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YoonGi sonrió cuando SeokJin se posicionó encima de él. Había tomado la pastilla anticonceptiva antes de que el calor aumentara en su cuerpo. Su lobo ahora tenía el control parcial de él y sus acciones.
Bueno, SeokJin sentía que el lobo de YoonGi había estado presente desde mucho antes, cuando prácticamente veía al repartidor con ganas de abalanzarse sobre él para descuartizarlo por haberse quedado viendo a su alfa.
Sin embargo, el omega actuaba como si aquel arrebato no hubiese sucedido jamás. Le veía con esos ojos dulces, inocentes y amorosos, pero al mismo tiempo con evidente ganas de que lo hiciera suyo. Lo único que YoonGi quería era tener a SeokJin junto a él y cada fibra de su ser lo gritaba.
—Conque... tu alfa —dijo SeokJin mientras se acomodaba entre las piernas del omega.
—Mi alfa —aseguró con una sonrisa, mientras posaba sus manos en la espalda del contrario.
—No puedes decir eso tan a la ligera.
—Pero eres mi alfa, puedo sentirlo. Mi lobo lo supo desde el momento en que te vio —inclinó su cabeza y soltó un suave jadeo cuando SeokJin dejó besos y succiones en su cuello.
El alfa se alzó para verlo a los ojos, pensando en lo que YoonGi acababa de decir. ¿Podría ser eso cierto? ¿Él era el alfa de YoonGi, y YoonGi era su omega? Decir que su lobo lo había sentido desde el primer momento simbolizaba más que solo un flechazo temporal o que YoonGi estuviera ahí solo por su celo. Significaba que el destino los había unido desde antes de que se conocieran.
Decir que su lobo no había sentido nada al verlo por primera vez, sería una completa mentira. Si YoonGi lo había sentido también, entonces quizá sí era real. Estaban destinados.
SeokJin sonrió. Jamás en su vida pensó que eso llegaría a suceder alguna vez. Y sin embargo, ahí estaba, con su hermoso omega bajo su cuerpo, viéndolo como si lo conociera de toda la vida, con sus pupilas dilatadas, emanando ese aroma tan delicioso que jamás se cansaría de olfatear, con su boca entreabierta y esos labios color rosa a los que se estaba volviendo adicto, sin mencionar que después de todas las veces que lo hicieron, podía asegurar que el omega estaba perfectamente hecho a su medida. Mientras más lo veía y observaba cada detalle de él, se convencía de que YoonGi era quien lo complementaba.
YoonGi notó cuando las pupilas del alfa se dilataron también, el agarre en su cintura se hizo un poco más fuerte, y el aroma de SeokJin se intensificó, además, podía sentir su dureza contra su pelvis. El alfa gruñía y cerraba los ojos, como si estuviera teniendo una lucha interna, y YoonGi comprendió rápidamente de qué se trataba.
Colocó sus manos sobre las mejillas de SeokJin e inició a acariciar su suave piel con los pulgares.
—¿Puedes dejarlo salir? —susurró, sacando al alfa de sus pensamientos—. A tu lobo. ¿Puedes dejar que tome el control por ahora?
El alfa negó con la cabeza, cosa que logró decepcionar a YoonGi.
—Mi lobo no toma el control a menos que esté en celo —quiso explicarse, para que el contrario no lo malinterpretara.
Por supuesto, no era que no quisiera salir ahora, que de hecho se moría por hacerlo. Sin embargo, no pensaba permitirlo. Si YoonGi era su destinado y su lobo lo sabía, lo más seguro era que lo marcaría a la primera oportunidad que viera o a la primera que el lobo de YoonGi se lo pidiera.
—¿Cuándo es tu celo? —haló al alfa para besarlo. SeokJin frotó su entrepierna contra la suya, sacándole un suave jadeo y estremeciéndolo un poco. El alfa estaba totalmente desnudo mientras que él seguía con la camiseta de SeokJin puesta, pero sin nada por debajo.
—El próximo mes —susurró contra sus labios—. Puedes esperar hasta entonces para conocerlo —le besó fugazmente y luego dejó más besos en la línea de su mandíbula—. Pero te advierto que mi lobo no es tan considerado como yo —llevó su mano a la pierna izquierda del omega para flexionarla un poco más—. Será brusco y no se detendrá hasta sentirse satisfecho.
—Podré con ello... —jadeó nuevamente cuando sintió el glande del pene del alfa pasearse por la superficie de su entrada, de arriba a abajo, hasta que lo alineó contra ella—. Porque eres mi alfa.
SeokJin sonrió ante esa respuesta. Sin esperar más, entró en su húmedo y caliente interior. El omega arqueó su espalda, totalmente complacido al tener al alfa dentro de él nuevamente. SeokJin se inclinó para besarlo y YoonGi respondió con las mismas ganas y la misma intensidad que él. Sus lenguas juguetearon entre ellas, hubo succiones y hubo mordidas. SeokJin siseó al sentir un leve ardor en su labio inferior.
Se separó un poco, solo para notar que YoonGi había dejado salir sus colmillos; los de un omega no eran tan grandes como los de un alfa, pero que estuvieran expuestos solo significaba que su lobo era quien estaba tomando el control.
El alfa volvió a sonreír antes de besarlo una vez más. Luego de eso inició a mover sus caderas en un ritmo moderado. El segundo día de celo era el más intenso, la etapa donde el omega lubricaba mucho más, los momentos de lucidez eran muy pocos y mas cortos, y donde a decir verdad, no deseaba tanta delicadeza.
Los gemidos y los jadeos, junto con el sonido de sus pieles chocando fue lo único que se escuchó en la habitación por un buen rato.
El alfa había puesto a su omega en cuatro, haciendo que las embestidas fueran más profundas y provocando que el omega gimiera un poco más alto. SeokJin mantenía una mano en la cintura de YoonGi y la otra sobre su espalda. Su mirada se deleitaba cada vez que sacaba su miembro duro y lleno del lubricante de su omega, y luego volvía a entrar, perdiéndose entre las nalgas de este.
YoonGi comenzó a masajear su propio miembro, sumido en el placer que el alfa le otorgaba. Sentía el cuerpo muy caliente, y su piel ardía deliciosamente en cada zona donde las manos de SeokJin tocaban. Su punto dulce empezó a ser golpeado, entonces el omega sintió que iba a derretirse bajo el cuerpo del mayor.
Estar con SeokJin era tan diferente a estar con cualquier otra persona, sin necesidad de que dijera algo el alfa tocaba los puntos exactos para hacerlo delirar y hacerle sentir en las nubes. Todo se sentía tan bien. Ya no podía imaginarse pasando su celo con nadie más.
El transcurso de ese día y del siguiente fácilmente podían resumirse en sexo, sexo rudo, sexo vainilla, pero sexo al fin y al cabo. En todas las posiciones que se les ocurrió y en todos los rincones del apartamento, incluido la lavandería y el balcón de la sala. Se propusieron marcar territorio en todo el lugar, dejando sus aromas impregnados en cualquier superficie que se pudiera.
Al cuarto día, cuando SeokJin despertó esa mañana, lo primero que vio fue a YoonGi acostado boca abajo a su lado izquierdo, durmiendo plácidamente y con la sábana cubriéndolo hasta el inicio de su trasero. Por lo que podía apreciar estaba desnudo, y él también.
Se levantó para ponerse un albornoz y caminar hacia la cocina. Se quejó un poco, llevaba mucho tiempo de no tener tanta actividad, que ahora todo el cuerpo le dolía. Bueno, no solamente por eso, el lobo se YoonGi se había encargado de arañarle los brazos, la espalda, el pecho y morderle los labios y los hombros. Definitivamente era un lobo muy pasional, pero a la vez territorial.
Encendió la cafetera, y mientras esperaba a que el dichoso café estuviera listo, aprovechó en limpiar todo el desorden de su hogar. Habían cosas tiradas por doquier, platos sucios en la cocina desde hacía tres días, rastros de fluidos en algunas partes de la sala y la puerta principal, incluso se encontró con el tapizado del brazo de uno de sus sofás roto, al igual que una de las cortinas, también con la puerta de vidrio del baño rasguñada.
—¿Qué demonios? —murmuró sorprendido.
Por supuesto, él había estado más consciente que YoonGi durante todo ese tiempo, pero los momentos entre ellos eran tan intensos que nunca se detuvo a observar lo que sucedía alrededor.
Regresó a la cocina para servir el café en dos tazas, y justo en ese momento YoonGi se apareció en el lugar, con una de las camisas formales manga larga de SeokJin puesta, pero nuevamente, sin nada por debajo. Eso no le sorprendió al alfa, ya que YoonGi había llegado sin prenda alguna y la bata que le había prestado TaeHyung estaba muy sucia como para utilizarla sin lavar.
El omega se veía bien, los efectos del celo habían pasado, y ahora que YoonGi había tomado el control y no su lobo, SeokJin ya no sabía exactamente cómo actuar. ¿Recordaría lo que había dicho, sobre que SeokJin era su alfa? ¿Estaría arrepentido de todo lo ocurrido? ¿Ya no desearía volverlo a ver?
—Buen día —saludó educadamente, como si no hubiesen estado literalmente unidos hacía un par de horas—. Le hice un poco de café —le ofreció una de las tazas.
—Gracias —respondió YoonGi mientras tomaba la taza. Tomó un sorbo de café y luego la dejó sobre el desayunador. Observó fijamente a SeokJin, quien evidentemente estaba actuando diferente. El alfa le veía expectante, pero al mismo tiempo como si no quisiera saber qué era lo que pensaba—. SeokJin...
—Señor Min, yo... —le interrumpió. Balbuceó un poco antes de poder proseguir—. Entiendo si usted no quiere...
YoonGi lo calló cuando se acercó a él para plantar un pequeño beso sobre sus labios.
—YoonGi —corrigió—. No puedo permitir que mi alfa me trate como un desconocido.
SeokJin suspiró con cierto alivio. Esbozó una pequeña sonrisa, que pronto se fue volviendo más amplia y radiante. YoonGi lo había aceptado, lo reconocía como su alfa aún estando en todos sus sentidos. Y SeokJin no podía estar más feliz por eso.
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