Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XXVI - Favour II

26.- Favour II


-Lizzie, no iré. -Sentencié. A su lado, Evans me miraba molesto. Le desafié con la mirada, haciéndole saber que mi respuesta era un rotundo no a la invitación que me habían hecho: asistir a una de las tantas fiestas que ofrecía esta vez el propio Chris Evans.

Las grabaciones de la película al fin habían concluido, y aquello lo había visto como la oportunidad perfecta para alejarme de todos ellos. Tenía planes, y unos muy buenos en casa de mi familia en Australia. Aquellos planes los quería comenzar cuanto antes posible. La fiesta lo único que hacía era aplazar lo que me mantendría en plena paz mental después de meses arduos trabajando con los personajes de elenco Marvel.

-Entiendo. -Dijo esta vez Evans, con molestia. Su ceño fruncido me daba a entender que estaba indignado. Pero ello no me intimidaba. -Es por sebastian, ¿no? Por lo que hizo con Brandon.

Le fulminé con la mirada.

-No creas que Sebastian es el centro de atención. -Espeté. -Al menos no para mí. Tengo planes desde hace meses atrás. Tu fiesta no estaba en ellas. -Tomé mi abrigo y me dispuse a salir del recinto.

-Por favor. -Pidió Elizabeth con voz lastimosa. -Es la última vez que nos verás hasta un buen tiempo. Además, por lo que sé, Stan tiene otros planes. ¿O no Chris? -Miró al rubio. Éste asintió con desinterés. -Tengo entendido que tiene otros proyectos que deben ser ejecutados durante estos días.

Les miré con recelo a ambos. Después de lo que había sucedido con Brandon no podía confiar en sus palabras. Hasta el momento había logrado evitar todo acercamiento con el rumano. Después del favor que decidió hacer sin mi consentimiento, me cercioré de no tener que interactuar con él por ningún motivo. Y había dado resultado. Dentro de los dos siguientes meses no había cruzado ningún tipo de palabra con él. Y él, al parecer tampoco tenía intenciones de hacerlo.

La decisión era clara; no había mucho que pensar. Estaba molesta y no creía ninguna de las palabras que me decía Elizabeth con respecto a los proyectos que debía realizar Sebastian después de terminar CW. Sí, tenía claro que tenía películas y bastantes entrevistar que realizar una vez la premier de CW se llevara a cabo, pero también tenía entendido que aquello se realizaría dentro de unas semanas. Tenía tiempo para ir a la fiesta y despedirse de sus compañeros de elenco.

-Sabes que no puedes evitar toda tu vida a Stan. -Me dijo Evans en cuanto escuchó mi negativa a ir a su casa.

-Puedo intentarlo. -Le dije tajante. -Después de todo, no lo veré por un buen tiempo.

Y aquello me alegraba. Me retiré del recinto con la alegría de saber que al otro día no tenía que asistir a los rodajes de la película. Caminé firme, dejando atrás todo mal momento.

******

En la comodidad de mi departamento me dispuse a ver alguna película que llamase mi atención. Me recosté sobre el sofá con un bol de palomitas de maíz y una manta para cubrir mi anatomía del frio. Viendo la película, logré prestarle atención durante los primeros treinta minutos antes de comenzar a divagar en mis propios pensamientos. Ciertamente, el favor que había hecho Sebastian por mí, había logrado alejar definitivamente a Brandon. Ya no recibía llamadas, mensajes de voz ni de textos en mi celular o en mis redes sociales. Brandon había desaparecido de mi vida gracias al rumano.

Sin embargo, pese a sentir cierta gratitud por el castaño, no podía evitar molestarme al recrear aquella noche.

Intenté enfocar mi atención en la película, más no pude. El golpeteo en la puerta robó mi atención y me hizo bufar en cuanto vi la hora marcada en el reloj de pared a unos centímetros de mí posición. Era tarde, pensé en Evans y su insistencia por ir a su fiesta. Estaba segura que era él quien venía por mí. Al menos eso creí hasta que abrí la puerta y me topé con la anatomía de quien no esperaba ni deseaba su visita.

Fruncí el ceño, dispuesta a cerrarle la puerta antes de que pudiese decir algo.

-No viajé dos horas para que me cierres la puerta. -Me dijo el rumano. Su pie bloqueó la puerta de inmediato. Incluso antes de emitir aquellas palabras. -Tenemos que hablar.

-¿Tenemos? -Alcé una ceja, casi soltando una risita socarrona. -Yo no tengo nada que hablar contigo, Sebastian.

-¡Vamos, no puedes seguir molesta por lo de Brandon! -Exclamó. -¡Te hice un favor!

-Favor que no te pedí. -Espeté. Volví a forcejear contra su pie y la puerta. Más no logré mucho movimiento por mi parte. -Basta Sebastian. No me hagas llamar al conserje.

-Admite que te ayudé. De no ser por mí, aún seguirías sin saber cómo sacarte a Brandon de encima. -Señaló con cierto aire triunfal. Respiré hondo, tratando de que su ego no me afectara en absoluto.

-No sabes las ganas que tengo al querer golpear tu perfecto rostro rumano en estos momentos. -Mascullé entre dientes. Sebastian carcajeó con sorna.

Furiosa abrí la puerta y volví a cerrarla de golpe, con la intención de que Stan alejara su pie. En el momento en que retiró su extremidad, vi la esperanza de que al fin se iría y me dejaría en paz. Pero el rumano era obstinado; esta vez fue el peso de su anatomía la que me obligó a dar un paso hacia atrás el sentir su arremetida contra la puerta.

Entró sin ser invitado. Cerró la puerta tras de él y sonrió triunfal.

-¿Crees que mi rostro es perfecto? -Embozó una sonrisa amplia y burlesca.

-No voy a soportar que irrumpas mi hogar, Sebastian. -Gruñí. Tomé el celular y decidida marqué el número del conserje. -Te lo advertí. -Indiqué. Sus manos reaccionaron rápido sobre el aparato tecnológico. Me lo quitó, dejándolo tras de él, sobre uno de los muebles que decoraba el interior de mi hogar. -¡Sebastian! -Me quejé. -¡Qué rayos quieres!

-Que me perdones. -Dijo.

-¿Que te perdone? -Solté una risotada.

-Admito que me comporté como un idiota. -Murmuró. Rascó tras su nuca, y por primera vez sentí que en verdad se arrepentía. Su postura y actitud cambió a una totalmente sumisa. Por un momento creí que era un truco, pues, sus habilidades con la actuación le permitían cambiar sus estados de ánimos sin problema alguno. Le miré desconfiada. -No debí besarte.

-¡Claro que no! -Exclamé. -¡No lo debiste hacer!

-Aunque lo volvería a hacer. -Musitó. Alcé mis cejas, sorprendida. -Sabes, nunca creí que tus labios fuesen tan suaves. -Dijo, casi como si fuese una reflexión propia. Le miré estupefacta, sin saber qué decir o hacer. Sus ojos recorrieron mi rostro, posándose en mi boca. Alzó su mano y con la yema de su dedo índice se atrevió a tocar mi labio inferior.

Mi respiración se agitó y, todo sentimiento de molestia comenzó a cesar una vez su mano se deslizó haca mi mejilla con la intención de poder acariciarla. Dos meses rehuyendo su presencia para luego encontrarme en mi propio departamento, dejando que acariciara mi rostro. No, no lo había ignorado para terminar de esa forma tan privada y única. Lo había ignorado para borrarlo de mi mente; para eliminar la sensación que dejaron sus labios en los míos esa noche.

Era contradictorio. Me lo dije una y otra vez internamente, todo lo que pude. Pero mis pensamientos comenzaron a sufrir ciertos cambios al sentir su mirada devorar mis labios con el evidente deseo de querer besarme nuevamente y revivir las sensaciones vivida.

-Lo único que debiste hacer ese día fue decirme que estabas dispuesto a fingir por mí. -Mi voz apenas salió de mis pulmones. Estaba causando estragos en mi fisiología.

-¿Qué hubiese cambiado entonces? -Preguntó en un susurró. -¿Habrías aceptado?

-Lo hubiese pensado. -Respondí. -Pero sé que no me hubiese negado.

Sebastian me miró fijo. Parecía analizar mis palabras. Recorrió una y otra vez mi rostro, y volvió a enfocar su atención en mis labios. Tenía la certeza de que en cualquier momento perdería el control de su cuerpo y optaría por volver a besarme. Pero no lo hizo. Aún tenía el control.

Sus labios se curvaron en una sonrisa dulce. Pude sentir los efectos de aquel gesto en mi corazón. Latió con fuerzas sobre mi pecho, embelesado.

-¿Te negarías si te pidiera una oportunidad? -Volvió a preguntar. -Una oportunidad para estar contigo. -Aclaró.

-Depende. -Respondí seria. Stan frunció sus cejas.

-¿De qué?

-Del beso. -Respondí cohibida. En mi anatomía circuló el bochorno molesto que, en solo segundos logró llegar a mis mejillas. Pude adivinar que éstas adquirieron un tono rojizo, por la mirada que me dio el rumano y la sonrisa tierna que embozó en sus labios.

No respondió absolutamente nada. Aproximó su cuerpo hacia el mío, tomó mis mejillas entre sus manos y me besó de la misma forma como lo había hecho la vez anterior. Volví a enroscar mis brazos alrededor de su cuello y me dejé llevar por el movimiento que realizaban sus labios expertos.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro