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Q U I N C E | M I R A D A S 🎡

«Admito que trataba de hacer el mejor partido para impresionarla, pero solo esperaba que nunca se enterase»

Rhett.

Una hermosa joven rubia y de unos ojos de un color azul cielo, observaba como su vecino y enemigo Rhett Denson calentaba antes del partido que jugaría esa noche.

Se encontraba en las gradas, junto a todos sus amigos, los cuales cada uno parecía haberse estar cada uno con sus propios temas. Pero Zoe no dejaba de mirar y sonreír en privado para que Faith no se percatase de ello.

La joven tragaba costosamente saliva al ver a su vecino botar el balón y saltar para meter varias canastas, pero era ese el movimiento que la despistaba, viendo como los brazos fuertes y musculados de Rhett se apretaban, para luego relajarse tras el movimiento. En el fondo deseó que él desease quitarse la camiseta con ese número 30 y pudiese ver desde lejos lo que había tocado a su gusto ella misma hacía varias noches.

Sin querer y sin percatarse, empezó a morderse el labio inferior cuando Rhett se agachó para recoger el balón del suelo y tuvo unas vistas espectaculares de su trasero, a pesar de que estaba siendo tapado por aquel pantalón holgado que solían ponerse los jugadores de baloncesto.

Faith la miró unos segundos y, a pesar de que en otras ocasiones diría algo sobre esos gestos de ella al mirar a Rhett, prefirió ahorrárselo en ese momento. Ya que solo tenía ojos para Blue y no paraba de preguntarse el motivo por el cual ella no quería ni hablarle.

Rhett, en cambio, sabía que Zoe lo estaba mirando desde las gradas que, al mirarla y pillarla mordiéndose los labios por él, sonrió, chulesco y le guiñó un ojo, haciendo que Zoe negase con la cabeza.

—Oye, Zoe... ¿Sabes que le ocurre a Blue? —cuestionó la joven de cabello rizado, captando la mirada de Zoe—. La noto extraña desde la última fiesta que hicimos —dijo Faith.

Aquello hizo recordarle a Zoe como acabó aquella fiesta para ella y para Rhett, que acabaron estrenando el sofá de su odioso vecino. Tuvo que apretar sus piernas entre sí para no notar como si sexo empezaba a latir al recordar el recorrido que le hizo los labios gruesos de Rhett entre sus piernas.

Negó con la cabeza y se centró en su mejor amiga, la cual se la veía completamente preocupada.

Blue se encontraba hablando animadamente con su hermano al lado de Zoe, mientras que Faith no sabía ni como poder dirigirse a Blue. La joven rubia miró a su mejor amiga.

Zoe sabía que no debía decirle nada a nadie sobre lo de Blue, ya que se lo prometió y no era ella quien debía contarlo, debía ser Blue cuando se encontrase preparada y a quien ella deseara decírselo.

Por eso, a pesar de que Faith era su mejor amiga y sabía que el motivo principal por el cual Blue había hablado con ella, era para confesarle de que estaba enamorada de Faith. Zoe sabía que su amiga le gustaban solo los hombres, pero no ponía la mano en el fuego para decir que verlas juntas sería imposible. La vida daba muchas vueltas y sorpresas y todo dependía de los sentimientos que empezasen a florecer.

Zoe sabía que no debía decirle nada, por lo que preguntó;

—¿Hiciste algo para que esté así?

Faith miró fugazmente a Blue y suspiró, sabiendo que había metido la pata con ella y que una amiga no debía traicionar a otra de esa manera.

—Solo... Bueno, me acosté con el joven que la había presentado para que ligase... —susurró, mientras que Zoe asentía, comprendiendo el enfado de Blue—. ¿Crees que estará molesta por eso? —cuestionó temerosa la joven Faith.

Zoe carraspeó y miró a la pelirroja, que estaba pendiente con su cámara para inmortalizar el partido. Luego observó a Faith y vio realmente preocupación en los hermosos ojos marrones de su mejor amiga.

—Quizás sea otra cosa que no piensas —contestó la joven rubia.

Faith elevó la ceja y cuestionó;

—¿Otra cosa? ¿Cómo que?

La respuesta de Zoe la tomó de improviso, por lo que Faith se quedó con muchas más dudas, pensando en las últimas conversaciones que habían tenido para saber si ella había cometido un error en sus palabras.

Pero Blue, lo cierto, es que no quería confesarle nada a Faith porque sabía que ella no le gustaban las mujeres y posiblemente el grupo se rompiera por eso. Blue temía eso y encima no podía aguantar ni un solo día más como Faith le decía con cuantos hombres había estado y lo gráfica que solía ser a la hora de contarlo. Si, se ponía celosa y era inevitable, todos sentíamos celos alguna vez en nuestra vida, sobre todo con la persona que era prohibida para nosotros. Y Blue no quería sentirse así.

Zoe movió los hombros, sin poder contarle nada a Faith de lo que realmente ocurría y, cuando miró hacia un lado específico de las gradas, donde una pareja de mujeres se encontraba besándose, sonrió para luego mirar a Faith y a Blue.

—¿Por qué no lo hablas con ella? —preguntó Zoe.

Faith suspiró.

—Estoy tratando de que pase unos días antes de hacerlo. Creo que no quiere hablar, por ahora. Si fuese ella, también estaría así —contestó.

Y Zoe negó con la cabeza, sabiendo toda la verdad.

Porque si Faith se sintiera igual que Blue, querría confesarle su amor a Blue y no preocupada si su amiga estaba enfadada por quitarle el chico a la otra. Zoe lo sabía muy bien.

La joven rubia observó unos segundos a Rhett, preparándose para empezar el partido y un fuerte dolor en el pecho apareció al recordar que, entre ellos, quizás, no hubiese solución si Rhett no hablaba.

—No hagas pasar mucho tiempo como Rhett y yo —dijo Zoe, mientras las gradas aplaudían al equipo—. Nosotros hemos dejado que se enquiste demasiado. Él no quiso hablar conmigo, pero yo también dejé que se enquistase con el tiempo... —Se culpó a sí misma también.

El problema no se solucionaba si uno de ellos no quería que se solucionara, pero lo cierto es que, por mucho que lo intentase Zoe, tampoco sabía que hacer para arreglarlo y trataba de hacer memoria para recordar ese momento por el cual Rhett la odiaba. Pero solo le venían malos, muy malos recuerdos y no quería ni pensarlo.

—Todo es tan sencillo como sentarse a hablar —contestó Faith al ver a su mejor amiga triste por lo de Rhett.

Zoe sonrió cansada de esa frase.

Era fácil decirlo desde fuera, pero había que vivirlo.

La de amistades, parejas y familias que se habían roto por no sentarse hablar. Por orgullo, vergüenza, miedo... Habían miles de motivos y no era nada fácil. Absolutamente nada fácil.

—Si, fácil decirlo y verlo desde fuera —contestó una Zoe cansada—. Desde dentro es muy complicado sentarse a hablar. No es así de simple como lo pintan todos y cuando pasan los años es mucho más difícil —aclaró, mirando a Rhett y no sabiendo que hacer con él.

Por el otro lado, Izan se encontraba mirando a Zack, el chico que le gustaba, como se sentaba en el banquillo para los jugadores reservas. El joven rubio levantó la mirada para ver a Izan y su mandíbula se apretó, poniéndose serio. Izan se enfadó, sin poder aguantar ni un minuto más con todo eso y negó con la cabeza, rompiendo contacto visual entre ellos.

Las gradas estaban repletas de espectadores y la cancha donde se celebraba ese partido en Los Ángeles era enorme para que albergase a muchos espectadores.

Esos jugadores universitarios estaban acostumbrados a tanto público, era lo que tenía vivir en esa increíble ciudad.

—¿Ocurre algo, Izan? —cuestionó Blue, mirando a su hermano y tratando de mirar hacia donde había estado mirando antes de que dejase de hacerlo.

Pero no era fácil encontrar ese sitio exacto.

—No... Todo está bien —mintió.

El partido comenzó y todos comenzaron a aplaudir al equipo universitario local, el cual no paraba de ser superior al visitante. Rhett estaba haciendo uno de sus mejores partidos y, de vez en cuando, miraba a Zoe, dedicándole una mirada interesante a la joven rubia que le tenía la vista puesta en todo el partido.

Zoe sonreía de vez en cuando al ver que Rhett le regalaba una de esas miradas chulescas que a veces le gustaba a ella y, a pesar de su enemistad, se notaba la química que había entre ellos.

En un momento del partido, ella le pidió la cámara a Blue y ahí, la joven rubia, empezó a sacarle fotos a Rhett, sobre todo cuando daba la espalda para sacarle desde un mejor ángulo.

Rhett estaba pletórico, feliz de que, por una vez, Zoe estuviese viendo su partido y no "trabajando" en ese sitio que decía que siempre estaba ocupada. No sabía de que trabajaba, pero algo se imaginaba y no le gustaba donde viajaba su imaginación. Pero verla ahí sentada, con sus amigos y viéndole jugar, aquello le hacía dar fuertes latigazos en su pecho por como se sentía por esa mujer.

Pero todo cambió drásticamente cuando a Zoe le llegó un mensaje y ella empezó a mirar el móvil, responder dicho mensaje y el rostro relajado de la joven, se tornó lleno de angustia.

Levantó la cabeza, miró por unos segundos a Rhett, el cual la estaba observando con temor a lo que estaba pensando y ella se levantó de su asiento, despidiéndose de sus amigos para salir de allí rápidamente, como si llegase tarde a un sitio.

Rhett la siguió mirando, aprovechando que uno de sus jugadores estaba discutiendo con el árbitro, pero incluso si el partido estaba en juego, él se pararía para ver que es lo que le ocurría a Zoe.

La joven rubia se giró, antes de irse y lo miró a los ojos y, moviendo los labios, susurró un "lo siento". Rhett trató de preguntarle con la mirada a donde iba y ambos tenían esa conexión que solo con escasas personas uno podía tener, si la llegabas a encontrar. Esa pregunta no fue respondida por Zoe que lo entendía muy bien y solo negó con la cabeza, triste por la situación.

Le dio la espalda y caminó hacia salida, tomando su móvil y haciendo una llamada rápida.

Rhett se quedó allí, pensando que esta vez se quedaría durante todo el partido, pero no fue así y de nada le sirvió tratar de sorprenderla, quizás para conseguir lo que no había conseguido años atrás por el rechazo de aquella joven.

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