XXXVII - Too Late II
37. -Too Late II
Entre abrí los ojos y lo primero que vi fueron los grandes ojos verdes del felino. Maulló en cuanto sintió mi mano acariciar su pelaje, suave y frondoso.
—Hey. —Le saludé. Nerón comenzó a ronronear y a rozar su mejilla en mi mano.
Durante minutos acaricié su pelaje, hasta que decidí levantarme y comenzar un nuevo día. El felino corrió delante de mí y se posicionó en su platillo, maullando nuevamente, exigiéndome comida. No podía evitar recordar a ___________ cada vez que observaba al felino. Sus ojos, me recordaban mucho a ella.
Un año había transcurrido desde la última vez que la vi. Su recuerdo quedó conmigo durante meses. La extrañaba tanto. Deseé que volviera a mi lado, donde pertenecía. Pero no sucedió. Ella nunca volvió y yo, me vi cada día más hundido en la nostalgia.
Hasta que la conocí.
Rosemary fue quien me ayudó a salir de mi propia miseria al perder a __________. Cuando la conocí en aquella fiesta que Evans había hecho en su hogar, quedé encandilado por su forma de ser. Era dulce, inteligente pero también atrevida. Era una combinación entre un ángel y un demonio, y ello, me encantaba.
No lo quise aceptar; ella no podía llamar mi atención. Aún amaba a _________ y, por muy estúpido que me escuchara, tenía esperanzas de que ella volviera. Más los días fueron los que corroboraron lo que temí durante un año y, fue el tiempo suficiente para decirme a mí mismo que yo, necesitaba otra oportunidad para amar y ser amado.
Me di el tiempo de conocer a Rosemary, y resultó ser todo lo contrario a lo que me figuré de ella. Fue el comienzo de un nuevo romance y más feliz no podía estar. Al fin, había logrado sacar a _________ de mi mente y corazón.
—Con Elena queremos ir a cenar esta noche. —Avisó Evans durante la tarde en cuanto me llamó. —Y queremos que tú y Rosemary asistan con nosotros.
—¿Doble cita? —Pregunté divertido.
—Algo así. —Afirmó Evans. —Elena y ella son amigas, no te hace ni la menor idea de lo feliz que está Elena al saber que sales con su mejor amiga. —Rio el rubio desde el otro lado del teléfono.
Acepté reunirme con ellos. En cuanto colgué la llamada, corrí a mi dormitorio y buqué el vestuario ideal para aquella cena que, daba por hecho sería la mejor. Vi también, la posibilidad de pedirle a Rosemary ser mi novia.
Como un bobo, sonreí frente al espejo. Quería dar ese paso, pero también me aterraba saber su respuesta.
Cuando llegué al restorán, mi corazón se aceleró al ver a la muchacha de cabellos negro junto a Chris y Elena. Entré con una sonrisa decorando mi semblante, la cual, fue efímera tras divisar a ___________ entre los recepcionistas del local.
Tragué saliva, totalmente nervioso. Mi corazón latió mucho más de lo normal y, no tenía claro si era por temor a que los sentimientos por ella volvieran, o porque mi corazón la reconoció y latía de felicidad por ello. De todas formas, caminé sin prestar atención a su presencia. Creí que, si no miraba hacia su dirección, ésta, no se daría cuenta.
—¿Stan? — Cerré los ojos, y volteé hacia la voz que me llamaba. Estaba tras de mí, observándome fijamente. Pude notar cierto atisbo de lágrimas en sus ojos verdes. Más sonrió con debilidad. —N-no creí verte por aquí. —Musitó.
—Tampoco yo. —Respondí con seriedad. —¿Trabajas aquí? —Inquirí.
—Es mi primer día, en realidad. —Rio nerviosa. No supe qué responder. ___________ miró el suelo, incómoda. —Me gustaría hablar contigo, Sebastian. —Musitó, sin mirarme a los ojos.
—Creo que tendrá que ser otro día.
—Serán solo cinco minutos. —Insistió. —Lo prometo.
Seguí a la muchacha hasta la salida. Nos situamos al costado del restorán, en una especie de callejón con luminosidad tenue. Le miré, esperando que hablara, pero era tanta la tensión entre nosotros, que ninguno logró emitir palabra alguna por unos segundos.
—Quería pedirte disculpas, Sebb. —Dijo finalmente. —Me fui de la peor forma, y, sé que te dañé al hacerlo. —Mordió su labio, inquita. —Yo, de verdad...aún te amo, y, sé que sonará estúpido, pero... me gustaría volver contigo. —Dijo lo último, avergonzada y en un hilo de voz.
Suspiré, y me sentí abatido por su esperanza y mi respuesta.
—Lo siento, ____________. —Le dije. Volví a suspirar, armándome de valor para seguir hablando. —Pero ya es tarde. —____________ frunció sus labios en una mueca. —Ha pasado un año, _________ y nunca supe de ti. ¿Dices que me amas? Si lo hicieras, habrías ido a la casa a conversar. Sufrí, y no te haces ni la más mínima idea de cuánto lo hice. Te extrañé, como nunca extrañé a nadie. Y no solo yo, Nerón sufrió conmigo. —Aludí al felino, quien, también pasó por un periodo de tristeza al ver que su dueña no volvió más.
La muchacha miró el suelo y comenzó a jugar con sus manos, nerviosa. Respiré profundo, y vi la posibilidad de despedirme de ella para siempre.
—Lo siento, ___________. —Le dije, apenado. —Pero lo nuestro ya no puede volver a ser.
—¿Tiene a otra? —Preguntó despacito. Asentí. —Lo supuse, es la pelinegra de la mesa catorce. —Sonrió apenas. Dirigió su mano hacia su mejilla y retiró las lágrimas que, rebeldes, habían salido de sus ojos. —Es muy hermosa. —Asintió cortamente.
—Lo es. —Afirmé, esta vez, con una sonrisa en mis labios. —Cuídate, ¿sí?
—También tú. —Musitó con su voz entre cortada.
Aquello quebró mi corazón y disminuyó mis ganas de entrar al restorán. Deseé acercarme a ella y abrazarla, e incluso besarla. Pero me contuve. Me volví a despedir y rápidamente entré al restorán, buscando la mesa catorce. Rosemary alzó su mirada y sonrió dichosa cuando me vio llegar. Le abracé y deposité un tierno beso en sus labios; Chris y Elena soltaron risitas divertidas, logrando ruborizarme como nunca.
Esa noche fue bastante extraña, pero no dejó de ser la mejor que pude haber tenido. Había logrado dar vuelta la página y con ello, mi corazón se vio libre y también rebosante de alegría cuando Rosemary, aceptó ser mi novia.
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