⇝ have dignity and accept it
Han pasado ya dos años.
Han pasado dos años y, aún así, Hoseok puede recordar el momento exacto en que se dio cuenta de que estaba perdida y malditamente enamorado del hermoso prometido de su mejor amigo, Jimin.
Fue en una cálida tarde de primavera, cuando el sol acariciaba suavemente su rostro y la brisa le alborotaba el cabello, cuando su nariz podía percibir el dulce perfume de las bonitas rosas plantadas de manera prolija en el jardín, cuando él tenía piel de gallina por el escalofrío que le recorrió cuando Yoongi se sentó su lado para mirar el atardecer.
Esa tarde, tenía una caja casi llena de un zumo medianamente sabroso de uva en su mano — pues hacía meses que Jimin les había prohibido beber cerveza desde tan temprano — y, a pesar de que era su favorito desde que tenía memoria, por una extraña razón, sentía un mal sabor en la boca: el agrio e insistente sabor de la culpa.
Esa tarde, sus preciosos ojos color café estaban posados en el atardecer frente a él, en la peculiar manera en que el cielo estaba pintado de color naranja, suave rosa y celeste que, fácilmente, podrían describirse como la obra más relajante y hermosa del mundo; y Min Yoongi, poco a poco, se recargaba contra su cuerpo, dejando la cabeza sobre su hombro y la mano izquierda disimuladamente sobre su cintura.
Hoseok estaba tenso, recuerda.
Pero Yoongi sólo respiraba tranquilo, disfrutando el momento, viviendo el atardecer, convirtiéndose en parte de la hermosa pintura que Hoseok veía en el cielo. Y fue ahí, cuando él lo supo. Fue en ese preciso momento en que Hoseok se dio cuenta lo enamorado que estaba de Min Yoongi.
Fue tan simple y doloroso como éso: estar físicamente juntos, observando el que, ciertamente, era el más precioso atardecer de todos los tiempos y, a su vez, estar alejados sentimentalmente por varios miles de metros.
Millones de metros, mejor dicho.
Fue ahí, cuando su tranquilo mundo empezó a caer por un acantilado del que no había otro final más que salir herido, con el corazón hecho trizas, porque Min Yoongi jamás iba a amarlo como amaba a Park Jimin.
Y, aunque se lo preguntó mil veces, a día de hoy, Hoseok aún no sabe en realidad por qué se enamoró de Min Yoongi. Y es que Yoongi jamás, jamás, le trató de una manera en que se malinterpretaran sus intenciones.
De hecho, eran pocas las veces en que estaban juntos, solos, como en aquella tarde.
Ellos eran simples conocidos.
¿Por qué se enamoró de él, entonces?
Su corazón podría haber elegido a otro candidato más bello, como Taehyung; o más inteligente, como Kim Namjoon; o más atrevido, como Jin; o más tímido, como Jungkook; pero no. Su maldito y caprichoso corazón se entregó a él, a Yoongi, y su mente lo hizo el perfecto protagonista de sus más profundos e íntimos sueños.
Sueños en donde Jimin no amaba a Min Yoongi, ni viceversa.
Sueños en donde Jimin no existía.
Oh, qué mal amigo Hoseok era.
Y él realmente no entendía el por qué se enamoró si ni siquiera conocía tan bien a Yoongi en ese entonces (porque, otra vez, ellos eran simples desconocidos), pero lo que sí sabía muy bien era que, con el correr de los años, conocer todos los días un poco más al bonito peliazul, le enamoraba más y más. También lo mataba, lo enfermaba de culpabilidad, lo hacía sentirse la peor mierda de todo el mundo, porque ¿quién en su sano juicio se enamoraría del prometido de su excelente mejor amigo?
Porque sí, Jimin era un amigo de oro que no merecía lo que Hoseok le estaba haciendo en silencio, como un cobarde.
¡Se estaba enamorando del chico que su amigo hace años consideraba el amor de su vida!
¡Lo que Hoseok sentía no tenía perdón!
Y, es por éso, que Hoseok había decidido no asistir a la boda de Jimin. Pues sería no sólo un golpe a su estúpido corazón y una falta de vergüenza que lastimaría a Jimin, sino que también sería una forma de romper con la promesa que le hizo a Yoongi aquella noche de invierno en la que ninguno podía dormir.
Oh, esa dolorosa noche.
Hoseok la recuerda bien, ciertamente.
En ese entonces, hacía casi año y medio, Jimin y él vivían juntos en un pequeño departamento de dos cuartos, y Yoongi iba a dormir con Park Jimin de vez en cuando. Durante esas noches, Hoseok recuerda, todo se sentía como un jodido martirio, y no (o sí) porque el constante y ensordecedor chirrido de la cama de Jimin hiciese que Hoseok se sintiera más miserable y patético, sino porque, cada noche exactamente a las cuatro y cuarto de la madrugada, Min Yoongi y Hoseok se levantaban de la cama para tomar un vaso de leche tibia.
Porque Yoongi, aunque Hoseok jamás supo el por qué, tampoco podía dormir cuando iba al departamento.
Esa noche, Hoseok recuerda que se dirigió como de costumbre hacia la cocina, dispuesto a calentar un poco de leche para él y para el novio de su mejor amigo, pero, al entrar, le sorprendió ver que Yoongi ya estaba allí. Normalmente, Yoongi llegaba a la cocina cuando él ya estaba a punto de servir la leche en dos tazas. Nunca antes.
Ésa fue la primer señal de que algo iba mal, aunque Hoseok lo notó después.
— ¡Yoongi hyung! — Hoseok exclamó asombrado —. Vino antes — comentó, aunque era obvio —. ¿Sucedió algo?
Yoongi le estaba dando la espalda.
— ¿Tiene que suceder algo para que me levante antes? — el mayor le preguntó, intentando que su voz saliera normal, como si estuviera bromeando, pero no lo consiguió. Ésa, fue la segunda señal.
Hoseok arrugó el entrecejo, dejando ir una pequeña risa nerviosa, histérica.
— No, claro que no, Yoongi hyung — se apresuró a decir mientras se le acercaba con cautela —. Lo siento si le ofendí.
El mayor estiró su cuello a ambos lados, haciendo sonar sus huesos.
— No importa — le restó importancia —. Ésa es tu taza — luego, le señaló la taza naranja.
Oh.
Hoseok se sentía incómodo, mas no lo dijo. Porque, quizás, Min Yoongi y Jimin habían discutido mientras él dormía y, por éso, su hyung estaba actuando tan extraño. Y, aunque tenía curiosidad, no habló al respecto. Su mejor amigo ya se lo contaría luego.
— Gracias, hyung.
Hoseok inclinó levemente la cabeza en agradecimiento antes de acercar su taza a Yoongi con la intención de hacer un brindis, pues era como un ritual para ellos. Pero el otro no se giró a mirarlo.
No haber brindado fue la tercera y última señal.
Hoseok tragó seco, atrayendo la taza hacia su pecho, frunciendo las cejas suavemente mientras se acercaba al hyung, dudando sobre sus pasos.
— ¿Está todo bien, Yoongi hyung?
Le oyó tragar seco y, luego, carraspear.
— La verdad es que no, Hoseok —le dijo con voz seria, asustándolo —. Tengo este sentimiento, esta incomodidad, aquí en el pecho que no me deja dormir por las noches.
Oh.
Nuevamente, fue el turno de Hoseok de tragar seco, de carraspear suavemente.
— ¿Sucedió algo con Jimin? — preguntó en un susurro, aunque honestamente no quería saberlo, mas si Yoongi necesitaba hablar, Hoseok escucharía y aconsejaría incluso si dolía.
— No exactamente — Yoongi volvió a hacerse sonar los huesos, lo cual asustó al menor —. Es algo que tiene que ver contigo, Hoseok.
Oh.
Yoongi se dio la vuelta, y Hoseok supo, mucho antes de que Yoongi elevara la vista en su dirección, que, lo que sea que estuviese molestando a su hyung, le rompería el corazón.
Y lo confirmó cuando Yoongi le miró.
— ¿Usted-? Uhm. ¿Usted es-está enojado conmigo, hyung? — tartamudeó.
'Que diga que no. Que diga que no. Que diga que no', pensó. Rogó. Imploró.
— Sí y no — Yoongi le observó con ojos fríos.
¿Uh?
Hoseok se mordió el labio inferior, arrugando ligeramente las cejas, mas aguardó a que Yoongi siguiera, y éste no se hizo de rogar:
— Estoy enojado con lo que le estás ocultando a Jimin — murmuró —, pero, al mismo tiempo, yo no puedo culparte, Hoseok. Porque entiendo el por qué lo escondas.
Hoseok sintió las piernas temblarle.
— ¿Es-Esconder? — dudó.
— No soy estúpido, Hoseok — Yoongi bramó —. Sé que estás enamorado de mí.
¡Oh!
A Hoseok se le aguaron los ojitos.
— Veo qu-que tiene el e-ego muy a-alto, Yoongi hyung — susurró, tragándose no sólo el nudo que tenía en el comienzo de la garganta, sino también las lágrimas en sus ojitos.
Porque, sí, le gustaba Min Yoongi. Sí, él estaba siendo el peor mejor amigo de la historia. Y, sí, merecía que Park Jimin le odiara, que Yoongi le confrontara así (o de una forma más salvaje, incluso), pero Hoseok no dejaría jamás que le vieran llorar por esto.
Jamás.
Porque lo estaba ocultando por una buena razón: amaba muchísimo a su mejor amigo. Y, también, porque sabía que Jimin dejaría a Yoongi si Hoseok le confesaba lo que sentía. Pero Hoseok no quería eso. Jimin estaba siendo feliz y él no podía quitarle éso. No podía ser tan egoísta.
Incluso hoy, tampoco podría.
Yoongi le empujó con fuerza al oírlo, arrinconándolo contra la pared luego, causando que la taza se le cayera de las manos y se le rompiera en mil pedazos, justo como se estaba rompiendo su corazón.
— No intentes esa mierda conmigo, Hoseok. Ten de dignidad y acéptalo.
Hoseok cerró los ojos, negando.
— No sé de qué está hablando, hyung.
Y es que Hoseok, por nada del mundo, lo diría en voz alta.
El mayor le abofeteó.
— ¿Qué clase de mejor amigo eres? — Yoongi gruñó, frunciendo las cejas —. ¿Cómo-? ¿Cómo puedes enamorarte de mí sabiendo que Jimin y yo vamos a casarnos en menos de seis meses? — le recriminó, pegándole en la frente como si su menor fuese un tonto.
Y Hoseok no lo sabía, mas no respondió.
Porque sabía que él era una basura por hacerle eso a Jimin, pero, en el fondo de su ser, había una pequeña vocecita que le decía que no había hecho nada malo, que enamorarse no fue intencional, que no merecía los golpes que Min Yoongi le estaba dando.
Pero no hizo nada por defenderse.
— No estoy enamorado de usted, hyung — bramó, enojado, por estar a punto de llorar.
— Mentira.
Yoongi le dio un puñetazo.
— Verdad — se animó a decir —. No sé qué mierda le suceda, hyung, pero está muy equivocado —le aseguró antes de decidir defenderse —. ¿O será que usted está enamorado de mí? ¿Me está usando como su espejo? ¿Eh?
Oh.
Hoseok hizo mal en defenderse, hizo muy mal. Porque, luego de éso, Hoseok recibió la mayor golpiza cargada de ira de toda su vida.
Y es que Yoongi estaba tan enojado.
— ¿Enamorado de ti? — le gruñó. — Tú eres la escoria aquí, no yo — le recordó. — Además, ¿por qué lo estaría? Al lado de Jimin, tú eres nada.
Dios.
Hoseok quiso decir algo, pero Yoongi lo hizo callar con otro puñetazo.
— No vuelvas a repetir tal estupidez si no quieres que te baje los dientes.
Hoseok obedeció, mordiéndose el labio inferior, y respiró hondo para alejar las lágrimas, negándose a mirar a Yoongi.
— Escuchame bien, Hoseok — Yoongi le ordenó —. Jimin y yo vamos a casarnos en menos de seis meses y no quiero que te aparezcas en la boda, ¿entendido?
Hoseok no le respondió, y Yoongi se cabreó tanto que le dio otro puñetazo.
— Promételo, Hoseok — le ordenó.
Pero Yoongi, en realidad, casi parecía estarle rogando, y Hoseok era débil.
Muy débil.
— Vale — Hoseok se pasó la lengua por los dientes, conteniendo un sollozo —. No iré, Yoongi hyung. Lo prometo.
Y Hoseok no sabía por qué le prometió tal cosa, más no tuvo suficiente tiempo para arrepentirse, pues Yoongi asintió y se alejó de rápidamente luego de oírlo. Le hizo una reverencia como despedida y salió de allí para adentrarse al cuarto de Jimin, dejándole allí, con el corazón hecho añicos.
Esa noche, Hoseok se fue del apartamento que compartía junto a su mejor amigo sin siquiera despedirse o dejar una nota. Sólo se fue. Desapareció de la vida de Jimin con la esperanza de que la lejanía se llevara los sentimientos hacia Yoongi, de que la dolorosa lejanía corrigiera su error.
Mas no funcionó.
Seis meses han pasado y Hoseok sigue enamorado. Malditamente enamorado. Estar así, tener todos esos sentimientos, le enoja demasiado, le pudre de a poco, mas trata de no pensarlo. En cambio, él prefiere recordarse todos los días que, ahora, Jimin es feliz junto al amor de su vida. Prefiere alegrarse por no haberle roto el corazón a un ser tan puro que sólo merece ser feliz.
Y es por éso, que Hoseok no asiste a la boda de Jimin, incluso aunque éste la noche pasada le rogó que fuera.
Porque, si ve a Yoongi, teme que su boca confiese lo que sucedió ésa noche en la cocina.
Porque Jimin no merece éso.
Porque él fue un mal amigo por años.
Y es por éso, que Hoseok apaga el móvil para no recibir las llamadas de Jimin.
Apaga el teléfono para que Jimin se case y sea feliz.
Apaga el teléfono con la esperanza de que eso borre su dolor y su culpabilidad por haberse enamorado del prometido de su mejor amigo.
-
o donde Yoongi se siente culpable por amar a Hoseok y le obliga a no asistir a su boda pues sabe que, si lo ve ahí, tan bonito como siempre, no podrá casarse con su dulce prometido, Park Jimin.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro