Chapter Nine
[MEAVE LAWRENCE Y SEMIRA FALCONER]
CAPITULÓ NUEVE
El olor a hierro proveniente de la sangre caliente que recorría cerca de su ojo hasta su barbilla llegaba a las fosas nasales de Lorenzo. No le importaba el dolor, ni la sangre corriendo, o el que su ropa podría mancharse, él no iba a soltar el agarre firme que mantenía en su varita.
Con su cuerpo estaba cubriendo de la chica que estaba con él, sabía que las cinco personas delante suyo que llegaron a interrumpir en la casa no los dejarían escapar tan fácilmente, pero eso no le importaba, no le importaba morir si podía mantenerlas a salvo.
Para su mala suerte todo ocurrió demasiado rápido frente a sus ojos, los hechizos volaban, lo atacan y él contraatacaba, pero el hechizo que lo distrajo fue aquel que salió de la varita de Bellatrix con ese característico rayo verde.
— ¡TRISTÁN! — el grito de Semira lo distrajo.
Sintió como lo empujaron para después caer al suelo y todo se volviera negro.
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Lorenzo intentaba acomodar el nudo de su corbata, había pedido un permiso para salir de la escuela durante ese día, cuando se lo pidió a Minerva, la mujer no dudó dos veces en aceptar.
Sus amigos se habían levantado temprano para acompañarlo, pero en más de una vez se había negado a que lo acompañaran.
— ¿Seguro... seguro que no quieres que te acompañemos, Lore? — insistió Caitlin por tercera vez. Steve paso su brazo por el hombro de su prometida intentando hacerla sentir segura.
— Estoy bien Cat — agradeció Lorenzo. — Necesito hacer esto solo, gracias por cubrirme en las clases de hoy.
— Hermano, por nosotros no hay problema de ir contigo, McGonagall no se molestará si no estamos — intervino Steve en apoyo a su prometida.
Lorenzo les sonrió un poco al igual que negaba con su cabeza.
— Puedes enviarnos un patronus si nos necesitas, no importa que sea, iremos a ti — sonrió Phoebe acercándose la de gafas.
Phoebe lo abrazó tres terminar el nudo sabiendo que Lorenzo no iba a pedir que alguien lo abraza aún cuando se está cayendo a pedazos, así era él. Lorenzo correspondió el abrazo pasando sus brazos por la espalda de la rubia.
Caitlin, Phoebe y Steve vieron como su amigo salía del despacho tras tomar su abrigo del perchero, las dos mujeres se abrazaron entre ellas ambas tenían un mal presentimiento, como en aquel día.
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Sirius estaba nervioso, su pierna subía y baja constantemente mientras miraba fijamente el escritorio del profesor ignorando por completo lo que James le estaba contando, escuchó ciertas partes "galletas" "avena" "pintura" "calcetín"
El joven Black había dejado unas ranas de chocolate que sacó del baúl de Peter a modo de disculpa con su profesor por lo sucedido en las clases anteriores.
La puerta se abrió anunciando que el profesor había llegado, los estudiantes sacaban sus pergaminos junto a sus tinteros, levantaron sus cabezas sorprendidos al escuchar el sonido de unos tacones.
Caitlin llegó hasta el frente causando la curiosidad de los estudiantes que se miraban entre ellos con notable confusión. Una joven pelirroja que Caitlin había visto durante los almuerzos levantó su mano.
— Si, señorita Evans
Caitlin señaló uno de los asientos de adelante donde estaba la pelirroja junto a una rubia de corbata verde. — Señorita Lacroix, sino sería imprudente mi pregunta ¿Dónde está el profesor Lawrence? Él nunca falta a las clases.
Caitlin intentó disimularlo con una leve sonrisa. — El profesor Lawrence tuvo que salir del colegio por asuntos personales, me pidió cubrirlo.
Sirius chasqueó su lengua al escuchar las palabras de la señorita Lacroix. La clase comenzó sin otra interrupción convirtiéndose en una clase dinámica para los estudiantes.
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Lorenzo caminaba por entre el cementerio, había tenido suerte de que no encontrara a alguien cerca. En sus manos llevaba dos ramos de flores blancas.
Sabía el camino de memoria, estuvo en ese lugar más de una vez en los últimos casi tres años, podría cambiar de vivienda cada dos meses, pero jamás se perdería una visita por nada.
Enfrente suyo vio las lápidas que buscaba.
Meave Lawrence
Amada hija, hermana y amiga.
Semira Falconer.
Amada hija, y tía.
Una lágrima resbaló por la mejilla de Lorenzo quien se sacó las gafas rojas que llevaba puestas, recordaba que desde aquel día no se las había quitado en absoluto, era su recordatorio diario de que ellas murieron.
Dejó los ramos enfrente de ambas lápidas, y una vez más sentía que revivía la trágica pesadilla que fue aquel día donde lo atacaron en la casa de su tía. El como aquellas personas habían irrumpido en la vivienda con intenciones de atacarlos.
Podía sentir entre sus brazos el cuerpo inerte de su hermana menor, Meave, sus gritos pidiéndole que no lo dejara y abriera sus ojos, pero todo fue inútil.
No sabía cuánto tiempo llevaba en la misma posición, sabía en que momento sus lágrimas escaparon de sus ojos llorando el dolor de su corazón.
Fue hasta que escuchó el sonido de unos tacones acercarse que se puso de pie reconociendo que no era un buen día.
El olor de una fragancia bastante conocida lo inundó y nuevamente se sintió un adolescente.
— No sabía que vendrías — murmuró la mujer mientras dejaba unas rosas.
— Vengo cada año — respondió Lorenzo intentando ser lo más amable posible.
— Siempre le dije a tu padre que cambiáramos a Meave a la cripta de la casa, pero siempre se negó. Sabía que cuando venía, también la visitaba a ella, jamás dejó de amar a Semira, ni siquiera cuando nos casamos.
Lorenzo se mantuvo en silencio tras las palabras de su madre, desde que tenía memoria ella hablaba mal de su tía, pero para él fue la mujer más bondadosa y amorosa del mundo.
Lydia miró las flores blancas que Lorenzo había dejado antes de que ella llegara. — Tu trabajó como profesor no te alcanza para pagar unas rosas mejores — las tomo para entregárselas nuevamente. — Llévatelas, son corrientes.
— A ella no le importaría de donde vinieran, Meave...
La mujer se dignó a verlo por primera vez con esos ojos que si pudieran lo asesinarían en ese momento. — No tienes ningún derecho de estar aquí, no luego de que es tu culpa de que ella muriera.
— Era mi hermana...
— ¡Ella era mi hija! — gritó Lydia Lawrence con dolor. — ¡Y es tu culpa que este muerta! ¡Debiste morir tú en lugar de ella!
— ¿No crees que no me duele? Ella era mi hermana.
— No hiciste lo suficiente para salvarla, y así querías convertirte en auror, serías un fracaso — escupió Lydia con rencor en cada una des palabras que no hacían más que herir a Lawrence.
Lorenzo apretó su mandíbula. — ¿No crees que no lo intente? Tú no estaba, tú no sabes nada de lo que sucedió ese día...
— ¡Yo nunca te he visto sufrir! ¡Tú la mataste, Lorenzo! ¡Es tú culpa y la de Semira! ¡Mi hija murió, y te culpo a ti!
Lorenzo prefería no discutir con ella, sabía que para Lydia, él siempre sería el asesino de su hermana menor, cuando en realidad fue Lorenzo quien intentó protegerla hasta el último minuto, él estaba dispuesto a sacrificar su propia vida por su hermana.
El hombre de traje se marchó sin poder despedirse de su hermana y su tía llevando consigo las flores que le compro a su hermana, dejó a Lydia quien comenzó a llorar desgarradoramente como la primera vez que vio el cuerpo de su hija sin vida.
Él sabía que había una probabilidad de encontrarse con su madre ese día, pero tenía una promesa que cumplir y él no rompía sus promesas.
NUEVO CAPITULO
Luego de casi dos meses volví a actualizar.
Al fin conocen a Lydia Lawrence ¿qué opinan de ella?
¿Qué levante la mano a quien más le cae mal?
Me duele que Lorenzo se culpe de la muerte de su hermana y su tía </3
Dany🖤
09/10/2022
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