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Capítulo Seis: El valle de la soledad

Suelta las flores y escala el muro rápidamente, no le importa los rasguños que recibe y si alguna herida puede ser más grave que la de su mano.

—¡Señora, Park! ¡Vuelve, vuelve! ¡Te lo pido!—grita desesperadamente.—¡Ah!—gime del dolor al sentir que una espina traspasa la palma de su mano, muerde su lengua y saca la mano de allí, el ardor recorre y la sangre no se detiene, pero eso no le impide detenerse.—¡Es peligroso cruzar este lado del muro!—vuelve a gritarle y asoma su cabeza una vez llega a la parte superior del muro. Observa el paisaje y solo se escucha las corrientes del Río Yuné, sube su pierna y logra acomodarse sobre la parte superior de la muralla, aunque fue con mucha dificultad. —¡Park! ¡Señora Park!—grita desesperada y la risa de Jihyo se escucha, Sana observa hacia la parte de abajo, y ve a Jihyo escondida en la parte media de la escalera. Sana gruñe enojada.

—Aprendiste a escalar muy rápido, princesa.—sube las escaleras y se coloca a su lado.

—¡No estoy dudando en dar la orden para que corten tu cabeza!—dice enojada y luego surge un silencio entre ellas.

—¿Y ahora qué? ¿Saltamos juntas?—ambas miran hacia abajo y luego una a la otra.

—No estoy de humor para esto.—pasa su mano por su cabello y una mancha de sangre se queda en su frente.

—Oh mi princesa, estás herida.—Jihyo termina de romper el pedazo tela roto de su vestido, y limpia y cubre las heridas más grave de la princesa.

—Nada de esto hubiera pasado si te hubieras quedado en tu puesto de trabajo.

Jihyo rodó sus ojos.

—No hagas ese tipo de expresiones frente a la princesa.—reprende—¡Vámonos! Si algunos de los caballeros o consejeros de mi padre nos ve aquí, yo no saldré por un buen tiempo y usted no vivirá para contarlo.—le advierte y cuando va a bajar Jihyo le impide el paso.

—Trépate encima de mí.—ofrece ella.

—¿Qué?

—Solo hazlo, no quiero que te vuelvas a lastimar, nuevamente.

—Yo tampoco quiero que tú tampoco te lastimes.

—Haces unos minutos no me querías atrapar, y me hiciste escalar por esta muralla con las ramas espinosas.—se mantienen en silencio una vez más—Ahora tengo más curiosidad... ¿Por qué no quieres que cruce a la otra parte?

—Nadie puede hacerlo.

—¿Entonces por qué insististe tanto en que recogiera esas flores extrañas?

—¡Quiero dibujarlas eso es todo!—contesta.—No hay tiempo para más preguntas, debemos darnos prisa en bajar de aquí.—volvió a repetir y Sana intenta subir a la espalda de Jihyo.

—¿Y si en vez de treparte a mi espalda trasladamos la escalera hacia la otra parte? Digo, evitamos salir heridas.—propone la campesina.

—Bien, pero me cargaras en tu espalda para bajar, temo en caer y en lastimarme de nuevo.—le responde Sana.

El dolor en músculos desde la parte de su cuello hasta sus hombros es insoportable, gime cada vez que hace algún tipo movimiento, por más leve que sea.

—Estar vigilando a la princesa, frente a su puerta debe ser un trabajo muy agotador.—dice Jeongyeon sarcásticamente y ríe.

—Me hizo cargarla mientras bajábamos una muralla.—responde Jihyo.

—¡¿Me estás diciendo que la viste y te habló?!—dice Jeongyeon en voz alta y Jihyo asiente.—Pensaba que ella era más reservada.—dice para sí misma.

—Lo es, y le gusta serlo. Me ordenó que no esparciera rumores acerca de su apariencia física.

—¿Cómo es su apariencia física?

—Cabello naranja y rizado, piel pálida y sus oj...—se queda en silencio y Jeongyeon ríe de nuevo.

—Ese instinto de ama de llaves chismosa, ¿lo heredaste de tu madre?—cambia el tema.

—De hecho fue de mi hermana mayor.—responde avergonzada.—A Rosé siempre le gusta hablar cosas de los demás.

—Al menos eres afortunada por tener hermanos.—Jeongyeon encoge sus hombros.

—Deberías venir el fin de semana a casa, y conocer a mi familia, serás bienvenida.—comenta Jihyo al recordar la situación de Jeongyeon.—De una vez conoces a mi madre, Jisoo Primera, es una anciana muy adorable y querida en nuestro pueblo.—acerca su mano despacio hacia la de Jeongyeon y la acaricia.

Jeongyeon queda en silencio y traslada su mirada hacia la acción que su compañera de trabajo está haciendo, sintió una sensación de nerviosismo y decide cambiar el tema.

—¿Y esos rasguños?—pregunta.

—La princesa ordenó que le recogiera unas flores.

—¿Qué tipo de flores?

—Unas que estaban en la cima del muro, no recuerdo muy bien como son.—explica.

—La zona está enrojecida, ¿te aplicaste algo?

—Solo me lave mis manos, para aliviar un poco el picor.

—¡Espera un segundo! Tengo algo que te ayudará aliviar el comezón.–se levanta del pequeño comedor y busca un tópico en uno de sus bolsillos.—Aplícatelo cada cuatro horas.—le ofrece el pequeño frasco.

—Oh claro... eh, gracias.

Jeongyeon le regala una sonrisa y sale de la pequeña zona donde ambas pasaban sus diez minutos de recreo. Le preocupa que Jihyo fuera tan entrometida en todo y averiguará su secreto, por lo descuidada que es ésta. Solo espera que Sana en su lejana cercanía con la ama de llaves, no comentará nada sobre ella.

Abre la puerta suavemente, evitando que se escuche el chirrido, pega su rostro a la parte entre abierta, mira a la habitación, tratando de encontrar a la princesa con la poca visibilidad que tiene. La encuentra al lado de su cama, está posada frente a su nueva pintura, cuando Jihyo visualiza bien el cuadro, ella está dibujando un gran portón plateado rodeado de más ramas espinosas, entre aquellas flores extrañas que había recogido.

—¡Es tan rara!—dice en voz baja.—¿Por qué la mayoría de sus actividades son aquí? Pintar todo el tiempo debe ser muy aburrido.

Sus pensamientos y curiosidad impulsiva es interrumpida por unas voces que provienen desde lo lejano del pasillo, ella cierra la puerta rápidamente y evita hacer algún tipo de ruido.

Luego de ver el rostro de la princesa, y prometer que prohibiría hablar de su apariencia física, sentía que debía cuidar de ella, tal y como su madre lo había hecho, no tener ese lazo de madre e hija, si no, establecer uno de hermandad. ¿Qué tan complicado podría ser? Tal vez entenderla, ese es su gran obstáculo.

—La reina ordenó colgar unas nuevas pinturas, pero no encontramos espacio en el pasillo.

—La princesa se molestará si las ve en otra parte del castillo.—dialogan los empleados del castillo.

—Omitamos la opinión de la princesa, y hagámosle caso a la reina.

Jihyo camina detrás de las empleadas, para ver la nueva obra que Sana había creado, pero en ese instante suena la campana, Jihyo gruñe molesta y corre hacia la habitación, abre la puerta y como toda buena sirvienta sonríe y está dispuesta a dar sus servicios.

—¿Qué deseas princesa?—le pregunta ella.

—Cántame una canción.—ordena ella.—Escuchar a alguien cantar, me inspira a continuar con mi trabajo.—explica sin mirar a Jihyo y mantener su vista fija en su trabajo.—Tu madre tiene una voz hermosa y prometió enviarme a la hija que tuviera una voz similar a la suya.—le dice.

—Oh, pensé que había sido elegida por el gran servicio que ofrezco.—responde irónicamente.—¿Qué canción deseas que cante, mi princesa?

Sana se detiene a pensar.

—¿Una canción de cuna?—pregunta Jihyo.

—No. Quiero la de: El valle de soledad.

Jihyo se sorprende, es la canción que su madre había creado hace años, y la escuchaba desde muy pequeña, su madre siempre se la cantaba para calmar su llanto y ansiedad.

Ella se acerca un poco a la princesa y comienza a tararear el ritmo improvisado de la canción...

Solo debo cerrar mis ojos e imaginar que en un valle solitario estoy. Ignorarlo todo (ooo), arriesgarlo todo (ooo) y de mí, este vacío llenar.

El ruido es nefasto, pero el silencio es mi paz, solo debo concentrarme un poco más y hallar mi forma de amar.

En el valle solitario estoy, imaginándolo (todo), el ruido es nefasto pero el silencio es mi paz...

Tarde o temprano encontraré mi forma de amar.

Cada verso de la canción es repetitivo, Sana solo mantiene silencio y prosigue haciendo su trabajo, mientras Jihyo no pudo evitar su curiosidad y acercarse un poco más, para aquella pintura apreciar.

—Tal vez este es un buen comienzo para formar un lazo de hermandad, poder comprenderla y apoyarla.—aquel pensamiento pasa por la cabeza de Jihyo.

Detrás de una ama de llaves curiosa, rebelde e ingenua, en Jihyo había algo más, y es aquel espíritu aventurero que le inspira a Sana a continuar con su plan.











¡Hola! ¡Gracias por leer!
Va lento, pero hay SaHyo. ;)

Me pregunto: ¿con qué melodía y ritmo habrán imaginado la canción que escribí?

Yo con reggaetón xD

El próximo capítulo será mejor y aparecerá alguien.

¿Quién crees que aparecerá?

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