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XVII - Forbidden Fruit IV

17.- forbidden fruit 

Nota: Smuuuuuuuuuut >:)

«Siempre lo supe» fueron las palabras de Abby al ponerme en contacto con ella.

Recordé lo que Mary me había contado hace semanas atrás. Su aventura con Ian y el perdón de su prima. Pensé que, disculpándome con Abby las cosas podrían cambiar. Tuve dos opciones; el perdón o el rechazo.

Obtuve ambos al mismo tiempo.

Tomé una bocanada de aire y seguí limpiando el mesón de la cocina. Claramente no había tenido la suerte que obtuvo Mary. No esperaba menos, después de todo. Abby era benevolente en muchos aspectos, pero aquello no implicaba obtener su perdón completamente.

Esa tarde la clientela aumentó en número y fue lo suficiente para mantener mi mente ocupada en hacer bien mi trabajo. Para cuando todo terminó, volví a ensimismarme y pensar en qué debía hacer ahora que Sebastian merodeaba por la ciudad, seguramente buscando mi paradero. La última vez que lo vi me cercioré de no darle mayor información sobre mí, pero bien sabía que, si logró encontrar la ciudad en la que residía, encontraría sin ningún problema mi nuevo hogar y lugar de trabajo.

Me despedí de mis colegas una vez el trabajo había terminado. Tomé mi chaqueta de cuero y me dispuse a salir. Deseé dar una vuelta antes de encerrarme en el cuarto que arrendaba viendo la posibilidad de despejar mi mente; pero tal como lo había vaticinado, Stan me esperaba fuera del local con una enorme sonrisa apuesta y triunfal.

—Vaya, pero ¡qué tenemos aquí! —Exclamé con ironía. — ¡Ha Sherlock Holmes, damas y caballeros! ¡Nada más ni nada menos que al gran Sherlock Holmes! —Suspiré con pesadez. Verlo nuevamente no hacía más que incrementar mis sentimientos para con el rumano. —Debí elegir otra ciudad.

—Siempre dijiste que San francisco era tu preferida. —Se encogió de hombros, aludiendo y recordando aquel día en el que nos reunimos con Abby y comentamos nuestras ciudades favoritas. Jamás creí que Sebastian se acordaría de ello. —Fui más rápido que Sherlock Holmes, debes reconocerlo.

—Presumido. — Y caminé con intenciones de regresar a mi hogar. Sebastian no perdió el tiempo; siguió mis pasos en silencio.

¿Qué se supone que debía hacer después de todo? ¿Hacer como si nada sucedió? ¿O aprovechar que Abby no estaba en la vida de Sebastian y comenzar una relación con él? La idea parecía descabellada y oportunista, pero, era lo que siempre deseé.

Ahora que parecía tener la oportunidad de poder concluir con los sentimientos que carcomían mi alma en vida, me era difícil tomar una decisión sabia. Pero nunca busqué serlo, es más, haber tenido sexo con el que iba a ser mi cuñado nunca fue sabio. Más bien un arrebato del cual nunca logré arrepentirme.

Observé a Stan y no pude evitar que mi corazón latiera desbocado por él; Lo anhelaba.

Stan me ofreció ir por comida a alguno de los locales que aún estaban abiertos. Pero negué proponiéndole ir a mi hogar y pedir pizza mientras aclarábamos ciertos asuntos. Éste no se opuso, aceptando mi invitación.

La pieza que arrendaba quedaba a unas cuadras de mi lugar de trabajo; detrás de una gran casona habitada por una señora de edad. Las cortinas tras los grandes ventanales me dieron a entender que la mujer aún no llegaba de su viaje a Oklahoma.

—Sabes que te odio, ¿no? —Dije a lo que Sebastian asintió de inmediato.

—Pero también sé que me perdonarás. —Habló seguro. Sonreí ante la convicción de sus palabras.

—¿Y cómo harás que te perdone, uhm? —Cuestioné. Introduje las llaves en la cerradura y abrí la puerta. La luz reveló a Sebastian mi nueva vivienda.

—Insistiendo, quizás. — Se encogió de hombros. —Salidas al cine, con tus chocolates o flores favoritas... —Mencionó dando un vistazo a mi hogar. Tomó una figurita de cristal sobre uno de los muebles y lo inspeccionó con detención. —Con un beso, quizás.

—¿Un beso?

—Un beso. — Afirmó. Alzó su mirada y dejando la figurita en su lugar, se acercó a mí. —Ya sabes, esos besos que recorrieron tu cuerpo hace un mes atrás. ¿Te acuerdas? — Tragué saliva sin responder nada. —Habían sido los mejores que probaste, según tú. Puedo ayudarte a recordar.

—¿A-ahor-ahora? —Balbuceé. Mi sangre recorría como si fuese lava entre mis células y músculos, quemando todo a su paso. Respiré hondo al sentir mis pulmones vacío y mi mundo girar bajo mis pies.

—Ahora mismo. —Y tomando mi rostro entre sus manos me besó tal como lo había hecho la última vez en New York.

La culpa y el placer se mezclaron en mi organismo para disiparse en el deseo por ser poseída por el rumano; aferré mis brazos alrededor de su cuello y me dejé llevar por la sensación que Sebastian generaba en mi anatomía. Me había entregado una vez y ahora no tenía escrúpulos en entregarme nuevamente.

Guiado por mis pies me recostó sobre mi cama sin dejar de besarme. Sus manos trabajaron rápidas por despojar cada vestimenta ceñida a su cuerpo. Nuestras respiraciones aceleradas se escuchaban en cada rincón de la habitación, invadiéndola en su totalidad. Me separé de Sebastian con intenciones de adquirir más aire para llevar a cabo mi afanado deseo por seguir besándolo. Entonces mi ropa fue desprendida de mi cuerpo en menos de cinco segundos dándole la grandiosa posibilidad de besar cada parte de mi anatomía a su antojo.

Stan se regocijaba entre mis brazos, besaba y mordía cuanto él quisiera. Me robaba gemidos de disfrute puro y él no hacía más que reír orgulloso de su trabajo como macho alfa.

—No sabes cuánto te deseé, _________. —Murmuró en mi oído, mordiendo el lóbulo de éste. —Todas las noches deseé hacerte mía. —Repartió besos en mi rostro. Eran tiernos y llenos de anhelo. —Quería sentir tus gemidos y mi nombre salir de tu boca en cuanto el orgasmo te dominara. —Mencionó tomando mis piernas y acomodándose entre ellas. —Lo deseo tanto...

—¿Y-y qué estas e-esperando? —Jadeé. —Hazlo.

Mi gemido se amortiguó entre el beso que depositó en mis labios una vez lo sentí en mi interior. Sus besos iban a la par con cada embestida lenta que realizaba, haciéndome perder el juicio. Mi cuerpo se removía bajo el suyo mientras mis ojos permanecían cerrados, aumentando las sensaciones experimentadas por sus caricias tiernas. Sus manos se encargaban de propinarme la mayor excitación al recorrer puntos vulnerables que, sabía ocasionarían espasmos en mi bajo vientre.

—Te quiero. —Murmuró en mi oído y mi cuerpo se tensó; aquellas palabras habían lograron robarme el poco aire que mis pulmones sostenían con tanto esfuerzo. —Qu-quiero formar una vida junto a ti, _______. —Besó mis labios. —Una familia. —Depositó otro beso en mi frente. Sus caderas se movían contra la mía con parsimonia, besándome de la misma forma. —Hijos. Muchos hijos parecidos a ti. —Frunció el ceño y gimió entre dientes. Le imité, una de sus embestidas había golpeado aquel punto vulnerable en mi interior.

—S-sebastian. —Gemí. Quise llorar; la felicidad y la traición se alojaron en mis sentidos y mi concentración se esfumaba entre la culpa que comenzaba a surgir nuevamente. Más me contuve pensando en que, ambos nos queríamos y lo que hizo mi hermana no fue más que darme el paso para ser feliz con el sujeto que me robaba suspiros con tan solo saber que respiraba a mi lado.

¿Pero una familia? Hijos? ¿Vivir junto? Era ahondar a otro nivel del cual jamás pensé ser partícipe. Pero con Sebastian las cosas eran distintas. Lo quería y en mí albergaba un sentimiento distinto al que pude haber tenido hace años atrás, cuando mi vida era ordinaria y solitaria. Tenía al hombre que siempre quise, y comenzar una vida nueva me era tentador si se trataba de hacerlo al lado del rumano.

Le miré a los ojos y me concentré en su color. Perfectamente azules, destellando entre las gotas de sudor que resbalaban por su frente y sienes. La imagen era digna de contemplar y guardarla en lo más profundo de mi memoria. No quería olvidar nuestro reencuentro ni la noche en que me hizo el amor con toda la pasión que en él se alojaba.

Murmuré palabras entrecortadas dándole a saber que mi orgasmo se aproximaba. Tomó el ritmo con más rapidez e ímpetu, elevando mis gemidos con desesperación. Mi bajo vientre comenzó a acalorarse y asentir diminutas sensaciones invadir aquella área; como fuegos artificiales en lo más alto del cielo nocturno, ramificándose en cada célula y átomo de mi cuerpo. Mi espalda se arqueó hacia atrás y Sebastian tomó de mi cuerpo sujetándolo con fuerzas.

—Vamos hermosa, dilo. —Incitó, dando otra embestida. —Di mi nombre.

—S-seb... —Callé en un gemido agónico.

—Te quiero escuchar. —Susurró en mi oído. Su boca mordió mi cuello, estimulando aún más mi perdición. —Vamos preciosa.

Exploté en un gemido colmado de placer, gimiendo su nombre tal como pedía. Mi corazón palpitaba con fuerzas al mismo tiempo en el que mis extremidades se contraían en un acto propio del orgasmo que envolvió mi cuerpo en su totalidad.

Sebastian gruñó minutos después anunciando que él también había por fin culminado. Ambos con las respiraciones agitadas nos envolvimos en un abrazo y escondimos nuestros rostros entre el cuello del otro. Aún podía sentir la electricidad recorrer a lo largo de mi cuerpo, disipándose de a poco, mezclándose en cada fibra perteneciente a mi anatomía hasta desaparecer por completo.

—Te quiero, Sebastian Stan. —Confesé en un murmuro cohibido. Stan se inclinó levemente sobre mi cuerpo y observó con detención. Me escudriñó con la mirada en busca de la verdad. —Te quiero... — Volví a decir y mi alma se liberó de aquellas cadenas que la ataban a la negación de amar al hombre que yacía sobre mí. —Y deseo no separarme nunca más de ti.

Le miré y reconocí mi pecado. Era el fruto prohibido en mi relación fraternal con mi hermana. El fruto del cual eludí para evitar una nueva tentación, sin embargo, aquel estímulo tentador y vil llegó a mí para hacerme caer nuevamente, pero esta vez, totalmente consciente de lo que deseaba con todo corazón rebosante de libertad; Una familia y vida nueva.

Sebastian sonrió y embelesado por mi confesión depositó otro beso en mis labios el cual dio inicio definitivo a la nueva vida que ambos comenzaríamos a formar en San Francisco. 



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Well, aquí lo prometido >:) Cuarta parte y final C: . Comenzamos bien el año ah.  

Niñas, quien quiera darme ideas o sugerirme cualquier cosa, yo lo aceptaré con los brazos abiertos *-*. 

Lov a todas <3. 

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