O C H O | I N F R E C U E N T E 🎡
«No entendía que le estaba pasando. Hoy estaba infrecuente, raro... Hasta me miraba de una manera diferente... Algo le pasaba»
Zoe.
Aquella mañana, un joven Rhett se despertó demasiado tarde para lo que acostumbraba y ni siquiera fue el propio despertador, sino unos golpes en su puerta lo que le hicieron gruñir.
El joven, con solo unos calzoncillos, se levantó como si fuese un zombie y su cabeza no estaba demasiado centrada debido a su sueño con Zoe. Normalmente, Rhett solía dormir 4 horas, pero porque su cuerpo no era capaz de dormir más tiempo que esas horas, a pesar de que su entrenador le dijese que durmiese más horas. Pero si lo hacía, apenas era capaz de centrarse.
Y ese día fue uno de ellos, quizás mezclado por aquel sueño erótico. Y no paraba de darle vueltas por haber tenido otro sueño erótico sobre Zoe y esta vez mucho más placentera para un chico que decía no querer nada con ella.
Esos sueños decían algo que su subconsciente le estaba diciendo y él trataba de ignorar. Pero ese día no lo pudo ignorar más y en su rostro se notó lo suficiente para saber que algo le ocurría a ese joven atractivo.
Caminó hacia la puerta y, cuando la abrió, su corazón dejó de latir y, por primera vez en su vida, se avergonzó de estar semidesnudo frente a su vecina, compañera de clase y enemiga.
La bella rubia que aparecía sin avisar en los sueños eróticos de Rhett, se la veía indiscutiblemente enfadada, mirando hacia ese joven que la observaba con los ojos demasiado expresivos, sin pestañear y a punto de darle algo.
—Eres un idiota —contestó con su rostro completamente rojo del enfado y cuando Rhett quiso percatarse, observó un libro que le sonaba bastante.
La forma de hablarle, el tono de voz y ese libro que le había dibujado realmente la tarde de ayer en la universidad cuando no miraba, era tal cual como la de su sueño. Con la diferencia de que no estaba para nada chulesco y pareció temer que ella se abalanzara sobre él y acabasen como en su sueño o como en su primer sueño que tuvo con ella.
Tragó saliva y se tapó un poco con la puerta, cosa que Zoe estaba tan enfadada porque le tocasen sus libros, que ni se percató de ello.
—¿Qué? —cuestionó, temeroso de que ella se acercase a empezar algo que había entre ellos.
Y había una mezcla entre que no quería porque quería hacer creer a su mente que la odiaba y luego había otra, en lo más hondo de su ser, que deseaba hacer eso y más, llevar a la realidad esos sueños y que ambos disfrutasen un rato juntos.
Zoe arrugó su frente por la pregunta tan estúpida de él e hizo un gesto con sus labios que a Rhett le hizo perder la vista en ellos y tragó muy fuertemente, mientras un buen amigo suyo comenzaba a moverse alegremente entre su ropa interior.
—¿De verdad me lo preguntas? —cuestionó. —¿Todavía eres un idiota que dibuja penes en mis libros? —volvió a preguntar mientras este no daba crédito a lo que estaba escuchando, tal cual a su sueño—. Dejo un momento el libro en la mesa para hablar con una amiga y cuando vuelvo, me encuentro con esto.
Mostró su libro abierto por dichas páginas y, en efecto, ahí estaban aquellos dibujos obscenos que a Zoe le fastidió tanto su lectura.
Rhett comenzó a respirar intranquilo, apretando con fuerza el pomo de su puerta, mientras trataba de disimular su erección con su mano. Pero Zoe estaba tan fuera de si que ni lo había percibido.
—Lo siento... Pensé... Pen... —Carraspeó al ver que no le salían las palabras al tartamudear—. Pensé que tendría gracia.
Zoe arrugó su entrecejo y ahí fue cuando empezó a notarlo extraño, bastante para que viese y supiera que algo no andaba bien. Él había cambiado de la noche a la mañana con ella, pero lo conocía muy bien, tanto que, si cerraba los ojos y escuchaba solo el tono de su voz, sabía si se encontraba bien o mal.
Para Zoe siempre sería un amigo, aunque este se hubiese comportado mal con ella, haciéndole ver que estaba enfadado con ella por algún motivo y que, ni siquiera, le diese ese motivo para saber a que se tenía que enfrentar, si tenía que pedirle perdón. Pero nada, ella no sabía nada.
Y aún así, se preocupaba por ese hombre y seguiría haciéndolo siempre.
—¿Estás bien? —cuestionó. —¿Y esa chulería que te suele definir?
Rhett miró los ojos azules de Zoe, tan azules como el cielo y susurró;
—Tuve... una noche extraña.
La joven elevó la ceja y, al ver que volvía a cerrarse en banda, continuó;
—Ya... Simplemente, no vuelvas a dibujarme esta mierda o voy a ser tu peor pesadilla.
Él asintió y, sin dejar que ella se despidiera de él, le cerró las puertas en las narices de la joven, haciendo que Zoe se preocupase más por él y luego recostó su cabeza en la puerta, suspirando y viendo lo duro que se había puesto por culpa de esa joven.
🎡
Zoe miró de reojo a un Rhett que no dejaba de mirarla de una manera distinta, hasta se atrevía a decir que temeroso por la mirada tan intensa de ella.
Llevaban bastante rato en clase y después de hablar aquella mañana con ese joven, sabía que Rhett no era el mismo de siempre y, cuando decía el mismo, significaba un dolor de cabeza. Estaba bastante callado, no la molestaba, ni se burlaba de ella como solía hacer, pero si la miraba y bastante de aquella manera que la hacía ponerse los pelos de punta.
Se giró, mirándolo de aquella manera tan intensa y Rhett no supo donde mirar. Quiso mirarle los ojos a la joven o no mirarla directamente, pero sus ojos iban directos a los labios gruesos de ella.
Y no ayudó para él en nada la relajación que tuvo con su amigo en la ducha.
—Hoy estás muy raro, Rhett. ¿Estás bien? —cuestionó.
Blue, que estaba al lado de Zoe, miró a Rhett al escuchar aquello de su amiga y puso atención, para ver si era cierto lo que decía la joven rubia.
Rhett, ante tantas miradas, apretó la mandíbula y asintió.
—Estoy bien.
Rhett miró su móvil, fingiendo que miraba alguna conversación y ambas mujeres se miraron entre ellas para luego mirar hacia el profesor que explicaba en medio de la clase.
Zoe estaba bastante extraña con Rhett, sabía que él le ocurría algo, pero no podía saber el qué exactamente. Pero él, como de costumbre, jamás decía que le ocurría desde hacía años. Por lo que prefirió no insistir.
Y Rhett miró hacia su libreta llena de apuntes y luego observó a Zoe, con la mandíbula apretada. Desde su posición, podía ver un poco los labios de ella y las tórridas imágenes de su sueño aparecían en su mente una y otra vez.
No paraba de preguntarse que es lo que le ocurría, pero no era nuevo esa sensación, llevaba tiempo, meses, así, pero desde que había tenido su primer sueño erótico con ella, él veía que las cosas estaban tornándose diferentes.
Tragó saliva, tratando de no pensar en ello, pero ese día lo tenía bastante difícil.
Entonces, cuando las clases acabaron, los 5 amigos se fueron a una heladería que estaba cerca de la playa y a la que solía ir de vez en cuando. Sobre todo, cuando hacía bastante calor.
Faith, Zoe y Blue estaban sentadas juntas en la mesa redonda, mientras que Izan y Rhett estaban frente a ellas. Cada uno tomaba de su helado favorito, hablando de cosas que harían próximamente, de las clases y el poco tiempo que quedaba para el verano. Ya estaban haciendo planes para hacer en verano y hacer un viaje juntos en el que no sería para nada caro y que utilizarían una furgoneta para moverse por california y luego visitar a sus padres un mes antes de comenzar las clases.
Querían disfrutar cada momento juntos y esa época era la idónea para ellos.
Mientras las mujeres hablaban entre ellas, Izan miraba a su hermana, viendo como miraba a Faith y empezando a ver lo que no había visto anteriormente, sonriendo suavemente por ello.
Y Rhett estaba en su mundo, todavía inmerso en su sueño, bastante extraño por ese sentimiento de deseo que tenía con Zoe. Observaba como ella chupaba su cono de helado de una manera que no se percataba que estaba dejando sudando a Rhett por como su lengua hacía ese recorrido. Él tenía los labios entreabiertos y, por primera vez después de aquel rechazo, quiso hacer algo más con ella, ir más allá. Deseó consumar ese deseo que tenía hacia ella y pasar solo una noche salvaje entre los 2.
Ya estaba acostumbrado a pasar noches así con otras mujeres, no debía ser nada diferente con Zoe, ¿no? Así era como él se creía. Quizás con solo una noche se olvidaría de ella de esa forma y seguirían con la misma relación de enemigos que conocían hasta ahora.
—Tierra llamando a Rhett —dijo Izan, después de varios intentos llamando a Rhett y que este ni lo escuchase, metido en su propio mundo.
Rhett sacudió su cabeza, viendo como su cono de helado comenzaba a derretirse en su mano y miró a su mejor amigo.
—¿Qué pasa?
Izan señaló el helado de él y este empezó a pasar su lengua para que no siguiera goteando.
—¿Qué te ocurre? Desde que te has sentado no has dejado de mirar a Zoe como si fuese la diosa del amor —susurró en voz muy baja para que solo Rhett lo escuchase.
Rhett carraspeó. Pero no respondió a su pregunta.
Lo último que quería era decirle que es lo que le estaba ocurriendo con Zoe.
Izan lo observó, con el ceño fruncido y negó con la cabeza, con una sonrisa sabiendo que es lo que le ocurría con Zoe. Aunque nadie debía ser inteligente para saber que entre esos 2 había mucha química.
—Bueno, hoy tenemos ¡fiesta! —gritó Faith, consiguiendo que varios clientes los mirasen con mala cara.
Izan dijo;
—He invitado a algunos amigos. Recuerden que Blue y yo les esperamos en nuestro piso. —Le guiñó un ojo a su hermana y esta lo miró con complicidad.
—Lo que nos vamos a divertir —respondió Faith.
Entonces, el móvil de Zoe comenzó a sonar con varios mensajes y esta los miró disimuladamente, pero cuando fue a responder, Rhett observó cada gesto de ella, con una ceja elevada y sabiendo que es lo que estaba ocurriendo. Se imaginaba ciertas cosas, pero no del todo, tampoco sabía la versión de ella y esperaba que algún día todo eso que veía tuviese alguna explicación.
—¿No me dirás que no vendrás? —preguntó Faith, conociendo ya a su amiga y sabiendo que, cada vez que sonaba ese móvil estando ellos presentes, era por trabajo—. Van a venir algunos amigos con los que podrás ligar y quien sabe... —La joven de pelo rizado movió las cejas y sonrió para que su amiga sonriese también.
Quien no sonrió fue Rhett, que miró a las jóvenes algo celoso por eso último y comenzó a comerse el helado con rapidez para poder irse de allí para que le diese el aire.
Blue comenzó a sentirse incómoda al escuchar la palabra "chicos" y apretó la mandíbula con fuerza, siendo Zoe la única que se percatase de ello.
Con una mirada, trató de preguntarle si quería hablar y ella negó con la cabeza.
—Vendré —dijo Zoe, dejando tranquilo a Rhett y alegrando a sus amigos—. Mañana es otro día.
—¡Esa es mi nena! —gritó Faith nuevamente, consiguiendo que los clientes la mirasen—. Ay, Blue. Tengo un joven para ti que estoy muy segura que te va a fascinar. También le encanta la fotografía como a ti. Es un poco tímido, pero estoy segura que te va a encantar.
A Blue parecía estar rebosante de alegría, tanto que ironizó;
—Bien...
No le gustaba eso, pero tampoco ninguno lo sabía, solo Zoe y tampoco es que hubiese hablado con ella para ello. Pero la joven rubia tomó la mano de Blue con delicadeza, dándole apoyo y dándole el espacio posible para que ella pudiese hablar algún día con todos ellos.
—¿Qué le pasa hoy a Rhett? —cuestionó Faith mirando al chico atractivo que estaba frente a ellas—. ¿No me preguntas si habrán mujeres?
Él, con su helado ya terminado, negó con la cabeza.
—Hoy no estoy de humor.
Zoe lo observó intranquila, sabiendo que algo malo le ocurría y se preocupó por ese joven que conocía desde que eran pequeños, cuando los padres de Rhett lo adoptaron.
—Se nota. ¿Qué pasa? ¿Te has dado un golpe en la cabeza o has tenido un sueño erótico con alguna de las presentes? —bromeó Faith.
Y el rostro de Rhett, lleno de alarmismo, hizo darse de cuenta a Zoe de lo que ocurría. Ambos se miraron, se quedaron varios segundos callados y luego él se levantó de la mesa, tomando su pelota de baloncesto y tirar algunas canastas en la cancha que había en la playa, a varios metros de la heladería.
Sus amigos, extrañados por ese gesto de él, se observaron y al conocerlo, sabían que debían dejarlo solo. Pero Zoe le dio igual el mal genio de Rhett, por lo que se levantó para hablar con él.
🎡
Minutos más tarde, en aquella cancha con varias palmeras californianas que rodeaban la cancha y un calor abrasador, se encontraba un joven atractivo practicando canastas. Llevaba su camiseta sin mangas con su número de jugador.
Estaba tan centrado en su labor con el baloncesto, que ni se había percatado que Zoe se encontraba frente a él, a varios metros de lejanía y sacándole una foto con una de esas cámaras que imprimía las fotos fácilmente en una polaroid.
Rhett, al escuchar el sonido de la cámara, miró a Zoe y sonrió con total naturalidad, sorprendiendo verle sonriendo de esa manera a Zoe, la cual llevaba años echando de menos esa sonrisa.
—¿Practicando por si no funciona lo de arquitectura? —cuestionó él.
La foto salió impresa, la sacó y luego la miró con una sonrisa por verle ahí, se acercó al joven y se lo enseñó.
—Reconozco que cuando entraste en el equipo de baloncesto, le pedía la cámara a mi padre para poder sacarte fotos —confesó, sorprendiendo a Rhett—. Incluso después de que me dejases de hablar, seguí haciéndolo. —Calló varios segundos, mirando hacia la cámara y echando realmente de menos, aquella relación que tenían mutuamente—. Y en ningún momento te percataste de ello —susurró, algo avergonzada.
Pero Rhett solo sabía bromear, ya no era el joven dulce de antes y quizás eso le dolía más a la joven y, el único con el que hablaba de sus secretos, ya no existía. Le costaba expresarse con alguien sobre sus problemas y el único era Rhett, pero desde que se habían distanciado, ya ella no tenía esa confianza con nadie. Por muy buenos amigos que tuviese, la vida la había cerrado por completo.
—¿Eres una fan? —bromeó.
Zoe siguió sin mirarlo y aquella pregunta, escuchar que él se lo tomaba todo a broma, le dolía cada vez más.
No le respondió a esa pregunta que odió escuchar y Rhett se percató que había metido la pata.
—Realmente me gustaría sentarme a hablar contigo algún día sobre lo que ocurrió... —susurró, diciéndole lo que sentía desde hacía tiempo, deseando poder aclarar el pasado con ese chico que la ayudó tanto—. Sobre el motivo por el cual te comportas así conmigo... Frío, distante... —Calló unos segundos, mirándolo a los ojos y continuó. —Ojalá algún día pudieses abrirte y te prometo que ese día te escucharé y aceptaré tus motivos. Pero si no me los das... Si te enfadas con alguien sin que esa persona sepa el motivo, no llegarás a ningún sitio y perderás a mucha gente por el camino.
Zoe estaba seria y, cuando Rhett escuchó todo eso, también dejó de sonreír.
La joven rubia suspiró con fuerza y le entregó aquella foto suya, para que Rhett se la quedase.
Y volvió a confesarle algo que tenía aferrado dentro de ella desde hacía años.
—Toma. Es para ti... —Vio como Rhett alargaba la mano para quedarse esa foto y la volvió a mirar para saber que es lo que le iba a decir. —Ya no quieres fotos conmigo, solo cuando estamos con nuestro círculo de amigos, pero esto es solo una foto tuya. Creo que podrás aceptarla.
No había ni un gesto de sonrisa en el rostro de Zoe y aquello, ver como se encontraba ella porque Rhett no quería hablar con ella de lo pasó, fue lo que le hizo ver ciertas cosas que no había notado en años. Le hizo replantearse dejar atrás todo aquello, pero no iba a ser tan fácil.
Zoe lo miró unos segundos antes de dar media vuelta y marcharse de esa cancha, para dejarlo solo.
Y aquella soledad la notó enseguida Rhett, percatándose de que ella tenía toda la razón del mundo. Pero ya era tarde para hablar de ese tema que estaba muerto.
—¿Nos vemos esta noche? —preguntó él al verla marcharse.
Zoe se giró para verle el rostro y, sonriendo delicadamente, asintió.
Y ambos sintieron algo con esa última mirada, antes de que Zoe se marchase. No sabían que era, pero pronto lo averiguarían.
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