ni Izan lo pudo ver y este trató de encestar desde la línea de tripe, pero falló, raro en él ya que los triples eran su especialidad y más se enfadó. Negó con la cabeza, volviendo a mirar a Zoe y como aquel chico no paraba de ser insistente con ella y deseó acercarse hacia él, para empujarlo del lado de ella y decirle cuatro cosas. Pero no estaba bien, sabía que no estaba bien hacer eso. No era nadie en su vida para que no hablase con otras personas y aunque fuese su novio, tampoco tenía el derecho de hacer eso. Rhett lo sabía, pero las ganas de retirar a ese chico no eran pocas.

—Negarlo es lo peor que puedes hacer. Lo que debes hacer es sentarte a hablar con ella y explicarle las cosas. —Izan se acercó a Rhett, quien fruncía bastante el ceño en ese momento—. Tío, ¿te crees que a ella le gusta estar enfadada contigo todo el tiempo? ¿Discutir como si fueran un matrimonio que no se soportan? —cuestionó y continuó. —¿Cuántas veces te ha preguntado el motivo por el que te portas así?

La nariz de Rhett se arrugó por eso último y ahí estaba uno de esos motivos por el que estaba así con ella.

—Y por eso mismo estoy más enfadado con ella. ¿Cómo mierda no sabe porqué estoy así? ¿No se acuerda de eso?

—Hace ya muchos años de eso.

Rhett negó con la cabeza. Corrió hacia el balón y tiró desde la línea de triple, pero, nuevamente, no entró.

—No sabes encestar cuando estás angustiado —dijo Izan yendo a buscar el balón.

Se acercó a su mejor amigo y susurró, dándole un consejo que Rhett no le había pedido, pero que era tan valioso que lo escuchó.

—Te aconsejo que no pierdas más el tiempo. Zoe no estará eternamente soltera y nunca se sabe que puede pasarnos en esta vida. —Izan miró los ojos de Rhett—. Hoy podemos estar aquí y mañana quizás no. ¿De verdad vas a seguir perdiendo el tiempo de esa manera?

Él se quedó callado y supo que su amigo tenía razón.

Entonces el joven con el que estaba hablando Zoe, se alejó de ella, sin conseguir dicha cita y ella volvió con su libro, tranquilamente.

De pronto, un joven que Rhett no conocía, observó como este miraba a Izan y este último sonrió al verle. Quiso saludar a ese chico, pero Izan sabía, que, si lo hacía, él no le iba a contestar, pero igualmente lo hizo.

El chico miró el gesto, pero cambió la mirada hacia otro lado y, mirando el piso, se dirigió a su residencia, ignorando aquel saludo de Izan.

El joven pelirrojo se le notó triste y cuando Rhett le fue a preguntar, este solo tenía ojos para la pelota de baloncesto.

—¿Qué ocurre? —Se preocupó por su mejor amigo.

Pero Izan no tenía las intenciones de responder lo que pasaba.

—Nada... Algo que no entenderías.

Rhett asintió, queriendo preguntarle, pero Izan evadió el tema.

—¿Seguimos? —preguntó el pelirrojo a Rhett y este asintió.

Y ambos, siguieron jugando al baloncesto, relajándose de esa manera, mientras Rhett trataba de no pensar en Zoe y en lo que pasó en el pasado.

🎡

Aquella tarde, después de clases, un joven Rhett se encontraba en la soledad de su piso, estudiando como podía para su próximo examen. Le resultaba algo difícil estudiar y muchas veces deseaba ser capaz de tocar la puerta de Zoe y pedirle ayuda, como el domingo.

Pero ese día no fue uno de esos días que se atrevía a tragarse su propio orgullo para pedirle ayuda a aquella joven.

Y como si el destino tuviese otros planes para él, la puerta sonó y, cuando la abrió, se encontró con una joven rubia, bastante malhumorada y sujetando un libro de lectura que solía llevar para leer. Ese era nueva, el que le había visto aquella mañana cuando jugaba al baloncesto con su amigo Izan.

Y sabiendo lo que había hecho, disfrutando de lo enfadada que estaba ella porque le tocasen sus libros de lectura, se cruzó de brazos, algo chulesco y esperó a lo que ella le iba a decir;

—Eres un idiota.

Ella entró en su piso y Rhett elevó la ceja por el descaro de la joven, que pareció no darse de cuenta que había entrado en terreno prohibido para las mujeres. Pero aún si lo supiera, le daría exactamente igual.

—¿Y que he hecho yo ahora? —cuestionó inocentemente, fingiendo que no sabía absolutamente nada.

Pero su sonrisa le demostraba lo contrario.

Zoe, que tenía la vena de su cuello bastante hinchada, miró para su vecino y preguntó;

—¿De verdad me lo preguntas? ¿Todavía eres un idiota que dibuja penes en mis libros? —cuestionó, haciendo reír sin parar a Rhett—. Dejo un momento el libro en la mesa para hablar con una amiga y cuando vuelvo, me encuentro con esto.

Abrió el libro, justo por la parte donde había dejado el marca páginas para continuar, y ahí se hallaban varios dibujos mal hechos de penes por ambas páginas. Que le tocasen un libro de lectura y, que encima, se lo destrozaran con tales groserías, eso la hacía rabiar a la joven. Y el joven protagonista lo sabía, le fascinaba molestarla, por lo que había aprovechado ese pequeño descuido de ella para hacerle unos dibujos.

Rhett sonreía porque le hacía gracia. Lo había hecho expresamente para fastidiar a Zoe, y lo había conseguido.

—Es una obra de arte.

—Una obra de arte... —repitió ella con un rostro lleno de odio—. Te voy a dar yo a ti obra de arte.

Estuvo a punto de empujar al joven, pero este la frenó con rapidez antes de que tratara de hacerlo. Pero ese roce, esa tranquilidad que tuvieron en ese pequeño instante, fue lo que hizo que ambos se mirasen de una manera bien distinta a la que lo estaban haciendo todos esos últimos años.

Rhett olvidó por un instante el pasado y Zoe observó los labios irresistibles de ese joven que estaba frente a ella.

Era difícil adivinar cual de los 2 quería empezar aquel beso que tanto ansiaban, sobre todo Rhett. Aunque se podía ver las ganas de ambos jóvenes en sus miradas.

Y ambos pegaron sus labios con desesperación, cerrando la puerta y Rhett hizo empujar el cuerpo de Zoe en la puerta, pegando su espalda en ella para no dejarle salida. Pero la joven no tenía ningún problema por eso y ambos, con desespero, se besaron, abriendo sus labios para dejar que sus lenguas se cruzaran y comenzaran a bailar entre ellas, mientras las manos de aquellos jóvenes se movían por todos lados de los cuerpos de ambos.

Él, con rabia, separó sus labios de los de ella, algo despeinado por la violencia de ella al besarle y las ganas inmensas que le dejaron en su cuerpo la forma que Zoe tenía de besar.

—Esto no cambia mis sentimientos por ti, rubia —susurró él con la voz algo afectada.

Y la ceja de ella se elevó, divertida por la respuesta de él.

—Eso ni lo dudes, estúpido.

Volvieron a unir sus labios, sintiéndose, deseando ir a más y Rhett le echaba un pequeño vistazo a la cama, que estaba solo a pocos metros de ellos. Pero Zoe tenía planes diferentes.

Tomó la camiseta de él con fuerza y cambió de posición, empujando a Rhett hacia la pared, para que no tuviese escapatoria y, con una simple mirada, se relamió los labios frente a ese joven, dejándolo peor que antes.

Comenzó a arrodillarse frente a él ante la atenta mirada de Rhett y ella le bajó los pantalones con maestría, sabiendo que es lo que tenía que hacer en todo momento para el asombro de Rhett. Y este cerró los ojos mientras miraba como ella sacaba a la luz el miembro erecto de Rhett.

Él se mordió el labio, mirando como ella acercaba sus labios entreabiertos hacia su miembro y luego lo empezó a lamer la punta de él con mucha suavidad, para luego empezar a metérselo por completo, sin dejar ni un solo espacio.

Rhett suspiró, mientras dejaba que ella le hiciera todas las maldades que deseara hacerle a él.

Zoe empezó a moverse, haciendo que esa posición y esos movimientos mientras su boca estaba llena de él, hizo poner mucho más a ese joven que suspiraba por cada movimiento de ella, que chupaba y lamía con apetito.

Esos movimientos no pasaron desapercibidos para él, que sentía la calidez de su boca sobre su miembro erecto y deseoso de que siguiese. Por un momento paró, fastidiando al joven, pero al ver como pasó su lengua por su punta nuevamente y luego se la volvió a meter por completo, levantando la mirada para verle y aquella imagen lo hizo enloquecer, estando a punto de correrse dentro de ella.

Pero de pronto, un joven Rhett se despertó del sudoroso sueño erótico que estaba teniendo, por segunda vez, sobre aquella joven y se quedó sentado en su cama, mientras respiraba con dificultad.

Miró su solitario piso, buscando a cierta rubia, pero nuevamente no se encontraba nadie, solo él y maldijo;

—No me lo puedo creer... —Se tapó el rostro, algo avergonzado y dijo. —No, no, no... ¡Sal de mi cabeza, Zoe!

Se levantó de su cama, ahora sucia de sudor y otras cosas, teniendo que volver a cambiar las sábanas y tirar sus calzoncillos.

Enfadado por ese sueño, se dirigió hacia su cuarto de baño, más enfadado que nunca y se dio una larga ducha de agua fría, pensando que esta vez el sueño parecía mucho más real que la otra y se preguntó porqué estaba teniendo tantos sueños eróticos con ella.

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