★ Capítulo tres.
Capítulo tres:
➠ Conviviendo con él.
El día en la oficina se fue rápido. Steve, o mejor dicho, el jefe no molestó a ninguno de nosotros más, se la pasó de reunión tras reunión y sólo me hablaba para aclarar la hora en la que tenía que estar en cualquier lugar: nada más.
Así que ahora llegó la asistente de segundo turno porque tengo que retirarme para ir a clases ya que voy saliendo tarde gracias a que Serena —la chica del segundo turno—, también estudia pero ella lo hace por las mañanas y en algunas ocasiones suele salir a destiempo, así que esa es la razón por la cual no le hago ningún reclamo además de que es una chica demasiado tierna y amable como para siquiera intentarlo. Con sus grandes ojos verdes, su tersa piel blanca como la leche junto con su corta melena rojiza y su menuda estatura, la hacen ver como una delicada muñeca de porcelana.
—Hola Wanda, perdón por la tardanza, el profesor Garret siempre nos deja salir muy tarde —explica ya que como voy en la misma escuela que ella (en diferente turno) casi son los mismos maestros y sabe bien que conozco al profesor Garret.
—No te preocupes, corazón, créeme que lo sé —la aliento para que no se sienta mal y me apresuro a recoger todo junto con mis pertenencias —. Por cierto, tendrías que ir a visitar al gruñón para presentarte formalmente —le regalo una sonrisa y ella suelta una pequeña carcajada. Cualquiera creería que ella es una chica tímida; sin embargo, puedo asegurar que es todo lo contrario.
—Tomaré tu consejo —responde—. Pero primero ve a avisarle que ya te vas. ¡Que te vaya bien!
—Adiós —me despido a lo lejos cuando casi llego a la oficina del ogro... digo, mi queridísimo jefe.
Toco dos veces la puerta esperando su respuesta afirmativa para entrar y así sucede:
—¡Pase! —se escucha en el interior de la oficina que me da luz verde para adentrame en ella.
Abro la puerta y me quedo por un milisegundo embobada con tremendo hombre. De verdad que no paso por alto todas sus facciones masculinas y ese cuerpo... Jesús, María y José, este hombre sí que está hecho para ser chupado hasta la parte mas ínfima.
—Buenas tardes, señor Rogers, vengo a comunicarle mi retirada ya que mi turno ha terminado —hablo cuando salgo de mi ensoñación y cierro la puerta para acercarme a su pulcro escritorio—. Serena Hamilton ha llegado, así que cualquier cosa que necesite se lo comunica a ella.
—Está muy bien, señorita Maximoff, le agradecería que sólo me llamara Steve, me hace sentir muy viejo —murmura con una sonrisa planteada en su rostro que lo hace parecer aún más hermoso de lo que ya es; aunque me pongo a pensar en algo, ¡que bipolar es este hombre!
—Oh, por supuesto señ... Steve —contesto algo apenada—. Bueno, espero que tenga un buen resto de día y...
—Espere que tengo una duda que consultar con usted —me interrumpe la despedida—, sólo serán un par de minutos. Acérquese, por favor.
Me quedo quieta en mi lugar, ¿en serio quiere que me acerque hasta dónde él está? ¡Este hombre sí que quiere ser violado! No me hago cargo de mis acciones perversas. Vale, parezco una retrasada —sin ofender a nadie—, Steve se me queda viendo como si estuviese viendo a un alien o algo parecido.
Cuando mis piernas por fin reaccionan a las órdenes de mi cerebro, me dirijo a paso de tortuga hasta él, rodeando el escritorio y parándome justo a lado de Steve muy incómoda.
—¿Cuál es su duda, Steve? —pregunto. Ya quisiera que me respondiera algo como: "tengo la duda de sí quiere que deje a mi esposa por usted y la haga mía sin pudor alguno", creo que tengo demasiada imaginación.
—Bueno, aquí dice que la fecha de la reunión con los señores Crafword coincide con la fecha y hora a lo de los señores Kozlov —¿para eso me hizo inclinarme incomódamente? ¡Siento que la falda se me romperá en cualquier instante! Inhala, exhala... —... ¿señorita, me está escuchando?
—Sí, lo siento —murmuro—. Olvidé completamente comentarle que ambas empresas se unieron y ahora son sólo una, así que es por eso que ya está programada para una reunión solamente.
—Muy bien, Wanda —mi nombre en sus labios suena como la más hermosa melodía o al menos, a mí me suena así. Tal vez sea porque estoy totalmente drogada de su colonia y quiera comérmelo a besos—, por favor, no olvides comentarme asuntos tan importantes como estos.
—Por supuesto, señor Rogers, una disculpa —hablo rápidamente porque voy media hora tarde al Instituto. Veo su mirada reprendedora por no haberlo llamado Steve— ¿necesita algo más? —ruego porque diga que es todo y me puedo retirar aunque su tentadora loción tan varonil me hace querer desnudarlo ahí mismo y tener sexo sobre el escritorio, algo típico.
—No, nada más Wanda —comenta brevemente—. Se puede retirar.
—Que tenga buen día, Steve —me despido más rápido de lo que canta un gallo. Aunque no me pasó por alto la pequeña sonrisa que se le formó en su esculturado rostro.
★ ★ ★
—Por favor, señor Brightside, déjeme entrar a su clase —suplico ya que llegué a la segunda clase (que es literatura) y el profesor no me quiere dejar entrar por llegar cinco minutos tarde. Y todo gracias a Steve por simplemente no haberme preguntado mañana.
—Señorita Maximoff, ya sabe lo que pienso acerca de los retrasos —responde—, hágame el favor de retirarse.
—Usted sabe que trabajo y me queda muy retirado de aquí, por favor —replico haciendo un puchero involuntario. Definitivamente no puedo perder clases, necesito tener muy buenas calificaciones para poder seguir teniendo la beca completa.
Veo la indecisión en los ojos arrugados del viejo profesor Brightside. Estoy juntando mis manos en forma de rezo para que me deje pasar y después de los minutos más largos de mi vida, este asiente.
—Muy bien, pero le advierto que es la última vez. Tome asiento —murmuro un "gracias" inaudible después de pasar por su lado dirigiéndome al único espacio vacío que se encuentra al fondo del aula junto a una pelirroja chica llamada Larissa.
—Bueno chicos, el tema que veremos hoy es el... —el profesor comienza a hablar y saco mi libreta de apuntes para comenzar la clase.
La clase se va entre apuntes, preguntas y respuestas.
Después de que tocaran el timbre que anuncia la siguiente asignatura, guardo mi lapicero y libreta en mi pequeño bolso y me presento a las siguientes aulas que son: cálculo y artes. Después de ello me encuentro en la cooperativa con Ximena, mi amiga.
—Xime, ¿qué clase tienes después? —pregunto. Ella se podría considerar como mi más cercana amiga aquí en la universidad. Ximena tiene una larga y rubia cabellera con la que deslumbra a muchos de sus pretendientes, parezco un duende a su lado, es muy alta y hermosa.
—Cálculo, me muero —resopla—. Juro que la profesora Holmes me odia.
—Claro que no, ella odia a todos —ella comienza a reírse de acuerdo conmigo.
—Vale, es cierto, creo que me siento un poco mejor —sonríe— esa mujer debería de jubilarse y dejar de amargarnos la vida.
—Concuerdo contigo, creo que ya terminó odiando su trabajo y eso que aún no es tan vieja —musito.
—Cierto. Bueno, ahora pláticame, ¿cómo te ha ido con tu nuevo jefe? —murmura divertida.
Aún nos faltan quince minutos más del pequeño receso que tenemos así que tengo tiempo de platicarle acerca de Steve. Le doy una mordida a la torta de jamón que compré en el camino.
—Ay no, pues qué decirte, está hecho para chuparse los dedos —farfullo—, su voz, su cuerpo, Jesús bendito, juro que si no estuviera casado ya hubiera intentado algo con él.
—Todo lo bueno siempre tiene que estar prohibido —suspira—. Aunque ya sabes, puede que algún día se divorcie.
—Uhm, no lo creo, no esperaría tanto así —ambas soltamos una risotada.
—Ya, ¿y cómo te ha tratado, gruñón o amable? —cuestiona curiosa ya que no habíamos tenido mucho tiempo de hablar.
—Es un hombre con varios cambios emocionales, por no decir que es un jodido bipolar —me río—. Algunas veces es súper amable y otras esta como ni de ganas de verte ni en pintura.
La verdad es que ese tipo de hombres se me hacen tan exasperantes. Aunque por ser él, lo soportaría con eso y mucho más.
Lástima que esta casado, Wanda —me recuerda mi subconsciente.
Seguimos hablando de cosas triviales y cada quien nos dirigimos a nuestras respectivas clases. Ya que para mí, administración es la última.
La última clase concluye sin inconvenientes y mi oído se alegra de escuchar la campanilla de fin de hora... ¡por fin a descansar!
Me despido de uno que otro compañero y como sé que Ximena se va con su novio, yo llego hasta mi auto y dejo mis cosas en el asiento de copiloto.
Cuando voy a medio camino para ya poder llegar a mi casa, mi celular comienza a sonar. El número es desconocido así que pienso quién podría ser, para salir de dudas, contesto:
—Hola —aclaro mi garganta.
—Hola Wanda, soy Sebastián, necesito verte —contesta una voz que reconozco inmediatamente. No puede ser.
⚡.....⚡
Hola chicas, aquí vengo con un nuevo capítulo que espero que les guste mucho🌸.
Yessss, Sebastian es nuestro Sebastian Stan, asgdnskaka me muero, lo amo😻🎉.
Voten y comenten su opinión para saber si les gusta o no, gracias por todo🙆🎊.
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