C U A R E N T A Y D O S | U N I D O S 🎡
«Sentirme ligero de equipaje, después de contar algo traumático mi vida a la persona que más me importaba, era lo mejor que existía»
Rhett.
Aquella misma noche, una madre se encontraba en la terraza de su cuarto, observando el cielo mientras se abrazaba a sí misma, pensando en todo lo que su hija le había confesado esa noche junto a su marido.
Fue ahí que un hombre rubio, atractivo y alto, la abrazó por detrás, besándola en la cabeza mientras cerraba los ojos, para sentirla por completo, como llevaba años haciéndolo y que tan enamorado se encontraba de su mujer.
—Pasan los años y mi amor por ti no cambia —susurró.
Abby sonrió por lo que le acababa de decir Mike y luego él se quedó al lado de su mujer para observar las estrellas juntos, aquella noche despejada, en aquel hermoso lugar.
—¿Te sientes como yo después de lo que nos dijo Zoe? —preguntó Mike sin dejar de mirar a las estrellas, deseando buscar alguna respuesta a sus preguntas que se amontonaban en su mente después de aquella confesión de su pequeña.
Abby se echó un mechón de pelo hacia atrás y asintió.
—Si. Exactamente igual... —murmuró. —Pero todos pasamos una época en la que no contamos con nadie, sea el motivo que sea, aunque tengas a la familia más unida. Siempre tenemos una época así. —Abby buscó la mirada de su marido cuando continuó. —Zoe la ha pasado, pero nos lo ha contado y ya ha dejado ese trabajo.
Mike suspiró fuertemente mientras se apoyaba en la barandilla del lugar.
—Ojalá pudiera protegerla de todo.
Entonces, Abby colocó sus manos sobre el brazo de él, abrazándolo y mirándolo con amor.
—Entonces no aprenderá a vivir la vida y el día que no estemos, no sabrá como manejarse en los problemas diarios.
Mike la miró, con una hermosa sonrisa que su mujer siempre conseguía sacarla, incluso, en los peores momentos.
—¿Por qué siempre tienes tanta razón? —cuestionó Mike.
Abby no respondió a esa pregunta, pero sí le dedicó una cariñosa mirada antes de volver a hablar;
—Encontraremos la solución todos juntos. Ella seguirá estudiando arquitectura en la universidad que quiera y continuará adelante, con sus problemas, pero no esos problemas tan grandes como ese trabajo.
Mike asintió, mirando hacia el suelo y entonces le dio vueltas y vueltas a su reacción.
—¿Me pasé al enfadarme? No sé que me pasó... —susurró apenado por recordar el rostro de su hija al verlo enfadado como nunca.
Abby lo besó en la mejilla y respondió;
—Eso ya es pasado. Solo te preocupabas por ella y perdiste los papeles, pero recuperaste la compostura y le diste apoyo cuando más nos necesitaba.
El hombre asintió.
—Ser padre no es fácil... Y en cambio, lo amo... Amo ser padre.
—Yo también amo ser madre —contestó Abby.
Y ambos, besándole con amor en aquella terraza, continuaron esa noche con aquellas hermosas vistas como solo ellos sabían y el amor que se tenían era eterno.
🎡
—Te veo nerviosa —dijo Rhett mientras aparcaba el coche frente al garaje de sus padres.
Había pasado solo 1 día desde que Zoe les había contado a sus padres su secreto, aquel que tanto le dolía guardar desde hacía tiempo. Incluso, todavía podía sentir esa resaca del día después de contarle tus secretos a alguien importante.
Y ahora se encontraban en la casa de los padres de Rhett, los cuales habían llegado de aquella gira.
Rhett, el cual se había trasportado en el viejo coche de su padre, una furgoneta roja en la cual viajaba Jonathan y Johanna, los padres adoptivos de Rhett cuando eran adolescentes.
Al aparcar, la joven Zoe sintió los nervios.
—Si... Es que es la primera vez que veo a tus padres siendo pareja nosotros.
Rhett asintió.
—Pero los has visto muchas veces, ya los conoces. Johanna y Jonathan son increíbles.
—Lo sé. Pero eso no significa que no me ponga nerviosa, idiota —contestó Zoe, consiguiendo que Rhett se sintiese feliz por eso último que le había dicho.
Cosa que lo hizo reír a carcajadas.
—Me gusta que me digas idiota. —Se acercó peligrosamente a ella y le susurró al oído de aquella rubia—. Dímelo mejor en la cama y sin nada puesto.
Zoe, sonriendo como nunca, susurró;
—Idiota.
Rhett la besó de imprevisto en la mejilla y se bajó primero que ella, la cual se quedó feliz sentada y sintiéndose completamente feliz por ese hombre.
Cuando se bajaron de la furgoneta y caminaron hacia la casa de los padres de Rhett, una mujer salió del lugar para ver a su hijo e ir a abrazarlo después de tanto tiempo sin verlo cara a cara. Y ese abrazo fue eterno y necesario para ambos.
—Cuanto te he echado de menos —susurró Johanna y, al girar su cabeza, vio a la joven Zoe al lado de su hijo y sonrió al verla—. ¡Zoe! —La abrazó y Zoe le devolvió el abrazo con gusto—. Pero que guapa estás. Espero que Rhett te trate bien, sino me lo dices que yo me encargo —le dijo una vez dejaron de abrazarse y le dedicó una mirada cómplice.
Zoe asintió divertida.
—Mamá... —advirtió Rhett con las manos en los bolsillos.
—Me trata muy bien —respondió la joven rubia, consiguiendo que Rhett la mirase de una forma que solo él sabía.
Fue ahí que un hombre pelirrojo, alto y con unos ojos azules hermosos, salió de la casa, feliz de ver a su hijo.
—¡Rhett! —Su padre, Jonathan, abrazó a su hijo y luego observó a la joven que estaba al lado de Rhett y, sonriente, contestó. —Me alegro mucho que hayáis solucionado vuestros problemas y hayan iniciado algo.
La joven pareja pasó aquel día en ese lugar, hablando con los padres de él y hablando sobre sus experiencias, como lo hicieron con los padres de ella. Así, poco a poco, pasaron una tarde en familia hasta llegada la noche. Donde aquellos jóvenes se quedaron en la misma habitación, donde Zoe podía ver todavía las cosas que Rhett tenía de su adolescencia y que recordaba a la perfección de pasar tantos años juntos como amigos.
La joven rubia, con un suéter de Rhett que utilizaba ahora como pijama, estaba acostada en la cama de él, con su cabeza sobre el hombro de Rhett. Mientras, él la acariciaba por la espalda, con dulzura y miraba el techo de color blanco, mientras las paredes de color azul le daban un toque bonito al cuarto.
La ventana que estaba a su lado era amplia y dejaba que la luz de la calle entrase en el cuarto ahora algo oscuro con aquellos 2 jóvenes enamorados y abrazados. Pero Rhett sentía que debía contarle algo a Zoe, para no tener secretos con ella y tener una relación estable, no perfecta pero cero tóxica y juntos podrían lograrlo.
—Nunca te dije de que murió mi hermano.
Zoe, la cual estaba con los ojos cerrados y feliz de sentir las manos de Rhett sobre su espalda, levantó al cabeza al escuchar eso. Arrugando la frente, lo miró y, sabiendo que él le confesaría que ocurría, tragó saliva costosamente.
Entonces, Rhett sin mirarla, trató de buscar las palabras idóneas.
Y Zoe susurró;
—Fue un momento muy doloroso para ti, Rhett... Comprendo que no lo quisieras decir.
Él la miró y negó con la cabeza.
Necesitaba sacarlo, decírselo a alguien más que no fuese a sus padres o a su psicóloga.
Y entonces se lo dijo;
—Mi madre biológica me maltrataba... Y siempre trataba de ponerme delante de mi hermano pequeño para que no le hiciera nada a él. Siempre estaba borracha y con una botella en la mano derecha...
Ella, triste, se sentó para poder mirarlo mejor.
—Vivíamos en un piso diminuto y ella siempre tenía la ventana abierta —murmuró Rhett, volviendo a mirar el techo mientras notaba las caricias de las manos de Zoe sobre la cabeza de él—. Yo se la cerraba para que mi hermano no se acercase, ya que era mucho más pequeño... Pero...
Aquello estremeció a la joven Zoe, mientras que Rhett comenzó a notar como sus lágrimas caían sin poder pararlas y dejó que el recuerdo de aquel día cayese entre él, sobre sus hombros, dejando que aquella mujer que amaba lo siguiera acariciando, dándole cariño y sintiéndose bien entre los brazos de aquella mujer.
Y mientras Zoe lo abrazaba, susurró;
—Lo siento mucho, Rhett... Sabes que no tienes la culpa de eso, ¿verdad?
Él asintió, ya que ese era el motivo con más peso por el cual iba a terapia y se abrazó a ella, aferrándose a su cuerpo.
—Ahora lo sé.
Necesitaba hablar más, expresarse más, decirle como se sentía.
Y eso hizo.
—Después de eso, ella la detuvieron por descuidar a sus hijos y yo me fui a un centro de acogida. Poco tiempo después, Johanna y Jonathan me adoptaron, pero no paro de pensar en que él estaría en esta casa también.
Zoe lo abrazó con mucho amor, mientras que no sabía que más decirle después de todo lo que le había dicho y lo doloroso que debía de ser perder a tu hermano. Ella no podía ni siquiera pensar en ello y, el pensarlo tan solo unos segundos, la entristecía por completo.
Entonces, besándolo en la frente, le susurró;
—Tu no tienes la culpa de nada, Rhett... —Dejó que Rhett colocase su cabeza, escondiéndola en el cuello de ella y Zoe le susurró. —Lo siento tanto.
—Gracias, por escucharme, Zoe.
Juntos, en aquella noche, se quedaron abrazados, amándose como llevaban haciéndolo desde hacía mucho tiempo, más del que ellos mismo pensaban.
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