Capítulo Ocho: Impedir
¿Acaso es el final de su destino?, ella no pidió nacer así, no es un ser maligno, solo la juzgan por actuar diferente al resto. No es su culpa, su cuerpo siempre actúa de manera involuntaria, decir palabras sin sentidos, obscenas o repetitivas, siempre trataba de manejarlo, pero no había control.
Todo este tiempo se ha sentido mal consigo misma, y todo por el simple hecho de haber nacido.
—¡Oh madre! Nuestros espíritus se encontrarán al final del bosque o en la otra vida.—piensa en voz alta mientras observa cómo el sacerdote acerca la antorcha.
—¡Quemen a la bruja! ¡Quemen a la bruja!—los gritos de la multitud no se detienen.
—¿Qué sucede?—Jihyo se coloca al lado de su prometido.
—Se halló a la última bruja Im.—responde él.
—¿Im?—pregunta confundida.
—¿Nunca escuchaste acerca de las brujas Im?
—La verdad no. ¿Hay relación con el secreto del reino?
—Sí, y mucha. Una de las brujas Im, su madre, era una mujer promiscua, tras seguir esa vida alegre, una bestia la violó y ella trajo al mundo a este ser demoníaco.—explica él, Jihyo entreabre sus labios.
—No parece un ser demoníaco.—observa como la bruja Im mira horrorizada el fuego.
—¡Por los Dioses! Es solo una indefensa mujer.—dice Jeongyeon una vez escuchó la explicación de Daniel.
—¿Qué haces?—Jihyo intenta detener a su amiga.
—Iré a rescatarla, no pueden condenarla por el mal que hizo su familia.
—No hay manera de detenerse, es tarde.—dice Daniel y señala al sacerdote encendiendo la fogata.
«🥀»
—¡Saluden al futuro rey de Akimara!
Las trompetas sonaron, Jeongyeon destaca con su hermoso vestido, ahora acompañada de su recién prometido. Sonríe forzosamente hacia la multitud, y luego vuelve a su expresión neutral, se siente incómoda cuando su madre insiste en que debe sonreír, porque es una princesa. Ese título hace que ella quiera desaparecer, odiaba que la obligaran a llevarse bien con todos y sobre todo a no ser ella. No es el tipo de persona que se esfuerza por encajar, solo le gusta ser ella misma. Brevemente observa a su prometido, quien suelta unas cuantas risas descaradas. ¡Sin duda! Es la persona que ella odia más en este momento. Jeongyeon desconfía demasiado de él. Su padre le había asegurado que sería un excelente esposo, pero ella aún no estaba convencida. Aquel hombre habrá conquistado a los reyes, pero a ella no.
—¿No estás convencida de tu compromiso con Xiumin?–le pregunta su madre mientras la observa a través del espejo.
—¿Por qué mentir? Eso me hará una hipócrita más.—encoge sus hombros y agarra el cepillo para continuar peinando su cabello.—No me gusta actuar como la prometida feliz, cuando no lo soy. ¿Reunir a dos reinos para agrandar sus riquezas? Es una idea absurda, madre.—dijo burlonamente.
Cuando Jeongyeon recorría los pasillos del castillo, siempre lo hacía de la manera más discreta posible. Sospechaba tanto de Xiumin, y su intuición siempre le decía que debía tenerlo lo más cercano a ella. ¿Acaso estaba entrando en un juego peligroso?
—Este es mi plan: una vez me casé con la princesa de Akimara, mataré a los reyes y la señalaré de bruja.
Jeongyeon entreabre sus labios, y se acerca un poco más. ¿Debería quedarse o ir de inmediato hacia sus padres?
—¿Cómo acusarás a la princesa de ser una bruja?—pregunta una voz fémina.
—Tengo esto.—escucha decir una vez más, pero no puede visualizar lo que él tiene.—Es un veneno preparado por una bruja extranjera, haré lo posible para que se identifique como objeto de la princesa, y sea condenada. Así obtendré el poder de todo el reino. Sin esperar suficiente tiempo.
Jeongyeon ya no lo duda más y corre a buscar a los reyes, aunque los sonidos de sus tacones delataron su presencia.
—¡Madre! ¡Padre! ¡No creerán lo que les contaré!—grita Jeongyeon en toda la sala.—Es acerca de Xiu...
—Ya lo sabemos.—su padre le habla seriamente.—Jeongyeon, no puedes hacer nada para impedir este matrimonio. ¡Favor de no inventar otra excusa! ¡Deja de odiar tanto a tu prometido y solo cumple tu rol!—le grita el rey enojado, Jeongyeon se asusta bastante, jamás había visto a su padre gritarle de esa manera.
Xiumin aparece y se acomoda al lado del rey, luego prosigue a regalarle una sonrisa burlona a su prometida.
—¡Eres un maldito e infeliz! ¡No te saldrás con la tuya, maldito!—le grita Jeongyeon furiosa.
—El estado de mi prometida me preocupa, le sugiero que la aísle hasta el día de nuestro matrimonio, mi apreciado rey.
—¡Guardias, por favor!—el rey hace una señal y los guardias agarran con delicadeza a la princesa de Akimara.
Jeongyeon comienza forcejear y luego a gritar todo el plan que había escuchado de su prometido. Los guardias, la sujetan con más fuerza.
—¡Deben creerme! ¡Madre! ¡Padre! ¡Él solo los está manipulando! ¡Créanme, por favor!—dice entre lágrimas y rabia.—¡Eres un maldito! ¡Me las pagarás infeliz!
Lo último que se termina de escuchar en la sala. El rey de Akimara observa apenado a su esposa, ella pone su mano sobre la de su esposo.
—Tranquilo, nuestra hija no quiere aceptar el destino que le asignaron los dioses.—trata de consolarlo.—Pero nosotros haremos que lo cumpla.
—¿Qué puedo hacer aquí encerrada?—Jeongyeon le da más patada a la puerta.—¡Necesito salir! ¡No puedo dejar que ese idiota se salga con la suya!—una última patada, y se rinde, se desliza por la puerta hasta ponerse de rodillas en el suelo y mira hacia las ventanas selladas de cristal. Se levanta del suelo, y camina hacia ellas.—No es una gran altura, puedo saltar e huir.
Agarra el montón de sábanas de su cama, las une y luego las amarra a la cama. Después se coloca una capucha color verde oscuro, abre su cofre de bronce y busca algunas joyas, y monedas de plata. Las coloca en un bolso, y lo sujeta bien a su capucha. A continuación, sostiene un objeto muy pesado y lo lanza hacia la ventana, dejando a los oídos de todo el castillo, un fuerte ruido y los pedazos de vidrios quebrantados cayendo sobre ambos lados. Cuando escucha que están forcejeando la puerta de la habitación, coge la sábana y la lanza por la ventana. No tenía mucho tiempo, debía escalar rápido y escapar de ese lugar. Las campanas de todo el castillo comenzaron a sonar, es señal de que sí la atrapan no hay vuelta atrás.
«🥀»
Sana observa desde el trono, es su obligación acompañar a los reyes. Aunque siempre se niega en querer visualizar como una persona iba a ser condenada, por los actos que no había hecho, en los que habían pocas pruebas y más rumores. Le parecía injusto, pero no hallaba la manera de cómo expresarlo. Hasta que ve a Jeongyeon, la joven princesa que ella ha estado escondiendo todo este tiempo. No lo podía creer, Jeongyeon corre entre la multitud y esquiva la antorcha hacia un pequeño charco de agua que está cerca de la hoguera.
La multitud suelta un quejido, todos están asombrados, pero deciden permanecer en silencio y estar pendientes a que el rey diga algo.
—Vuestro Rey...—grita Jeongyeon y rápidamente se arrodilla.—Debes detener esto.
El rey se levanta de su trono y observa a la muchacha.
—¿Por qué debo detener esto?
—Es la última bruja Im.—explica agitada, mientras trata de inventar cualquier excusa.—Ella puede ser la salvación para deshacer la maldición del laberinto.—se escucha muy convencida, y el rey expresa confusión en su rostro.
—¡Falacias!—interrumpe el sacerdote.—Las brujas Im nos han atormentado alrededor de un siglo, debemos acabar con ellas.
El rey ordena silencio y observa a Jeongyeon.
—¿Cómo puedes estar tan segura de eso?
—¡Padre!—interviene Sana y se levanta de su trono.—Estoy de acuerdo con lo que dice la plebeya, liberemos a la bruja Im.
—¿Acaso la princesa ha perdido la cordura? ¡Debemos matarla y condenarla!—grita el sacerdote y la multitud lo apoya.
—Princesa Minatozaki, es importante recordarle que las mujeres no tienen voz en estos casos.—habla el ministro de su padre.
Sana aprieta sus puños de rabia y observa a su padre.
—¡Escúchame por esta vez, padre! ¡Hazlo por Mina!—le dice Sana y lo mira fijamente a los ojos.
El rey toma un suspiro y observa brevemente a la bruja.
—¡Al calabozo!—ordena y luego mira a su hija.—No será por mucho tiempo, solo obtén la información para quitar la maldición del jardín, luego será condenada.—le advierte.
Sana observa hacia Jeongyeon y ella le regala una sonrisa, mientras dice un "Gracias" con el movimiento de sus labios. Más tarde se debían reunir, Sana ya tiene a Jihyo, también a la última bruja Im, le sacaría ventaja, para poder ingresar al jardín secreto.
Jihyo ayuda a liberar a la chica, y a bajar cuidadosamente. Mientras los demás poblanos están decepcionado de que el acto de crueldad y tortura se interrumpiera.
—¿Cuál es su nombre, señorita?
Un movimiento en sus extremidades superiores aparece de repente, lo que llega a asustarle un poco a Jihyo.
—Mi nom nombre es Na-na yeon.—logra presentarse tras varias interrupciones de sus sacudidas de cabeza.—No...—otro movimiento involuntario aparece, lo que se le dificulta decir lo que ella desea.—soy... mierda—suelta una palabra obscena inconscientemente.—No soy un demonio o una bruja, soy una buena persona.—logra decir luego de varios tics y los guardias se la llevan al calabozo.
¡Hola! Ha pasado más de un mes desde la última actualización, lo siento. La cuarentena no ayuda mucho, y la monotonía trae ideas pero flojera. ¡Gracias a todos los que me comentan y siempre esperan que actualice!
¿Tienen curiosidad acerca del plan secreto y poco mencionado de Sana?
Posdata: ¡Ya falta poco para el comeback de TWICE y mi cumpleaños número 22! 🎉
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