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D I E Z | L A B I O S 🎡

«Cada vez que sonreía el muy engreído quería hacerle callar de mil maneras»

Zoe.

Las horas fueron pasando para mejor y todos estaban divirtiéndose en aquella pequeña fiesta que habían montado en el piso de Izan y Blue. Aprovechaban que varios de sus vecinos no siempre estaban en sus pisos, para organizar esas fiestas de amigos.

Y, a pesar de que al día siguiente todos tenían que ir a clase, exceptuando a Izan y Faith que tenían ese día libre, disfrutaron de ese momento grupal con los invitados.

Ryan y Faith habían empezado a enrollarse para el malestar de Blue, que no podía mirar hacia ellos sin sentirse mal por dentro. Pero gracias a Rhett que le sacaba grandes sonrisas, jugaron varias partidas en la consola de Izan con Megan cerca. La cual, esta última supo que no podía hacer nada aquella noche con Rhett.

Por otro lado, Rhett tampoco se quedaba atrás con los celos, teniendo que aguantar por su rabillo del ojo como Zoe hablaba con Drew animadamente, cada uno con su espacio, pero de igual manera no le hacía demasiada gracia. Sabía que solo hablaban, pero era una mezcla llena de emociones que sentía dentro de él.

Y luego estaba Izan, quien se había quedado dormido en el sofá.

Eran algo más de la 1 de la madrugada y Rhett solo deseaba irse de esa casa para estar solo y no pensar en Zoe cada vez que miraba para ella. No ayudaba en nada que Zoe coquetease y, lo que pareció algo que podía ser un ataque de celos para cualquiera, para Rhett no fue así y no quería sentirse así. Por lo que Blue le ganó la partida y este, cansado por el día que llevaba, dejó la consola, despidiéndose de todos y pidiendo disculpas anticipadamente, para luego marcharse, enfadado.

Odiaba sentirse así, siempre se decía que las personas no debían sentir celos, pero llevaba semanas sintiéndose así con Zoe cuando la veía con otros hombres. Sobre todo, cuando la veía con hombres mayores que ella. Quería disuadir cualquier sentimiento de ello, pero no fue fácil, por lo que se marchó, captando la atención de todos.

Cada uno preguntó que es lo que le había ocurrido y Zoe, que se lo imaginaba, dejó a Drew atrás para despedirse de sus amigos y hablar seriamente con Rhett.

Cuando ya él se encontraba en su coche, a punto de subirse, la voz de Zoe sonó por la calle, diciendo en voz alta la pregunta que él se hacía en su mente.

—¿Por qué te pones celoso si no somos nada?

Rhett sonrió burlescamente, pero era más una sonrisa de enfado hacia sí mismo. Se giró, mirando como esa chica que llevaba comiéndole el coco desde hacía semanas, se encontraba frente a él, con aquella mirada tan intensa que provocaba nerviosismo a nuestro protagonista masculino.

Un engreído Rhett preguntó;

—¿Yo? ¿Celoso por ti?

Zoe elevó una de sus cejas, divertida por notar el cambio del tono de su voz, sabiendo que algo escondía Rhett. Se cruzó de brazos, no ayudando a que la vista de Rhett siguieran mirando los ojos de ella, sino en la línea perfecta de los pechos de la joven. Zoe sonrió.

—Si no estuvieses celoso no te hubieses ido de la fiesta.

Él miró hacia otro lado de la calle y negó con la cabeza.

—Por favor, vuelve arriba y déjame tranquilo.

Abrió el coche y, cuando abrió su puerta, Zoe se acercó para seguir hablando en medio de la calle.

—Llevas todo el día extraño, mirándome los labios como si fuese una extraterrestre. Algo ocurre contigo.

Rhett, cansado de ahorrarse las cosas con Zoe, sacudió su cabeza y se acercó a ella peligrosamente, pero Zoe no se movió ni un solo centímetro, como si no temiese la cercanía de Rhett. En cambio, él se sintió intimidado por aquella diosa que tenía frente a él y tragó saliva costosamente por esa cercanía.

—¿Quieres saber que es lo que me ocurre contigo? ¿Quieres saberlo? —repitió y Zoe siguió sin moverse, mirándolo a los ojos—. Que tu y sobre todo tus labios aparecen en mis sueños. Y no precisamente hacemos cosas suaves —confesó, avergonzado por haber pensado en ella de esa manera.

Ahora, la que sonreía presuntuosa, era ella. Negando con la cabeza y arrugando su frente, como si aquello no fuera una sorpresa para ella, quizás porque ella también había pensado en él de esa manera y lo que harían esos labios carnosos de Rhett entre sus piernas. Y lo cierto es que así había sido.

—¿Nos acostamos en tus sueños? —cuestionó sin sorpresa—. ¿Y por eso te pones así?

—Me pongo así porque no quiero pensar en ti de esa manera —respondió bastante mal.

Ella negó con la cabeza.

—No hay nada de malo en eso.

Y ahí, con esa respuesta, fue la que ella misma se descubrió.

Un Rhett bastante chulesco apareció, elevando la ceja y preguntando en forma de afirmación;

—¿Has soñado conmigo de esa manera, Zoe? —Su voz, ronca y grave, sonó bastante sensual para los oídos de Zoe, que jamás había escuchado ese tono de voz de Rhett.

Y ahora, la que estaba nerviosa por descubrirse, fue ella. Dio un paso hacia atrás, mirando hacia cualquier lado, deseando irse.

—Deja ese tema, Rhett.

En su imaginación, habían pasado muchas cosas entre ellos y casi todas ellas sin ropa, pero en la realidad, ni siquiera se habían tocado de una manera erótica y en zonas prohibidas. Eso no debía pasar con alguien que fue tu mejor amigo de la infancia y ahora era tu peor enemigo. No debía pasar, aunque para ambos fuese su mayor deseo y consumir toda esa adrenalina que llevaban acumulando desde hacía mucho tiempo.

Ella fue a girar, pero la mano de Rhett tomó la muñeca de ella, acercándolo a él y sonriendo, chulesco.

—Lo has hecho —afirmó.

Harta, se acercó a él peligrosamente, a punto de pegar sus labios con los de Rhett y ninguno pareció molestarle. Y la joven susurró;

—Si, he soñado como me lo haces y no han sido pocas las veces que nos acostábamos en mis sueños —susurró con una voz más que prohibida y que dejó duro a un Rhett que deseaba probar esos labios carnosos de todas las maneras que existieran—. Pero solo es un sueño.

Soltó el agarre de Rhett y se giró, para caminar por las calles de Los Ángeles, sola.

—¿A dónde vas? —gritó Rhett.

—A buscar un taxi.

Él no dijo nada, solo se subió a su coche y una enfadada Zoe, comenzó a caminar por aquellas calles llenas de luz, pero con pocas personas caminando por la zona en la que se encontraban.

Entonces, el coche de Rhett se acercó a la joven y paró a su lado, abriendo la puerta del copiloto para que subiera.

Zoe lo miró, elevando la ceja y una suave oleada de viento comenzó a sacudir el cabello dorado de la joven, haciendo que Rhett la mirase como la diosa que era.

—Sube. No pienso dejarte sola a la 1 de la madrugada en Los Ángeles —contestó la pregunta no formulada de Zoe—. Nunca ocurren cosas buenas a partir de las 11 de la noche y mi consciencia no descansaría tranquila si te pasara algo.

Zoe no puso objeción y sabía que el edifico donde ellos vivían estaba bastante lejos y encontrar un taxi a esas horas iba a ser una misión bastante difícil.

Miró la noche de Los Ángeles y abrió el coche, sin importar nada más. Se colocó la falda cuando se sentó y un nervioso Rhett tuvo que mirar hacia otro lado para no mirarle las hermosas piernas de aquella joven rubia.

El viaje fue algo lento, quizás por todas las cosas que estaban sintiendo aquellos 2 jóvenes que tenían las hormonas por los aires. Y esa química que tenían cada vez era mucho más palpable en aquel coche.

La respiración irregular de ambos era lo que iniciaba aquellas ganas que ambos se tenían de hundirse en la piel del otro, tocarse, darse placer y muchas más cosas para desahogarse.

El largo viaje acabó, cuando Rhett aparcó cerca del edificio y trató de disuadir cualquier imagen erótica de ella de su mente, por lo que prefirió seguir con el tema de antes para así él poder olvidarse de eso.

—Así que has soñado conmigo —burló, sonriendo de una manera que a Zoe deseaba dejar enmarcada la silueta de su mano en la mejilla de él.

—¡Joder! Deja de chulear, gilipollas. Que tu tampoco te has quedado atrás conmigo —contestó, abriendo la puerta del coche y bajándose, para cerrarlo con bastante fuerza.

Rhett la siguió, caminando a unos pasos detrás de ella y subiendo ambos el edificio por las escaleras hasta que llegaron a su piso correspondiente.

Siguieron discutiendo, y ahí, en esos ruidos que hacían sus voces, la vecina se asomó por la mirilla para ver una nueva escena de aquellos 2 muchachos, los cuales cada día parecían tenerse muchas más ganas.

—Del odio al amor solo hay un paso —dijo Rhett, sonriendo.

—Y de aquí a que te empuje por las escaleras solo hay unos metros —continuó la joven.

—Vaya, que agresiva.

Al verlo tan cerca de ella, lo empujó hacia la pared y Zoe dijo;

—Y tu un gilipollas. —La joven rubia, enfurecida por ese hombre, continuó. —Me tienen harta tus sonrisas, tu forma de tratarme y no sabes la de cosas que te haría para callar esa boca de engreído que tienes —respondió con rabia mientras miraba los labios deseosos de Rhett, los cuales no ayudaban cuando este se pasaba la lengua por sus labios.

Rhett se acercó peligrosamente a la joven y susurró;

—¿Y que me harías? —preguntó, deseoso de saber que haría esa mujer explosiva que tenía frente a sus ojos—. ¿Qué harías con mis labios?

Zose pegó a la puerta de Rhett al verlo acercándose a ella con mucho peligro y se quedó allí, sin escapatoria, sin importarle que Rhett se pegase a ella e hiciera con ella lo que la joven deseaba hacerle desde sus más eróticos sueños.

Siguió mirando a los labios del joven y no se guardó nada en su mente, trasmitiéndole que no sería nada cuidadosa con él y sería la mujer más salvaje que jamás creería encontrar. Rhett sonrió al ver esa mirada tan penetrante de ella que lo dejaba agitado.

—Mantenerlos bien ocupados para que no soltasen ninguna idiotez —murmuró con una voz sexy que puso duro a un Rhett deseoso de besarla.

Él la tomó del mentón con poca delicadeza y luego pasó las yemas de sus dedos sobre los labios entreabiertos de ella.

Rhett le abrió la boca de la joven y, lentamente, metió su pulgar en la boca de ella y Zoe se dejó hacerlo con gusto, pasando su lengua por el pulgar de él, chupándolo con tal delicadeza mientras los ojos azules de ella lo miraban a él. Zoe sonrió al ver la cara de consumido que puso Rhett al ver y sentir ese gesto.

—Si te dijera lo que me hacían esos labios en mi sueño... —susurró él con su voz ronca.

Ella dejó de chupar el pulgar de él para decir;

—No hace falta tener un máster para imaginármelo. —Sonrió con chulería.

Y para provocarlo como él lo hacía con ella, se relamió los labios.

Estuvieron un largo rato mirándose después de aquella discusión que tuvieron en aquel pasillo, con la vecina de ellos mirándolos y deseando que comenzaran a besarse como si de una serie televisiva fuera.

Y los labios de Rhett no aguantaron ni un solo segundo más, estampando los labios de él sobre los de ella y comenzando a incendiar más aquel fuego que llevaban teniendo en su interior desde hacía más tiempo del que creían.

Las manos de Zoe no ayudaron a que Rhett pudiese controlarse cuando comenzaron a tocarlo por todas partes conocidas y desconocidas. Él tembló al sentir el toque de ella por su cuerpo envuelto en ropa y deseó tocarla a cada rincón de ella, en cada sitio que ella jamás la habrían tocado y sentirla como nunca, conectar con ella de una vez por todas.

Zoe abrió más la boca, dejándole espacio a Rhett y este colocó una de sus manos en el cuello de ella y la otra en el trasero redondo de la joven, para que no existiese ni una pizca de espacio entre ellos y que Zoe sintiera lo duro que ella le ponía.

Y vaya si estaba duro por ella, consiguiendo que Zoe gimiese al sentir el grosor de los vaqueros de él sobre el estómago delicado de ella.

Necesitaban ir más allá y dudaban que sus cuerpos aguantasen un solo segundo más.

—Abre la maldita puerta, Rhett. No me hagas repetírtelo —susurró ella con voz grave y llena de placer, dándole luz verde a Rhett.

Él sonrió, sacó sus llaves de su bolsillo con rapidez y, mientras estampaba nuevamente sus labios sobre los de la joven, abrió la puerta con rapidez, metiéndose los 2 en el piso de Rhett para maldición de la vecina, que ya no tenía campo de visión de la escena.

Y esa noche iba a ser una noche muy calurosa en pleno abril en Los Ángeles.

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