Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

C I N C O | T O R M E N T O 🎡

«Necesitaba ayuda, pero cuando la vi así, simplemente me olvidé de lo que había ocurrido en el pasado»

Rhett.

Habían pasado 2 días después de la salida de aquel inseparable grupo a una de las playas de Los Ángeles.

En ese momento, en la tarde de un solitario domingo, una joven hermosa hablaba por Skype con sus padres, los cuales la querían a ella y a su hijo más pequeño mucho más de lo que se podrían imaginar.

Mike y Abby, 2 padres de unos 40 y pocos años y que llevaban juntos desde que eran jóvenes. Se amaban y cualquiera podría verlo. A pesar de que algunas épocas no fueron las mejores estando juntos, supieron sobrellevar esas tormentas y unirse mucho más de lo que ya estaban. Y esos detalles, al ver Zoe a sus padres así de enamorados, le hacía tener una pequeña esperanza de que, algún día, pudiera tener algo como eso.

Pero ese domingo no tuvo esa esperanza y la tristeza la inundaba por completo, pero eso era una maleta muy pesada que llevaba ella a cuestas sola. Y cuantos más días pasaran, más pesada se hacía esa maleta.

Abby, su madre, sonrió a la cámara al ver en pantalla a su hija y preguntó;

—¿Cómo vas en la universidad? Te echamos mucho de menos, cariño —susurró su madre con una sonrisa deslumbrante.

Zoe echaba mucho de menos a sus padres.

Llevaba 2 años en la universidad... 2 años muy complicados, los cuales sus padres ni se imaginaban la mitad de las cosas que le escondían su propia hija porque, en ese punto, Zoe sabía mentirles a sus padres. Pero esa tarde, tanto Mike como Abby, se percataron de que algo no iba bien en su pequeña.

—Voy muy bien, sacando matrícula —contestó la joven con una sonrisa de oreja a oreja, doliéndole las mejillas de sonreír falsamente—. Yo también les echo de menos —susurró con un nudo en su garganta, deseando tomar el primer avión y abrazar a sus padres y decírselo todo.

Pero no se atrevía a hacerlo.

—Mi niña siempre sacando buenas notas —respondió Mike—. ¿Cómo vas con Rhett? ¿Ya no se llevan mal?

Zoe arrugó su frente, haciendo que recordar lo mal que se llevaban últimamente se hiciera más evidente... Y eso era uno de esos motivos por el cual odiaba tener que fingir que le odiaba. Pero eso Rhett no debía saberlo. Fuese cual fuera el motivo del enfado de Rhett, sabía que no era buena idea abrirse, porque ella no era de las que se abrieran a nadie emocionalmente.

—Que va... Diría que estamos igual a cuando entramos a la universidad —contestó con sinceridad.

Abby arrugó su frente, preocupada por su hija y preguntó;

—¿Qué ocurrió entre ustedes?

Podía ver como a Zoe le dolía esa pregunta, porque si ella lo supiera, ya lo hubiese arreglado hacía años con Rhett. Pero él no quería decirle nada y no sabía el porqué.

—Ojalá pudiese saberlo.

—Deberían hablar, aunque seguramente Rhett sea de los que se cierren en banda —respondió el hombre rubio que seguía siendo tan guapo como cuando era más joven.

—Más o menos. —Zoe quería cambiar de tema antes de que ese tema, que era como la punta del iceberg, la hiciera explotar para derrumbarse por los demás temas que le preocupaban—. ¿Cómo está Ansel? —preguntó por su hermano, que era unos años menor que ella.

Sus padres sonrieron y Mike contestó;

—Está muy bien. Aunque le cuesta algunas asignaturas. Y eso me recuerda a alguien —susurró él, elevando la ceja a su mujer y esta se sonrojó, quizás por recordar ciertas cosas que habían hecho ambos cuando eran más jóvenes.

Su hija no quería saber nada de eso, por lo que negó con la cabeza.

—¿Y tu como estás, mi vida? —preguntó Abby, preocupada por su hija.

Zoe se quedó callada. Si cualquiera que no la conociera la viese, a simple vista dirías que estaba a la perfección, con una sonrisa en el rostro. Pero no era así, y habían ciertos gestos que, los que la conocían bien, sabían leer que no estaba bien.

Pero ella mintió para no contar la verdad.

—Muy bien.

Su madre vio que no era así y dijo;

—Cariño, si no te encuentras bien puedes decírnoslo. ¿Pasa algo malo?

Zoe exageró un gesto que hizo extrañar a su padre Mike y ella arrugó la frente por esa pregunta de su madre, negando.

—No, no. Es solo que necesito salir un poco más de tantos exámenes. —Pudo salir del aprieto y acabó con una sonrisa de oreja a oreja.

Sus padres se miraron, algo intranquilos y, al mirarse, sabían que era lo que debían hacer. Tampoco debían insistir estando alejados de ella a kilómetros. Faltaba poco para las vacaciones de verano y que su hija volviese a casa, pero cada minuto era importante y no querían verla así.

Ambos pensaron que quizás debía ser la lejanía, la distancia y que los echaban mucho de menos. Pero era algo más que ella deseaba contar para sacarlo de su garganta atorada, pero se avergonzaba hablarlo.

Mike y Abby, leyéndose la mirada, sabían que debían hablar con Rhett, lejos de que se llevaran mal entre Zoe y Rhett, pero era el único que estaba a unos segundos de su piso y podía saber que es lo que ocurría.

—Zoe, nos tienes aquí para cualquier cosa... Cualquiera —dijo Mike—. Si necesitas dinero, si te ves agobiada o simplemente, si quieres hablar.

Zoe supo aguantar el tipo, a pesar de que estuvo a punto de llorar delante de aquella cámara. Pero rápidamente dijo un escueto "si" y luego se despidieron, ya que ella dijo que debía salir a un sitio.

La joven Zoe apagó el portátil, dejando algo preocupados a sus padres y esta empezó a llorar como nunca, tapándose el rostro con sus pequeñas manos mientras se veía, cada vez, más y más agobiada.

Ese nudo de la garganta cada vez era más grande y la impedía hablar en ese momento, pero pedía a gritos ayuda. Quizás sus padres no lo vieron antes, pero ahora sí. Zoe necesitaba ayuda, hablar, contar con alguien. Tenía a muchas personas con las que contar, no estaba sola, pero algo de su pasado y su presente se lo impedía, quizás la vergüenza de contarlo, el como la mirarían o juzgarían si contaba aquel pasado que tanto daño la hacía, o lo que estaba viviendo.

Pero, fuese lo que fuese, nadie la iba a dejar de lado y eso ella debía entenderlo.

Mientras, por el otro lado, se encontraba un Rhett lleno de incógnitas con un ejercicio de arquitectura que no comprendía. Llevaba toda la tarde haciendo ese ejercicio y lo había borrado tantas veces, que ya se estaba quedando sin goma.

Negó con la cabeza y miró hacia su puerta, sabiendo que debía pedirle ayuda a su vecina y enemiga, Zoe Lauper. Apretó la mandíbula y volvió a mirar aquel ejercicio, quizás buscando ayuda divina para no tener que arrastrarse tras ella. Pero supo que, por mucho que pensara, necesitaba ayuda de alguien, que tuviese paciencia en explicarle y Zoe siempre había sido buena en los estudios. Aún recordaba cuando le pedía ayuda y por las tardes, cuando eran adolescentes, quedaban por la tarde para estudiar juntos. Antes de que todo se estropease.

Volvió a mirar aquella puerta de su piso y soltó un insultó en voz alta, levantándose, tomar todos sus apuntes y ese ejercicio y salió de su piso, tomando todo el valor que pudiera. Tragar todo su orgullo y pedirle ayuda a esa joven.

Dio 2 pasos y ya se encontraba frente a la puerta de ella.

Un calor inmenso empezó a sentirlo en su nuca. El pasillo estaba vacío, sin ningún vecino y los rayos del sol entraban por una de las ventanas del pasillo, dejando una luz natural y agradable al lugar.

Respiró fuertemente, se peinó el cabello corto y negro hacia atrás y tocó varias veces la puerta.

Esperó pacientemente y pudo notar que ella tardaba en contestar, pero, cuando fue a tocar nuevamente la puerta, antes de hacerlo, esta le había abierto.

Una joven Zoe, mirando a Rhett con los ojos algo hinchados y rojos, al verle, miró hacia el suelo y preguntó;

—¿Pasó algo? —cuestionó con una voz muy débil.

Rhett, al verla así, se preocupó por ella y dejó de respirar al verla así de mal.

El joven se olvidó de todas sus diferencias, se olvidó por completo de lo que pasó entre ellos en el pasado. Se agachó, levantándole el mentó a la joven y susurró;

—Zoe... ¿Qué ha pasado?

Zoe apretó sus labios y negó con la cabeza.

—Nada... No siempre hay días muy buenos.

Rhett, angustiado por ella, quiso saber el motivo por el que estaba así, pero sabía que no debía insistir y se olvidó de aquel enfrentamiento que tenían. Por lo que utilizó aquella duda de arquitectura que tenía para poder saber que es lo que le ocurría.

Muchas dudas empezaron a entrarle en la mente. Quizás debía ser la distancia, quizás se sentía sola o muchas más cosas que empezaban a cruzarle su mente, pero no quería hacer teorías, quería que ella se lo contase.

—Necesito... Tu ayuda en este ejercicio —susurró, con una voz muy suave, dejando de ser el joven chulesco que se había convertido.

Una triste Zoe, extendió su brazo para tomar aquel ejercicio.

—Dame...

Él se lo entregó con suavidad y ella lo dejó entrar, caminando juntos hacia el interior de piso de la joven. Era casi el mismo piso que el de él, con ciertas diferencias, como que el cuarto de baño estaba en el lado contrario al suyo y la ventana parecía ser algo más grande que la suya. Pero por lo demás, la cocina, el pequeño salón y la cama de ella que estaba todo a simple vista al ser un piso diminuto, era idéntico al suyo.

Ella miró el ejercicio, mientras que Rhett la miraba a ella, analizándola y doliéndole verla así.

Podía verse el rostro de sufrimiento de Rhett al ver a la que fue su mejor amiga así de destrozada.

Y cuando él fue a decirle algo, Zoe habló;

—Es sencillo, solo hay que mirarlo con otra perspectiva. —Señaló su silla que había frente a su escritorio, cerca de su cama y dijo. —Siéntate. Ahora vuelvo.

Rhett tomó sus apuntes que tenía ella y la vio irse hacia el cuarto de baño, para encerrarse unos segundos. Él se sentó más tarde y miró aquella puerta cerrada, escuchando el grifo de agua abierto, por lo que se imaginó que ella estaría limpiándose el rostro de sus lágrimas. Y así fue.

El teléfono de él sonó, pero no respondió porque quería atender a Zoe, centrarse en ella por completo.

Al poco, la joven rubia salió del baño, ya despejada y con un rostro algo mejor, pero no del todo.

Tomó otra silla y se sentó a su lado, mirando el ejercicio.

—A ver, ¿qué no entiendes?

—Nada —contestó, sin dejar de mirarla.

Y ella le fue explicando poco a poco, como ella sabía hacer y que siempre él comprendía el ejercicio una vez ella se lo explicaba, pero tenía toda su atención en ella, para saber que ocurría, que no la escuchó del todo.

Y hubo un momento en el que ella le temblaba la mano de la ansiedad que tenía acumulada, que él colocó su mano sobre el dorso de ella y la acarició con sumo cariño, consiguiendo que esta parase y él le susurró;

—Pasa algo, lo sé... Te conozco muy bien.

Ella, que seguía sin mirarlo, negó.

—No es nada, Rhett.

El joven, que no dejaba de mirarla y que seguía con su mano sobre la de ella, continuó;

—"Nada" es la palabra cuando te ocurre "todo".

Ella suspiró y dijo;

—Rhett...

—Zoe, dejando de lado nuestras diferencias, si ves que necesitas ayuda, si quieres hablar... Mi piso está a 1 metro del tuyo.

Asintió, agradeciéndoselo y casi sintiendo que se derrumbaba de nuevo.

—Es solo un mal día. ¿Tu no tienes malos días?

—Si, claro.

—No hay que darle vueltas —mintió y mentía tan bien, que él la creyó.

Porque todos teníamos malos días, pero ella llevaba una mala época por no hablar con nadie. Por no querer abrirse y soltar esas maletas tan pesadas que llevaba siempre a todos lados.

—Vale... —susurró él, aún no creyéndola del todo—. Pero igualmente, mi oferta sigue en pie.

Pasaron aquella tarde juntos, mientras que ella le explicaba aquel ejercicio.

Pero cuando ambos terminaron y él pudo acabar su ejercicio de arquitectura, se marchó, costándole bastante irse de allí y abrió la puerta del piso de ella para irse.

Volvió a repetirle aquellas palabras y le guiñó un ojo, sacándole una sonrisa natural a la joven.

Una vez se marchó, él se metió en su piso, se acercó a un cajón, el cual tenía una foto guardada y, al sacarla a la luz, muchos sentimientos fueron encontrados por esa foto. Recordando ese día como si fuese ayer.

Era una foto de ellos cuando se graduaron que, aunque no se llevasen bien por esas fechas, supieron dejar sus problemas a un lado para celebrar el fin de un ciclo y el comienzo de otro.

Él sonrió al verla a ella tan bella como siempre, con ese vestido rojo precioso y como sonreía a la cámara con naturalidad. Sonrió por recordar esa noche y que ambos pudiesen bailar toda la noche como los antiguos amigos que fueron y se preguntó si merecía la pena aquel odio que se estaban mostrando mutuamente desde hacía años.

El tiempo valía oro y solo lo estaban perdiendo mostrándose de una forma que ellos no eran realmente.

Miró la puerta de su piso y luego volvió a mirar aquella foto de una de las noches que más felicidad tuvo y se prometió que estaría para ella, aunque no se llevaran bien. Que cuando ella necesitase hablar, él dejaría de lado esas diferencias y la escucharía, como un buen amigo.

Se sentó en su cama y se acostó, mirando el techo. Ahí fue cuando se percató de cuanto la echaba de menos.

Su teléfono sonó nuevamente y Rhett observó quien lo estaba llamando, arrugando su frente al ver el nombre.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro