XXX - Secret II
30.-Secret II
Solté la correa y Dodger corrió eufórico por todo el parque central; saltaba y ladraba, seguía a las palomas para luego volver a mi lado y seguir corriendo. Caminé a paso lento, observando que el can no se alejara demasiado de mi vista. Suspiré, y sonreí. Habían pasado tres meses desde que Chris debió dejarlo a mi cargo, y ambos habíamos desarrollado una especie de amistad seguramente, muy similar a la que tenía Chris con él.
Como todas las tardes, ambos realizábamos la típica salida matutina con el fin de poder relajarnos unas horas fuera de casa. Me senté sobre una de las bancas del parque y me dispuse a observar al perro socializar con otros canes.
Mi celular comenzó a sonar y, supe de inmediato de quien se trataba. Sonreí como boba, porque eso hacía cada vez que escuchaba mi teléfono; estaba condicionada ante el llamado, asumiendo siempre que era él quien me llamaba.
Y nunca me equivocaba.
—¿Estás en casa? —Me preguntó en cuanto contesté.
—No, estoy en el parque, paseando a Dodger. —Respondí con una sonrisa en mis labios.
—Te veo en cinco minutos. —Dijo y soltó un pequeño suspiro. —Te necesito, muñeca. —Murmuró con voz suplicante.
—Sebastian, estoy cuidando al perro. No pued...
—Cariño... —Gimió el rumano. —Sólo ven, ¿sí? Dodger no le dirá a Chris lo que hemos estado haciendo a escondidas. —Soltó una ligera risita. Le imité divertida.
—Está bien. —Reí. —Llego en cinco minutos.
Llamé al perro y éste llego a mi lado sin causar problemas. Le puse la correa en su collar y ambos caminamos de vuelta a casa. El can miró variadas veces hacia atrás, preguntándose quizás, el porqué de nuestro regreso a casa tan pronto.
Subimos las escaleras del edificio; hasta el quinto piso. Fuera de nuestro hogar yacía el cuerpo de Sebastian sentado en el suelo, apoyando su cuerpo sobre la pared. Se levantó en cuanto nos vio, y se abalanzó contra mí cuan león se lanzaba sobre su presa. Reí entre los besos que repartía alrededor de mi rostro, más le detuve, temiendo que los vecinos nos viesen.
—¿Podrías esperar a que abra la puerta por lo menos? —Reí. El rumano se mordió el labio inferior, impaciente.
—Ojalá pudiera, preciosa. —Carcajeó, volviendo a tomar mi cuerpo. Logré abrir la puerta y dejé que el perro entrara primero. Seguimos nosotros, mientras nos besábamos con pasión y caminábamos hacia la habitación más cercana. El perro se nos cruzó en el camino y se adelantó en entrar a la pieza.
—No, tu no. —Le dijo Sebastian, sujetando su correa para que se fuera de la habitación. —Vamos, tú las has tenido todo este tiempo para ti sola. —Le regañó Sebastian, arrastrando al can fuera de la habitación.
Más Dodger se rehusaba salir de la habitación.
—Déjalo que se quede. —Dije entre risas. — De seguro se queda recostado por ahí.
—Él ya ha pasado mucho tiempo contigo a solas. —Se quejó. —Ahora es mi turno.
Logró sacar al perro de la habitación y con ello, siguieron sus besos colmados de lujuria y necesidad. Entre risas me dejé caer sobre la cama junto al rumano, quien con bastante agilidad logró afirmarse con ambas manos antes de aplastarme con su peso.
—¿Estás celoso de Dodger? —Pregunté divertida.
—De todo aquel que te tenga a su lado. —Respondió, besando el área de mi cuello.
—Eso es bastante ridículo, Stan.
—Sí, soy ridículo. —Aceptó. —No debería, porque sé que me amas. ¡Pero, diablos __________! Ya no soporto tener que mantenerte en secreto. Quiero besarte con libertad, frente a todos. —Murmuró. Sus labios recorrían mis mejillas, labios y parpados; besaba apasionado, como solo él sabía hacerlo. Me regocijé ante sus caricias y deseé que no se detuviera.
Desabroché su camisa y, en cuanto iba a besarle nuevamente, la puerta de la habitación se abrió de golpe, dándole la oportunidad a Dodger de entrar y saltar sobre nosotros. Grité sorpresiva y reí ante la lengua del can en mi rostro. Sebastian se quejó, pero era tan grande el cariño que le tenía a Dodger, que rio junto a mí mientras le acariciaba.
Sin embargo, nuestras risas cesaron en cuanto vimos la anatomía de Chris bajo el marco de la puerta, observándonos en silencio y con su ceño ligeramente fruncido.
—¿Interrumpo algo? —Chris preguntó con una ceja en alto. El bochorno fue devastador; pude deducir que Sebastian se sentía de igual forma. Su semblante enrojeció bajo su barba tupida, y sus ojos reflejaban el temor ante la presencia de mi hermano y su mejor amigo.
Se levantó de la cama y con prisa abrochó su camisa.
—Chris. —Murmuré avergonzada. —S-se supone q-que...llamarías en cuanto volvieras.
—Es primera vez que me digno a sorprenderte y resulta que encuentro a mi mejor amigo tirándose a mi hermana. —Comentó con sorna. Más fruncí el ceño; no era la reacción que esperaba por su parte. Estaba totalmente relajado y con buen ánimo. Extraño viniendo del hombre que espantó a la gran mayoría de mis novios a lo largo de mi vida.
—Chris, amigo...y-yo...—Tartamudeaba Sebastian. —Sé que me dijiste que con tu hermana no podía involucrarme, y de hacerlo me tendrías que matar. Pero no puedo mentirte. —Suspiró el rumano. Chris le miraba atento y con los brazos cruzados sobre su pecho. —Yo la amo y no pude evitar enamorarme de ella.
El silencio molesto reinó la habitación; lo único que se lograba escuchar eran los jadeos de Dodger, quien observaba la escena desde los pies de su dueño.
—¿No dirás nada? —Le pregunté. —¿No me regañarás? —Inquirí. Más Evans soltó una risotada que retumbó entre las cuatro paredes de la habitación.
—Si algo he aprendido en mi vida, hermanita, es que los secretos no duran demasiado tiempo ocultos. —Dijo socarrón. —Sabía lo de ustedes dos. Amy me lo dijo.
—¿Qué? —Vociferamos junto con Sebastian.
—El día que diste de alta a Dodger se te olvidó darle a Sebastian la receta de los medicamentos. Amy me llamó y yo fui por ella. —Aludió a mi compañera de trabajo quien, todos sabían moría por Evans. — Los vieron muy cariñosos fuera de la clínica. —Rio.
Tapé mi rostro, avergonzada. Chris no hacía más que reír mientras Sebastian, permaneció atónito en su lugar. Sin duda alguna, nuestras expectativas con respecto a la reacción de Evans fueron totalmente erróneas. Chris gozaba triunfal.
—Bien, asumo que ambos tienen algo que terminar. —Dijo Chris y acarició el pelaje del can, quien lo miraba con admiración. —Y tú amigo mío, tienes mucho que contarme. —Le dijo a su perro, para luego mirarnos a nosotros con ojos burlones. Dodger movió su rabo contento.
—Chris. —Le dije antes de que se fuera. —Deberías hablar con Amy e invitarla a salir. —Le sugerí. —Es buena muchacha.
—Lo sé. —Sonrió Evans y me guiñó un ojo. Tomó la correa del perro y ambos salieron de la habitación, dejándonos completamente patidifusos ante su actitud.
—Me guiñó un ojo, Sebastian. —Murmuré, decodificando aquel simple gesto que, sabía tenía mucho que decir al respecto. —¿Tú crees que él y Amy hayan salido?
—No me extraña, ____________. —Rio el rumano. —Tal parece que a los hermanos Evans le gusta mantener sus relaciones en secretos.
Ambos reímos. Sin embargo, aquella tarde no hicimos el amor como teníamos contemplado. Decidimos salir y caminar por las calles de New York como una pareja libre y sin secreto alguno. Después de todo, mi hermano ya sabía nuestra relación y, que la prensa lo supiera ya nos daba absolutamente lo mismo.
Era lo que queríamos; una vida libre y sin secretos que esconder.
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Me dio por hacerle segunda parte a este OS 🙊
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