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Capitulo 7


Dan veía como su hermano y Amber se alejaban del instituto después de que le hubiese propinado un golpe a su hermano en el labio. Delante gran parte de los estudiantes, que murmuraban ante lo que el capitán de fútbol le había hecho a su hermano.

Sintió asco de si mismo por haberle hecho eso a Marcus. El no tenía que pagar los platos rotos. Pero una parte de su interior le decía que si debía haberle pegado porque había besado a Amber y esta haberse dejado. Sí. Él después de pensar en ello, se había dirigido al baño para hablar con la chica, pero al llegar al baño, pudo encontrar como su hermano se levantó y le dio un beso a la chica. Ver esa imagen fue como si le tirasen un balde de agua helada encima.

Dejo aun lado esos pensamientos y se dirigió al estacionamiento a coger su moto. Se montó en ella y la prendió. Luego puso rumbo a su casa tan rápido como pudo, porque lo único que quería hacer era llegar y ponerse a dar golpes al saco de boxeo que tenía en una parte de su habitación.

Entró por la puerta, y al cerrarla, hizo un ruido que se escuchó por toda las casa. Iba por el tercer escalón cuando su padre salió del salón llamándole la atención.

—Llegas tarde- le dijo serio y Dan bufó.

—Tampoco es muy tarde- dijo volviéndose a dar la vuelta y seguir subiendo las escaleras hacia su habitación ignorando los reclamos de su padre.

—¿Porque tardaste?- le volvió a decir haciendo que el chico volviese a detener su paso.

—Papá- dijo ya molesto- ¿Quieres dejarme en paz? No he tenido un buen día y te agradecería que dejases de joderme- dijo para subir las escaleras lo más rápido que pudo y dejando a su padre con la palabra en la boca.


—¡Ya estoy en casa!- dijo Amber entrando por la puerta junto con Marcus.

Al no recibir respuesta, la chica decidió subir a su habitación seguida por Marcus. Le dijo que dejase su mochila por alguna parte y que esperase sentado en la cama mientras iba a buscar algo para curarle el labio.

Cuando regresó al cuarto, traía en sus manos unos trozos de algodón y un bote de agua oxigenada. Empapó el algodón con el líquido y empezó a pasarlo cuidadosamente por el labio intentando no hacer mucha presión. Pero fue en vano, porque el escozor que sintió Marcus cuando el algodón le toco el labio fue insoportable.

—Amber, para, me duele- dijo haciendo un leve puchero pero la chica no se detuvo y volvió a pasarle el algodón por encima- ¡Au!- se quejó.

—Deja de quejarte tanto- dijo mirándolo con reproche- Si te callaras y dejaras de quejarte, acabaría antes con tu labio y dejaría de escuchar tu llanto- dijo para pasar una última vez el algodón por su labio.

Una vez ya curado, Amber dejo todo donde lo había encontrado, y al volver a su habitación se encontró a Marcus acostado en su cama.

—¿Cómodo?- dijo mirándolo desde el umbral de la puerta divertida y el se apoyó en sus codos para poder verla.

—Bastante- dijo sinceramente. Ella se acostó a su lado y los se pusieron a mirar el techo como cuando era unos niños sin preocupaciones; como si fuera realmente interesante. Se quedaron callados durante un rato hasta que el volvió a hablar- ¿Estas segura de que me puedo quedar?- dijo volteando la cabeza para mirarla.

—¿Porque lo dices?- dijo ella girando su cuerpo para verlo.

—Porque... seamos realistas. Tus padres tarde o temprano le dirán a los míos donde me encuentro. Además, si por algún casual me quedara ¿Donde me quedaría a dormir?- dijo el mirándola- Es mejor que siga donde Nick- Se levantó cogiendo su maleta para irse.

—Marcus espera- dijo ella agarrándole la mano antes de que el saliese de la puerta de su habitación- Quédate por favor- dijo ella con ojos suplicantes.

—Pero Ambs... Yo- no le dejó continuar.

—Por favor- volvió a decir- Yo convenceré a mis padres de que te dejen quedar y que no les digan nada a los tuyos. Te lo prometo- dijo ella con ojos suplicantes.

El la miró y se quedó mirando sus ojos. No sabía que hacer o que decirle a la chica delante suyo. Pasaron segundos, e incluso minutos sin que el le dijese una respuesta, y ella estaba cada vez más desesperada porque le estaba apretando el brazo cada vez más fuerte a Marcus.

—Vale. Me quedaré- dijo resignado el chico y a la chica se le iluminaron los ojos y puso una sonrisa de oreja a oreja- ahora- continuó él y la chica borró la sonrisa- suéltame el brazo que me duele- dijo el con una risa y ella al ver que le agarraba fuerte lo soltó y se sonrojó un poco.

—Vamos a la cocina a comer, tengo hambre.

Dicho eso, los dos joven es salieron hacia la cocina. 

Marcus se sentó en una silla mientra veía a Amber moverse en la cocina para ver que preparaba. Como no tenía mucho de donde elegir, puso una olla con agua y la puso a hervir. Cuando el agua una vez hirvió, metió dentro unos espaguetis. Mientras se cocinaban, ella se dirigió hacia la despensa y cogió un bote de salsa de tomate. Lo abrió y lo vertió en una taza y lo puso a calentar en el microondas. Una vez estuvo todo ya listo, los dos chicos se pusieron a comer la comida que había preparado Amber.

—Esta deliciosa- dijo el degustando la pasta.

—Gracias, pero no es gran cosa- dijo ella comiendo igual.

Ellos se rieron y en ese momento los padres de Amber entraron por la puerta, y al oír voces provenientes de la cocina, se dirigieron hacia allá.

—¿Marcus?- dijo _____ al verlo.

—¿Que haces aquí?- dijo Louis también sorprendido de verlo, pero frunció un poco el ceño, sin llegar a ser pronunciado.

—Tíos...- dijo Marcus perdiendo un poco el color de la cara.

—Mamá, papá, puedo explicarlo- dijo Amber poniéndose de pie seguida por Marcus.





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