[DALU CRANE]

CAPITULÓ DIEZ

Tras lo sucedido con su madre, Lorenzo le contó lo sucedido a sus amigos.

— Siempre he creído que tú madre está loca — hablo Steve recibiendo un golpe por parte de su prometida.— ¡Auch! Eso dolió.

— Pues no digas eso cuando tú mejor amigo te cuenta sus cosas — reprendido Caitlin a su prometido.

— Oh vamos — Steve la miró. — No me digan que ustedes no creen que Lydia Lawrence esta loca ¿Qué clase de madre trataría de esa forma a su hijo?

— La mía — respondió Lorenzo quitándose la gafas para dejarla en la mesa.

Phoebe quien había permanecido en silencio todo el momento se levantó del sofá para acercarse a Lorenzo, pasó su brazo por su espalda para darle para abrazarlo.

— ¿Cómo te sientes? — le pregunto Phoebe. — Sabes que no es tu culpa, Enzo.

Lorenzo no pudo evitar lagrimear, Phoebe le había dicho más de una vez que no fue su culpa la muerte de su hermana y su tía.

— Si hubiera sido más rápido...

Phoebe lo tomó de las mejillas obligándolo a verla, Caitlin se levantó para acercarse a ellos.

— Mírame, Lorenzo — habló Phoebe. — Escúchame. No es tu culpa.

— No es tu culpa — le repitió Caitlin.

— Amigo, no es tu culpa — le repitió Steve.

Los tres abrazaron a Lorenzo, juntándose como en los viejos tiempos, tiempos en los que no fueron buenos para ellos, donde tuvieron que vigilar a Lorenzo todo el tiempo, tiempos en los que se volvieron una familia. 

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Al día siguiente Lorenzo se levantó no del mejor humor, pero tuvo que continuar su rutina diaria.

Salió en búsqueda de sus amigos para reunirse con ellos. Mientras caminaba por el pasillo varios estudiantes lo saludaron logrando que él pusiera una sonrisa en su rostro.

— Tienes la misma cara que Sirius cuando veía a nuestra madre — habló Regulus mirando a Lorenzo.

Lorenzo río ante esa extraña comparación.

— Es una extraña comparación tomando en cuenta que ayer tuve que ver a mi madre — confesó Lorenzo.

Regulus se puso serio.

— Diría que eso podríamos hablarlo con cervezas de mantequilla, pero estás en un horario escolar — Regulus puso sus manos detrás de su cintura.

— En otra ocasión, joven Black.

Regulus se despidió de su profesor continuando su camino a la siguiente te clase, Lorenzo camino descubriendo que al final del pasillo se encontraba Phoebe peleando con alguien.

— Vamos muñeca — dijo Gael Fudge. — Tu y yo nos divertíamos tan bien antes, el aburrido de Lawrence no sabe como tratarte de verdad.

— Te dije que no — negó Phoebe. — Tengo una clase que dar, ve a la dirección con tu padre Gale, deja de molestarme.

Gael la intentó tomar del brazo, Lorenzo llegó a tiempo tomando a Phoebe de la cintura.

— Hola cariño — besó la mejilla de la rubia. — Te he estado buscando, oh hola Gale.

Gale retiró su mano al ver a Lorenzo, acomodó su saco realizado a la medida por un sastre.

— Lorenzo — saludó. — Bien, tengo que irme, fue un gusto volver a verte Phoebe nos veremos después.

Gale se marchó sin decirle algo a Lorenzo. Cuando el pequeño Fudge como solía llamarlo Steve se fue de la vista de ambos se soltaron.

— ¿Estás bien? — cuestionó Lorenzo mirándola para ver si la lastimo.

— Estoy bien — respondió Phoebe. — Llegó tarde a mi clase.

— Te acompañó.

Los dos caminaron hasta él aula de pociones, Lorenzo le quitó a Phoebe los cuadernos de las manos para llevarlos él. Ninguno hablo, lo que fue más incomodo para ambos.

— Gracias — Phoebe se despidió tomando los cuadernos de las manos de Lorenzo.

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Lorenzo no estaba tranquilo, la actitud de Phoebe lo desconcertó demasiado.

Salió de su dormitorio en dirección al de su amiga, dobló en la esquina y se detuvo. ¿Era buena idea ir a visitarla? Solo estaría asegurándose que su amiga se encontrara bien.

Llegó a la puerta dando unos golpecitos, escuchó la risa de un niño del otro lado, frunció el ceño confundido.

— ¡Tía Kitty!

Phoebe abrió la puerta sorprendiéndose al ver a Lorenzo, la niña dentro de la habitación dejó de saltar.

— Tu no eres mi tía Caitlin.

— No — tartamudeó Lorenzo. — Soy Lorenzo, un amigo de tu mamá.

— Dalu — sonrió la niña estirando la mano.

Dalu.

El mismo nombre que tenía la hija de su tía.

Phoebe y Lorenzo se miraron.

— Está bien cariño, ve a dormir — dijo Phoebe intentando cerrar la puerta.

— Solo un minuto, Phoebe — pidió Lorenzo. —  Por favor. ¿Qué... qué edad tienes?

La pequeña Dalu miró a su madre, Phoebe solo asintió mordiendo su labio.

— Casi cuatro.

— Muy bien hija — hablo Phoebe. — Ve a dormir.

— Buenas noches mamá, adiós Lorenzo.

Phoebe cerró la puerta detrás suyo. Lorenzo la miró, la había descubierto.

— ¿Casi cuatro?

— Creo que la conversación con la que soñé muchas veces esta pasando justo ahora.

— Si — Lorenzo la miró.

— Necesitaré un trago para esto — ordenó Phoebe caminando hasta la pequeña salida. — ¿Quieres uno?

— ¿Desde cuando lo sabía?

— Lo descubrí tres meses después que terminamos, no querías saber de mí y no sabía dónde estabas — recordó Phoebe, se sentó. — Siempre quise decírtelo, cuando ella preguntaba por su papá le decía que estaba de viaje, que la amaba mucho.

Lorenzo y Phoebe tenían una hija, de la que hasta ahora Lorenzo descubrió su existencia. Dalu, siempre dijo que así llamaría a su primera hija en honor a su tía.

Lawrence llevó sus manos a su boca entendiendo toda la realidad que le golpeó como un balde de agua helada, tenía dos opciones hacerse de la vista gorda con respecto a su hija o ser el padre que los suyos nunca fueron con él, no cometería los mismos errores, no sería igual a Lydia y Hiram Lawrence.