
D I E C I O C H O | B A R R E R A S 🎡
«Trataba de hacer lo posible para que nadie rompiese las barreras que tanto me habían costado construir. Solo esperaba que Rhett no las destruyera en segundos para que conociera quien era la verdadera Zoe... De saberlo, se alejaría de mí para siempre y prefería tenerlo a mi lado a pesar de que fuéramos enemigos»
Zoe.
Mayo había comenzado y con ello, la alegría de unos jóvenes que pronto acabarían su segundo año de carrera. El tan deseado mes de mayo, el cual era el más complicado, pero el mes, el cual, se avecinaba el verano. Un verano que sería muy interesante para cada integrante de aquel grupo de amigos.
Ahora, todos ellos se encontraban en alguna de las hermosas playas de Los Ángeles, cada uno con una preocupación diferente, con un secreto distinto. Cada uno estaba haciendo algo que le gustaba.
Izan y Rhett estaban jugando al baloncesto, siendo Izan el que estuviese ganando aquel día para sorpresa de sus amigos, el cual siempre solía ganas Rhett al ser la estrella del equipo. Pero ese día parecía distraído por algo o, quizás, por alguien.
Blue estaba sacando fotos de la playa, las personas que caminaban y de como el sol empezaba a caer poco a poco, dejando aquel color anaranjado del cielo tan hermoso y bello. La sonrisa de aquella pelirroja no pasó desapercibida para Faith, la cual la observaba en silencio, deseando hablar para pedirle perdón por lo que ocurrió en la fiesta.
Y por último y no por ello la menos importante, se encontraba Zoe, sentada en la arena, dejando que las últimas horas de sol le dieran en su piel delicada, pero el libro que casi siempre la acompañaba estaba a su lado, dejando que ella le leyera y pasara las páginas con aquella delicadeza y cariño que le tenía a todos sus libros.
Pero lo cierto es que no estaba del todo centrada en su lectura y cierto joven de cabello oscuro, alto y musculoso, que practicaba baloncesto a varios metros de ella, la hacía dejar de mirar a su libro para observarlo a él.
Rhett, el cual no dejaba de botar el balón mientras Izan defendía su canasta, distraía a Zoe por cada gesto de ese joven. Como sus músculos, su torso, sus brazos, se movían por cada movimiento que él hacía. Por no hablar de aquellos abdominales bien definidos que él trabajaba y que Zoe le fascinaba ver, aunque prefería fingir que no le gustaba verlo sin camisa. Aunque ya Rhett sabía que ella fingía, al igual que Zoe sabía que Rhett fingía que no le afectaba la mirada de ella hacia él.
Ambos se conocían, tanto de una forma u otra. Y empezaban a conocerse ahora sin ropa y les gustaba mucho más de lo que pensaban.
Rhett comenzó a correr, esquivando a Izan y luego saltando hacia la canasta, tocándola con los dedos mientras encestaba en un mate perfecto. Y todo ese recorrido, lo observó Zoe mientras se mordía el labio al ver lo guapo que era y como disfrutaba de verlo sin camisa.
Faith se sentó al lado de Zoe, observando cada gesto de placer de la rubia al ver al supuesto enemigo que tenía. Negó con la cabeza mientras la seguía mirando, divertida de verla así.
Peor en vez de ser tan directa como otras veces, decidió tontear poco a poco el terreno, para lanzar la pregunta magistral.
—¿Qué te pasa con Rhett?
Zoe dejó de morderse el labio y de dejar de mirar hacia aquel jugador de baloncesto, para mirar a su mejor amiga y volver su vista hacia su libro, que ansiaba que la volviese a leer.
—¿Yo? Nada —contestó, empezando a ruborizarse, siendo algo extraño en Zoe, ya que jamás solía hacerlo.
Faith se percató de todo ello, conociendo como era su mejor amiga con los hombres, la cual sabía como hablar con ellos y jamás se ponía nerviosa con ellos. Pero en ese momento, fue una primera vez.
—Nada son las veces que escucho a los profesores en clase. A ti te pasa algo... —Faith empezó a analizar todo y, poco a poco, fue soltándoselo al ver la mirada de ella, llena de intensidad—. Espera... Esa mirada...
Zoe levantó la vista de su libro y arrugó su frente, abriendo los ojos más de lo que acostumbraba al temer de lo que Faith podría imaginarse.
—¿Qué mirada? —cuestionó con cuidado.
Y Faith lanzó;
—¿Te lo has tirado?
Zoe se asustó al escucharla, miró a su amiba Blue que estaba lejos de ellas para poder escucharlas y luego de izan y Rhett, quienes también estaban algo lejos.
—¡Faith! Por favor, no —mintió bastante bien.
Pero Faith rio, no creyéndola.
La joven de cabello rizado negó con la cabeza mientras colocaba sus manos en la arena, apoyando su cuerpo.
—¿Cómo voy a acostarme con alguien que fue mi mejor amigo, ahora enemigo, encima es mi vecino, compañero de clase y amigo de mis mejores amigos? —cuestionó la joven rubia, tratando de hacerla creer que no había pasado nada.
Pero Faith era experta en relaciones complicadas, por lo que contestó;
—Por eso mismo te lo tirarías —respondió con una deslumbrante sonrisa—. Codo con codo, lo has visto muchas veces sin camisa y admítelo... Rhett está bueno —dijo Faith, aunque para ella fuese uno de sus mejores amigos, jamás se le ocurriría hacer algo con él más allá que una amistad y más sabiendo que su mejor amiga podía sentir algo por Rhett. Faith le gustaba otro tipo de chicos—. Tiene un culo que hasta yo envidio y unos abdominales que cualquiera desearía lamerle. —La miró, elevando la ceja y contestando. —Te he visto con esa mirada de querer lamerle como un helado por todos lados, nena. No me seas una inocente ahora.
Zoe suspiró fuertemente, mientras negaba con la cabeza y varias imágenes de lo que habían hecho en el sofá de él y en el coche... No la ayudaban en nada a poder seguir esquivando la pregunta que le estaba haciendo en forma de afirmación su mejor amiga.
Ante la nula respuesta de Zoe, Faith dijo;
—Del odio al amor solo hay un paso —cantó mientras sonreía por ver como esos 2 realmente se tenían ganas, como todos ellos, tanto Izan, Blue y Faith, sospechaban.
Zoe dejó de leer para mirar a su amiga Faith y respondió;
—No ha pasado nada entre los 2.
Faith vio como Rhett miraba a Zoe de una manera bien distinta a la de hacía semanas antes. Eso no era una mirada de enemistad, había algo más y ver como Zoe lo negaba, la divertía.
Negó mientras seguía mirando como Zoe no era consciente de la mirada de Rhett.
—Y por eso mismo él te mira pidiéndote más ahora mismo —contestó divertida.
Y cuando Zoe lo miró, así era.
Faith rio.
—Tía, no me tienes que demostrar nada, ni a mí, ni a nadie. Y mucho menos a ti. —Siguió mirando a su mejor amiga y continuó. —Sé sincera, te pone Rhett como tu lo pones a él. No hay nada de malo. Se atraen, aunque ustedes se empeñan en que no. Y no tienes porque admitírmelo, pero sí admítelo para ti misma... —contestó, esperando ver algo más en los ojos de ella que le dijeran que era cierto—. Creo que te mereces ser sincera para ti.
Aquello último no iba a por Rhett, iba por algo más que todos sus amigos querían de Zoe. La cual sabían que no estaba pasando por un buen momento desde hacía un tiempo. Pero si alguien no quería que lo ayudasen, poco se podía hacer. Solo podían demostrarle que ellos estaban ahí para cuando ella los necesitase.
—¿Por qué dices eso, Faith? —preguntó Zoe, sabiendo que no iba por Rhett.
—Porque hace tiempo siento que no lo estás siendo contigo misma. Con ese trabajo extraño que nadie conoce, esas incógnitas que tienes cuando tienes que irte de un momento a otro, sin decirnos nada —respondió, preocupada por su mejor amiga—. Zoe, soy tu mejor amiga y puedes contarme lo que sea, no voy a juzgarte.
Zoe dejó el libro a un lado, se abrazó a sí misma y siguió mirando hacia Rhett, para luego mirar hacia la arena que las rodeaba.
—Yo misma me juzgo —contestó.
Faith colocó su mano sobre la espalda de la joven rubia y negó con la cabeza.
—Eso no es sano. —Acarició su espalda con cariño para continuar. —Lo más difícil es darse de cuenta, luego hablarlo con alguien de confianza y luego trabajar para no cerrarte en ti misma.
Zoe no pudo evitar pensar que su mente no la dejaba confiar en nadie, aunque tuviese a los mejores amigos que existían, había algo en ella que no conseguía ir a más. Que no la dejaba confiar y eso le daba miedo. Quería confiar en ellos, contarles lo que ocurría para ser una familia, pero había algo en su pasado que no la dejaba avanzar.
Y eso era lo que más la entristecía, vivir de aquellos malos recuerdos del pasado.
Zoe no le dijo nada, pero por la mirada que estaba poniendo y que su mejor amiga conocía, supo que había algo atascado en ella que no la dejaba continuar hasta que no lo hablase con alguien.
Tomó la mano de la joven y susurró;
—Sabes que estoy para ti para lo que sea, no para pasar buenos momentos, también estoy para los malos... Como tu estás en los míos —dijo Faith, sabiendo que Zoe era la que siempre estaba en los malos momentos en el grupo—. Tu siempre están en los malos momentos de nosotros, es hora de que nosotros estemos para ti en tus malos momentos.
Zoe no la miró, siguió mirando hacia un punto fijo de la arena ya que la ayudaba a no dejar que sus lágrimas salieran a la superficie y abandonasen sus hermosos ojos azules. Estaba aguantando y, como de costumbre, lo haría a la perfección y luego se derrumbaría cuando estuviese en la soledad de su piso, con todos sus problemas golpeándola como un saco de boxeo.
Faith sabía que no estaba bien, pero no podía insistir. La conocía muy bien y sabía que eso no la iba a ayudar si estaba todo el tiempo tras ella, obligándola a que contase con ella. Lo único que podía hacer era ser paciente, demostrarle que podía confiar en ella y estar a su lado, dándole apoyo. Y el día que quisiera hablar, estaría ahí, por muy malo que fuera todo lo que tendría que decir.
—Tómate todo tu tiempo, pero si quieres hablar, tienes a la familia que elegiste contigo que somos Izan, Blue, Rhett y yo —selló Faith.
La joven besó la frente de Zoe con cariño, como si fuesen hermanas, mientras que, de lejos, Rhett vio la escena de ambas, asustado por ver a Zoe nuevamente mal.
—Gracias, Faith —contestó Zoe.
Faith negó mientras concluía;
—A la familia jamás se le da las gracias.
Ambas se quedaron ahí, con el sol de fondo, mientras aquellos hombres continuaban jugando al baloncesto.
No supieron por cuanto tiempo estuvieron así, solas en aquella playa, con música de Taylor Swift que salía del móvil de Faith y que había puesto después de hablar entre ellas. El sol todavía estaba a la vista de todos y pronto, desde que se escondiera, el grupo de amigos se marcharía para continuar con aquella quedada en otro lugar. Disfrutando siempre de esos momentos universitarios en Los Ángeles, aquella ciudad llena de palmeras.
Faith dejó de mirar el partido a dúo entre Izan y Rhett y observó a aquella joven pelirroja, que se encontraba sacando fotos a su hermano y a Rhett, sacando los mejores momentos del partido.
Pero hubo algo en ella, que hizo que Faith la observara con otros ojos.
La joven de cabello rizado no lo comprendía que era lo que había sentido en su estómago al mirarla que no había sentido en años anteriores. Creyó que solo era la separación que llevaban teniendo después de lo que Faith había hecho, pero en realidad era otra cosa que a la joven se le escapaba.
Observó a su mejor amiga, que estaba observando nuevamente aquel partido, pero prefirió no decirle nada. Se tocó el estómago, arrugando su frente y sacudiendo su cabeza para luego volver a mirar a Blue, que estaba en su propio mundo con lo que más amaba en esa vida, que era la fotografía.
Por el otro lado, un Izan que practicaba baloncesto con Rhett, veía como su mejor amigo estaba distraído, siguiéndole con la mirada, comprendió cual era el motivo de su distracción. Al ver a Zoe a pocos metros de donde se encontraba la cancha de baloncesto, Izan sonrió y empezó a ver algo que cualquiera pudiera ver. Había algo entre ellos que sabía que no querían decir y se imaginaba, por el rostro de Rhett de enamorado, que hubo algo entre ellos.
—Rhett, ¿pasa algo con Zoe?
Rhett recogió el balón y caminó hacia su amigo.
—No, ¿por qué?
Izan sonrió.
—Porque no dejas de mirarla con ese rostro que ponías cuando querías decirle que estabas enamorado de ella. Aún me acuerdo lo nervioso que estabas ese día que te ibas a confesar a ella y ese es el mismo rostro que estás poniendo ahora. —Señaló el rostro de su mejor amigo.
Al ver que Rhett se le resbaló el balón de las manos al escuchar aquello de la boca de su amigo Izan, hizo sonreír al joven pelirrojo.
Rhett negó repetidas veces, como si su amigo tuviese fiebre.
—No voy a confesarme con esa rubia —dijo con enfado.
Izan volvió a reír.
Rhett recogió el balón y lo miró, elevando la ceja.
—¿De que te ríes?
—Ni tu te lo crees.
Izan corrió hacia su amigo, le quitó el balón, botándolo al suelo y luego tirando a canasta, pero falló en el proceso.
Aquel gesto hizo cabrear a Rhett, que no quería sacar nuevamente a relucir ese tema.
—Solo digo que no parecen llevarse tan mal como antes —contestó Izan, siendo él quien fuera a por el balón.
—La cosa entre nosotros sigue igual.
—Mi respuesta sigue siendo la misma, Rhett...
Rhett tragó saliva y cuestionó;
—¿Cuál?
Izan se acercó a él, dándole el balón con algo de fuerza para que Rhett lo tomase y respondió;
—No pierdas más el tiempo y dile lo que pasó.
Rhett negó, tomando el balón y tiró a canasta desde lejos, encestando un triple con enfado y luego volvió a mirar a Zoe, la cual lo estaba mirando desde lejos.
Ambos conectaron de una manera inaudita. Parecía que el destino les había cruzado para estar juntos.
Y el enfado que Rhett tenía, se esfumó al verla, dándole la razón a Izan por ese gesto que ni Rhett se había percatado.
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