★02★
Estaba sentado en una de las bancas fuera de su casa, guardó el celular en cuanto vio la respuesta de Jungkook en su tweet.
— Falta poco... — Murmuró para sí mismo, dándole una calada al cigarro entre sus dedos.
Pasó su mano por su cabello peinandolo hacia atrás, hasta ese momento se dio cuenta que su cabello ya estaba muy largo y descuidado, tenía que cortarlo un poco y volver a teñirlo, pero ya sería después.
Suspiró pesado, cerrando los ojos, pensando en que una vez más, tenía que hacer la absurda farsa de familia perfecta porque en estos momentos había un mocoso de tal vez tres o cuatro años en su casa. Y su padre siempre lo hacía fingir que era el chicos más feliz del mundo.
Porque su familia tenía dinero, tenía a ambos padres vivos, comida diaria, ropa de marca y excelentes calificaciones. Eso le quitaba todo derecho a sentirse triste de vez en cuando y no podía reclamarle a sus padres que jamás estuvieron con él porque viven trabajando para darle todo lo que tiene.
Entonces, ¿Cómo un chico que nació en cuna de oro podría estar triste? Era ridículo.
Bufó con enojo al recordar esas estupidas palabras dichas por toda su familia en esa cena familiar de navidad hace unos meses atrás, donde todos sus tíos se juntaban a fingir que se querían mucho. Por Dios, todas esas personas le daban asco, fingiendo tenerse cariño entre todos cuando jamás se mandaban ni un mísero mensaje o una llamada. Todos sabían en ese ambiente que solo los buscaban por la empresa y dinero de su padre.
Sabía que no podía seguir evitandolo. Tomó la maleta a su lado, su regreso de ese "campamento escolar" si le sirvió más de lo que imaginó para relajarse.
Se paró con pereza, tiró la colilla del cigarro que acababa de terminar y caminó hacia la puerta de su "casa".
Tomó el pomo, cerró los ojos, contó hasta diez, se mentalizó y dejó salir todo el aire en sus pulmones.
Y sin pensarlo más, abrió la puerta.
Escucho a sus padres dentro de la cocina acompañados de algún niño al que tendría que tratar como su hermanito por los siguientes meses.
Cambió sus tenis, aventó su maleta a uno de los sillones y se dirigió hacia allí por algo de comer.
Y se sorprendió.
No era un mocoso con pañales, era un chico tal vez un par de años menor que él, su cabello negro, ojos color avellana y una linda y pequeña nariz de botón. Y con una cicatriz en la mejilla izquierda.
— ¡Yoonie, volviste! — EunJi caminó rápidamente hacia él y dejó un sonoro beso en su mejilla. — ¿Cómo te fue en el campamento?
— No me quejo. — Se limitó a contestar, acercándose a su padre para chocar sus puños. — Gracias a Jungkook no estuvo tan aburrido. — Y no les diría de la chica con la que estuvo en todo el fin de semana.
— Yoongi, el es Park Jimin. — Le presentó. — Jimin, el es Min Yoongi. Espero que se lleven bien.
Jimin escaneo por completo al hijo de los Min discretamente y alzó una ceja.
— Mucho gusto, Yoongi hyung. — Le extendió su mano. — Los señores Min me han hablado mucho de ti.
— Espero que cosas buenas. — Aceptó la pequeña manita de Jimin.
— No tienes idea... — Murmuró cambiando el tono repentinamente a uno... ¿Coqueto?
Yoongi frunció el ceño ligeramente y soltó la mano de Jimin sin apartar la mirada.
— Yoongi, ve a deshacer tu maleta, cielo. — La voz de EunJi lo sacó del extraño transe en el que los ojos de Jimin lo metieron.
Que extraño.
— Después me daré una ducha, mamá. Pueden cenar sin mí. — Le informó y salió de la cocina. Mejor esperaría a cenar solo.
— Señora Min. — Le llamó Jimin. — Iré a mi habitación un momento, bajaré enseguida.
— Oh, puedo terminar yo misma, Minnie. Te llamaré para cenar en media hora.
— Gracias, señora Min. — Se paró de su lugar y salió de ahí.
Tenía algo más que contarle a Taehyung.
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