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C U A R E N T A | D E S T E R R A D A 🎡

«Odiaba verla así. Pero siempre iba a tener a alguien y siempre contaría conmigo para lo que fuese»

Rhett.

Una joven rubia caminaba por la universidad, algo cabizbaja, sin saber que hacer después de ese día y con el pensamiento de aquel horrible video sexual que aquel hombre había grabado sin su consentimiento y el que, luego, había subido.

Se trataba de sus inicios en aquel trabajo jamás creyó que eso fuese a suceder y fue tan horrendo cuando lo descubrió, cuando vio aquel video en el que salía ella misma como protagonista... Y lo peor es que las personas se reían de ella por eso, como si ellos jamás hubiesen tenido sexo. Eso era lo que más rabia tenía y quiso gritarlo a los cuatro vientos, decirles a todos lo que ella misma pensaba de ellos. Pero eso no ayudaría y lo sabía, aunque la ayudaría a desahogarse.

Temerosa, cuando llegó al despacho del director, se limpió sus manos sudadas del nerviosismo en sus pantalones ajustados vaqueros, se tocó el estómago, ya que le estaba doliendo por los nervios y, al carraspear, tocó para luego escuchar un "adelante" del director.

Como si hubiese hecho algo malo, abrió la puerta y entró al despacho, en el cual se veía la ventana bastante amplia y una vista de la ciudad de Los Ángeles por la mañana. La joven, al ver al director sentado, mirando el ordenador, cerró la puerta y se acercó a la silla para luego sentar.

Respiró intranquila, teniendo el obsesivo pensamiento de que ese hombre la expulsaría de la universidad por lo que hacía fuera, por traer mala reputación a aquella universidad y más después de aquel video que estaba siendo bastante viral en las redes sociales y era incapaz de levantar cabeza, una vez sentada allí.

Mirándose las manos, carraspeó, esperando desesperadamente porque el director dijera aquellas palabras de una vez y poder irse, triste, pero al menos no tendría que presenciar una vez más como aquellos jóvenes se burlaban de ella por ese mismo motivo.

El hombre, de unos 64 años, recientemente viudo por el fallecimiento de su mujer y teniendo el anillo de compromiso y de casada de su mujer colgado en su cuello como colgante, miró a aquella joven, notando lo nerviosa que estaba.

Miró nuevamente el ordenador y, colocándose la corbata, inició;

—Señorita Lauper, creo que... Ya ha visto lo que circula en las redes sobre usted.

Zoe, sin poder mirar a aquel hombre, asintió, tratando de no sentirse avergonzada, pero lo estaba, más de lo que había estado en su vida por ver como los demás veían algo privado, algo que debería ser privado y más si uno no daba su consentimiento.

—Si...

El hombre, observándola y, comprensivo por como debía de sentirse, continuó;

—La universidad tomará medidas sobre ese video. La policía lo bloqueará de cada rincón para que no salga más dañada y los culpables pagarán por ello.

Zoe asintió, apretándose las manos con fuerza y, sin ser consciente, clavándose las uñas en la palma de sus manos.

—Gracias —susurró con un hilo de voz, sin saber que más decir y menos de poder levantar la mirada.

El hombre, arrugando su frente por ver lo mal que estaba aquella joven, trató con lo que pudo, de dejar que esa joven se expresara, pudiese mirarlo a los ojos y les respondiese a las preguntas que él mismo le haría.

—¿Tiene alguna idea de quien ha podido ser?

Zoe, sin poder mirarlo, sintiéndose humillada, asintió.

—Si...

Entonces, el director preguntó;

—¿Puedo llamarte Zoe?

Ese momento, hubo un cambio en la expresión de Zoe, la cual asintió, lo miró a los ojos y el hombre vio los ojos hinchados de aquella joven. Pudo sentir un nudo en el estómago, como si le recordase a su hija y continuó;

—A la universidad no nos importa lo que sus alumnos hagan fuera —respondió a una pregunta que quizás Zoe no habría hecho, pero que el hombre se imaginaba al completo—. Eso es tu privacidad, y la tuya ha sido vulnerada y explotada.

Fue en ese instante, que la joven habló sin monosílabos y pidió disculpas por algo que no había hecho.

—Yo... Siento esto, siento la mala reputación que les he dado.

El hombre negó repetidas veces y siguió;

—Eso da igual, Zoe. No es culpa tuya. Esto es una universidad costosa y muchos alumnos necesitan varios trabajos, más la beca para costearla. Y viendo su expediente, me sorprendió no ver una beca tuya. ¿No te la aceptaron?

Zoe tragó costosamente y respondió;

—Fue un fallo administrativo.

—¿Un fallo administrativo que te ha dejado sin beca? —Hizo su primera pregunta y continuó con la segunda. —¿Tus padres lo saben?

Ella negó.

El director empezó a comprender muchas cosas, por lo que suspiró.

—¿No me va a echar? —preguntó temerosa.

Al ver que ella lo trataba de "usted", prefirió responderle;

—Llámame Max. Y no, claro que no. Solo se expulsa a un alumno por otros motivos graves —respondió al escucharla—. Tú has sido la víctima aquí, Zoe. Te he hecho venir para pedirte disculpas por lo sucedido y la propia universidad tomaremos represalias por lo que le ha ocurrido a un alumno—. La miró y, pensando en los padres de esa joven, aunque fuese ya independiente, siempre era importante contar con el apoyo de ellos—. Pide la beca, y háblalo con tus padres.

Entonces, al verla tan callada, cuestionó;

—¿Hay algún problema?

Zoe suspiró y dijo;

—No puedo costearme esta universidad solo con beca y un trabajo normal.

El director no sabe que decirle, por lo que ella siguió;

—Y creo que no voy a sentirme cómoda en esta universidad después de lo de hoy —aclaró, siendo sincera—. La gente que le gusta burlarse de los demás, no olvida fácilmente. Te lo agradezco todo, Max. Pero quizás el año que viene buscaré otra universidad más económica para continuar mis estudios y no verme ahogada por la situación y preocuparme de sacar buenas notas, no de otras cosas.

El hombre asintió y dijo;

—Es tu decisión, Zoe.

La joven, mirando a aquel hombre, sonrió delicadamente y le dio las gracias por todo, por ayudarla y por tomar medidas al respecto.

Una vez en el pasillo, pensó en las palabras del director, en contárselo a sus padres y ya apenas quedaban días para terminar la universidad. Muchos ya dejaban de ir a clases y ella necesitaba estar con su familia, con sus padres. Necesitaba el apoyo de ellos y confesarles lo que les había ocultado y que tan mala la tenía.

Necesitaba estar con ellos, abrazarlos con locura y decirles que los quería.

Necesitaba volver a casa y despejar la mente de todo lo que había ocurrido en tan poco tiempo. Los necesitaba al completo.

Parada en el medio del pasillo, asustada y sin saber que ocurrirá en el futuro, con ese video, con su vida, con sus estudios y donde viviría... Tomó una decisión en ese instante, sacando su móvil de su bolsillo y marcando un número. Un número muy importante para ella.

Tuvo algo de pánico al principio, porque sabía lo que conllevaba esa decisión, pero era un paso hacia adelante, para poder estar bien consigo misma y no tener esas espinitas clavadas que no la dejaban continuar.

Y entonces, su madre Abby habló tras el teléfono.

—Cariño, que agradable sorpresa que me llames. —La voz tan maternal de Abby, fue la que la hizo tranquilizarse en ese momento que tanto necesitaba de su madre y cuando la escuchó como ella le preguntaba. —¿Cómo estás? —Fue ahí cuando casi se derrumbó.

Pero aguantó para no asustar más a sus padres de lo que ya estaban y respondió;

—Mamá, voy a ir antes de lo previsto a casa.

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