Capítulo Dos: La misteriosa princesa
—¡Jihyo, el almuerzo de la princesa está listo!.—le grita una de las empleadas que trabaja en él área de la cocina.
La coreana corre torpemente para recoger la bandeja de plata que contiene los alimentos de forma organizada, la agarra cuidadosamente, y aprecia el olor de la deliciosa comida, se encamina por los pasillos del castillo, y comienza a admirar las pinturas que decoran las paredes y la hermosa tela que cubre el suelo. Una vez llega a la habitación de la princesa, toca la puerta y solicita entrar, cuando su permiso le es concedido, la muchacha abre la puerta suavemente y entra al cuarto iluminado por los rayos del sol, la princesa siempre acostumbra abrir las cortinas durante la mañana, para apreciar el amanecer.
Luego, admira la gran habitación y la hermosa decoración, siente un poco de envidia, algún día desearía vivir en un lugar como éste, pero a su paso conseguiría una casa más pequeña que el baño de la habitación de la princesa.
—Princesa, le he traído su desayuno.—dice ella y observa hacia la ventana el colorido paisaje de las montañas, se acerca un poco y mira hacia abajo, fijándose en el curioso laberinto del jardín.—¿Será éste el jardín secreto?—se pregunta Jihyo en voz baja.—Si es secreto se supone que no pudiera encontrarlo ni muchos menos observarlo.—se responde ella misma con obviedad.
—Lo puedes dejar sobre la mesa e irte.—escucha la repuesta de la princesa desde lejos y Jihyo hace lo ordenado.
—¿Necesitas ayuda en algo, princesa? ¿Asistirle en su baño, buscar su vestimenta, acompañarla hacia algún lado...?
—Así estoy bien, ya vete.—responde ella en un tono alto y gruñón.
Eso le da a entender a Jihyo que la princesa es muy reservada y que opta más por la soledad que por la compañía.
—¡Buen provecho, princesa! Si necesitas algo, no dudes en tocar la campana, vendré lo más rápido posible.—le dice Jihyo. Sale de la habitación y camina hacia la cocina para continuar su trabajo.
—Actividades que la princesa realiza: pintura, historia e idioma, los lunes. Danza, medicina tradicional e idioma, los martes.—explica la anciana.—Aquí un listado de sus actividades.
Le ofrece el rollo de escritura.
—¿Algo importante de lo que debería estar más alerta?
—Cuando la princesa cuida de las flores.
—¿En el jardín secreto?
—En su propio jardín, está prohibido el otro jardín, solo los reyes y yo conocemos la entrada, nadie más.—responde la anciana.
—¿Entonces hay dos jardines?
—Encárgate de quedarte frente a su puerta y vigilar cada movimiento que ella hace. Haz un buen trabajo, tal y como lo hizo tu madre.—la anciana ignora por completo su pregunta, y le recuerda otras de sus tareas a Jihyo, ésta hace una reverencia y vuelve a la puerta de la habitación de la princesa.
Frente a la puerta había otra pintura que adorna el pasillo, aquel cuadro es la representación de una mujer tocando un rosa y su dedo índice sangrando, y más gotas de sangre en el tallo de la rosa, la mujer refleja una expresión dolorosa en su rostro y en su brazo le rodea una serpiente. Sin dejar a un lado el fondo del cuadro, es oscuro, la mujer no tiene salida, está atrapada entre las rosas y sus espinas.
—Vigilando aún a la princesa, debe ser un trabajo aburrido.—aparece la chica que fue reclutada junto a ella.
Jihyo deja de observar el cuadro y la mira.
—Sí, a veces extraño a mis hermanos y sobrinos, pero prefiero esto.–bromea ella.
—Me llamo Jeongyeon, creo que ninguna de nosotras tuvo tiempo de presentarse.
—Jihyo.–ambas estrechan sus manos.
—¿Cómo es la princesa?—inquiere Jeongyeon curiosamente.
—Si te digo no lo me creerás... ¡Aún no la he visto!
—Debe ser muy discreta.—de la nada observa todo el pasillo adornado de pinturas.—Y estas pinturas muy costosas.
—¿En dónde vive tu familia campesina?—Jihyo pregunta acerca de la chica.
—No tengo familia, soy huérfana.—le sonrió la castaña.
—Oh, debe ser muy duro para ti.
—Lo es, pero por el momento me conformo en conservar el trabajo.—aún no despegaba su vista de las pinturas.
—Somos dos en ese caso.—Jihyo toca la puerta de la habitación de la princesa.—Voy a ver a la princesa, por si necesita algo.
—Adelante hablamos luego.—se despiden.
—No necesito nada por ahora, puedes marcharte.—escucha decir y Jihyo agacha su cabeza, le comienza a preocupar su trabajo.
"¡Muchas gracias por la comida, te puedes ir!"
"No quiero ver a nadie, por favor retírese."
"Aprecio mucho que quiera ayudarme, pero yo lo puedo hacer sola."
Esas son las palabras que Jihyo escucha cada vez que ofrece de sus servicios a la princesa. Aún no veía su rostro, lo que le causa más curiosidad e interés. Busca el momento perfecto para verla y poder apreciar su físico, aquella curiosidad cada día la ahoga y cada intento es fallido.
—Dos semanas de empleo y pienso que me echarán.—le comenta Jihyo a Jeongyeon.
—¿Es por la princesa? ¿No respeta tus servicios?
—Mucho peor, no quiere mis servicios, es tan independientemente, y ni siquiera he visto su cara.
—¿Sientes curiosidad por ella o solo lo haces por mantener tu empleo?
—Ambas. Las princesas son hermosas ¿no es así?
—Eso dicen en los cuentos de hadas, nunca sabremos qué sorpresas nos traiga el físico de la princesa y tal vez por eso lo oculta del exterior.
—Ni siquiera conozco su nombre.—dice Jihyo frustrada.
—No tienes porque saber nada, entre menos sepas de este reino, menos riesgo tienes de que el rey ordene cortar tu cabeza.—Jeongyeon ríe.
—¿Qué edad tiene ella? ¿La misma de nosotras? Si es así, debe casarse demasiado pronto.
—O supongo que ya debe estar casada.—supone Jeongyeon.
—¿Un apuesto príncipe?
—O alguien que asuma el mismo poder de ella para contraer matrimonio, puede ser hasta su propio hermano.
—¿Los reyes tienen un hijo varón?
—No lo creo, solo aprecia el cuadro familiar, dos niñas.
—Entonces, ¿hay dos princesas? Y... ¿Por qué sólo cuido de una?
—La familia real sabe conservar muy bien sus secretos, y lo mejor es no descubrirlos.
—¿Crees que el jardín tenga algo que ver?—pregunta Jihyo una vez más y en ese momento suena la campana.—Debo irme, la princesa me solicita.
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