Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

i. Not ready to die.

"I've stood in the dark, been
Waiting all this time

While we damn the dead
I'm trying to survive"

Not ready to die; Avenged sevenfold.

"No respiro".

Ese fue su primer pensamiento. Su primera acción, por consiguiente, fue intentar respirar.

Vale, podía hacerlo. Lo hizo un par de veces tranquilo y luego frunció el ceño, evidentemente confundido, dejando que sus pulmones aceleraran el proceso por mero instinto de pánico.

Lo siguiente que hizo fue parpadear repetidamente, intentando, tal vez así, evitar quedarse ciego. Joder, la luz era terrible, como en el jodido dentista cuando te ponen el foco en la cara.
Necesitó un momento para acostumbrarse a la luz, pero la realidad es que ni bien pudo mantener los ojos abiertos, por alguna razón desconocida, se palpó el cuerpo desesperado.

Empezó por su estómago, luego por su cuello, su rostro y sus brazos. Finalmente, intentó no hiperventilar.

Cálmate. Estás entero, consciente y cada día mas desgraciado, pero aquí estás. Mira dónde estás.

Se hizo caso. Levantó la mirada y miró al frente. Luego, a los costados. Atrás, a los laterales. Arriba, abajo.

Miró en todas las direcciones posibles y nada había que le hiciera entender el entorno que le rodeaba. En vista a que estaba allí solo y no entendía nada, su mente comenzó a hacer lo obvio; a preguntarse cosas para no volverse loco.

Así que, antes que nada, se hizo la pregunta del millón, la que todos nos haríamos en un momento así ¿Dónde jodidas mierdas estoy?

Necesitamos, primeramente, situarnos en contexto.

Para empezar, no había muebles. No había puertas o ventanas. No había cortinas, no había colores, no había techo ni piso. No había árboles ni cielo. Tampoco paredes, tampoco un adentro o un afuera. No había ni una brisa. Ni frío ni calor. No había un algo.

No había nada.

Nada de nada.

Nada.

De acuerdo, creo que no están entendiendo; no había nada. De verdad, nada.

¿Saben lo que es eso? ¿En verdad se atreverían a decir que pueden describir la nada? No pueden, jamás la han visto. Pueden creer que alguna vez se sintieron nada, pero no es así. Se han sentido pequeños y tristes, y eso, hace que la nada no pueda existir.

La nada es eso, pues, nada.

No hay inicio ni final. Nada empieza ni termina. No hay aire, pero tampoco falta. Es suave y pesada, tal vez, no se puede comparar. Es de ningún color, pero lo es de todos.

¿Cómo se ve ningún color? No es posible imaginarlo, así que Tony la veía negra. La luz que lo cegó daba a entender que era blanca, ¿verdad? No tiene mucho sentido.

Pero, ¿cómo va a tener eso sentido si en principio nada lo tiene?

Tony tal vez la veía negra porque estaba jodidamente aterrado. A la vez, estaba aliviado de poder sentir algo, de ser consciente, de caminar y respirar.

Todo estaba negro, pero no oscuro. Una completa locura, empezando por lo más tonto de todo.

¿Que cómo sabe que no está oscuro? No es posible verificarlo, pero lo sabe de alguna forma. Y eso es, tal vez, porque como dije, la nada no es de ningún color. Y como nuestro cerebro no está capacitado para afrontarlo, nos obliga a ver uno de todas formas.

Por otro lado, entre medio de tanta nada, Tony seguía siendo Tony. Un alivio a medias.

Como no tiene la menor idea de dónde está situado, pasa a otra pregunta, bastante inteligente.

¿Qué demonios?

A partir de esta, que desencadena en su cabeza lo que vendría a ser el jodido pánico, llegan muchísimas más, todas intentando guiarle a una respuesta.

¿Cómo llegué aquí? ¿Acaso un experimento salió mal? ¿Me golpeé fuerte en la cabeza? Joder, ¿y si tuve un accidente o algo así y estoy en coma? ¿Eso es el coma? Joder y más joder.

De acuerdo, en realidad nada no podía ser, porque de serlo, Tony no sabría que se llama Tony. No podría pensar ni angustiarse como lo estaba haciendo.

Y si estuviese en un coma o algo parecido, podría escuchar todo lo que ocurría fuera, o eso había leído. Pero no escuchaba nada. Nadie llorando, ni el televisor de la habitación encendido, ni el pitido de las maquinas que le mantenían con vida.

Al no lograr conceder su condición, pasó a la siguiente fase; el recuerdo.

¿Qué estaba haciendo antes de llegar aquí?

Un lacerante e inmediato miedo lo invadió cuando se encontró sin poder recordar que estaba haciendo un minuto antes de aparecer allí.

Vamos, joder, usa esa cabeza de billones de dólares que tienes, ¡céntrate! ¿Qué estabas haciendo antes de llegar aquí? Ha sido hace tres minutos, no puedes olvidarlo.

Bueno, no sabía si hace tres minutos exactos, porque no sabía dónde estaba, como había terminado allí ni si las leyes universales eran aplicables en ese contexto, así qu-

Esperen, ¿cerebro de billones de dólares? Era un genio. Un filántropo, un Playboy, un... ¡Sí! ¡Tony Stark! ¡Anthony Edward Stark! Joder, ese era, bien, joder. Era IronMan y un completo desastre.

Vale, tenemos eso que, en estas circunstancias, es bastante.

También, casi de inmediato y medianamente más tranquilo, tuvo la brillante idea de mirar su ropa. Tal vez eso le diera pistas, porque de igual manera, no había otra cosa a la cual aferrarse allí.

Ropa deportiva, de acuerdo, ninguna novedad. Sus bolsillos estaban vacíos. Llevaba su reactor intacto, la ropa en perfectas condiciones y... de verdad parecía equipado para entrenar.

Recordó que él solía vestirse cómodo para estar en el taller porque odiaba usar trajes, pero el conjunto que tenía era de los que usaba para ejercitarse.

Así que seguramente estaba... ejercitándose.

Vale, era una suposición, pero no recordaba. En su cabeza no había ninguna escena. Sí tenía algunas enfrascadas. Recordaba a sus padres, escenas de su infancia, eventos importantes, a Happy, a Rhodes, a Pepper, a...

¡Pepper! ¡Estaba trotando con Pepper! Joder, sí, eso. No sabía si era lo último que había hecho, pero se obligó a enfocarse en ella, ya que en sus nublosos recuerdos, llevaba exactamente lo mismo que llevaba puesto ahora.

Tenía como conocimiento general que habían cortado su relación en buenos términos y eran amigos. Que salían a trotar una vez a la semana y luego iban a almorzar, pero esa vez no fueron a almorzar porque... ¿Un mago? ¿Banner?

Banner.

Banner alterado, aferrándose a él como si fuese un salvavidas.

Algo había pasado. Se desesperó al no poder recordarlo de inmediato, sintiéndose un jodido anciano con Alzheimer, pero intentó no ser tan duro consigo mismo.

Solo necesitaba algo de tiempo, si era que lo tenía, si era que existía.

Al cabo de unos minutos, u horas, quien sabe, logró recordar que estaba en una batalla con otras personas, pero no recordaba contra quien peleaba ni quienes estaban a su lado.

Banner y el mago estuvieron ahí, pero no todo el tiempo, así que estaba algo perdido.

De repente, de alguna forma inequívoca e intermitente, recordó un rostro y una voz que nada tardaron en congelarle la sangre.

Peter.

Peter estaba ahí cuando eso pasó. Él mismo lo nombró parte de los Vengadores porque tenía miedo de que murieran ahí y al menos, el chico podría haber cumplido su sueño. Le dio otro traje, el chico se coló en la nave y terminó con él en el espacio y...

Vale, vale, más despacio.

¿Cómo que el espacio? ¿Estaba en el espacio ahora? Eso no tenía sentido.

No es que fuera un experto, pero él recuerda haber estado en el espacio una vez, durante dos minutos, pero no se veía en absoluto así. Además, de estar en el espacio, ya estaría más que muerto por la falta de oxígeno.

Parpadeó repetidamente.

Entonces... si no estaba en coma, desmayado o en el espacio... tal vez...

Tomó todo el aire posible y cerró lentamente los ojos con un movimiento de cabeza.

Hubo una vez, hace muchos años, donde Tony vio una película de ciencia ficción en la televisión.
Estaba aburrido, moderadamente ebrio y algo cansado, pero de todas formas prendió el televisor, ignorando el dolor de cabeza y las ganas de irse a dormir que tenía.

La verdad es que no era un hombre de películas. No le fascinaban lo suficiente y no tenía tiempo de verlas, tampoco.
Pero esa noche en particular mandó todo al demonio e intentó darle uso a los jodidos canales que pagaba en vano, en vista que allí vivía solo y su asistente, la señorita Potts, solo lo usaba para poner las noticias.

La película estaba empezada. De hecho, la batalla final estaba llegando a su fin y solo restaba ver el asqueroso, innecesario y cursi momento de los protagonistas diciendo frases mal actuadas y poco realistas, para finalmente besarse entre los rayos de sol mientras la cámara se alejaba.

Los personajes extras reaccionaban de forma exagerada y diferente al beso de ambos y la música le daba un cierre a la historia. Los niños ponían cara de asco y sacaban la lengua, los hombres se daban palmadas orgullosas o rodaban los ojos y las mujeres suspiraban enamoradas.

Una película de mierda. O tal vez no. Tal vez era buena, un clásico, una película amada por todos, pero a Tony lo ponían enfermo. Todas eran iguales, el mismo final.

Sus historias y aventuras nunca terminaban así; le parecía una mierda que idealizaran esas tonterías, porque luego uno crecía y se llevaba una amarga decepción.

Y, sin embargo, en el exacto momento en que miró a su alrededor y fue consciente de que algo había salido realmente mal, no pudo dejar de reproducir ese momento, ese en que los protagonistas intercambiaron esas frases tan trilladas, una y otra vez.

Recuerda a detalle sus rostros, sus voces y toda la escenografía del desierto. La mujer se veía preciosa, desaliñada como una jodida princesa. No se le había corrido ni el labial pese a que casi le cae una pirámide encima y el cabello lo tenía suelto, ondulado y bonito. Y el tipo tenía dos o tres rasguños en la cara, mugre a montones y respiraba agitado todo el rato, aún si el peligro ya había pasado.

"¿Me dirás que se siente morir?" Recuerda que dice él, cuando la mujer había estado muerta tres minutos y luego había sido revivida.

A Tony le pareció tan basto y obvio que rodó los ojos ante la música de fondo y la celestial iluminación que les habían puesto.

La verdad sea dicha; se rindió ante aquella novedad mundana que era ver la televisión. Apagó la tele y se fue a dormir antes de saber lo que ella respondía.

Pero no importa, aquí lo importante es la pregunta.

Le había sonado descabellado, pero igual había oído de gente que había muerto un par de minutos y luego pudo regresar. Jamás se enfrascó en buscar entrevistas ni testimonios al respecto, porque no lo diría en voz alta, pero que jodido miedo saber de buenas a primeras con lo que te ibas a encontrar del otro lado.

¿Sería tan tonto como en los dibujos animados? ¿El cielo se vería lleno de nubes con una reja de oro? ¿El infierno sería todo rojo, con fuego y un demonio pateándote el trasero para obligarte a hacer trabajos forzados? ¿En el cielo te esperan todos tus seres queridos? ¿En el infierno revivías tus peores miedos una y otra vez por el resto de la eternidad? ¿Cuál religión llevaba razón? ¿Cuál Dios te esperaba? ¿Uno benevolente? ¿Uno vengativo?

¿Existía el cielo? ¿El infierno? ¿Dios, el diablo?

¿Reencarnamos? ¿Pasamos a otro plano?

¿Desaparecemos?

Joder, ¿lo hacemos?

Apuesto que aquellos que sufren de ansiedad, insomnio o inicios de depresión, se hicieron esta pregunta un mínimo de cinco veces en su vida y un máximo de tres millones.

Tony se la hizo muchas veces a lo largo de la suya, donde su contacto con la muerte fue tan cercano que casi es abrazado por ella.
Vivió teniendo pesadillas, ataques de pánico y muchas otras cosas que prefiere guardarlas en su servidor personal.

Todos tenemos esa duda y nadie sabe qué responder.

Pero no más. Ya no os preocupéis amigos; Tony Stark, una vez más, tiene la respuesta.

¿Están listos? Porque joder, no hay vuelta atrás. Lo sabrán y tendrán que vivir con eso. Soñar con eso. Morir con eso. Están a tiempo de retroceder, de ponerse a hacer algo productivo y no tener que leer esta basura.

Hasta aquí llegó la oportunidad, ¿Estáis preparados? Va.

¡Sorpresa! No hay una jodida mierda del otro lado.

¿Les gustó? A Tony tampoco. Casi se cruzó de brazos indignado cuando entendió lo que había pasado.

La televisión y las expectativas eran una vil y cochina mentira. No había nubes, ni arcos dorados. No había angelitos ni cachorritos buscando mimos todo el día. Tampoco había demonios, fuego ni nada de eso.

Tony no sabía lo que era. No era la nada, al parecer, porque él mismo era algo, creía.

No era un cielo o un infierno. Tal vez era un limbo. Eso podía ser, tal vez.

Pero, ¿Por qué? ¿Era porque no habían sido consciente de su muerte cuando ocurrió?

No iba a mentir. No recuerda haber muerto, en realidad. Pero es que, ¿había otra explicación?
Una batalla en el espacio y de repente eso.

Bueno, está bien, no recuerda la batalla, no sabe si hubo una. Recuerda al Mago Merlín, a Peter y... algunos más. No sabe quiénes, no los ubica, no ve sus rostros.

Recuerda que todos estaban alterados y que planeaban algo y ya no más. Joder, tuvo que haber una batalla.

¿Tal vez todo salió mal? ¿Tal vez eso era parte del plan y él estaba perdiendo el tiempo?

No podía más. Se aferró el cabello, tirando de este, enojado consigo mismo por no recordar. Algo le decía que se diera prisa, que el tiempo en realidad sí corría y que él no debería estar allí.

De acuerdo, recuerda el tiempo. Era relacionado a eso, ¿verdad? Tiempo, tiempo... gema del tiempo. Proteger la gema del Tiempo.

Fueron al espacio para protegerla.

Una parte de él no podía recordar, pero la otra sí. Era algo en verdad confuso.

¿Eso ocurrió?

¿Murió porque se quedó sin tiempo para detener lo que fuera que quería quitárselas? Sin recursos, sin refuerzos. Su ingenio no fue suficiente, su armadura especial tampoco. Siquiera los brazos de Peter lo pudieron sostener antes de que se desvaneciera como algodón de azúcar en contacto al calor.

Desvanecerse. ¿Desvanecerse?

Era horrible la forma en que sus recuerdos volvían, como bofetadas quemando como brasa ardiente. Tony se sintió caer de rodillas, aunque no flotaba, pero no estaba de pie antes.

Recordó haberse mirado las manos y verlas convertirse en cenizas lentamente. Sintió que lo poco que era se tambaleaba.

No sólo murió. Se desvaneció.

Desapareció.

¿Eso fue? ¿Simplemente murió de la nada?

Estaba de pie intentando calmar a Peter que había comenzado a decir cosas alterado, con los ojos llenos de lágrimas, mientras miraba a los demás y de repente... nada.

Despertó allí y no había sentido dolor.

Recuerda haber estado herido, pero no lo suficiente para morir.

Pero... no se sentía muerto. Es decir, no es como si supiera como se sentía estar definitivamente muerto, pero Tony se sentía bastante vivo.

Respiraba, no le dolía nada y estaba entero.

Tal vez no había muerto, tal vez lo habían transportado o...

¡Por un demonio, joder! ¡¿Qué demonios era eso?! ¡¿Qué jodida pesadilla era esa?! Definitivamente estaba teniendo una jodida parálisis de sueño en su habitación y no podía despertar.

No podía ser otra cosa, no.

Comenzó a sentir como todo se rompía. Los recuerdos empezaron a llegar mientras su mente intentaba negar lo evidente.

Thanos, la capa que volaba sola, Peter.

Peter, Peter, Peter.

Sintió que se le revolvían las entrañas, si es que aún las tenía.

Joder, no. Por favor, no.

Ya no quería recordar. Ya no quería saber lo que sabía, pero se obligó a rememorar todo, como castigo.

Él le falló al chico.

Peter le vio morir. Su pupilo, su dolor de cabeza, su jodida buena razón para vivir había gritado espantado cuando le vio empezar a desaparecer. Lo hizo antes, cuando Thanos se fue. Como si supiera lo que iba a pasar.

Tony recordó que sus lágrimas fueron lo último que vio. Recordó haber intentado decirle que todo estaba bien por milésima vez, pero no pudo. Se quedó sin boca antes de soltar la primera palabra y sin oídos antes de escucharle gritar.

Se sintió desamparado de repente. Claustrofóbico.

¿Joder, siquiera el limbo podía poner una ventana? Sentía que el aire no le pasaba por los pulmones. Sentía que moría una y otra vez al ser consciente de que el chico se había quedado solo en el espacio.

Triste, solo.

Desesperado, solo.

Asustado, solo.

En el oscuro y frío espacio, jodidamente solo.

Solo, solo, solo.

Mil veces, solo.

Joder, no. No Peter. No él, todos menos él.

No era solo eso, era más. En un desenlace más positivo, si Peter lograba volver a casa, ¿Con qué se iría a encontrar?

¿Qué le esperaba de regreso? ¿Otra guerra? ¿Otra batalla? ¿Soportaría su muerte? ¿Peter había desaparecido también?

Tenía tantas preguntas en la cabeza y una desesperación tan palpable, que no determinó en absoluto los brazos que le sostenían para no caer, si es que podía hacerlo.

No los sintió, de verdad. En su cabeza sólo se repetía el día aquel donde el chico volvió temblando de una de sus patrullas por alguna cosa y él, dejándose abrazar e intentando ser un buen mentor, le dijo que no pasaba nada, que él lo iba a solucionar.

Siempre que Peter pasaba por un mal momento, él prometía lo mismo.

Yo me encargo, yo lo soluciono. Yo te tengo, yo te protejo.

Patrañas. Basura. Puras mentiras.

-Tony- sintió un leve mareo al ser sacudido con fuerza, pero apenas podía respirar. Escoria, basura. Le fallaste al chico, no tienes perdón -. Vamos, respira profundo. Sostén el aire y suelta. Vamos, lo has hecho muchas veces, puedes hacerlo ahora.

No quería mejorar, no quería calmarse.

Morirse era lo menos que merecía.

Al mismo tiempo, no pudo evitar aferrarse al alivio, a la voz, al calor ajeno, a la posibilidad de no estar solo en ese jodido infierno, porque al final eso era.

Eso era el infierno. No había nada más que sus pensamientos.

Y nada podía ser peor infierno que eso. Que su odio por sí mismo. Que el repaso de todos sus errores y la completa incapacidad de solucionarlos.

No podía haber peor jodido infierno que haber dejado a Peter en peligro y no poder regresar a salvarlo. No poder consolar su llanto. No saber si estaba bien.

Dioses santos, era insoportable.

¿Cuánto llevaba ahí?

-¿Tony?

¿Había alguna posibilidad de volver? ¿De verlo? ¿Qué ocurriría ahora? ¿Qué-?

-¡Tony!

Lo seguían llamando, lo seguían consolando. Siguió la voz, necesitaba salir. Necesitaba tener el control, necesitaba hacer algo.

A medida que seguía los pasos e intentaba llevar su mente a lugar seguro, reconocía la voz un poco más.

Más y más, hasta que la recordó de un doloroso tirón.

-¿Rogers?

Steve Rogers. Esas dos cosas azules no podían ser otra cosa que sus ojos. Esos que Tony había extrañado hasta el cansancio. Sin duda, esos eran.

-¿Te puedes sostener? - asintió perdido y se puso de pie, casi alucinando, luchando por parpadear.

¿Steve? ¿De entre todas las personas?

Joder que cambiado estaba. Que distinto se veía en sus recuerdos y que nítido lo encontraba ahora.

Con la barba, ese traje, el cabello largo. Nada quedaba del jodido símbolo de América.

-¿Qué demonios haces en mi infierno personal? --masculló sin saber cómo demonios sentirse por su presencia.

Aliviado o furioso. Desamparado, tal vez.

-¿Infierno personal? ¿Aquí estamos? -él le miraba insistente, agitado, como si hubiese estado corriendo por horas.

-¿Realmente estás aquí? Joder, ¿también moriste? -le costaba procesarlo, no iba a mentir. Pero también le constaba que tuviesen que convivir en el mismo jodido espacio, tal vez por el resto de la miserable eternidad.

¿Era él? ¿O él mismo lo había creado para tener con quien hablar? Tal vez y eso era lo que pasaba. Tal vez necesitaba solucionar sus asuntos pendientes de alguna retorcida manera para poder, finalmente, dejar de existir.

Y Steve Rogers era definitivamente un asunto pendiente.

-Recuerdo Wakanda, Thor... Un guante dorado y... - no pudo hacer más que cerrar los ojos y negar, sabiendo qué seguía. Thanos. Eso había pasado, la misma batalla en diferentes lugares. El mismo maldito resultado-. Oh. Joder. Joder, Tony.

-Perdimos-sentenció en voz alta, entendiendo de una vez lo mucho que todo se había hundido, más allá de sus muertes.

No sabía si era algún efecto tardío por la reciente muerte, pero iba recordando, más bien siendo consciente de las cosas, a un ritmo desesperante.

Por lo que había entendido, esa cosa morada planeaba eliminar a la mitad de la jodida población usando las gemas.

Así que, si habían fallado, la mitad del jodido planeta había muerto junto con ellos.

Si él y Steve estaban allí, encima de todo, la tierra había quedado desprotegido.

Peter había quedado desprotegido.

-¿Cómo pasó esto? Todo fue tan rápido.

Tony de verdad sentía que alucinaba.

No solo era su muerte. Era Steve.

Ahí, tan cerca, tan distinto, tan real.

Dos jodidos años sin saber de él. Ni una llamada, ni una señal. Nada. Solo un teléfono prehistórico que de nada había servido, porque estaban demasiado lejos para llegar a tiempo.

Y ahora, siendo totalmente consciente de la situación, y sabiendo que nada más se podía hacer, la rabia lo atacó sin piedad.

-¿Dónde estabas? - masculló entre dientes mirándole furioso -. ¡Joder! ¡¿Dónde mierda estabas?! - quiso meterse con él, empujarlo, golpearle, pero estando muertos no tenía puto caso. Se pasó las manos por el cabello, queriendo arrancárselo

-Tony... te dije que si me necesitabas-

-¡No te atrevas a culparme por esto! Me cargué la responsabilidad por Sokovia, por Wanda, por tus tonterías, ¡Pero no por esto, ¿me oíste?! - patrañas. Tony tenía plasmado en el corazón que todo eso era su culpa.

Si hubiese llamado cuando Bruce le dijo. Si hubiese llamado antes. Si hubiese...

Tantas posibilidades, tantos finales alternativos; ¿Cómo pudo todo terminar de esa forma?

-¿Sabes qué? -le detuvo antes de que el señor capitán de la nación comenzara a justificarse. Porque ni de coña ese hombre abriría la boca para disculparse-. No me importa. ¿Sabes cuál es el problema? Dejé al chico ahí afuera.

Peter. Peter no se le salía de la cabeza.

Pensar en él en el espacio, solo, le reventaba la cabeza. Sin comida, sin recursos, sin nave, sin saber qué hacer. Solo y pequeño.

Joder, solo.

-Tony...

-Mi chico está ahí afuera. Lo dejé solo. Él tuvo que verlo. Le dije que lo protegería de absolutamente todo y lo dejé verme morir- murmuró, rememorando una y otra vez su rostro bañado en lágrimas y sus labios pronunciando su nombre una y otra vez. Y le jodía los nervios tener que estar encerrado con el capitán en vez de estar ayudando a su chico a volver a casa. Estaba temblando, rabioso, desesperado. Quería salir de ahí, necesitaba salir de ahí. Pero no había nada. No había nada de nada y no había a donde ir, así que todo su estrés por supuesto se lo iba a tirar a él -. ¡¿Dónde jodidos estabas?!

Steve lo miraba en silencio, con esa expresión entre la pena, la decepción y la sólida frialdad de un soldado respetable. Esa mirada tan jodida, tan engañosa, esa que tanto odiaba.

Steve nada más sentía pena por él. No estaba arrepentido, no iba a disculparse por lo ocurrido en Alemania. No se iba a disculpar por abandonarle, por dejarle con el corazón hecho pedazos en medio de la nieve, por traicionar la memoria de su padre. De hecho, apostaba todo lo que había tenido en vida a que Peter no le importaba un comino. No porque no le conociera, no porque en lo que al capitán respectaba, jamás lo había visto. Sino porque para él, Peter y muchos otros caídos en batalla, eran soldados. Sacrificios. Personas que sabían dónde se metían y que eran conscientes de que lo que hacían tenia consecuencias. Steve no se permitía pensar en que esas personas eran valiosas. Que dejaban una familia atrás, un montón de sueños sin cumplir. No lo hacía porque no podía. Si lo hacía, podría volverse loco, podría perder el norte, podría cuestionarse sus valores, sus ideales, todo lo que lo hacía quien era.

Pero Tony no tenía lugar en su corazón para comprender. No ver lo que era evidente, negarlo y dar vuelta la cara, enmascarando la muerte como algo que no tenía real valor, le decía que Steve solo era un cobarde. Solo un cobarde podía tener la desfachatez de poner el rostro que él ponía luego de no soltar ni una lágrima por las personas que morían bajo su yugo.

No podía ver fortaleza en él. Solo podía ver a un mentiroso, un hombre tan arraigado a la antigua, tan orgulloso en sus propios términos, que no podía disculparse siquiera con la mirada.

Pensó que lo había perdonado ya. Pensó que aquella vocecita que le pedía que lo llamara para arreglar las cosas de una vez, eran la evidente prueba de que el amor era más fuerte que lo demás. Que ambos se habían equivocado de cierta forma y que debían dejarlo atrás.

¿El asunto de Barnes? Podría hasta decir que lo había tratado en terapia. No tenía nada contra Barnes. Controlado por Hydra, no consciente de sus actos, arrepentido. Vale, perdonado.

Steve era el problema. Steve, el mentiroso, el traidor. Steve mirándole con cara de pena fingida.

Steve, que le importaba tres carajos verle romperse más allá de la vida y la muerte. Que le había dejado el alma hecha pedazos, que le golpeó tan duro que a Tony se le fueron hasta las ganas de levantarse de la cama.

Steve, para quien la muerte de Peter, lo conociera o no, no valía nada, pese a que Tony se estaba volviendo loco.

Le estaba viendo ahí, alterado, esclavo de todos sus miedos y solo le miraba. No intentaba nada, solo miraba.

Joder, quería alejarse de él. Quería que dejara de verlo así, como si Tony fuese el que estaba mal en todo eso.

¿Acaso siempre iba a ser así? ¿Siempre sería Tony el loco de remate, el insensible hijo de perra que hace todo mal? ¿El equivocado? ¿El de la moral cuestionable?

Joder, estaban muertos, sí. Nada peor podía pasarles, no. Pero, ¿y los demás? ¿Tenía tan vacío el corazón como para no volverse loco al pensar en las posibilidades? ¿O solo era Tony teniendo otro ataque de pánico?

Tal vez era eso. Alterarse de esa forma no podía arreglar nada, pero estar calmado, o fingir estarlo, amenazaba con volverle loco.

Llegados a ese punto en el que ambos se miraban al borde de arrancar una discusión, pensó que nada más podía sorprenderlo. Y por un momento, creyó estar en lo cierto.

-Creo que esto no va a ayudarnos en nada.

Dio un respingo ante la tercera voz que se apareció justo a su costado izquierdo. Steve retrocedió un paso, seguramente igual de sorprendido, porque de verdad, no había forma que no lo hubiesen visto llegar. Frente a ellos, como si lo hubiese estado todo ese tiempo, lo miraba ese hombre evidentemente más alto que él y por demás cambiado.

Tan cambiado, que si no fuese porque Steve pronunció su nombre, Tony jamás lo hubiese reconocido.

-¿Thor?

¡¿Cómo que Thor?! Ese no se parecía en nada a lo que él recordaba. No había mirada chispeante, barba abundante ni cabello largo. El jodido dios del trueno parecía haber sido sustituido por uno completamente diferente.

Definitivamente eso era una maldita locura.

-¿Tú también? - Steve se le acercó apresurado, intentando tener la mente en frío para poder juntar las piezas del rompecabezas, cosa que Tony definitivamente no podía hacer en ese momento, aún si sabía que debía. Aprovechó ese instante para regular su respiración y sostenerse en sus cabales, esperando que la tercera presencia tuviese algo más para agregar-. ¿Llegaste a hacer algo más? ¿Viste algo más?

Tony supuso que compartieron el campo de batalla, porque ambos se miraban de aquella forma, con cierto entendimiento. Se veían como si de verdad, hubiesen presenciado una masacre.

-Creo haberme ido antes que tú. Y no he sido el único-le aclaró con evidente angustia. Steve estaba agitado, Thor decaído y Tony casi catatónico. La realidad es que él no sabía cómo lo habían vivido ellos, pero no podía detenerse a pensar en nada más que lo que había dejado atrás.

Su cabeza volvía al chico una y otra vez.

-¿De dónde saliste? Si desapareciste antes, ¿por qué yo llegué primero? -esa pregunta sí que logró atraer su atención. Era cierto, allí no había nada. El concepto de espacio-tiempo bien podría ser una ilusión, pero la pregunta había que hacerla.

-Estuve aquí todo el tiempo, pero por alguna razón, no me escuchaban- les informó, recuperando un poco de su personalidad. Thor los miraba como antes lo hacía cuando ellos no entendían de qué hablaba; como dos seres pequeños que nada más causaban ternura-. Y ellos tampoco podían.

No necesitó señalar a nadie, porque de repente, había mucha gente ahí.

Y todos parecieron conscientes de los demás al mismo tiempo, como si de verdad, hubiesen estado allí todo el rato y jamás hubiesen sido capaces de verse.

Con un vistazo rápido, Tony logró reconocer a unos cuantos.

Pudo ver a Wanda, a Sam, a Clint, a algunos que estuvieron en el espacio con él y Peter. Reconoció a el rey T'Challa, y a algunos más, inclusive a personas que no había visto en su vida. Todo aquel espacio comenzó a llenarse de más y más personas, pero no las suficientes para que su espacio personal fuese invadido.

Podía verlos por todos lados, aunque no estuviesen más arriba que él o debajo. No estaban a la misma altura, pero no se sobreponían. Nadie flotaba sobre él ni él flotaba sobre nadie. No podía definirlo, pero podía ver bastante desde donde estaban.

Él y Steve olvidaron por completo la conversación que antes sostenían y se miraron visiblemente aturdidos con la situación.

Lamentablemente, o por fortuna, no tuvo tiempo de sacar conjeturas, preguntar cosas ni idear un plan, porque lo que ocurrió a continuación le dejó las palabras atascadas a la garganta.

El blanco y negro de la nada, el piso que no existía y los caídos en batalla, desaparecieron.

No, al revés. Tony desapareció.

O reapareció.

¿Cuál podría ser el concepto adecuado si al abrir los ojos, se encontró a sí mismo en el mismo lugar donde recordaba haber estado hace, tal vez, una hora atrás?

Estaba en Titán. Estaba allí, de pie, respirando. Completamente desubicado y perdido, pero allí estaba.

Tal y como al principio, se aseguró de respirar, de constatar que tenía todo su cuerpo en condiciones, la misma ropa y ninguna herida.

¿Qué jodidos ha sido eso? La cabeza le iba a explotar, no tenía dudas. No creía estar preparado para entender de buenas a primeras lo que había ocurrido allí. ¿Eso había pasado de verdad? ¿O solo fue producto de su imaginación?

Suponía ridículo habérselo inventado, porque después de todo, él hubiese situado a Steve y Thor, al menos físicamente, como la última vez que los vio en persona. Jamás hubiese podido imaginar a Steve con Barba y Thor con cabello corto.

¿Entonces qué fue? ¿Había reaparecido? ¿Fue una trampa? ¿Una broma? ¿No había muerto? ¿Fue parte del plan? ¿Dónde estaba Steve? ¿Thor?

-¿Qué está pasando?

Al girarse, pudo ver al fortachón y a la muchacha con antenas que estaban también cuando todo ese desastre ocurrió. Le tranquilizó un poco notar que se veían igual de perdidos que él pero, por otro lado, necesitaba respuestas urgentes. Después de todo, jamás había sido un hombre de paciencia.

-¿Dónde está Quill? - El hombre le miraba a él y miraba a su compañera, intentando constatar que ninguno podía verlos.

-¿Y Nebula?- La chica preguntó, buscando a la otra mujer que iba con ellos. Tan rápido como escuchó esa pregunta, a Tony se le vino otra a la cabeza, que prefirió guardársela para sí mismo.

¿Dónde está Peter?

Barrió con la mirada todo el lugar y notó que además de ellos tres, no había ninguna otra alma rondando por allí.

Ni Peter, ni el tonto que no sabía que Mississippi estaba en la tierra, ni la chica de color azul, ni el Bibidi Babidi Bum estaban allí.

Joder, las teorías lo asaltaron sin piedad. El pánico se hizo de él en el preciso instante en que notó que Peter no estaba donde lo había dejado hace menos de una hora. Así que todos se pudieron de acuerdo en algo; separarse. Buscar la nave donde ellos habían ido, revisar bajo todo ese desastre y encontrar a los cuatro que faltaban.

Tal vez habían quedado heridos y buscaron un lugar acorde para sanar, para armar algún plan, para intentar traerlos de vuelta.

¿Pudieron haber desaparecido también? Sí, podría ser, pero entonces, ¿Dónde estaban?

Se hizo mil preguntas, recorrió toda su zona y nada. Volvió al punto de encuentro esperando buenas noticias, pero tampoco encontraron a nadie.

Ni a la nave, ni a los demás.

Supusieron entonces que habían sobrevivido y que habían ido a la tierra por refuerzos, a unirse a la batalla o algo. Las teorías eran varias, y ninguna esperanzadora. Porque después de todo, lo que les había pasado lograba que imaginaran los peores escenarios posibles.

Y antes de que pudiera volverse loco, unas chispas que logró reconocer al instante, comenzaron a formar un círculo en el aire.

Dorado, chispeante y, a decir verdad, alucinante. Un portal se abrió frente a ellos y aquel hombre que bien recordaba entró flotando por ahí, con su capa y su rostro imperturbable. Les miró rápido y asintió al contar, al parecer, a los que esperaba encontrarse.

Tony iba a preguntar lo obvio. Estuvo a nada de casi zarandearlo por una explicación, hasta que de repente, recordó algo jodidamente importante que se le había escapado de las manos cuando su capacidad de recordar era casi nula.

Lo recordó fresco, reciente, igual de desesperante.

-Tú. Tú negociaste la Gema del tiempo- murmuró. Recordaba, sí. Recordaba que se la había dado voluntariamente a Thanos a cambio de algo más.

-¿A que te refieres? -no se fijó en quien había preguntado, porque no necesitaba más ruido en su cabeza.
Sí, pudo verlo claro. Su memoria estaba intacta y fresca, como si no hubiese tenido un ataque Alzheimer veinte minutos atrás.

-...A cambio de la vida de Peter-finalizó, recordando con espeluznante detalle aquel momento. El exacto instante donde Peter, en medio de él y Thanos, se había cruzado para recibir un ataque buscando protegerle.

Recordaba que algo le habían clavado y que no se veía nada bien. El chico sangraba y se retorcía adolorido, mientras el gigante frente a él solo seguía lastimándolo. Tony se había paralizado por dos miserables segundos y había visto la escena palideciendo por completo.

Peter iba a morir. No había dudas. No importaba si Tony se ponía de pie en cuestión de segundos e intentaba detenerlo, no iba a poder hacer nada.

Y ese hombre, el que ahora había reaparecido frente a sus narices, negoció la gema, a pesar de haber dicho que podría sacrificarlos sin parpadear con tal de protegerla. La negoció para salvar al chico, que miraba todo sin entender porque estaba haciendo eso, pero claramente aterrado de morir.

Recordó que luego de que Thanos tomase la gema y desapareciera, Peter se dejó cauterizar la horrible herida por él y la selló un poco más con sus telarañas, para poder aguantar hasta volver a casa.

-No hay tiempo de explicar nada. Estamos de vuelta. Han pasado cinco años y nos necesitan. Estén listos.

Vale. Eso necesitaba un poco de contexto. Un poco de consideración, joder, una maldita explicación.

No pudo preguntar nada, porque ahí al fin lo pudo entender.

Murió. De verdad, ahora estaba seguro.

Murió. Estuvo muerto. Por cinco años.

Cinco años.

-¿De qué hablas? ¿Cómo que cinco años?-los dos seres a su lado preguntaban sin parar, pero el mago flotante no daba señales de poder responder.

La mente de Tony estaba estancada en una espiral de blancos y negros. Era como si la sangre hubiese dejado de fluir y el oxígeno no le llegara al cerebro.

Muerto. Cinco años.

Para él solo habían pasado unos minutos, tal vez una hora, tal vez unos segundos. Pero no; en su mundo, su universo, su realidad, el tiempo había pasado sin piedad, sin reparos y sin aviso.

Cinco jodidos años.

-Tenemos que darnos prisa. Luego les explico todo; ahora tienen que centrarse en lo que acabo de decir.

¿Cómo podía ser siquiera posible? ¿Cómo de repente existía una forma de bloquear esa información y ajustarse a las circunstancias? Y es que Tony siempre había presumido ser un especialista en ello, pero todos tenemos un límite.

La idea de haber muerto no lo dejaba reaccionar. No podía entrar en pánico, asustarse o aliviarse. No se movía, solo miraba al hechicero como si le hubiesen salido tres cabezas.

Y joder, ni eso sería tan extraño como haber vuelto de la maldita muerte.

-¿Quién nos necesita?-la muchacha de voz suave y antenas, parpadeaba con esas preciosas pestañas largas y estudiaba todo intentando mantener la calma y haciendo las preguntas pertinentes para la ocasión, cosa que se agradecía -¿Para qué?

-Thanos ha vuelto. Peter no aguantará mucho más.

El aire se le atascó en los pulmones, pero al mismo tiempo, sintió como podía volver a respirar. Le aterraba la simple idea de su pupilo enfrentándose solo a esa cosa, pero el saber que había sobrevivido a todo ese desastre le llenaba de un alivio indescriptible.

De solo saberlo, de entender que la vida le estaba entregando una nueva oportunidad para protegerlo, para dejarse de tonterías y hacer las cosas bien, Tony se recompuso de inmediato.

Cuadró los hombros, tanteó su reactor con suavidad y se dejó envolver por esa armadura que, para santos milagros del divino más allá, estaba intacta.

Se mordió la lengua cuando cruzó una significativa mirada con el hechicero. Joder, las preguntas eran infinitas, pero su mirada prometía una explicación a futuro y debía conformarse con ello.

De momento, había un muchacho que lo necesitaba y, fiel a su estilo, en primera fila pensaba formarse para protegerle.

-¿Peter? ¿Cuál Peter?- la duda no ofendía, porque recordaba que uno de sus compañeros llevaba el mismo nombre.

Pero Tony lo sabía. Lo sabía porque su chico era excepcional. Fuerte, obstinado, una ejemplo de que las generaciones futuras eran mejores que la suya.

Así que alzando el mentón con orgullo, haciéndose de esa soberbia que tanto solía caracterizarle, humedeció sus labios y sonrió, con la mirada fija en el portal que se abría frente a ellos.

-Mi Peter.

Estoy mega nerviosa de estar subiendo esto. Siendo que me van a hundir porque seguro escribo cualquier cosa jajaja pero bueno, es lo que hay así que espero al menos poder entretenerlas♥

Supongo que ya notaron que este fic va de lo que hubiese pasado-según yo- si Peter hubiese sobrevivido al chasquido en lugar de Tony. No va a ser un fic muy largo, espero que se animen a seguirlo y a tenerme paciencia con las actualizaciones ♥

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro