XXXI - Too Late
31.- Too Late
Sumido entre la gente y el bullicio, escuché atento a Evans, quien me hablaba sobre su familia y el viaje que habían realizado a Europa, Italia. Estaba feliz por él, al menos la situación entre su esposa era más alentadora que la mía junto a ___________.
Tomé un sorbo de mi cerveza con la intención de ahogar todo pensamiento y dejar solo mi sentido auditivo para mí amigo. Su sonrisa deslumbraba y, por un momento desee ser yo quien sonriera así de alegre. Hasta sus ojos azules, en medio de la escasa luz, brillaban como si fuesen dos canicas expuestas a la luz del sol.
—Elena es buena mujer, Chris. —Le dije entre una sonrisa apacible. Chris asintió en concordancia. —Me extraña que nunca discutan. —Y reí como si aquello sucediese sólo en mi relación. Chris frunció el ceño, pero no dejó de sonreír. Se reacomodó en su asiento, tomó su jarra con cerveza y dio un sorbo, disfrutando la bebida.
—Te equivocas. —Dijo. —Con Elena si peleamos. —Confesó con cierto rubor en sus mejillas lampiñas. Parpadeé confuso. ¿Cómo era posible que, después de todas sus historias colmadas de cariño hacia su esposa, me confesara que si existían peleas en su relación? ¿Era posible aquella dicotomía entre ellos? Suspiré hondo y restregué mis manos por sobre mis párpados. La cerveza comenzaba a tener aquel efecto somnoliento y relajante en mi cuerpo.
—Esa no me la creo. —Reí. Más Evans permaneció serio, sin esbozar sonrisa alguna. —¡Pero si se llevan bien! —Exclamé sin poder creerle.
—Nos llevamos bien. —Afirmo y carcajeó el rubio. —Pero eso no quiere decir que no tengamos nuestras disputas, Stan. Como toda pareja. —Explicó risueño. —La clave está en analizar por qué pelearon y, si tú tienes la culpa, pedir disculpas y mejorar tú actitud. Dime Sebastian, ¿cómo vas con __________? —Preguntó y yo no supe qué responder.
Evans me miró insistente, aunque ya sabía la respuesta, pues mi silencio le dio más que una simple contestación. En ella iba mi aflicción y angustia albergadas en mi alma desconsolada.
—Pues, dentro de todo, aún seguimos siendo pareja. —Dije y reí sin ganas. Evans negó en respuesta. —Vale, vamos mal. —Confesé avergonzado. —No sé qué sucede. Hago todo lo que está a mi alcance; le regaló flores, sus chocolates favoritos, le hago gozar en todo ámbito, pero ella pareciera no estar conforme. —Expliqué, sin embargo, Chris volvió a negar con desazón.
—Ahí está tu problema, Sebastian. —Me dijo y yo alcé una ceja sin entender. Entonces era yo el problema, pensé. Miré a Evans queriendo saber en qué me equivocaba. —Te desvives regalándole cosas, pero las mujeres, la mayoría no avalan los regalos en una relación. Algunas prefieren la compañía del hombre, frases lindas, pero por, sobre todo, que el hombre esté allí, a su lado. ¿Ella está con alguien ahora en casa? —Me preguntó. Bajé la mirada y me concentré en mis dedos que, jugaban nerviosos entre sí. —¿Qué haces aquí, uhm? Ve y anda a la casa, ¡dile que la amas! No la dejes sola Sebastian. Las mujeres se aburren cuando ven a un hombre que no les da mayor atención.
Desesperado por no querer perder el cariño de __________, tomé lo que quedaba de mi cerveza y me fui a casa, al lado de la mujer que amaba y, que por ignorancia la estaba perdiendo.
Estaba repitiendo lo mismo que mi padre, el mismo carácter, los mismos regalos con el fin de remediar, inconscientemente, mi ausencia. Estaba terminando con la relación de una forma cruel y poco varonil. __________ me amaba, pero ello no significaba tenerla a mi lado toda una vida. Lo entendí al fin, y temía que su dignidad diera por terminada la relación.
Llegué a casa con el corazón en la mano. Nunca había sentido aquella sensación de que algo importante se me iba de mi vida. Mi corazón abatido golpeteó mi pecho cuando me percaté de que las luces de la casa, estaban apagadas. No era normal aquello, __________ siempre me esperaba despierta.
Entre a tientas al interior de la casa. Encendí la luz y me permití entrar con mayor libertad a la que era nuestra habitación. Quería acostarme a su lado y sentir su exquisito calor corporal. Respiré tranquilo cuando divisé un pequeño haz de luz filtrarse por la puerta entre cerrada.
Entré cauto, creyendo que _________ se había quedado dormida mientras veía la televisión. Pero no fue como lo pensé y anhelé. ___________ estaba sentada en la orilla de la cama con "Nerón" en su regazo. El felino anaranjado y peludo en demasía alzó su cabeza y maulló con desgano, como si en él algo le doliera, o presintiera. Incluso, sus ojos verdes emitían cierta pena inexplicable.
—Creí que dormías. —Murmuré. ___________ negó de inmediato. —¿Y esas maletas? —Pregunté. Mi pecho subía y bajaba, alterado y con miedo. El rostro de _________ se mostraba impasible, pero sus ojos demostraban el desconsuelo de su ser, de su alma paciente y rota.
—Me voy, Sebastian. —Dijo sin rodeos. Mi corazón se estrujó en mi interior, causando aquel dolor del que tanto temí sentir. —Lo siento, pero ya no puedo más.
Dejó al gato a un lado. El felino no se movió, quedó en la misma posición sobre la cama: totalmente desganado y lánguido.
—No lo dices enserio. —Murmuré apenas. No pude evitar soltar una risita producto de los nervios. —Amor, no me puedes dejar. —Gemí exasperado, al borde de la locura cuando me percaté de que sus palabras eran ciertas.
—Claro que sí. —Replicó molesta. —Así como tú me dejas todos los días por salir quizás con quién. —Espetó. Tomó el asa de la maleta y comenzó a dar pasos decididos fuera de la habitación.
—No, _________. No lo hagas. Amor, espera...— Pedí desesperado. Seguí sus pasos, suplicando que se detuviera, pero __________ caminaba convencida. —Yo te prometo que no te dejaré sola. Ahora entiendo todo, y no quiero cometer el mismo error. —Tome su mano, rogando que se quedará. Su agarre se apretó contra el mango de la maleta, dándome a entender que no cambiaría de opinión
—Te has dado cuenta muy tarde, Stan. —Sollozó. —Demasiado tarde.
—Cariño, por favor. —Volví a suplicar. _________ no dio señal alguna de arrepentimiento. —No me dejes. —Lloriqueé. —¡T-te amo!
—Lo siento, pero ya tomé una decisión. —Sentenció con dureza. —Cuida a Nerón, ¿sí? Al menos demuéstrale a él el amor que no supiste darme a mí.
Y dando un último vistazo a nuestro compañero angora y, a nuestro hogar, se fue sin titubear.
La habitación se inundó de un silencio abrasadoramente doloroso. A mi lado, Nerón parecían no respirar. Me acerqué a su cuerpo y acaricié el pelaje de éste. Respiraba parsimonioso. Al menos aún vivía.
Yo, acaban de morir.
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Sorry, but, tenía que hacer algo sad :(
Las quiero 🙈
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