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Estaba con la cabeza recargada en sus rodillas, llorando desconsoladamente por que ese niño pelinegro le había quitado su rico emparedado de mermelada de fresa con maní y le había aventado tierra a los ojos para poder salir corriendo sin ser perseguido.

El timbre sonó pero él seguía ahí, cabizbajo con la mirada en el piso mientras sus lágrimas seguían cayendo ahora, silenciosamente por sus mejillas. La repentina obscuridad lo hizo levantar un poco la mirada y de inmediato se hizo pequeño sobre el lugar donde estaba sentado.

— ¿Porqué sigues aquí? ¡La maestra pregunta por ti! — Avisó el pequeño castaño, él negó.

— No quiero ir. — Murmuró. — Me quedaré aquí hasta que mi mami y papi vengan por mí. — Y volvió a ocultar su rostro entre sus rodillas.

El pequeño de pie lo miró por unos segundos, exhaló con derrota y se sentó a su lado.

— ¿Porqué estás triste? Tienes seis años, deberías estar feliz.

— ¡T-Tengo cinco años! No estoy viejo.

— ¡Ey! ¿Me estás diciendo viejo? Solo tengo seis años con... — Se puso a contar con sus deditos. — Uhm... Cinco días. Seis años con cinco días. — El contrario volvió a salir de su escondite y miró al castaño, quien estaba al parecer muy orgulloso por sus cuentas exactas.

— Uhm... ¿Acabas de cumplir años? — El castaño asintió emocionado. — Feliz cumpleaños.

— ¡Muchas gracias, Jiminnie! — Le agradeció, emocionado. — ¿Tú cuando cumples años? ¡Oh, espera! ¿Porqué estabas aquí llorando? — El pequeño a su lado sonrió un poco ante la emoción en su mayor.

— Me quitaron mi emparedado. — Le contó. — Y para huir, me aventaron tierra en los ojitos. — Apuntó a sus lindos orbes avellana. — Tengo hambre y me arden los ojos. — El mayor ladeó su cabeza, pensando por un momento.

Después de unos segundos, se paró repentinamente y sacó un paquete de galletas con dos de ellas dentro y se las extendió al menor.

— Toma, come. — El menor miraba el paquete de galletas para después mirar al mayor. — Son solo dos pero... Dos son mejor que nada, o al menos eso dice mi mamá.

— Gracias, hyung. — Agradeció, aceptando las galletas de coco, el mayor asintió y volvió a sentarse a su lado.

— Me quedaré contigo hasta que termines, así nadie te volverá a quitar la comida. — Le avisó. — Y después regresamos al salón.

— Está bien. — Le sonrió al mayor, con sus ojitos hechos una eye smile preciosa que alocó un poco al corazón de su mayor.


— ¡Jiminnie~! ¡Qué despiertes yaaa! — El mencionado se sentó sobre la cama rápidamente al sentir un peso extra sobre sus piernas. — ¡Al fin! Hemos estado tratando de despertarte hace cinco minutos, pensé que habías muerto. — Jimin negó, acariciando el cabello de su amado Taehyung.

— Solo... Estaba teniendo un buen sueño. — Le explicó. — Yoongi hyung, gracias por permitirle a Tae venir hoy. — El chico al lado de Yoongi bufó rodando los ojos.

— Yiingi hyiig, griciis pir pirmitirli i Tii vinir hiy. — Le arremedó, aferrándose al brazo de Yoongi y sacandole la lengua infantilmente. — Patético. ¡Vámanos ya, hyung! ¡Él ya despertó! — Yoongi rió ante la mirada fastidiada que Jimin le regaló a Jungkook.

— Si tienen hambre, solo calienten lo que está en el microondas, hay suficiente para los tres. — Jungkook y Jimin fruncieron el ceño.

— Solo somos Taehyung y yo, hyung. — Le dijo Jimin con confusión, el pelirrojo negó.

— Hoseok está abajo, Minnie. — Y ahora, Jimin y Jungkook rodaron los ojos.

— ¡Hyung! Creo que tendremos que quedarnos en casa. — Dijo Jungkook de repente. — Es que acabo de recordar que olvidé mi identificación en casa. — Le dijo en voz baja. — Y sabe que sin eso, no me permiten entrar. Una pena. Nos quedaremos aquí. — Finalizó, saliendo de la habitación de Jimin.

— Pero, Jin hyung y Nam ya están haya. — Discutió Yoongi yendo detrás del menor.

— Son raros. — Dijo Taehyung al quedar solo él y Jimin en la habitación.

— Si bueno, ¿Qué nos queda por hacer? — Se dio por vencido, parándose de la cama. — ¿Qué quieres que hagamos? ¿Ya comiste?

— ¡Pidamos sushi! — Jimin asintió con una sonrisa. — Le diré a Hoseok que entre.

— ¿No lo puedes dejar afuera?

— ¡Jimin!

— ¡Bueno, no! — Se dio por vencido. — Uhm... Quiero galletas de coco. — Taehyung lo miró al instante ante la petición, enternecido.


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