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Era la primera vez que JungKook recordaba despertar sintiéndose pleno y lleno de la felicidad más pura. Hacía mucho tiempo que no sentía la calidez de amanecer al lado de alguien más, alguien que tanto su lobo como él querían, y hacía mucho tiempo que no sentía una pasión tan desbordante al ser besado y acariciado por otra persona.

NamJoon estaba sobre él, ambos escondidos bajo la sábana, con sus cuerpos juntos, desnudos y creando roces de lo más satisfactorios mientras sus labios se deleitaban con los ajenos. Todo se sentía tan delicioso y perfecto en ese momento, que JungKook no pudo evitar emitir un ligero gemido que murió ahogado en la boca del otro alfa. NamJoon esbozó una sonrisa luego de separarse. Era increíble lo bien que se sentía todo eso.

Debía admitir que esa mañana tuvo ciertas dudas respecto a la noche anterior, por un momento pensó que JungKook lo correría de su penthouse al despertar y recapacitaría en todo lo que había dicho. No obstante, en lugar de eso, lo recibió con mimos y con muchas ganas de repetir lo que habían hecho tan solo unas horas atrás.

Tal vez JungKook de verdad había cambiado bastante durante esos meses, el solo hecho de que lo haya dejado dormir en su misma cama lo demostraba, además de que no entró en pánico al verlo junto a él. Por eso mismo, decidió dejar de pensar demasiado y se permitió solo disfrutar del momento. Porque lo quería, realmente lo quería y ni siquiera entendía cómo JungKook había logrado meterse tanto en su corazón, pero lo hizo y ahora ya no lo quería dejar ir.

Dirigió sus besos hacia el mentón y el cuello del contrario, mientras una de sus manos se paseaba por su torso. Las yemas de los dedos rozaron sus costillas, y eso ocasionó que el alfa soltara una suave risita en medio de un jadeo. Si había algo que a NamJoon le enorgullecía, era saber a la perfección cuáles eran todas las zonas sensibles de su pareja y qué efectos ocasionaba en cada una de ellas.

Cuando NamJoon se separó para verlo a los ojos, JungKook volvió a sonreírle ampliamente. Sus piernas se mantenían flexionadas y apretadas contra las caderas del otro alfa, acomodó los brazos por detrás de su cabeza y se mantuvo viendo al hombre sobre él durante unos segundos.

—¿Qué? —preguntó NamJoon. El contrario solo negó.

—Irás a Daegu conmigo.

—¿Es una orden o me estás preguntando? —alzó una ceja, con una sonrisa juguetona asomándose en sus labios—. Sí recuerdas que ya no trabajo para ti, ¿verdad?

JungKook desvió la mirada unos segundos, a la vez que carraspeaba para formular de nuevo sus palabras.

—¿Quieres ir a Daegu conmigo? —preguntó en voz baja.

—¿A Daegu? ¿Para qué? —inquirió, ahora ya más satisfecho.

—YoonGi ingresará al hospital hoy para dar a luz, y TaeHyung quiere hacer algo así como una fiesta de bienvenida para él y el bebé cuando le den el alta.

—Así que ahora eres buen amigo de TaeHyung y YoonGi —vio al contrario soltar un bufido  

—A TaeHyung solo lo tolero —suspiró—. Pero sí, YoonGi y yo somos amigos ahora.

—Ya veo —asintió.

—¿Entonces? —con su dedo índice inició a jugar con el collar de plata que tenía puesto el contrario— ¿Sí quieres ir?

—¿Iré como tu guardaespaldas temporal o como tu novio?

—¿Tú qué crees? —lo haló de la cadena para poder besarlo.

—Mm, no lo sé —comentó juguetón, consiguiendo que JungKook volviera a besarlo—. Aún no me queda claro.

JungKook cambió la posición en la que se encontraban, empujó a NamJoon contra el colchón mientras que él se subió a horcajadas sobre su pareja. El guardaespaldas sonrió nuevamente cuando vio a JungKook inclinándose hacia su rostro. Llevó un mechón del cabello de este detrás de su oreja antes de que sus labios volvieran a encontrarse.

El beso duró más tiempo esta vez y sus cuerpos volvieron a moverse instintivamente para seguirse frotando.

—¿Qué tal ahora? —susurró sobre sus labios.

—De acuerdo, iré contigo a Daegu.

JungKook volvió a besarlo, feliz con aquella respuesta. Mientras las manos de NamJoon se paseaban nuevamente por todo el torso y las piernas de JungKook, este último dirigió su mano derecha hacia el miembro duro de su pareja.

—Quiero que sepas —inició a hablar cuando se enderezó, alineó el falo contra su entrada, que ya había sido preparada con anterioridad—, que después de esto vas a tener que cuidarme durante todo el día.

—Será un placer —sonrió.

—Te advierto que soy muy caprichoso.

—¿Crees que no lo sabía antes? —rio.

—Y voy a exigir mucha atención.

—Tendrás toda mi atención, te lo prometo.

NamJoon llevó sus manos al trasero de su pareja. Separó sus nalgas mientras JungKook bajaba para introducir el miembro en su interior. Arrugó el entrecejo cuando lo logró y soltó un ligero jadeo.

Sus manos se posicionaron sobre el pecho del alfa mientras aguardaba unos segundos.

Era curioso. Después de anoche, esa era la segunda vez que tenían relaciones con él estando sobrio, y se sorprendió de cuánto lo deseaba incluso sin el maldito alcohol de por medio. Todas las sensaciones eran incluso mucho más intensas ahora. Se dio cuenta de que sus sentimientos hacia NamJoon eran muy fuertes y ya no quería necesitar de alguna sustancia para poder expresarlo con migajas. Lo amaba, quería decírselo, quería demostrárselo como era debido, y estaba dispuesto a cumplir con ello sin que, por primera vez, le importara la opinión de la sociedad.


SeokJin iba conduciendo el auto, en completo silencio. YoonGi iba al lado suyo, quien se encontraba igual de callado, aunque con un semblante más gélido. El alfa volteaba a verlo de vez en cuando, probablemente parecía estar más nervioso que el mismo omega.

—¿Estás bien?

—¿Por qué no lo estaría? —respondió, sin voltear a verlo y sin ningún tipo de expresión en su rostro—. Finalmente estará fuera de mí. Ya no lo soportaba más.

—YoonGi —le recriminó.

—¿Qué? ¿Quieres que me calle de nuevo?

—Jamás te pedí que te callaras. Pero me duele que hables así de nuestro bebé.

—Lo siento, pero ya no lo quiero tener dentro de mí.

SeokJin no volvió a decir nada. Esta vez fue YoonGi quien volteó a verlo, y notar su expresión desalentada le hizo sentir un poco culpable. No quería actuar así, pero tampoco lo podía evitar.

Sí, quizá se había vuelto demasiado amargado esos últimos meses, no trataba bien a su alfa, ya no quería seguir cargando al bebé dentro suyo y ni siquiera estaba contento consigo mismo. No sabía cómo había empezado todo eso, ahora lo único que sabía era que no le gustaba verse encinta. No le gustaba los cambios en su cuerpo ni los efectos que ocasionaban en él. Se sentía culpable porque no era algo que se suponía debía sentir; él debía estar feliz por su familia y su nuevo integrante, debía estar emocionado, pero no era así. En parte, eso le hacía cuestionarse en cómo sería como padre y esposo. Tal vez por eso había mantenido cierta distancia con SeokJin, pese a que sabía que hería a su alfa.

Se sentía mal con todo y ni siquiera sabía cómo expresarlo abiertamente porque sentía que no sería bien visto. Se suponía que el embarazo era una de las mejores etapas para un omega, pero para él había sido una tortura.

SeokJin estaba muy consciente de su descontento, mas nunca indagó sobre ello, quizá por temor a que el omega le dijera que se había arrepentido de tener al bebé. Todo estaba siendo tan confuso con YoonGi, que ni siquiera su vínculo le ayudaba a esclarecer lo que sucedía. A pesar de que, efectivamente, le daba miedo descubrirlo.

Ambos guardaron sus pensamientos y todos sus temores para sí mismos en ese momento, pues habían llegado al hospital.

YoonGi era un omega, pero seguía siendo un hombre y ese hecho complicaba un poco el embarazo. La mayoría de las mujeres omegas daban a luz de forma natural, mientras que todos los hombres lo hacían por medio de cesárea. Pese a ello, era común que la pareja o algún familiar estuviera al lado de ellos durante el procedimiento quirúrgico, no obstante, ahí se encontraba SeokJin, en la sala de espera.

El alfa mantenía sus codos apoyados en sus piernas. Su vista estaba enfocada en el pedazo de suelo entre sus pies y de vez en cuando volteaba a ver el bolso donde tenía guardado algunos artículos de YoonGi y el bebé, que se encontraba en el asiento a su lado derecho.

—¿SeokJin?

El mencionado alzó la mirada, encontrándose con TaeHyung frente a él, quien recién había llegado a Daegu apenas esa mañana y, después de dejar todas sus cosas en un hotel, se fue directo al hospital que SeokJin le había indicado.

—TaeHyung, hola —se levantó para saludarlo—. Pensé que vendrías más tarde. YoonGi apenas entró al quirófano.

—¿Está en el quirófano? —soltó incrédulo—. ¿Y por qué no estás con él?

—¿Por qué más? —bufó y se volvió a sentar—. No quiso que lo acompañara. Quiere estar solo durante la cirugía.

—Así que incluso a punto de tener a su bebé, aún te rechaza —tomó asiento al lado izquierdo de SeokJin.

SeokJin le había contado a TaeHyung sobre la situación, y como eran mejores amigos, tenía la esperanza de que YoonGi se abriera con él y este le ayudara a conseguir un poco de información sobre lo que le sucedía a su omega. Pero YoonGi simplemente no habló con nadie sobre eso, por lo que nadie entendía lo que pasaba.

—Eso es lo de menos ahora —tras un suspiro, se recostó en el mismo asiento—. Lo que me preocupa es que rechace al bebé cuando nazca.

Y sobraban las razones para alarmarse; YoonGi ni siquiera sabía cuál era el sexo del bebé, no era por mantener el misterio hasta último momento, era porque explícitamente le había dicho a SeokJin que no le interesaba saberlo. Tampoco tenía nombre, y aunque el alfa llegó a hablar con su pareja sobre algunos que se le habían ocurrido en caso de que fuera niño o niña, YoonGi jamás dio una respuesta concreta a ello. Hasta ahora SeokJin no sabía si YoonGi solo estaba asustado y así era como reaccionaba, porque después de todo era su primer cachorro, o si en realidad no quería al bebé. Y ese último pensamiento le abrumaba demasiado.

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