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Capítulo 2

♦️El día y la noche♦️

Si le dieran dinero por cada persona mal intencionada que se encontraba por el camino, tendría una fortuna el doble de basta que el mismo Bruce. Siendo la noche, testigo de su furia al tratar de encontrar a el hombre que tenia ya un extenso historial criminal detrás de si, incluyendo varias acusaciones sobre trafico de órganos que no pudieron ser comprobadas a causa de la falta de evidencias en su contra, y lo abría dejado en manos de la policía sin problemas, si no hubiera sido por la ultima victima que el forense describió al equipo de policía. Una niña, de aproximadamente 12 años, vilmente asesinada, con órganos faltantes en su cuerpo, entre ellos, sus pulmones y corazón, sintiendo la necesidad casi inhumana de golpearlo hasta dejarlo frío como...

No, no.

El solamente necesitaba su confesión para meterlo en la cárcel, solamente eso... Y ya estaba en el bar donde lo veían a menudo... Necesitaba un informante que supiera dónde estaba el hogar de ese idiota. Tocó un par de veces la puerta de la entrada trasera de el lugar, y cuando la ventanilla de la puerta fue abierta un par de ojos se asomaron, siendo opacados por las luces de el bar dentro que iluminaban el lugar como si fuera una discoteca de mala muerte, o un burdel, lo que fuera peor.

-diversión?!- pregunto casi gritando por el sonido de la música, Dick identificó la voz como la de una mujer.

-Negocios- respondió en el mismo tono pero sin perder su compostura.

La mujer mostro un ligero cambio en su mirada que, siendo honestos nadie notaria, nadie excepto alguien como él y su analítica mirada, sintiendo un familiar presentimiento de que algo no andaba bien en ese lugar.
Y el no se había equivocado hasta ahora, por lo que siempre acostumbro a seguir su instinto.

-con quien?- pregunto desconfiada.

-ni siquiera yo lo conozco- respondió -nos encontraremos aqui-
Y así era, no conocía a el tipo en persona, solamente en fotografías, pero sabía que habría alguien adentro que si lo conocería

-que clase de negocios?-

-la clase de negocios que no se le puede decir a cualquiera- respondió casi en automático.

No era su estilo contestar sin medir o detenerse a pensar en las consecuencias de sus palabras, y al parecer, ese error se comenzó a reflejar en las acciones de la mujer frente a él.

-sin un boleto de entrada no puede pasar- respondió ella, cerrando la ventanilla, dejándolo con la palabra en la boca y una creciente furia que sabía que debía contener antes de cometer alguna estupidez.

Camino de vuelta a su auto, con las manos en los bolsillos y la cabeza gacha, evitando las miradas curiosas de los entrometidos que estaban en las calles, tomando decidido las llaves para abrir las puertas y entrar para resguardarse de el frío de la noche.
Y esperar... Solo esperaría a que algun pobre desgraciado que trabajará de guardia saliera de ese lugar para interrogarlo de la manera no tan amigable que solamente el y su antigüo mentor conocían.

Pero la espera sería larga, por lo que necesitaba una distracción para no tener que pensar en la opción más...
Fácil, para su problema de plagas roba niños.

Por lo que sin muchos ánimos, su mano derecha encendió la radio policial para estar atento a cualquier inconveniente externó, después de todo también estaba haciendo el turno nocturno.
Buscando la señal correcta sin prestar mucha atención a sus acciones, hasta que finalmente obtuvo una señal clara de los reportes cerca de su zona.

Aunque él tuviera un equipo portátil para buscar crimen, también le gustaba hacerlo a la antigua, tal y como lo hizo una vez en el pasado el comisionado Gordón, el padre de Barbara.
Quien en repetidas ocasiones le repitió que la mejor forma de saber lo que pasaba con la ciudad, era conectarse con la misma para saber lo que necesitaba y saber ayudar.

Y aunque el viejo Jim estaba retirado, era adicto a la justicia policial, por lo que sabía... Aún lejos de la ciudad de Gotam, él estaría atento a los acontecimientos de su ciudad, así como él estaba atento en su nuevo hogar en detroit.

La radio llamo su atención cuando perdió la señal, dando solamente el sonido de la estática y una muy difícil voz de los oficiales para reconocer, era imposible entender una sola cosa.
Molesto intento encontrar manualmente la señal de nuevo, manteniendo la vista aún en el local de enfrente, esa maldita discoteca de mala muerte.

Y logro escuchar con más claridad, no la suficiente, Pero si más claro. Bajo la mirada por instinto a la radio, sintiendo su cuerpo tensarse al escuchar la distorsionada voz de alguien pronunciando palabras que apenas podía entender, una voz que le parecía demasiado familiar.

Y como si su subconsciente supiera exactamente de lo que era, detuvo sus manos para intentar escuchar de nuevo la voz, quería asegurarse de a ver escuchado bien lo que apenas iba entendiendo.
Entrecerró los ojos y acercó su oído a las bocinas de la radio, con suma concentración y un silencio absoluto.

"Ayuda"

Abrió los ojos con sorpresa, mientras su cabeza procesaba todo a una velocidad increíble, dejando que miles de hipótesis lo atropellaran, la primera y la más sensata, alguien encontró la señal de radio de la policía y quería hacerle una broma,
La segunda, buscaban ayuda desde alguna torre de transmisiones, y la tercera, tanto tiempo, sólo lo había hecho perder la cabeza.

Y de haber podido, hubiera formulado más hipótesis, de no haber levantado la vista inconscientemente al tiempo que una mujer salía de la discoteca, con el hombre que estaba buscando esa noche, después de todo ya no necesitaria la confesión de algún empleado del lugar, si tenía enfrente a ese bastardo, si confesaba el solito... Conseguiría que se pudriera en la cárcel más segura de detroit.

Volteo la mirada hacia la parte trasera de su auto, donde el traje intacto de Robin estaba guardado dentro de un maletín,
Meditando unos segundos antes de fruncir levemente el ceño ante su falta de opciones, si lo golpeaba como el detective Richard Grayson, lo podría demandar por abuso de autoridad y acusarlo de obligarlo a confesar algo que seguramente él negara después.

Cómo Robin...

Bueno,qué más daba?… Confecion grabada y entregada anónimamente a la policía.

Simple.

Suspiro y tomo el maletín, volvió la vista, y noto que el hombre llevaba a su acompañante a su auto, como si fuera un hombre limpio, casi caballero, le abrió la puerta, a lo que la chica se subió sin preguntar, con una sonrisa en los labios. Luego cerró la puerta y dió la vuelta al auto, subiendo el mismo, comenzando un recorrido fuera del área.

Pues nada, tocaría seguirlos.

✨♦️✨

No sabía porque, para que o a dónde estaba dirigido se.
Y la verdad no es que le importará demasiado, ya que en sus pocos años de vida esto era lo único de lo que no podía dudar o ignorarlo.
Era una especie de magnetismo que lo llamaba dentro de si mismo a caminar sin rumbo de nuevo, y de nuevo, y de nuevo.

Sus ojos recorrían cada rincón del lugar esperando  encontrar algo que ni siquiera él podría ser consciente de lo que era, pero que lo desesperaba y le daba una extraña sensación en la boca del estómago, una sensación de opresión que simplemente no le gustaba, y lo único de lo que si podía estar seguro es de querer encontrar la razón para desaserse de ese extraño sentir.

Era... Igual que cuando dormía.

Igual que sus pesadillas.

La misma emoción intrusa, que no sabía identificar, sensación que provocaba en él, la ira desbordada e incontrolable que lo llevaba a pensar en querer quitar una vida.
Una sensación que un estúpido sueño repetitivo y sin sentido lo visitaba cada noche al dormír, mismo que nunca lo dejaba descansar.

El maldito sueño... O pesadilla.

Sinceramente estaba harto de verlo, tantas veces se había repetido durante el último año que llegó a aprenderse cada cosa que pasaría en el sueño.
Siendo primero la aparición de una carpa de circo, y él estaba frente a ella, luego la aparición de una especie de castillo donde solamente podía escuchar la palabra "mátala", cambiaba a una vista de una camilla de hospital y el sonido de un molesto pulsómetro, cambiando y mostrando el mar y un atardecer, con una voz femenina  que se escuchaba a la distancia...

Y luego paz.

La primera vez que sintió paz y relajación por todo su cuerpo, su mente  y todo su ser, fue lo más maravilloso que llegó a tener jamás, algo que lo hizo desear más de esa misma paz, cuando sus ojos encontraban una mirada encendida en rojo, peligroso, que lo atraía como el imán al hierro.

Y de repente, se detuvo, incapaz de seguir en su maravillosa ensoñación, abriendo los ojos de golpe, encontrándose con la puerta más prohibida de todo Nanda Parbat.
Las puertas malditas que daban a la habitación de el pozo de Lázaro, uno de ellos.
Sin comprender muy bien como fue que su ensoñación conciente lo trajo hasta ese lugar.

Pero quería saber el porque, y quizá el impulso tonto de entrar allí no fue la mejor opción en ese momento, y quizá lo podrían tomar como una ofensa o una intromisión.

Pero era como estar bajo el echizos de el canto de una sirena, como se decía en los libros de ficción y cuentos de hadas, una inperseptible voz lo llamaba, una voz que estaba seguro solamente el podía escuchar llamarlo con dulzura.

Y bajo ese echizos con el cual lucho con toda su fuerza de voluntad, perdió completamente, arrodillándose al borde de la orilla de el pozo, a el cuál jamás había tenido la oportunidad de tocar, gracias a las reglas de su abuelo y su madre.
En este momento las reglas eran solo palabras sin sentido, y la voz se intencificaba a cada escaso centímetro que su mano se acercaba a las aguas verdes que irradiaban vida eterna.
A los escasos mili centímetros...

Se paralizó, siendo capaz de escuchar únicamente el metal de una espada siendo retirada de su pecho, el cuál había sido atravesado sin piedad, dejando que su sangre tiñera el metal de ella, las ropas de él, y el suelo bajo los pies de su atacante.
De su boca salió un hilo de sangre, sintiendo el ardor recorrer su cuerpo por completo al presenciar...

Su muerte a manos de su madre, Talía.

Con una mirada tan helada y estoica que simplemente alimentaba las ganas de que eso se acabará de una maldita vez, sabía que su madre no sabía como amar a un hijo... Pero que no le tuviera ni una pizca de aprecio?.

Cerro los ojos, esperando la muerte, deja dl que sus manos fueran el soporte de su cuerpo cuando se inclinó hacia adelante.
Fue cuando la sangre de su boca y su pecho alcanzaron las aguas de el pozo, y finalmente callo en la orilla.

Pereciendo.

Talía miro con sierto recelo como la sangre de su hijo se mezclaba con la de el pozo,notando como está se iluminaba con cada gota que caía de sus manos a las aguas,  causándole curiosidad.
Rompiendo la ropa de entrenamiento de la parte superior de su hijo, noto como su mano ahora está en el agua gracias a su movimiento, y como las aguas intentaban sanarlo aún sin estar dentro del pozo.
Con sus sospechas presentes, comenzó a hacerle cortes a la espalda de su hijo con su catana, serteros, dolorosos y porsupuesto... Que deberían dejar marcas profundas.
Sin embargo... El pozo las estaba absorbiendo y curando las a una velocidad inigualable, como si su hijo fuera lo único que al pozo si le interesaba mantener con vida, sano y salvo.

Cuando finalmente se canso de su experimento con resultados positivos, tomo el cadáver de  su hijo en brazos, y lo dejo flotar dentro de la grán foza, la cual comenzó a brillar de una manera en la que jamas lo habia echo antes.
Dejando ver las aguas, ya no verdes... Ya no azules o tenebrosas, si no... Dejando ver la magia de esas aguas.

En un violeta encantador, sublime y poderoso, sin saber que dentro del cuerpo de su hijo ya la conciencia volvía a él.

Y con eso, las pesadillas que lo guiaron hasta el pozo, se hicieron más vividas, más suyas, y la mirada de ojos rojos peligrosos, se volvía una mirada azul celeste como el cielo, unos ojos angelicales, y adquiría un rostro, por primera vez en años, esa mirada, tenia dueña

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