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Se suponía que solo iban a darse una ducha rápida para no atrasarse en la rutina de SeokJin, mas eso tomó un leve giro cuando el alfa decidió brindarle algunas caricias a su preciado omega.
YoonGi tenía la espalda contra los azulejos de la pared, siendo acorralado por el más alto. El sonido de la ducha amortiguaba el de sus besos hambrientos y el de los suaves jadeos del omega. SeokJin mantenía una de las piernas del omega elevada contra su cadera mientras que los dedos de su otra mano exploraban su interior, tocando ese punto que a YoonGi le hacía tocar las estrellas.
El omega soltó leves gemidos a la vez que sus uñas se enterraban en la espalda de SeokJin. Se separó de los labios del alfa y recostó la cabeza en su hombro, sintiendo que su orgasmo se aproximaba.
Gimió más alto y su cuerpo tembló cuando finalmente se corrió. Se sentía en el paraíso. Nunca había tenido una vida sexual tan activa antes de conocer a SeokJin, pero de alguna forma le alegraba que todo lo que estaba experimentando fuera justo con él.
SeokJin lo estuvo sujetando de la cintura mientras su pareja se recuperaba. Besó repetidas veces su mejilla, su cuello y hombro. YoonGi esbozó una ligera sonrisa por las dulces caricias.
—¿Estás seguro de que no quieres que te devuelva el favor? —preguntó el omega con una sonrisa juguetona, abrazándose al cuello de su alfa.
SeokJin negó con la cabeza y depositó un corto beso sobre sus labios.
—No puedo llegar tarde al trabajo.
—Entonces iré a hacerte el desayuno.
YoonGi volvió a besarlo antes de limpiarse y salir de la ducha. El alfa lo siguió con la mirada, perdiéndose un momento en su firme trasero, cosa que lo llevó a relamerse los labios y a sonreír con descaro.
Después de ducharse y de alistarse, salió de la habitación, encontrándose con su omega recostado sobre el sillón donde hicieron el amor la noche anterior. Tenía una laptop en su regazo y se encontraba tecleando sin parar. Vestía unos boxers rojos y una camiseta blanca que le pertenecía a SeokJin.
El alfa en cuestión sonrió casi embobado por todo el cariño que sentía hacia él. Le encantaba ver a YoonGi de esa manera; despertar con él, ducharse con él, turnarse para hacer el desayuno, verlo ponerse su ropa y verlo trabajar en los lugares donde estuvieron juntos solo porque para su lobo era muy reconfortante... todo eso le gustaba.
Su aroma delataba lo cómodo que se sentía el omega en ese lugar, y eso realmente volvía a SeokJin muy feliz, en especial porque eso lo empujaba a querer dar el siguiente paso.
—Tu desayuno está en la mesa, lo acabo de servir —comentó YoonGi.
—¿Tú no vas a desayunar? —preguntó mientras se dirigía hacia el comedor.
—Lo haré luego. Hoy... creo que me siento muy inspirado para escribir —sonrió—. ¿Puedo quedarme aquí el resto del día?
—Puedes quedarte aquí siempre que quieras. Te daré una copia de las llaves y el código de la puerta —haló la silla para poder tomar asiento—. Puedes venir ocasionalmente o... puedes mudarte conmigo.
YoonGi apartó la vista de la computadora para voltear a ver al alfa. Se quedó en silencio durante varios segundos, boquiabierto y bastante sorprendido por la propuesta.
—¿Lo dices en serio?
—Por supuesto, jamás bromearía con algo así.
—Bueno, yo... —volvió a sonreír. Desvió la mirada y carraspeó, sintiéndose repentinamente avergonzado y con las mejillas calientes. No quería mostraste como un cachorro emocionado aunque le estaba siendo difícil ocultarlo—. Supongo que no es una mala idea.
SeokJin sonrió ampliamente. A decir verdad, pensó que YoonGi le pediría un poco más de tiempo, pero al parecer los dos compartían el mismo nivel de felicidad, calidez y sus corazones latían con la misma fuerza cada vez que estaban juntos.
JungKook veía su reflejo en el espejo del baño. La marca que NamJoon le había hecho en el cuello ya no existía; la saliva de un alfa tenía propiedades curativas hacia las marcas de unión, esto hacía que la herida sanara bien y más rápido, dejando a la vista una cicatriz que para la mayoría de las personas lucía hermosa y hacía que la pareja se enorgulleciera de su vínculo. Pero ya que ambos pertenecían a la misma casta la marca desapareció, no había cicatriz alguna, y estaba bien para JungKook, porque no veía hermosa una marca de unión en él y mucho menos le enorgullecía.
No obstante, pese a que la herida desapareció, su cuerpo dolía como el infierno. Siempre sucedía cada vez que no cumplía con su rol de alfa en la cama, más específicamente cada vez que tenía relaciones sexuales con NamJoon, porque sí, NamJoon era el primer y único alfa con el que JungKook había tenido sexo. Jamás lo intentó con nadie más a pesar de que muchos lograron llamar su atención antes de conocer a su guardaespaldas más cercano. Siempre temió ser rechazado, que lo vieran con cara de asco y que el suceso fuera divulgado por todas las zonas de internet.
A esas alturas ni siquiera estaba seguro de cómo se habían desenvuelto a exactitud las cosas con NamJoon, solo sabía que la primera vez que durmieron juntos ambos habían tomado alcohol. Desde ese entonces, JungKook siempre tenía que estar un poco ebrio cada vez que se acostaban. Y no era que NamJoon estuviera aprovechándose de ello, de hecho, era JungKook quien creía que se aprovechaba de la situación. Sabía lo que hacía y el alcohol solo era un justificante para tener el valor de hacer lo que tanto deseaba, o para tener un culpable por si algo no salía como lo esperaba.
Sabía que NamJoon gustaba de él, aunque no entendía por qué. Tampoco entendía por qué para él parecía ser normal estar con alguien de su misma casta. Porque aunque tal vez, solo tal vez, JungKook sintiera algo por él, habían voces en su cabeza que le decían que eso no estaba bien y que nadie lo aceptaría si la gente lo supiera.
Rehusándose a seguir pensando en el otro alfa, decidió agarrar el vaso con agua que tenía a un lado del lavabo y tomó una pastilla contra el dolor muscular.
—¿Qué tal? —preguntó SeokJin cuando llegó junto a NamJoon a la recepción del edificio—. ¿Todo bien?
—¿Acaso importa? —respondió el otro alfa.
—Vaya —soltó un resoplido—. Alguien está de mal humor. ¿Qué sucede?
NamJoon suspiró con pesadez. Tampoco había dejado de pensar en lo de la noche anterior, y lo cierto era que iniciaba a hastiarle la actitud de JungKook hacia él y más porque también estaba decepcionado por lo que le había hecho a YoonGi.
—No sé por qué tengo que quererlo —se quejó, negando con la cabeza—. Realmente no lo sé, él es tan... egoísta y...
—Aguarda un segundo, me están llamando —buscó su celular en el bolsillo interno de su saco. Tocó el botón verde en la pantalla y luego dirigió el móvil hacia su oreja—. Señor Jeon.
NamJoon arrugó el entrecejo, mas no dijo nada, solo vio a SeokJin asentir y responder a lo que sea que le estuvieran diciendo. Esperó pacientemente a que terminara la llamada.
—¿Qué te dijo? —inquirió una vez que lo vio guardar su celular en el mismo lugar de donde lo sacó.
—No se siente bien, se quedará en casa y nos dio el día libre.
—Ya veo.
Soltó un bufido, sintiéndose un poco indignado. Era consciente de que físicamente se sentía mal por lo que hicieron la noche anterior, pero precisamente por eso sentía que debió llamarlo a él, no a SeokJin. NamJoon hubiera hecho de todo para cuidar de él, cocinarle, hacerle bebidas calientes, prepararle un baño, estar a su lado... pero al parecer eso era justo lo que JungKook estaba evitando.
—¿Quieres un cigarrillo? —le preguntó a SeokJin mientras sacaba una cajetilla de uno de sus bolsillos.
SeokJin se alzó de hombros. Tomó uno de los cigarros cuando NamJoon se los tendió, le prestó el encendedor y fueron dando algunas caladas mientras caminaban hacia algún restaurante cercano.
—Sé que no me incumbe —inició a hablar SeokJin tras soltar el humo del cigarro—. Pero mereces a alguien mejor.
No hacía falta que NamJoon especificara a quién se refería mientras se quejaba, el solo hecho de mencionar a JungKook ya lo decía todo. El otro alfa no dijo nada, solo volvió a suspirar con pesadez.
Si las cosas fueran más fáciles, habría dejado de querer a JungKook desde hacía mucho tiempo atrás. Porque sabía que merecía algo mejor, y sin embargo una parte de él no quería dejarlo ir.
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