Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XXIV - Expert provoking

24.- Expert provoking

Nota: Smut babys >:)

—¿Cariño? —Llamó Sebastian desde el interior de la cocina.

—¿Uhmm? —Murmuré, sin quitar mi vista del pentagrama apoyado sobre el piano. Mi vista viajaba de derecha a izquierda, identificando cada nota escrita entre las cinco líneas dibujadas en el papel. A sí mismo, a la par, se movían mis dedos sobre las teclas del instrumento, interpretando una de las tantas obras de Bach.

Estaba total y profundamente concentrada, por lo que me era imposible prestar atención a lo que sucedía a mi alrededor. Podría estar cayendo un meteorito sobre la ciudad y yo, jamás me daría cuenta hasta que éste aterrizara sobre mí. Y es que la música causaba cierto sentimiento de paz y placer. Algo indescriptible. Lo único que sabía y, tenía entendido, es que esta, me llevaba a lugares imaginarios dentro de mi mente.

En cuanto terminé la melodía escuché sus aplausos tras de mí. Volteé, observando a mi esposo apoyado en el marco de la puerta, deleitándose con la obra previamente interpretada. Hice un ademan en forma de agradecimiento y, posicionándome nuevamente, volví a tocar una nueva pieza musical.

—¿A qué hora llegará tu alumna? —Preguntó, posando ambas manos sobre mis hombros. De manera sigilosa comenzó a dar leves carisias que, esperaba se convirtieran en masajes.

—A la cinco —Respondí apenas. Prestar atención a lo escrito en el pentagrama y responderle a mi esposo era una tarea demandante.

—Ajá, a las cinco. — Repitió Sebastian, con cierto tono bastante lúbrico a mi parecer. Fruncí el ceño como reacción a su voz, más seguí deleitándome con la melodía, sin prestar atención a su insinuación.

De un momento a otro, cuando mi interpretación iba a la perfección, Sebastian decidió masajear mis hombros con toques suaves y provocativos. Como acto autónomo, mis labios se fruncieron en respuesta a su toqueteo lascivo. Sabía perfectamente lo que trataba de decirme con tales toques.

—Sebb, después de hacerle clases a Annita, ¿sí?

—Amor, será solo un rato. — Pidió cuan niño pequeño encaprichado le pedía cosas a su madre. Misma voz lastimera, misma actitud infantil. —Sabes que me excitas cuando te pones a tocar el piano. — Susurró esta vez en mi oído, tratando de seducirme. Cerré los ojos con fuerzas pues, le estaba funcionando.

—N-no —repliqué.

—Hermosa, no me tientes a provocarte. — Susurró nuevamente, rozando la punta de su nariz contra la piel de mi cuello. Sus labios suaves no se hicieron esperar. Di un leve brinco en cuanto decidió dejar besos húmedos en mi piel. Uno a uno, bajando hacia mi hombro en dirección a mi brazo derecho. Mi mano comenzó a temblar ante los efectos que creaba en mi fisiología.

—Sebastian —Jadeé, más mis manos no dejaron de tocar la melodía. Respiré profundo y con gran esfuerzo, abrí los ojos y traté de prestar atención a lo escrito en la hoja.

Stan no dudó en soltar una risita que se amortiguó en mi cuello, gozando y deleitándose con mis respuestas ante su tortura.

— Bien, hagamos lo siguiente...—Propuso con entusiasmo. Sus caricias cesaron en el momento en que decidió retirar sus manos de mis brazos y su boca de mi cuello. Arqueé una ceja, más mis ojos jamás dejaron de prestar atención al pentagrama. —Te provocaré hasta que termines de interpretar la obra. Si pierdes...

—Amor, ahora no —Pedí en súplica. Sebastian rio en respuesta, haciéndome saber que no aceptaría un no como respuesta.

—Si pierdes —Volvió a repetir con ansias. —Me dejarás hacerte el amor durante el tiempo que queda antes de que llegue tu alumna. — y dicho aquello, pude ver la sonrisa en su rostro, pese a que yo aún seguía concentrada en cada nota impresa en la hoja. —Si ganas, te dejo tranquila. ¿Qué dices?

Deliberé internamente mi decisión. Tenía claro que, si me atrevía a jugar su juego, sería yo quien perdería. Y, ello estaba claro. Sebastian tenía el don de la seducción, no había duda alguna. Y, es que no me molestaba hacer el amor con él. El hecho de que haya besado mi cuello con la intensidad que solo él sabía utilizar, había prendido mis hormonas al cien por ciento. Pero bien sabía que, una vez que empezáramos, los minutos sobre la cama se volverían horas.

No quería perder la clase con la pequeña que se demostraba bastante emocionada por ser una pianista reconocida. Recordándome a mí cuando tenía su edad. De ninguna manera quería que perdiera un día de clases, su ritmo y perseverancia.

—Acepto Stan, verás que no caeré – Advertí, convirtiendo mi enunciado casi en una nota mental. Esperaba que dicho aquello, yo no me diera por vencida al sentir sus caricias.

—Eso lo veremos, hermosa. —Carcajeó Stan. —Eso lo veremos.

La sonatina siguiente duraba unos minutos más que las anteriores. Seis minutos a mi parecer. Seis minutos bajo la tortura que Stan podría tener en mente. Esperé ser fuerte durante ese tiempo el cual, lo más probable, se convertirían en horas.

Comenzó dando caricias suaves en mis brazos en cuanto la sonatina comenzó a inundar nuestro hogar. Mi esposo, totalmente embelesado no dejaba de toquetearme por donde se le diese la gana. Mis pechos fueron presionados con delicadeza, al mismo tiempo en el que sus labios presionaban la piel de mi cuello. Gemí, alertándolo de inmediato.

—¿Eso es todo? —Cuestioné entre risitas burlonas. Grave error, pensé. Mi risa no haría más que estimularlo a seguir con otra clase de toqueteos. Soltó un bufido y, sin emitir palabra alguna, siguió con sus toques suaves y rudos.

Optó por posar sus manos en mis hombros, deslizándolas con suavidad y lentitud hacia mi pecho, abriéndose paso bajo mi blusa. Entonces supe lo que iba a hacer. Me tensé en mi lugar, temiendo perder el ritmo de la melodía. Fue cuando sentí sus dedos tomar mis pezones, ocasionando una leve electricidad recorrer a lo largo de mi cuerpo. Era lo suficiente para desear terminar el juego y entregarme a él.

Agradecí tener un poco de dignidad. No dejé de mover mis manos sobre las teclas, aun cuando mis movimientos fuesen inseguros.

—Te he puesto caliente, ¿no? —Murmuró en mi oído, mordiendo el lóbulo. Chillé en respuesta. Su boca bajó hacia mi cuello, en donde no dudó dar un mordisco en él, obteniendo un nuevo gemido de mi parte. —¿Qué tal te pareció eso, uhmm?

—N-normal —Respondí apenas. —Esperaba algo más que una simple mordida —Y fue la mayor mentira que pude haberle dicho a Sebastian. Y el peor error también. En cuanto terminé de hablar, Stan vio lo único que le quedaba por hacer y, que sería lo que me tendría pidiendo por más. Su mano irrumpió entre mi pantalón y mi ropa interior con tal rapidez que no logré desviar su toque a tiempo. Solo bastó con que utilizara su última técnica para que mis manos cayeran de golpe sobre las teclas del piano, generando un ruido estruendoso que, lo más probable haya sido escuchado por unos cuantos vecinos. —¡Se-sebastian!

Me mordí el labio inferior y chillé. Mis piernas presionaron su mano que, no dejaba de actuar sobre mi femineidad. Desesperada pedí que me llevara a la habitación. Dejó ver una sonrisa en su rostro, denotando lo triunfante que se sentía por ser el ganador del juego. Tomó mi cuerpo en brazos y se encaminó hacia nuestra habitación.

Una vez mi anatomía fue depositada sobre la cama, no dudé en hacer trabajar mis manos sobre mi ropa, despojando una por una. Sus labios captaron los míos de inmediato mientras luchaba contra los botones de su camisa. Estos, no duraron mucho en la prenda. Bastó un tirón de mi parte para tener todos esos botones saltando a diferentes direcciones. Algunos, tintinearon ante el contacto con el piso de cerámica.

—¡Oh dios mío! —Gemí, arqueando mi espalda en cuanto lo sentí entrar. Mis manos se aferraron a su dorso y él, escondió su rostro en mi cuello, soltando gemido roncos. Besaba y mordía la piel de mis hombros, tratando de ahogar los gemidos demasiado altos.

—Así —Gruñó en cuanto sintió que moví mis caderas. —Justo así —Volvió a gemir. Moví nuevamente mis caderas, manteniéndolo en un estado de éxtasis indescriptible. — ¡_______!

Sus caderas comenzaron a moverse con más fuerzas contra las mías. Por cada embestida, mi corazón aumentaba sus palpitaciones. Mi aliento se entrecortaba y mis manos, en respuesta rasguñaban su espalda con desesperación. Optó por deslizar sus labios hacia mis pechos, mordisqueando uno de ellos, mientras su mano jugueteaba con el otro. Lo presionaba con fuerzas y, aquello, complementado con sus embestidas, logró que comenzara a sentir los primeros indicios de mi orgasmo.

—S-sebb —Advertí. —¡Oh mierda! —Gemí, al sentir una nueva embestida. —Sigue así amor. —Pedí. Su anatomía se enderezó ante de comenzar a embestirme con rapidez. Tomó mi cintura con ambas manos, más yo me sujeté de sus brazos. Su rostro estaba a centímetros del mío, por lo que tenía la posibilidad de poder mirarlo a los ojos una vez llegáramos al orgasmo juntos.

Se movió en cuanto le pedí que lo hiciera nuevamente. Ninguno despegaba la mirada del otro. Su rostro lleno de sudor, era digno de ser contemplado. Aquella imagen me encendía aún más. Tanto como los susurros que se atrevía a dejar en mi oído. Su voz era el complemento ideal para poder llegar más rápido a mi propio gozo. Y ello no demoró en llegar. Ni tampoco el de sebastian.

Efectivamente fue el primero en llegar al tan ansiado orgasmo. Soltó un gemido ronco, denotando los efectos propios de la culminación. De inmediato su rostro volvió a esconderse en mi cuello, mordiéndolo con fuerzas. Me quejé ante la fuerza empleada por sus dientes.

Segundo después se sintió mi grito invadir la habitación. Mi bajo vientre sintió los espasmos propios del orgasmo, el cual me retorció bajo el cuerpo de mi esposo. De la misma forma, mis piernas que, yacían enredadas en el dorso de Sebastian, se tensaron, presionando su cuerpo contra el mío. Mis manos aferradas también a su dorso, no dudaron en clavar mis uñas y rasguñar. Stan gimió, haciéndome saber que le había dañado.

Me quejé una vez más antes de sentir el bienestar recorrer a lo largo de mi cuerpo. Sonreí, totalmente satisfecha.

—Creí que ganarías el juego —Dijo Sebastian, aún jadeante. —Te veías convencida.

—Intenté ganar. —Reí. —Pero sabes que soy débil si utilizas tu boca en mi cuello.

—Te conozco perfectamente. —Mencionó con orgullo. —Lamento morderte, pero me es imposible no hacerlo.

—Eres una bestia, Sebastian Stan. —Repliqué, fingiendo molestia. Me acerqué a su cuerpo y descansé mi cabeza sobre su pecho. Deposité un par de besos antes de cerrar los ojos y disponerme a descansar unos minutos. —Pero así me gusta. —Confesé. El pecho de Stan vibró en cuanto soltó una risita. 


******

Gente, bípedos todos, hoy me voy de viaje. !Si! de viaje y donde voy no tengo internet. A si que, no subiré nada de nada por unos días o quizás, semanas. Sad but true :( 

Por lo mismo, y, para recompensar mi ida, les dejo un OS con Smut >:) 

But now, quien quiera dejarme ideas para otros OS, siéntase libre de hacerlo :) (interno quien quiera, idk) de alguna forma igual leeré sus comentarios y responderé <3. 

So, mis queridos y estimados bípedos, nos estamos leyendo <3. 

PD: tengo un OS de Chris Evans/Steve Rogers <3, por si a alguien le interese leer alguna u otra cosa sobre él >:)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro