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XXXVI - There is always a first time II

36.- There is always a first time II


Sebastian había resultado ser un total caballero en todo sentido. Me respetaba y enseñaba todo lo que respecta a las relaciones románticas. Él tenía mucha más experiencia que yo, claro estaba. Pero ello no le impidió al rumano ser el primer hombre a quien le confiaba tanto. ¡Y nunca lo creía así! Nunca creí que me llegaría el amor tan repentinamente, y todo gracias a Danai, quien me alentó a aceptar la cita que, desde un principio, iba a rechazar por temor al rechazo.

No podía negarlo. Los primeros meses no sentí más que inseguridad y miedo a que él encontrara a otra mujer más experimentada y menos pánfila. Lo que parecían ser meses colmados de amor, palabras bonitas y seguridad, no eran más que días en los que sufría pensando en que él, tarde o temprano se iría lejos de mí.

—No seas tonta, mujer. —Me decía Danai mientras negaba con su cabeza una y otra vez. En su mano portaba la copa de vino que, no dudaba en viajar a su boca e hidratar su garganta. —Sebastian te ama. ¿Qué más quiere que haga por ti?

—Es que, Danai... —Murmuré. —No puedo creer que él me haya elegido a mí. Una persona alejada de todo lo que implica relacionarse con el sexo opuesto. —Expliqué. Danai soltó una risita divertida. —No me entiendes porque no estás en mi lugar.

—Bueno, tu tampoco entenderías mis ganas de golpearte en este mismo momento. —Rio la mujer, entretenida. Dio otro sorbo de su vino y relamió sus labios, extrayendo los restos de éste. —Entiendo que tengas miedo, __________. Y es normal. Supongo. —Se encogió de hombros. —Pero ese no es el caso. El caso es que Sebastian te ama. No te preguntes nada más. Él lo hace y punto. No hay nada que investigar, ni especular... Si no lo hiciera, ¿tú crees que estaría contigo? —Alzó una ceja, analizadora.

Fruncí mis labios a un costado, observé el suelo y analicé las palabras de mi amiga. Tenía razón; el rumano me amaba, tal como siempre me lo decía cada mañana cuando me llamaba o iba a casa a visitarme. Lo hacía, pero siempre quise buscar otra explicación a mi tan irreal vida desde aquel entonces.

Sebastian llegó durante la tarde tras prometerme que después del entrenamiento en el gimnasio, iría a visitarme unas horas.

Le abracé en cuanto cruzó la puerta de mi hogar y repartí diversos besos en todo su rostro, demostrándole que lo amaba tanto como él a mí. Sin duda alguna, había lapsus de cordura en donde me desconocía a mí misma. pero, ¡diablos, me sentía tan patéticamente enamorada! Que no me importaba absolutamente nada en ese momento. Tenerlo a mi lado era todo lo que anhelaba, día y noche.

—Te amo. —Le dije entre besos y Sebastian carcajeó.

—Que cariñosa. —Susurró juguetón. Presionó mi cintura para acercarme un poco más a él. —Te ¿sucedió algo?

—¿Me tendría que suceder algo para decirte lo mucho que te amo, Sebb?

—No lo sé, dímelo tú. —Captó mis labios y propino una ligera mordida.

—No pasa nada. —Di un casto beso en su mejilla. —Te amo. Lo quería decir.

Sebastian rio. Tomó de mi mano y ambos nos dirigimos hacia mi pieza. Nos recostamos sobre la cama y nos dispusimos a ver una película que, hace semanas atrás habíamos planeado ver.

******

—Amor... —Susurró Sebastian en mi oído. Respiré profundo y, por quinta vez, le pedí al rumano que guardara silencio. Sebastian rio juguetón y besó, esta vez, mi cuello, alterando la paz que sentía en aquel entonces, entre sus brazos y aroma embriagador.

Aquel simple e inocente ósculo logró, de una manera bastante extraña, crear una corriente eléctrica de gran frecuencia. Ésta, viajó por toda mi anatomía, ramificándose en cada célula inmersa en mi organismo, incluyendo mi alma que, siendo un elemento no tangible, logró alterarse considerablemente.

Los indicios en mi bajo vientre me dieron a entender que aquello era algo diferente a lo que pude haber sentido en otra ocasión. No era extraño que el rumano hundiera su rostro en mi cuello y besara aquella área. Pero, de las veces que lo hizo, nunca sentí mi organismo alterarse peligrosamente.

Me incorporé y le miré confusa. Él me observó de la misma forma, sin siquiera hacerse una idea de los procesos que estaba sufriendo mi cuerpo en ese momento.

Tomé el control remoto y pausé la película. Le volví a mirar y me mordí el labio

—Ese beso en el cuello... —Musité. Sebastian alzó una de sus cejas y esbozó una sonrisa pequeña. —Q-quisiera sentirlo otra vez.

Sebastian frunció el ceño y se rascó la nuca.

—¿Sabes lo que significa si te beso nuevamente? —Inquirió. Tomó mi mano entre las suyas y la dirigió a sus labios para poder besarlas. —No te quiero obligar a hacer algo que no quieres, __________. Quisiera que tu primera vez sea especial, nada de apuros ni presión.

—Me dijiste que me enseñarías...

—Si. —Afirmó. —Pero todo a su tiempo.

—Pero creo que ya es tiempo. —Murmuré.

Sebastian me miró atento; se mordió el labio inferior, intranquilo. Quizás, luchando contra aquel impulso animal de tomar mi cuerpo allí mismo.

—De verdad quiero hacer las cosas bien, ___________. —Susurró. Tomó mi rostro entre sus manos y me besó. Cada beso era como llegar más cerca de las estrellas. No me podía imaginar a dónde llegaría si pasábamos al siguiente nivel. ¿Al paraíso? ¿Qué había más allá del tan ansiado paraíso para los mortales?

Recosté mi dorso contra el colchón, dejando a Sebastian acomodarse sobre mí. No tenía experiencia alguna, claro estaba. Pero me dejé guiar por mi instinto. Besé sus labios, siguiendo su ritmo suave y lento. Mis manos, temblorosas viajaron a lo largo de su espalda, enterrando mis uñas ante la ligera oleada de placer que me envolvía.

Jadeé y temí por un momento. Estaba nerviosa, total y patéticamente nerviosa. Supuse que Sebastian se percató de aquello, pues, mi cuerpo permaneció rígido bajo él. Sin embargo, al rumano no le fue impedimento para seguir besándome y explorando mi anatomía.

Siguió con su travesía, pero se detuvo cuando su boca llegó al borde superior de mi polera. Una de sus manos yacía en mi seno derecho, presionando suavemente mientras la otra sujetaba una de mis manos por sobre mi cabeza.

Le miré, deseando que siguiera con sus caricias. Más él, dando un casto beso en mis labios, negó ligeramente.

—Hay una primera vez para todo. —Me dijo el rumano, observándome fijamente a los ojos. —Pero este no es el momento. —Sonrió, besando cortamente mis labios. —No eres como las demás mujeres con las que he estado, ____________. No puedo llegar y tomar algo tan importante de ti como si fueses cualquiera. —Explicó. —Te amo y te respeto. —Sonrió. —De eso se trata el amor, ¿no?

Solté un suspiro, botando todo el aire reprimido en mis pulmones. Logré sonreír y asentir ante sus palabras. Entendí que él quería que aquel momento fuese único, especial y en el momento adecuado. Era cuestión de respeto y paciencia. 





******

Las dejé con ganas de smut >:) ah. Para la próxima ;) 

Quería hacer algo lindo. En el fondo, añadí algo de mi ilusa creencia de que, aún existen hombres como el Sebastian que hice en este OS. Quizás existen, pero mi mala suerte no me ha permitido conocer ninguno jaja. 

En fin, quería hacer algo lindo <3


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